El canon digital. Muerto y dando guerra
Como todavía no todos saben, el antiguo «canon digital» -derogado el último día del 2011- servía para compensar a creadores y empresas de las pérdidas por copia privada legítima. ¿Qué eso que es? Pues para entendernos: un ejemplo de copia privada legítima es hacer un CD recopilatorio a partir de CDs de música comprados previamente. Como hay una directiva de la UE que obliga a la compensación, el canon se ha sustituido por un pago a cargo del Estado, de cuantía por determinar.
Somos muchos los que no lloraremos al canon. Era un método imperfecto y llevaba años siendo causa de crispación social. Tensiones puede que desproporcionadas respecto a las sumas de dinero involucradas, puede también que en algunos casos orquestada. Pero ahí estaba y, ya que la política es o debiera ser la gestión de lo posible, parece acertado haberle puesto fin. Supone cerrar una brecha que se había envenenado más allá de todo posible remedio.
La derogación fue fulminante, desde luego. Se hizo al poco de constituir el nuevo Gobierno. Se decidió en el consejo de ministros del 30 de diciembre y al día siguiente se publicó. Dicho y hecho. Tan rápido que nos pilló casi a contrapié. Pero eso fue porque dos legislaturas de zapaterismo nos han acostumbrado mal.
Acostumbrado a plazos interminables. A que muchas medidas legislativas estuviesen precedidas de anuncios de la misma. Globos sonda al estilo Clinton para pulsar la opinión pública y, según la respuesta, seguir o recular. Una vuelta de tuerca a la demagogia de siempre, bautizada por sus defensores como «democracia inmediata».
A Clinton a lo mejor le daba resultados. Pero en España, con la afición que hay a discutir por todo y hasta el infinito, la jugada a menudo producía posturas enfrentadas e irreconciliables. Jaulas de grillos ante las que el presidente Zapatero, atrapado y no sabiendo si ir o venir, parecía dar paso al lado. Y los ciudadanos se quedaban peleándose. En ese sentido, una derogación tan rápida es un alivio.
Pero, como todo lo expeditivo, muestra ciertas incongruencias. Una de las más llamativas, por alguno señalada, es que se sustituye al canon por un pago a costa del Estado justo en un Real Decreto-ley promulgado para corregir el déficit público. Y además hay «daños colaterales». Por ejemplo, las sufridas por los vendedores de soportes.
Ocurre que los fabricantes les han suministrado esos soportes –de discos duros a CDs- con el recargo del canon, como mandaba la ley. Pero ahora, habiendo sido derogado ese canon, los vendedores se encuentran con que han pagado algo que no pueden repercutir ya a los compradores. Toda una trampa lobera.
Los hay que descartan este tema como un «asunto menor». Lo será para ellos, que no sufren la merma económica. Pero este bucle legal puede suponer pérdidas elevadas para las grandes cadenas de venta. Y un golpe más a las pymes del sector, que están como todas agotadas tras años de crisis económica.
Es un cargo injusto y además se puede liar una buena. Nos informan de que los distribuidores comienzan a reclamar esas sumas a los fabricantes. Y que estos no saben si devolverlas o entregárselas a las sociedades de gestión, como mandaba la ley. Está visto que en este país nada discurre sin trompicones o sobresaltos.
Como el gobierno ha de fijar el nuevo procedimiento de pago mediante reglamento, esperemos que, de paso, de una solución al problema. Confiemos. Pero caramba con el canon digital. Cuando estaba vigente era motivo de conflictos sociales. Y ahora, ya muerto y derogado, sigue dando problemas. Muerto y todavía dando guerra. Desde luego, descanse en una paz que en el sector no deja, ni siquiera con su eliminación.
Artículo enviado por : León Arsenal