¿Cómo pensamos?
Desde el fin de la segunda guerra mundial, todas las generaciones que han ido sucediéndose han tenido una responsabilidad histórica que nunca antes tuvo ninguna otra. Durante la guerra fría el desarrollo de las armas nucleares, puso en peligro la existencia de la vida en el planeta, fue la primera vez en la historia que el hombre accedió a la posibilidad de autodestruirse y arrastrar en esa destrucción al resto de las especies que pueblan la Tierra.
Esto generó toda una corriente de contestación en los años sesenta, que rechazó la violencia y la guerra como forma de relación de los hombres y de las naciones, sustituyéndolas por el pacifismo y la no-violencia. Esta generación también rompió con muchos de los valores establecidos hasta ese momento en la sociedad, rechazando el machismo y la represión en todos los campos, muchos de los hábitos sociales que hoy se asumen con naturalidad, se empezaron a instaurar por aquella generación que rompió con los valores de una sociedad caduca y conservadora.
Las generaciones que vinieron después, tomaron conciencia de que no sólo la guerra nuclear podía acabar con la vida en la tierra, también la contaminación y la sobreexplotación de los recursos naturales del planeta, podrían hacer insostenible el modelo de sociedad que predomina desde principios del siglo XIX, un modelo basado en la acumulación irracional de capital, con un desarrollismo ilimitado dentro de un espacio finito, que hay que cuidar porque vive en un equilibrio ecológico necesario para preservar la vida.
Ya en los años setenta empezaron a crearse movimientos antinucleares y otros que defendían a especies en peligro de desaparición por la acción de los hombres, como las ballenas.
En la generación de los ochenta estos movimientos ganaron en organización llegando a trasladar su acción al campo de la política, principalmente en Europa, en donde la ecología política entró en los parlamentos y las cámaras, mientras se iba generando una tupida red de asociaciones que defienden la naturaleza y que todavía hoy mantienen su actividad.
En los noventa se consolidó esta corriente, y la conciencia ecológica en la población, que empezó a preocuparse por los cada vez más numerosos informes que emitían organismos e instituciones alertando sobre la desaparición de la capa de ozono, los peligros de la desertización, la desaparición de la biodiversidad, y en general de los riesgos sobre la vida en el planeta, por la contaminación que produce el ser humano.
En la primera década de este siglo, los planteamientos conservacionistas del medio ambiente, y las políticas de sostenibilidad y eficiencia energética han sido asumidas por prácticamente todos los gobiernos y corrientes políticas. Estos criterios son ya parte esencial en las legislaciones de la mayoría de los países en los que se exigen estudios previos de impacto ambiental en los proyectos industriales y constructivos antes de llevarse a cabo, y ningún político pone en duda la necesidad de trabajar por un desarrollo sostenible basado en las energías renovables.
Mientras tanto, se sigue inundando los medios con información sobre el calentamiento global producido por la emisión de gases con efecto invernadero a la atmósfera, producto de la quema de combustibles fósiles, y de los efectos dañinos que producirá este aumento de temperatura en el globo terráqueo.
Aquellos locos excéntricos que se encadenaban a los árboles a finales de los años setenta y principios de los ochenta, para impedir que fueran talados, tenían razón, hoy nadie duda de la necesidad de mantener e incrementar la masa forestal en el planeta, y esto es necesario y urgente porque nuestros amigos los árboles, previenen la erosión, del suelo y moderan su temperatura, y son vitales para reducir el dióxido de carbono en la atmósfera y producir oxígeno.
Antes de la mitad del siglo pasado, las generaciones que poblaban esta naranja mecánica no han tenido la responsabilidad que tenemos actualmente, un imperio podía nacer, crecer, expandirse, decaer y desaparecer sin poner en peligro la vida en el planeta, las civilizaciones estaban desconectadas entre sí, apenas había interrelación entre ellas, y el impacto que producían sobre el medio ambiente, era absorbido y minimizado por este, no ponían en peligro la vida humana, salvo en regiones concretas del planeta.
Los coetáneos que habitamos la Tierra hoy, formamos una aldea global, todo está interconectado tanto a nivel institucional, como a nivel privado, gracias a la red de Internet, que permite que un ciudadano de Japón se comunique con otro del barrio de Triana de Sevilla por ejemplo, en tiempo real, nunca antes había existido esta conciencia de globalidad en la especie humana. Y además hemos tomado conciencia de que no somos los dueños de la Naturaleza de la tierra que habitamos, somos inquilinos de ella, y la tenemos que cuidar adecuadamente para que nuestros hijos y nietos puedan vivir en el futuro.
Según un estudio del Grupo Cleantech, el impacto combinado de la industria editorial y periodística de EE.UU. en el año 2.008 equivalió a la tala de 125 millones de árboles, a lo que habría que sumar los vertidos de las papeleras a las aguas fluviales y el incremento en las emisiones a la atmósfera con efecto invernadero de este proceso productivo.
