Relato 059 - Desde mi caseta
Volvían a pasar delante de mí , todas las tardes a eso de las 16.30 pasadas.
Un séquito de andares difíciles por su gordura con muchos niños , pelos recogidos con coletas, pinzas de colores y destiñes gritando que no hagas esto o no hagas aquello.
Ropa de mercadito con chancla y delantal de colores , baratijas baratas con gandules menudos que se convertían en lo que ya eran sus hermanos , delincuentes impunes hasta cumplir la mayoría de edad.
Y luego de nuevo el silencio, porque aquí no se vendía nada. Estaba en una caseta de obras y tenía 88 viviendas pero nadie se decidía a formar parte de este variopinto barrio.
Por la mañana pasaba otro séquito distinto, no de raza calé ,sino seres blanquecinos en tirereta desordenada que andaban desorientados, y así lo estaban porque perdieron la conciencia en otro año, o quizás no la tuvieron nunca y siempre estuvieron en esa residencia. Sólo sus muecas y la ropa recogida de la que dan dejaba entrever que era y había sido así.
Y aquí estaba yo ya casi tres meses igual , aunque luego estaba Antonio, el que trabajaba a turnos y me cuidaba, y el albañil retirado y artista, porque hacía anillos de metacrilato y me regaló uno como recuerdo, porque le caía bien, los dos congeniamos porque en el entorno yo le ayudaba a desahogarse de sus protestas contra el séquito , aunque él les llamaba” los pies negros”-porque no se lavaban nunca-, y para así distinguirlos y reírnos aunque ya lo hubiera dicho tantos otros días…
De 11.30 a 13.30 y de 16.30 a 19.30 sábados y domingos incluidos aunque sólo mañanas , ese era mi horario , lo había conseguido la Doctora Ibañez ,la psiquiatra, sí el que pudiera rellenar qué hacía cada hora del día , pero sin tener que hacer nada , y estando solo con el silencio ,el séquito, y alguna llamada cuando se hacía incursión en prensa sobre la promoción. La espiral del turno obligado y diario me convertía en una autómata limitada , que trabajaba sin trabajar y que tenía que enfrentarse a ella misma , porque cuando sólo estás con el silencio y haciendo nada, la mente se pone enfrente y arriba donde la tienes y entonces, no puedes huir y le das tantas vueltas a las cosas que cualquier nimiedad se agranda , así que vivo en un país de nimiedades agigantadas por revolverlas tanto , por sacarlas tanto del sitio.
Pero parece que la cosa va a cambiar, aunque no me digan nada , yo sé que esto no se puede sostener por mucho tiempo y eso es lo que hace que se vuelva más desquiciante.
Levanto la cabeza y desde mis ventanas esquineras veo el paseo de los galgos por el solar de enfrente, y que acaba de pasar otra furgoneta , el vehículo más común , furgonetas blancas con muchos dentro y con muchas cosas que ellos sólo saben que llevan, yo ni quiero saber.
Tienen que girar, porque otra cosa no, pero señales de tráfico…, hay dos en cada esquina, y como son de prohibido pues tienes que seguir bordeando el colegio y pasando por la farmacia nueva. El artista dijo que eso era para contentar a los del barrio y que los adornos en forma de pivote junto a los árboles eran para que algún pies negro se dejara la crisma , y yo me reí.
Ya me lo veo venir, encima de complicada me voy a volver una maniática.
Qué suerte, me decían , que te paguen por no hacer nada , y ahora que olisqueaba el final de estar aquí , aunque sin fecha, -sabía que en parte era verdad-, que lo echaría de menos cuando estuviera ocupada y sin poder pensar , pero ahora se me empachaba.
Pues lee, me dije, y eso hice, me tragué un libro en un día y medio más en otro, y fue otro empacho distinto del que descansar , y eso ya he dicho, o no lo he dicho, mi mente no me dejaba…, otro coche con un silenciador para tirar acaba de pasar , ya me veo lo que hará, terminar en el taller de la calle de al lado, que es conocido de todos, el machaca con pelo pincho tintado con mono azul y rechoncho que se realiza del todo destripando motores y que luego lo cuenta en el bar de Pedro, el bar de la misma calle.
Yo quería escribir y eso intentaba hacer, pero me salía mal , me di cuenta al leer a Pessoa, ese mismo que mi exmarido al ver el libro dijo-sin haberlo leído del todo-, que era ininteligible, como yo .Nunca coincidimos con los escritores, y es que el escritor al que le dieron un Nobel , cuenta una historia de un folio en cuatrocientos, es un decir, pero es que una situación puede dar tanto de sí , si eres capaz de contarla como si a un ciego la contaras y como si fueras un amante que no tiene prisa de enseñarle al otro que tienes que pararte y disfrutar para que salga bien, para que llegues.
Claro que yo no tengo esa paz para pararme, aunque lo intento y en ese afán de desquitarme con el folio , -mi supuesto amigo-, pues lo daño, y lo estropeo y traspasas tu estado de ánimo y la obsesión no es amiga de nadie y menos de que se quiera por otro que ni te conoce ni te entiende y que tiene muchas cosas que hacer .
