Luto en el mundo editorial

 
Hace unos días recibimos la triste noticia de la muerte de Jesús Robles y Manuel Fernández Cuesta.
A ambos les unía su amor por los libros y su franja de edad, Jesús Robles tenía 54 años de edad y Manuel Fernández Cuesta 50.
 
Jesús Robles fue cofundador junto con  su esposa María Silveyro de la librería 8 y ½ , Ocho y medio, corría el año 1995. Huelga mencionar la relación del nombre de la librería con el cine.
 
La librería, con el tiempo, se convirtió en lugar de encuentro y referencia. Se presentan libros, se organizan actuaciones teatrales, coloquios y tertulias, encuentros de festivales, cursos de información…
 
Actualmente cuenta con un fondo de 12000 títulos en castellano, inglés y francés fundamentalmente aunque también tiene en otros idiomas. Se dedica exclusivamente a publicaciones relacionadas con el arte y la industria cinematográfica, y a todas las materias relacionadas con los medios audiovisuales.
 
Debido, o a causa, de su amor por el cine también editan guiones cinematográficos y libros de cine, además de colaborar con festivales, instituciones y otras editoriales.
Entre los guiones publicados por Ocho y Medio figuran La lengua de las mariposas, Te doy mis ojos, Mi vida sin mí, Días de Fútbol, Hable con ella, Los lunes al sol, Lucía y el sexo o Los otros.
 
Manuel Fernández Cuesta era un editor crítico con la degeneración en la que ha derivado el mundo editorial y en concreto con la edición de textos de pensamiento.
 
Hasta una semana antes de su fallecimiento trabajaba para el grupo Planeta, que lo despidió por causa de los recortes que está aplicando la empresa.  Desde 2007 ejercía como director de Península y fue nombrado responsable del área castellana de Grup 62, compuesta por los sellos editoriales Península, El Aleph, Luciérnaga y Salsa Books.
 
Intentó hacer rentable el ensayo, un género difícil, ya que el conocimiento de la realidad no se lleva bien con el consumo y hay que tener en cuenta que en principio, y en según qué casos , lo único que parece interesar a los editores es salvar sus cuentas anuales.
 
 
El pensamiento crítico en España pasa por un mal momento, pensar, razonar  y criticar en toda la amplitud de la palabra y con todas las consecuencias que esto significa no está de moda, por lo que, consecuentemente,  no se es moderno si se hace. Lo que se lleva es el pensamiento único, la unidireccionalidad de las ideas y el acatamiento de las doctrinas y directrices de las “Entidades” que nos gobiernan como actos de fe. Es decir, aceptar como verdades incuestionables  los dogmas del neoliberalismo gobernante y acatar sus soluciones como las únicas y posibles, que curiosamente benefician a un sector muy pequeño de la población en detrimento de la mayoría.
 
En reuniones con amigos, y en manifestaciones, siempre he comentado lo que significa la mal llamada reforma laboral, dado que el verdadero nombre que le correspondería sería el de la destrucción de los derechos de los trabajadores, pero ni aún así he conseguido que,  al menos en la mayoría de los casos, se lean la ley (no haría falta leerla entera, hay un par de artículos que dejan manifiestamente claro el sentido de la misma, entre ellos el 12, que hace referencia a las modificaciones sustanciales de las condiciones contractuales, además de que el acceso a la misma es gratuito)  y puedan comprobar,  y en cualquier caso criticar, lo que estaba exponiendo.
Hace unos días Vainaimoinen publicó aquí en ZonaEreader  un artículo sobre la recuperación de sus heridas de Malala y en el mismo se hacía referencia a que conseguir que todos los niños y niñas del planeta fueran a la escuela supondría un gasto “Extra” de 26.000 millones de dólares. Me reitero en la respuesta que publiqué. En España ya se le ha inyectado a la banca más de 55.000 millones de euros de dinero público para compensarles por su mala gestión. Este hecho creo que es un punto de partida más que propicio e interesante para cuestionarnos la sociedad en la que vivimos y nuestras actuaciones y responsabilidades como ciudadanos.
 
Por todo lo dicho anteriormente  es doblemente triste la pérdida de un editor crítico con la realidad, primero por su valor como persona y editor, y segundo por la escasez de “crítica y ensayo que sufrimos”.
 
Fuentes:
El País
El confidencial
Público.es


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