Microrrelato 12 - Asustar al miedo
Había conducido en una noche con tempestad por un camino despoblado. Su determinación: llegar al motel abandonado ubicado cerca de un acantilado. Había acumulado valor y cólera. Estaba dispuesto acabar con él, era su última oportunidad, sabía que se escaparía en un carguero. Estaba seguro que se escondía en el motel.
Pistola en mano recorrió las habitaciones, ya se estaba poniendo nervioso, la certidumbre empezaba a ahondar en su cerebro. Su afán de venganza no decaía, había que seguir buscando.
La oscuridad de la noche y la tormenta con sus relámpagos le distraía de los ruidos que a veces se oían. En una ocasión el destello de un relámpago alumbró lo que parecía una puerta oculta. Detrás de la puerta una escalera descendía lo que se suponía que fuese el sótano, lugar donde no tenía conocimiento que existiese. Fue bajado muy lentamente; la oscuridad se iba apoderando de la luz. De repente todo quedó tenebroso, agarrado a la barandilla fue bajando tanteando escalón por escalón, el miedo al no saber que se podía encontrar dejaba atrás a la temeridad. En aquel momento estaban los dos en la mismas condiciones, ya no tenía aquella ventaja que él siempre creyó. Llegó al final de las escaleras, ruidos extraños empezaban a oírse. La respiración fatigosa detrás de él, silbidos de serpientes, chillidos de ratas corriendo entre sus piernas, aleteos de murciélagos. El pánico se fue incrementado en su cerebro, sus sobresaltos era continuos; disparó su arma varias veces y las balas silbaban y rebotaban en las paredes. De repente una fuerte luz alumbró todo el pasillo, dejándolo al descubierto, el resplandor improvisto fue directo a su corazón.
Q.E.D. Su cólera imaginaria le mató. Fue a asustar al miedo y el miedo a cabo con él.