No cabe duda de que estamos en presencia de una industria insostenible en el tiempo.
Sin embargo, en el informe elaborado por Emma Ritch, se establece que todo el carbono emitido en el proceso de fabricación de un ereader de una marca muy conocida en EE.UU. es compensado sobradamente en el primer año de uso del mismo.
Según el mencionado informe, un año de uso de un lector electrónico, equivale a un ahorro neto de 168 Kg de CO2 al año (emisiones producidas en la fabricación y distribución de 22,5 libros).
Según las previsiones del Grupo Cleantech, los lectores comprados desde 2009 hasta 2012 podrían evitar la emisión a la atmósfera de 5,300 millones de kilogramos de dióxido de carbono.
No se conocen estudios similares en Europa, pero está claro que las cifras deben de estar en unas magnitudes muy parecidas.
Comprar un ereader, tiene una trascendencia que va más allá de un simple hecho consumista, y cada vez tiene que ver más con un acto dictado por esa conciencia ecológica que se va extendiendo entre los ciudadanos, que van comprendiendo cada vez con más fuerza, la necesidad de integrar hábitos en la vida cotidiana que protejan el medio ambiente y que contribuyan al equilibrio medioambiental.
ZonaeReader, intenta ampliar esta conciencia ecológica y fomentar la conservación del medioambiente, apoyando el uso de los lectores electrónicos.
No sólo fomentan la ecología los ereaders, también facilitan la difusión de la cultura y extienden el hábito de la lectura, no hay más que leerse en el foro de ZonaeReader, las opiniones de sus usuarios en las que se comenta como el poseedor de uno de estos aparatos, lee mucho más que antes por la facilidad con que se accede a los libros y lo fácil que es transportar miles de ellos en el bolso o el bolsillo del abrigo en el transporte público o en los viajes.
La lectura tiene sobre la televisión o el cine, la ventaja de que se produce un proceso de interiorización y de desarrollo de la imaginación que no se da viendo una película o un programa de televisión, en el que el espectador no tiene que ejercitar su imaginación porque las imágenes le vienen dadas, vienen representadas por actores, decorados, efectos especiales, o últimamente, incluso con personajes cibernéticos que no tienen una existencia real.
Cuando un escritor describe un personaje, por mucha riqueza que tenga en cuanto al léxico o el uso del lenguaje, nunca llegará a transmitir en su totalidad los detalles de una imagen gráfica, y es precisamente esta deficiencia, esta imposibilidad de transmitir en su totalidad la imagen que el autor de una novela se ha representado lo que confiere a la lectura la cualidad de ampliar la imaginación, ya que, cada lector que lea el mismo libro, se imaginará el personaje descrito de una manera distinta, tratará de completar con sus contenidos personales, las características de los personajes, los paisajes, las situaciones, etc. pero estos, no le vendrán impuestos por el autor totalmente como ocurre en el cine o la televisión, tendrá que usar su propia imaginación para representarse internamente lo que ha creado el escritor.
Y este proceso, en el que se ejercita la imaginación en el espacio de representación interna, en ese universo en el que todo es posible y la mente libera al mundo percibido de sus ataduras físicas, es muy interesante porque nos lleva a un proceso de interiorización, de enriquecimiento personal, y ese también es un acto revolucionario individual, ya que nos libera de la alienación a la que nos tienen sometidos los programas adormecedores de la televisión y las grandes superproducciones de Hollywood, llenas de efectos especiales, y que vamos a decir de la información que recibimos debidamente encapsulada en cómodas píldoras comestibles para facilitar su digestión.
Romper con la alienación con la que vivimos cotidianamente sobre todo en las grandes ciudades, en las que la vida diaria se convierte en una carrera alocada para sobrevivir, en la que no se tiene tiempo para meditar sobre la propia vida, ni tranquilidad ni silencio para volver los ojos para el interior y poner orden en nuestra existencia, parar ese “vivir fuera” es romper las cadenas mentales y empezar a tomar contacto con la libertad y con otra forma de percibir el mundo, y eso nos lo facilitan nuestros amigos los libros, los autores que nos transportan con sus obras a mundos imaginarios, a dimensiones ocultas o historias imposibles o ignoradas, enriqueciendo nuestra imaginación, nuestro mundo interno y facilitándonos por lo tanto la interiorización y otra “mirada” más profunda sobre lo que percibimos.
Eso es lo que queremos en ZonaeReader, todos tus libros en uno solo, contribuir a difundir la conciencia ecológica, fomentando el uso de los lectores electrónicos y potenciar la cultura y la literatura, facilitando el contacto de aquellos que tienen el valioso hábito de leer libros y también impulsando iniciativas culturales como concursos literarios, y otros eventos que se vayan generando.
Isidro López Neira (Vainaimoinen)
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