Es interesante leerlo, más que nada por comparar las ilusiones que nos intenta transmitir de la época previa y durante la transición española, y lo que después ha acontecido. Reconozco que soy un poco pesimista en cuanto a la confianza que me inspiran los políticos, sean del color que sean. Por eso, este comentario no quiero que se entienda en relación a simpatías políticas de uno u otro signo, que no las tengo, sino a la profesión y a la intención del político en sí misma.
Creo que Guerra es sincero cuando nos cuenta sus inquietudes, impresiones y deseos de aquellos jovenes que querían cambiar España después de una férrea dictadura de casi cuarenta años. El libro se queda en el momento en el que el PSOE llega al poder. Menos mal, porque no sé de qué manera podría haber seguido contando la historia sin reconocer que, una vez en la poltrona, esos jóvenes idealistas (si no todos, sí muchos de ellos) dieron rienda suelta a su ambición y a sus ansias de poder, convirtiéndose en los nuevos ricos e intocables a base de aprovecharse del aparato del Estado, corruptelas y demás familia. Sé que no solo fue culpa de ellos, ya que se llegó a un consenso bien organizado para la alternancia de privilegios entre las fuerzas políticas mayoritarias. Al menos, esta es mi opinión.
Opiniones
Es interesante leerlo, más que nada por comparar las ilusiones que nos intenta transmitir de la época previa y durante la transición española, y lo que después ha acontecido. Reconozco que soy un poco pesimista en cuanto a la confianza que me inspiran los políticos, sean del color que sean. Por eso, este comentario no quiero que se entienda en relación a simpatías políticas de uno u otro signo, que no las tengo, sino a la profesión y a la intención del político en sí misma.
Creo que Guerra es sincero cuando nos cuenta sus inquietudes, impresiones y deseos de aquellos jovenes que querían cambiar España después de una férrea dictadura de casi cuarenta años. El libro se queda en el momento en el que el PSOE llega al poder. Menos mal, porque no sé de qué manera podría haber seguido contando la historia sin reconocer que, una vez en la poltrona, esos jóvenes idealistas (si no todos, sí muchos de ellos) dieron rienda suelta a su ambición y a sus ansias de poder, convirtiéndose en los nuevos ricos e intocables a base de aprovecharse del aparato del Estado, corruptelas y demás familia. Sé que no solo fue culpa de ellos, ya que se llegó a un consenso bien organizado para la alternancia de privilegios entre las fuerzas políticas mayoritarias. Al menos, esta es mi opinión.