Poco que añadir a lo que ya comentaba hablando de "El apagón", la primera parte de esta novela.
Decir que hay que esperar al último tercio de la novela para empezar a ver como se junta y anudan todos los hilo del relato. Y, de paso, (re)encontrar a la Connie Willis que me gusta, con un ritmo alto y una cierta ambición.
El final... podría ser más claro, la verdad.
En fin, se hubiera podido sacar una obra mucho más redonda con unas buenas tijeras: 600 páginas hubieran sido más que suficiente, no hay justificación para las casi 1300 del conjunto de las dos novelas.
Empecé a leer esta bilogía (o, mejor dicho, enorme novela partida en dos) con ilusión, ya que desde hace tiempo soy fan de Connie Willis y he disfrutado con varias de sus novelas, como El libro del día del juicio final u Oveja mansa. Sin embargo, el resultado ha estado bastante por debajo de mis expectativas.
Es bien conocida la capacidad de esta autora de llenar páginas y páginas de forma amena sin que ocurra realmente nada importante. Sin embargo, en esta ocasión creo que no lo ha conseguido, ya que la longitud de la obra (más de 1200 páginas) es desproporcionada para lo que se relata.
El argumento, valorado en su conjunto, es coherente y está bien hilado, siempre teniendo en cuenta que una historia de viajes en el tiempo conlleva contradicciones insoslayables. La autora transmite muy bien la angustia y los sentimientos de los personajes. El final me ha gustado, todas las subtramas quedan bien engarzadas y se resuelven todos los enigmas.
Otro aspecto positivo es la interesante descripción de la vida en Inglaterra durante los momentos más críticos de la Segunda Guerra Mundial, a través de los ojos de los personajes.
Sin embargo, el punto débil del relato es su excesiva longitud, que hace que resulte pesada de leer. El texto es repetitivo hasta la saciedad, una y otra vez se describen vivencias, problemas y pensamientos similares, lo que hace que la mayor parte del tiempo la narración permanezca estancada. A veces, cuando retomaba la lectura tras un parón, tenía la sensación de estar viendo El día de la marmota. En muchos momentos estuve a punto de abandonar el libro.
En definitiva, ésta es una novela de un nivel bastante inferior al de otras obras de la autora, aunque, de haber tenido una extensión adecuada (300 o 400 páginas a los sumo), habría estado bastante bien.
Opiniones
Poco que añadir a lo que ya comentaba hablando de "El apagón", la primera parte de esta novela.
Decir que hay que esperar al último tercio de la novela para empezar a ver como se junta y anudan todos los hilo del relato. Y, de paso, (re)encontrar a la Connie Willis que me gusta, con un ritmo alto y una cierta ambición.
El final... podría ser más claro, la verdad.
En fin, se hubiera podido sacar una obra mucho más redonda con unas buenas tijeras: 600 páginas hubieran sido más que suficiente, no hay justificación para las casi 1300 del conjunto de las dos novelas.
Empecé a leer esta bilogía (o, mejor dicho, enorme novela partida en dos) con ilusión, ya que desde hace tiempo soy fan de Connie Willis y he disfrutado con varias de sus novelas, como El libro del día del juicio final u Oveja mansa. Sin embargo, el resultado ha estado bastante por debajo de mis expectativas.
Es bien conocida la capacidad de esta autora de llenar páginas y páginas de forma amena sin que ocurra realmente nada importante. Sin embargo, en esta ocasión creo que no lo ha conseguido, ya que la longitud de la obra (más de 1200 páginas) es desproporcionada para lo que se relata.
El argumento, valorado en su conjunto, es coherente y está bien hilado, siempre teniendo en cuenta que una historia de viajes en el tiempo conlleva contradicciones insoslayables. La autora transmite muy bien la angustia y los sentimientos de los personajes. El final me ha gustado, todas las subtramas quedan bien engarzadas y se resuelven todos los enigmas.
Otro aspecto positivo es la interesante descripción de la vida en Inglaterra durante los momentos más críticos de la Segunda Guerra Mundial, a través de los ojos de los personajes.
Sin embargo, el punto débil del relato es su excesiva longitud, que hace que resulte pesada de leer. El texto es repetitivo hasta la saciedad, una y otra vez se describen vivencias, problemas y pensamientos similares, lo que hace que la mayor parte del tiempo la narración permanezca estancada. A veces, cuando retomaba la lectura tras un parón, tenía la sensación de estar viendo El día de la marmota. En muchos momentos estuve a punto de abandonar el libro.
En definitiva, ésta es una novela de un nivel bastante inferior al de otras obras de la autora, aunque, de haber tenido una extensión adecuada (300 o 400 páginas a los sumo), habría estado bastante bien.