Re: CdL32:En Busca del Unicornio[Juan Eslava/1987/Histórica]
Publicado: Sab Dic 22, 2012 11:48 am
¡Buen día, mis fieles compañeros de fatigas! Al fin conseguí doblegar a esta junta de papelajos en la que descríbanse las andanzas del buen cristiano Juan de Olid, servidor muy cumplido de su condestable como bien claro me ha quedado desde el comenzar sus viajes (¡como pa' no! xD).
Largo tiempo ha que comencé su lectura, mas no he podido más prestamente darle término a pesar de los variados festejos que se han sucedido en aqueste mes que nos encontramos.
Lo primero y de mucha importancia que he de decir es que he gozado muy honrosamente con esta lectura, a pesar de que no fablaba yo muy en su favor en los principios de su elección. No era de mi gusto lo que en la descripción se decía, y más parescíame un libro quizá demasiado histórico, con vueltas en demasía de allá para acá, cosa en la cual mi persona muy normalmente véase perdida. Resultó acertado mi seso, mas no era tal lo imaginaba en un principio: hubo viajes y vueltas, y gran recorrido por diversas tierras, con fablas muy diferentes y desventuras harto penosas, mas el buen Juan tan bien aparejado y explicado dejó aqueste viaje que nada pesado se me hizo su seguimiento.
Llamóme mucho la atención la gran cantidad de años que este pobre y cristiano servidor pasó en su viaje, mas ¿cómo fue posible que en sus muchas estrecheces y sufrimientos fuera este capaz aún de ajuntar los días y sumarlos y verlos juntos en sabiendo cuánto tiempo había de haber pasado desde su marcha? Cosa de todo punto curiosa, pues aun habiendo errado en un puñado de años, mantuvo en su seso las cuentas de los días y tuvo acierto.
Mucha felicidad y gozo tuve en leer cómo estos personajes avanzaban en su búsqueda, si bien sentían la imperiosa necesidad de parar cuando faltos de vino veíanse, o en llegando a donde las negras estaban, para comprobar si era cosa buena aquello de yacer con negras, que bien claro ha quedado en mi entendimiento que partes de negra bien calientes y acogedoras de hombre son, en tanto las blancas, sintiendo el pecado del fornicio, se retraen y no se entregan a hombre como las negras lo facen. En sabiendo esto se mantiene en mí la duda sobre cómo serán las partes de las moras, que los ballesteros no cataran por estar éstas muy protegidas por los moros que muy recelosos son y gente de gran desconfianza, a buen seguro esto debido a su poca finura y desacierto y a su rezar al falso profeta.
Mucho batí mi mandíbula de oír tales historias venidas de Juan de Olid, las descripciones de las extrañas tierras que visitaban, los muchos retintos y no tan retintos que encontró en su camino, así como recios animales nunca vistos antes en tierra de Castilla, que más parescían mezcla de bestias o que más bien, de no rezar al buen Dios, este castigara a los negros con unas bestias deformes que no tienen la buena hechura de los que en tierra cristiana se encuentran. Mas los tratamientos que unos pueblos a otros se profesaban me resultaban curiosos en demasía, e instructivos para el hombre de seso despierto, pues es bien sabido que hombre prevenido por dos vale, y a más viajar y encontrar distintos negros con sus jefes y sus melenas de león y sus infieles costumbres, mejor a defenderse o ajuntarse con ellos aprende el buen cristiano en pos de mantener la vida y continuar el fiel servicio a su rey, quien mucho los recompensaría a su vuelta y les cubriría de riquezas y no habría de haber nada que le faltase a ninguno de los que a Juan acompañaban, mas a él por ser el principal dirigente de la misión aún le profesaría un gran cariño y ánimo y más riquezas y nombramientos le tocarían.
En llegando al final, creo que queda mi opinión bien aparejada y clara como el agua del Guadalquivir, que sólo me falta por decir que muy gustosamente he leído cuando mis tierras aparecían en aquesta historia, que es de mi gusto en grado sumo el uso del castellano antiguo, que ya me barruntaba yo que el rey no iba a estar para mucho trote cuando su servidor diera en regresar y que me hubiera gustado saber en qué y cómo fue posible para el muy cristiano y bueno Juan de Olid el transcribir estas letras que todos hemos leído.
