Los editores firman acuerdos de distribución de sus fondos editoriales, mientras tratan de luchar contra las páginas de descargas de libros
El 26-11 nos hacíamos eco de una noticia que pasó prácticamente desapercibida en los medios, eran las declaraciones de la entonces Comisaria Europea para la información Vivianne Reding, en las que advertía que las medidas españolas que posibilitaban el cierre de webs, sin un proceso previo judicial, irían en contra de la normativa europea. El 1-12 anunciábamos las modificaciones de la Ley 34/2002 de Servicios de la Sociedad de la Información, por la que se añadía un supuesto que permite a los Jueces cerrar una web por la salvaguarda de los derechos de propiedad intelectual que complementa a la Ley de Economía Sostenible. El 9-1 informábamos de la aprobación por el Consejo de Ministros de la remisión a las Cortes para su debate de la Ley de Economía Sostenible, y hacíamos una primera valoración de la misma.
Es de destacar que Telefónica ha dicho que "no seremos un Amazon" con lo cual, abre la puerta a que todos los grandes grupos editoriales del país digitalicen sus fondos editoriales y los distribuyan a través de cualquier lector con conectividad 3G y contrato con la operadora multinacional española, de momento para no perderse su trozo de tarta la misma compañía va a comercializar su propio ereader.
Posteriormente nos hemos enterado que Santillana escribía una carta a la web Papire.CO.CC cuya contestación que realmente es interesante, ha sido difundida ampliamente por internet. En la carta de Santillana, se pedía que se retiraran de la mencionada web obras con derechos de autor a favor de la editorial.
Si sumamos dos más dos da cuatro. Es evidente que las grandes editoriales finalmente se han lanzado a la digitalización y distribución de sus fondos editoriales, y han presionado al gobierno para que no pase con la industria editorial, lo que ha pasado con la distribución musical en España, y claro parece que no han cogido la linea de abaratar los precios, sino la de dotarse de unos medios represivos que disuadan a las webs de descargas en internet. Y para ello, no se han fiado de los tribunales de Justicia, porque ya han mostrado su inutilidad para acabar con los CDS piratas, y las descargas musicales de internet, han arrebatado el poder de decisión de los jueces, impidiéndoles entrar al fondo del asunto de las solicitudes de cierre que presente la famosa Comisión de Cultura, pudiendo solamente comprobar que no se vulnera ningún derecho constitucional o legal del denunciado, para a continuación firmar el cierre de la página, y que si el denunciado no está conforme recurra a los tribunales de lo contencioso-administrativo que están señalando vistas para dentro de tres y cuatro años.
Se ha justificado esta ley alegando que había un listado de 200 webs que eran las únicas que iban a ser afectadas por esta ley, las demás no. Ya lo dijimos antes, y lo volvemos a decir ahora, los que realmente se estén sacando dinero con descargas ilegales, no creo que tengan mucho problema con esta ley, simplemente se esperaran al cierre decretado por el juez a petición de la Comisión de Cultura, y a continuación abriran otra en otro dominio con los mismos contenidos a descargar, y a esperar otros tres meses a que llegue la orden de cierre, para repetir la jugada.
A pesar de ello parece que las editoriales se sienten muy seguras y envalentonadas, y no se van a esperar a que se debata, apruebe y se publique la Ley en las Cortes, ya han empezado la guerra por su cuenta, a tenor de lo sucedido con la carta de Papire.CO.CC.

Ha habido una reacción en internet bastante considerable a la promulgación de esta Ley, podemos verlo en páginas como "La lista de Sinde" en la que se invita a los usuarios de internet que administren una página, a colgar un buscador de enlaces a descargas "irregulares" se trata de ampliar esa lista de 200 webs, a 20.000 logradas por webmaster autoinculpados, al incluir el buscador en su web.
¿Cual es el fondo del asunto? Lo sabemos todos, no es posible que un producto del que hay que cultivar árboles y plantas, procesarlos para convertirlos en pasta de papel, para llevarlo a una imprenta que lo imprima, que lo encuaderne, que lo lleve a las distribuidora, para que estas lo transporten a las librerías y otros comercios, valga lo mismo que un libro electrónico, mucho menos si sumamos a todo lo que hemos descrito los gastos fijos de explotación, transporte, etc. etc. Un libro electrónico no sale gratis, también hay que pagar a un maquetador, a un diseñador de portadas, a un servidor de internet, a un informático que mantenga el sistema, y también hay gastos fijos de explotación, hay que pagar la electricidad, el alquiler del local, los sueldos etc. pero por mucho que nos cuenten, es imposible, no nos lo podemos creer, ni nos lo creemos los consumidores-lectores, ni se lo creen los autores, que actualmente se están llevando entre un 5 y un 10 por ciento por su trabajo.
No nos pueden engañar, no salen las cuentas, los libros electrónicos tienen que bajar de precio, y si no bajan de precio, la irritación que van a generar en los consumidores que se van a sentir estafados, va a producir el mismo efecto que ya ha producido en la industria de la música, acabaremos con páginas de descargas de libros ubicadas en la cochinchina y con CDs con miles de libros en las mantas que adornan nuestras ciudades sirviendo de salvavidas a los que han venido huyendo de la miseria y del hambre. La avaricia rompe el saco, dice con una sabiduría muy profunda el popular refran.

¿Que es lo que hay que hacer? ¿Defender las webs de descargas "dudosas".? No creo que sea el camino correcto, no hay que oponerse a que los libros tengan derechos de autor, los escritores tienen que vivir de su trabajo como todo el mundo que trabaja en el arte, como los músicos, como los actores, como cualquier artista. A lo que hay que oponerse es al enriquecimiento injusto de las editoriales que pretenden tomarnos por estúpidos incapaces de pensar.
Los consumidores-lectores tendríamos que unirnos ante la pretensión de mantener el precio de los libros digitales, al mismo nivel que los impresos en papel, o incluso como se ha visto en algunos casos, por encima de estos últimos.
Las páginas existentes en internet en las que tratamos el tema de los lectores electrónicos y los libros electrónicos, y hay algunas excelentes con mucho trabajo y dedicación detrás y con foros de participación magníficos, deberíamos de unirnos para elaborar acciones conjuntas, para tratar de fijar un precio máximo para los libros electrónicos, y presionar para evitar el enriquecimiento injusto de los editores, porque estos si que se unen y presionan para multiplicar sus beneficios.