Pero yo lo intentaré porque este es el único ejercicio que me gusta y puedo hacer aquí no haciendo nada.
La farmacéutica ha llegado y yo he numerado las páginas para hacer como si hacía algo, para evitar que se acercara . Estoy cansada de tener con ella la misma conversación, que si se sabe algo, que si todo es politiqueo…, ella no puede irse de aquí y su manía es que la tiren,- la puñetera finca blanca -, me dice, .Qué poder tiene, esa finca es la que hará que yo me vaya y que ahora no haga nada .
Y por lo que veo la nave , “mi “ nave, -donde irían las 88 viviendas con piscina incluida-,se está convirtiendo en el alojo de parte del séquito .
No lo conseguí, se acercó porque hoy su hija tiene guardia en la farmacia, y la recurrida pregunta de cómo vas y qué has vendido, prosiguió sin darme tiempo a su discurso sobre si el PP, que si el PSOE,que la ley de Extranjería, y la firma de más viviendas sociales …, que si firma Jabra (el concejal) , que si sí o que si no…,qué ironía, en fin.
Luego vendrá Fer y hablaremos porque hoy no es un buen día para él, me ha dicho por mensaje que está ansioso, a él y a mí nos une el estar en la misma situación: divorciados y con ansiedad.
Intentaré leerle estos folios para alejarla,-a la ansiedad-, y volveremos a hablar de la vida y de lo que nos pasa…, intentaremos consolarnos porque somos también yonquis como los del séquito de la finca blanca , aunque ellos, los pies negros, lo tienen más fácil , porque se compran su dosis y la marean con una litrona y ya está, pero nosotros no podemos comprar nada para nuestra adicción, tan sólo hablar , y esperar a que la incertidumbre se torne en certeza , encontrar una dosis de calma , de afecto , de magia, aunque no sea hoy pero quizás sea mañana…
Ya lo verás le digo yo , y él me mira con agradecimiento y pensando que mejor no decir nada, tan solo un “¿tú crees? Basta para así no dejar de creer que quizás sí.
Ves, ya son casi las 18, y Fer está al llegar , no hay nada como engañar al reloj ,matar y escurrir los minutos de otro día aquí. Miro por la ventana y veo que sopla aire , parece que ya no lloverá…
Ahora recuerdo que ha dicho que vendría sobre las 18.30 y aún queda media hora, acaban de sonar las campanas de la iglesia de Nuestra Señora del Buen Consejo, una iglesia moderna a la que le dejaron la fachada del color del cemento.
Y yo con jaqueca, y que no quiero enfrentarme con mis hormigas-eso son mis neuronas ahora,-hormigas tropicales encima de alguien apetitoso, pues a seguir escribiendo , me digo, a veces pienso que este barrio,y la situación por la que pasa , se parecen mucho a cómo estamos los que estamos en crisis después de otra crisis resuelta, firmada y con convenio.
La finca blanca y la que mal he llamado mi nave, la que está detrás de la caseta, y enfrente de la otra, somos lo mismito. No se decide nada. Se decidió en su momento su derribo pero de eso ya hace tiempo y ahí siguen.
Cada una con sus motivos particulares pero sin derribar, aunque cayéndose un poco cada día por el deterioro del propio abandono y porque siempre hay alguien que como los pies negros intenta destrozar un poco, se llevan algún hierro o algún ladrillo para luego entrar sin permiso, porque están abandonadas, sin nadie, sin habitabilidad, y los pies negros se creen con ese derecho, parece que hay permiso, que se lo han tomado, que se puede hacer lo que se quiera…
Y así pasan los días y los pies negros y los séquitos ya no se distinguen.
Dos años es el tiempo en el que se harán elecciones otra vez y entonces se decidirá,se tomarán cartas en el asunto y los de un lado y otro resolverán, cuando ya no esté yo, porque dónde estaré yo. Dos años es el tiempo también en el que dicen que vuelves a ser tú , que se cauterizan las heridas , y que la normalidad se instala, lo malo es que también llevamos algo más de tiempo así , como la finca y la nave tenemos nuestra historia anterior y el bloqueo de ahora, porque ya no son dos , sabes que mientes al decir eso, a la finca no le vale el descontar y a ti tampoco, no se sabe, es más y será más.
De cualquier forma nunca está mal ponerle fecha a algo que quieres que sea el fin para tener otro principio.
La finca y la nave no lo saben pero de alguna forma los pies negros y nosotros sí , y eso es lo que cuenta, no lo que se tarde. Otro principio , pero para que empiece algo tiene que terminar del todo, y lo complicado es que ya no se trata de lo que se tiene que derribar, aunque sería un buen comienzo, sino que se pueda construir, y entonces la finca blanca y la nave lo tienen más fácil, pero nosotros y el barrio no , porque ya no se trata del pasado sino de si es posible un presente, una paz que haga cierto el que llegue otra cosa, y para eso no es suficiente el no ver ladrillos .
Un solar limpio , ese es entonces un fin de capítulo , pero no el epílogo y si lo confundimos no servirá de nada el paso del tiempo.
Toca la media en las campanas y el chirrido de unas ruedas en el bordillo me hacen parar y mirar de nuevo por la ventana. Fer acaba de llegar.