No puedo más que agradecer a don Alfdeaisa, que más paresce nombre de moro o de infiel que de buen cristiano pero eso no viene al caso en estas fablas, su buena recomendación de aqueste legajo con el que bien he disfrutado (y muy honrosamente y cristianamente).
Largo tiempo ha que comencé su lectura, mas no he podido más prestamente darle término a pesar de los variados festejos que se han sucedido en aqueste mes que nos encontramos.
Lo primero y de mucha importancia que he de decir es que he gozado muy honrosamente con esta lectura, a pesar de que no fablaba yo muy en su favor en los principios de su elección. No era de mi gusto lo que en la descripción se decía, y más parescíame un libro quizá demasiado histórico, con vueltas en demasía de allá para acá, cosa en la cual mi persona muy normalmente véase perdida. Resultó acertado mi seso, mas no era tal lo imaginaba en un principio: hubo viajes y vueltas, y gran recorrido por diversas tierras, con fablas muy diferentes y desventuras harto penosas, mas el buen Juan tan bien aparejado y explicado dejó aqueste viaje que nada pesado se me hizo su seguimiento.
Llamóme mucho la atención la gran cantidad de años que este pobre y cristiano servidor pasó en su viaje, mas ¿cómo fue posible que en sus muchas estrecheces y sufrimientos fuera este capaz aún de ajuntar los días y sumarlos y verlos juntos en sabiendo cuánto tiempo había de haber pasado desde su marcha? Cosa de todo punto curiosa, pues aun habiendo errado en un puñado de años, mantuvo en su seso las cuentas de los días y tuvo acierto.
Mucha felicidad y gozo tuve en leer cómo estos personajes avanzaban en su búsqueda, si bien sentían la imperiosa necesidad de parar cuando faltos de vino veíanse, o en llegando a donde las negras estaban, para comprobar si era cosa buena aquello de yacer con negras, que bien claro ha quedado en mi entendimiento que partes de negra bien calientes y acogedoras de hombre son, en tanto las blancas, sintiendo el pecado del fornicio, se retraen y no se entregan a hombre como las negras lo facen. En sabiendo esto se mantiene en mí la duda sobre cómo serán las partes de las moras, que los ballesteros no cataran por estar éstas muy protegidas por los moros que muy recelosos son y gente de gran desconfianza, a buen seguro esto debido a su poca finura y desacierto y a su rezar al falso profeta.
Mucho batí mi mandíbula de oír tales historias venidas de Juan de Olid, las descripciones de las extrañas tierras que visitaban, los muchos retintos y no tan retintos que encontró en su camino, así como recios animales nunca vistos antes en tierra de Castilla, que más parescían mezcla de bestias o que más bien, de no rezar al buen Dios, este castigara a los negros con unas bestias deformes que no tienen la buena hechura de los que en tierra cristiana se encuentran. Mas los tratamientos que unos pueblos a otros se profesaban me resultaban curiosos en demasía, e instructivos para el hombre de seso despierto, pues es bien sabido que hombre prevenido por dos vale, y a más viajar y encontrar distintos negros con sus jefes y sus melenas de león y sus infieles costumbres, mejor a defenderse o ajuntarse con ellos aprende el buen cristiano en pos de mantener la vida y continuar el fiel servicio a su rey, quien mucho los recompensaría a su vuelta y les cubriría de riquezas y no habría de haber nada que le faltase a ninguno de los que a Juan acompañaban, mas a él por ser el principal dirigente de la misión aún le profesaría un gran cariño y ánimo y más riquezas y nombramientos le tocarían.
En llegando al final, creo que queda mi opinión bien aparejada y clara como el agua del Guadalquivir, que sólo me falta por decir que muy gustosamente he leído cuando mis tierras aparecían en aquesta historia, que es de mi gusto en grado sumo el uso del castellano antiguo, que ya me barruntaba yo que el rey no iba a estar para mucho trote cuando su servidor diera en regresar y que me hubiera gustado saber en qué y cómo fue posible para el muy cristiano y bueno Juan de Olid el transcribir estas letras que todos hemos leído.
No puedo más que agradecer a don Alfdeaisa, que más paresce nombre de moro o de infiel que de buen cristiano pero eso no viene al caso en estas fablas, su buena recomendación de aqueste legajo con el que bien he disfrutado (y muy honrosamente y cristianamente).