Los filósofos alemanes del siglo XIX decían que las costumbres, y las expresiones artísticas y folklóricas eran el ánima de los pueblos, hablaban del espíritu de los pueblos que vivía en las tradiciones, no es raro que dedicaran tantos volúmenes al desarrollo del nacionalismo porque fue el sueño durante décadas de ese siglo, del pueblo alemán dividido y anhelante de la unión que se realizó posteriormente.

El concepto de nación y de patria, es un producto de la Revolución Americana de Independencia y luego de la Revolución Francesa, por mucho que se empeñen los nacionalistas de hoy en día, antes de esas revoluciones no había ciudadanos, no se tenía esa conciencia de pertenecer a una colectividad formada por una nación, o por una patria, se era súbdito de un Rey, vasallo de la nobleza.

El dotar de alma a un pueblo supone que aunque ese pueblo no tenga un estado, tiene una identidad, y de ahí vienen los problemas identitarios que han llegado hasta nuestros días en algunas zonas geográficas de nuestra vieja y querida Europa.