¿Cuanto tiempo tarda en piratearse un libro recién publicado?
“El beso del Tiempo” novela de Braulio Llamero Crespo, publicada en Amazon hace menos de un mes con un precio de 2,68 euros y que fue ofrecida gratis durante unos días, ha sido pirateada en los sitios habituales de internet, pudiendo conseguirse en todos los formatos standard del mercado, no sólo en el de Amazon, cuyo DRM ha sido “crackeado” por los que se han apropiado de su obra para difundirla gratuitamente por la red.
Braulio Llamero
Ya sabemos lo que tarda en piratearse una novela recién publicada, menos de un mes. El autor exponía estos hechos en el foro de Zonaereader lamentándose con razón de que en esta ocasión, no se trataba de que el libro tenía un precio alto, y que además lo había ofrecido gratis durante unos días, en los que cien lectores se lo bajaron sin pagar ni un euro, luego lanzó unas interesantes preguntas al aire como “Frente a lo gratis, ¿qué precio es aceptable?” y luego otra no menos interesante: “Si esto sigue así, ¿para qué escribir?”.
Braulio Llamero con estas dos preguntas ha planteado el nudo gordiano de la edición digital e internet, y no es la primera vez que oigo estos planteamientos, Antonio Quiros directivo de Luarna, lo ha explicado muchas veces en las entrevistas que le hemos hecho, ¿Cómo se lucha contra el precio “0”?. No queremos dejar pasar esta ocasión para plantarle cara al tema, lo más fácil sería mirar para otro lado, pero como siempre, expondremos nuestra postura sin ambages.
Como la ocasión lo merece, tal vez deberíamos de hacer un poco de historia sobre el asunto, para tratar de entender como hemos llegado hasta aquí. Páginas de descargas en internet ha habido desde el principio, y represión sobre las mismas igualmente, todavía me acuerdo en mis primeros años de internauta en 1995 y 1996 de una página en concreto, que se trató de utilizar como escarmiento general para los piratas, me refiero a “Viva el Jamón y el Vino” en la que se ofrecían programas y sus cracks para poder ser utilizados sin pagar un euro, hasta que finalmente la policía entró en el local donde tenía los servidores el propietario del dominio, y los cerró, ocho años más tarde, el juez dictó sentencia condenando a dos años de cárcel y una multa de 30.000 euros, imaginamos que la ejecución de la sentencia se suspendió, por ser la pena de dos años, y no tener antecedentes el autor de los hechos.
No sirvió de mucho este ejemplo, porque las webs de descargas de programas, películas y música, se multiplicaron por la red, igualmente después las webs de descargas de códigos para ver Canal + y otras cadenas digitales, y finalmente al llegar los lectores electrónicos y las ediciones digitales, como no podía ser menos también están llegando las webs de descargas de libros, la piratería en internet es una lucha interminable entre sus autores, que usan el ingenio para crear páginas como eMule, el famoso Napster ya finado y transformado y varias más por poner un ejemplo de la última Megaupload y por otro lado los gobiernos que tratan de reprimir estas prácticas.
Asociar la piratería a la libertad de expresión, nos parece un exceso, atribuirle un sentido solidario, falso salvo en contadísimas ocasiones, porque lo normal, es que los propietarios de estas páginas obtengan pingües beneficios por la publicidad, en muchos casos de páginas de juegos y de pornografía o prostitución, y desde luego, normalmente las muestras de expresión cultural que encontramos en estas webs, son las de los autores que involuntariamente brindan sus obras para que se enriquezcan los propietarios de las páginas de descargas ilegales, sin obtener un euro a cambio. Las mansiones, los coches de lujo y los aviones privados que han salido a relucir en el caso de Megaupload, son un claro exponente de esto que hablamos, igualmente en la investigación de Library.nu también se ha descubierto como sus propietarios ingresaban cantidades por estas actividades en la red.
