Chateando con su enemigo

         Hace unos días me refería a la iniciativa popular para que el gobierno de Estados Unidos deje de controlar nuestra información personal y nuestras comunicaciones. Ahora resulta que Google va a ser multada por guardar datos de los usuarios "durante periodos de tiempo indefinidos e injustificados" y no informar adecuadamente de que esos datos pueden ser usados "con múltiples finalidades". Además, Google supuestamente obstaculiza el ejercicio de los derechos de acceso, rectificación o cancelación de sus usuarios. Estas son las acusaciones formuladas por la Agencia Española de Protección de Datos, que ha impuesto a Google Inc. tres multas de 300.000 euros cada una por vulneraciones "graves" de los derechos de los ciudadanos, archivando, por contra, el procedimiento contra la filial española, Google Spain, S.L.
         En la resolución, la AEPD hace una crítica directa a la política de privacidad modificada hace ya casi dos años. La agencia considera que Google no da a los usuarios información suficiente sobre qué datos recoge y para qué fines los utiliza. Por otro lado, el almacenamiento de datos personales por periodos de tiempo injustificados es algo que contraviene la legislación española. La agencia afirma que "tanto la información como las herramientas para la gestión de los datos personales se encuentran dispersas en multitud de enlaces, no resultan visibles en todos los casos y proporcionan vías ciegas en otros".
         "Incluso en la propia Política de Privacidad Google", recuerda la AEPD, "declara expresamente que se reserva el derecho a no atender las solicitudes que supongan un esfuerzo técnico desproporcionado, que es una circunstancia no prevista en la normativa".
         Esta sanción, producto del proceso que se inició el pasado mes de junio, viene a dar, una vez más, la razón al ciudadano y pone en tela de juicio a compañías que nos prestan sus servicios “desinteresadamente”. Aunque a Google le queda aún el derecho al recurso, la acusación pone a la compañía a la altura de la NSA. Haría falta un Snowden que sacara los trapos sucios de las compañías que controlan nuestros correos y redes sociales.
 
(Fuentes: El País)