Lo que no se puede permitir, es que los Estados aprovechando la lucha contra la piratería conviertan a la red en una especie de “Gran Hermano” como en 1984 o traten de llevar un control como en “Farenheit 451” interviniendo nuestras comunicaciones, obligando a los proveedores de línea a filtrar los contenidos a los que podemos acceder, en definitiva invadiendo nuestra esfera personal, es como si la policía para evitar que se produzcan robos, pudiera entrar sin orden judicial a nuestra morada, y pusiera un agente en nuestra casa para que oyera nuestras conversaciones. Eso lo tiene que ordenar un juez que se preocupa de seguir unas garantías democráticas que están recogidas en la ley que emana del pueblo, porque la han redactado los legisladores elegidos en las elecciones. Intervenir, filtrar no lo puede hacer un organismo de la Administración Pública, de funcionarios al servicio del gobierno de turno, lo tiene que controlar el poder judicial.
Al principio en internet, las cosas se ofrecían gratis porque de esa manera, se quiso potenciar el uso de la red, y como era un territorio nuevo, las legislaciones de los países estaban llenas de lagunas al respecto, de hecho, todavía existen lagunas importantes, no es un tema fácil la estructura de enlaces de la red, complica las cosas jurídicamente, porque lo que se ve en la pantalla, no está ubicado en el servidor del que lo publica, puede estar en otro país, y eso no es fácil de regular, por poner un ejemplo simple.
Estas lagunas pueden dar la apariencia de legalidad a algunas prácticas de la red, pero no nos engañemos, solo es un velo ilusorio, lo que hay detrás de estas prácticas es el aprovechamiento que se hace de las obras de otras personas por parte de los que las piratean.
La costumbre de empezar ofreciendo el servicio gratuitamente para implantarlo, e incluso de ser permisivo con la piratería, ha dado sus frutos a empresas como Microsoft por ejemplo, ya que su sistema operativo Windows 95 posiblemente fuera el programa más pirateado de la historia de internet, lo que le permitió que se difundiera y se implantara en la inmensa mayoría de los ordenadores del mundo.
De alguna manera, es una técnica de marketing bastante efectiva, y algunos escritores ya la están utilizando, poniéndose de parte de las páginas piratas, e incluso colgando ellos mismos sus obras en estas páginas, lo cual, evidentemente sube la popularidad del escritor y de sus obras. ¿Es un nuevo tributo, que tendrán que pagar los que empiezan a escribir, para poder vivir de su profesión?. Pues posiblemente, si la represión no puede con las páginas de descargas de libros electrónicos, posiblemente el primer sitio donde publiquen los escritores noveles, será en una editorial y a la vez en las páginas de descargas, y si el autor tiene talento, finalmente verá recompensada su tarea con el aumento de popularidad de su libro, por el boca a boca, y un porcentaje de los lectores no se complicará la vida y se bajará el libro de una editorial, eso sí, si el precio es razonable, porque si no, ya recurrirá a un amigo que sepa de informática para que se lo piratee.
Así que respondiendo a la pregunta de Braulio Llamero, el precio aceptable de un libro electrónico, debería de estar por debajo de los 3 euros al principio, yo diría que incluso de los 2 al empezar, y además facilitar la publicación en las páginas de descargas gratis, y si hay suerte y talento, con el tiempo, se podrá subir el precio de los libros que se publican, pero en el mejor de los casos, nunca más de los 7 euros. Y desde luego investigar las nuevas formas de distribución que están saliendo al mercado, tipo spotify y otras.
Y no sólo quedarse en el precio, el escritor al principio, tendrá que promocionar su obra por los blogs, por las páginas de internet, y usar la red como un ámbito de interacción con sus lectores, esa es la tremenda ventaja que ofrece internet, la comunicación con los receptores de la obra del escritor, ahora es mucho más rica que antes, las posibilidades de autoedición son inmensas, la red es un territorio abierto, no hay que verlo como un territorio enemigo, al contrario.
Y respecto a la segunda pregunta de Braulio, creo que con la primera, queda contestada, se puede seguir escribiendo, y se puede terminar viviendo de ello, pero para que esto sea posible, hay que pagar al principio el precio de ganar popularidad a costa de la piratería, aprovechándose de ella, usándola como un medio para llegar a más gente. Si yo publicara alguna vez un libro, me preocuparía seriamente si no lo piratearan, eso sería un síntoma de que algo va mal.