Pasar al contenido principal
ZonaeReader | eBook, Libros Electronicos & Recomendados
Inicia sesión
Regístrate
Menú principal
Inicio
Concursos
Ebookteca
Foro
Tutoriales
Lista Concursos
Sorteos
Videos
Pocket Book color
Usted está aquí
Inicio
Ver Relato del Concurso
Id
Relato
Publicación
87
Relato 5 - El olvido de mis sueños
2023-08-04
Presentación
No podemos negar que todo escritor añade un poco de él mismo a sus personajes. Pero, ¿qué pasaría su tu propia novela se adueña de tu vida? Esta historia narra la experiencia de un joven escritor que consigue plasmar su miedos y vivencias sobre un papel que, más tarde, dará la vuelta al mundo.
Relato
La gente, ansiosa, se apelotonaba tratando de verme, oculto entre las grandes mentes, o más bien entre los grandes billetes. Vitoreaban mi nombre, gritaban exánimes mi historia. Yo, entre una mezcla de temor e incredulidad, tragué saliva y me limpié el sudor de la frente. —Lo has conseguido hijo —me dijo Fran palmeándome la espalda. Francisco Villas era mi agente literario, una alimaña de las pocas que quedan. Aunque debo reconocer que gran parte de mi éxito es gracias a él. Supongo que saber deslizar las palabras idóneas y vistosas sobre un papel no asegura la venta de tu libro. Para eso hace falta gente como Fede; con contactos y sin escrúpulos. Inspiré y traté de sacar pecho, pero acabé resoplando y negando por lo bajo. ¿A quién quería engañar? —No lo sé —solté. —¿No lo sabes? —me rebatió—. Te has convertido en una figura literaria, tienes dinero, fama y miles de fans dejándose las cuerdas vocales por tí y, ¿me dices que no lo sabes? «Eso sí lo sé, no lo quiero.» pensé. Desearía ser un completo desconocido y morderme las uñas a final de mes con tal de no haber vivido mi historia. Aún así, estaba profundamente orgulloso. Mi mano bailó sobre un montón de folios dibujando mis recuerdos, miedos y vivencias. Todo para no olvidar. Todo para recordar —Te lo mereces —volvió a insistir mientras se aferraba a mí—. Tú lo has vivido, tú lo has superado. Ahora es el momento de recoger tu cosecha. Si no lo haces por tí, hazlo por ella. A eso me refería con este tipo de gente. Personas que dominan el arte de la comunicación y emoción. Consiguen aquello que se proponen ya sea por la vía racional o sentimental. Lo hice. Por ella. —Nuestro siguiente invitado se ha convertido en una estrella gracias a su conmovedora historia. Una novela que ha dado la vuelta al mundo, traducida a más de veinte idiomas, con más de nueve millones de ejemplares vendidos, ha pasado a ser uno de los autores más célebres de la nueva literatura. Por si hay algún despistado en casa, estoy hablando de “Aún te amo” escrita por… ¡Víctor Feliu! —Adelante chaval —me susurró Fede antes de empujarme al plató. La gente enloqueció al verme entrar, miles de ojos se postraron sobre mí, miles de bocas lanzaron todo tipo de comentarios que llegaba a escuchar pero no a comprender. Tras la cordial bienvenida, la cálida acogida del público y las preguntas banales. Ana, la cara pública de la información veraz y el entretenimiento de la ciudadanía, me preguntó lo que todo escritor está obligado a responder después de hacerse un nombre en el mercado literario: —Dime Víctor —enunció—. ¿Qué se siente al ser uno de los escritores más leídos de esta nueva década? Tenemos en cuenta que es tu primera novela y dado el éxito, suponemos que no será el último. ¿Esperabas estos resultados? —No te mentiré Ana —dije una vez calmado los nervios—. Se siente muy bien, extraordinariamente bien, aún no llego a hacerme la idea. Al final, el sueño e ilusión de todo escritor es que su trabajo sea leído y reconocido. Poder ver que mi historia ha sido tan bien recibida me genera una especial ilusión y fuerzas para la siguiente. Hasta aquí había hecho caso a Fede; dar las gracias por las críticas tan positivas y alentar a mis lectores con una nueva historia que no llegará nunca. Así que, decidí borrar el guión de mi cabeza y dejar hablar a mi verdadero yo. —Ahora bien —continué al ver que Fede retorcía la cara—. No quiero que toméis mis palabras para suponer que la meta o el objetivo final es el lucro. Si bien todos los escritores anhelamos vivir de nuestra vocación. La constancia, el empeño y la necesidad de escribir no lo genera el billete. —El protagonista pierde a su amada —explicó Ana dirigiéndose al público—, y con ella su cabeza por el fuerte deseo de volver atrás y arreglar todo el estropicio. Resulta que ese improbable deseo se materializa y el joven retrocede atrás en el tiempo, desordenando los acontecimientos y el desenlace. Claro está, no todo será un camino de rosas y tampoco saldrá como lo esperado. Víctor Feliu nos enseña que significa el amor incondicional narrando esta sublime historia. Dicho esto, mi pregunta es obligada: ¿cuánta realidad hay en tu libro? —Todo y nada —respondí cuando cesaron los aplausos—. Obviamente, no es real que podamos modificar el transcurso del tiempo y con ello, cambiar los acontecimientos. No obstante, todos los deseos, miedos, preocupaciones y melancolía que desprende el protagonista son tan reales como la vida misma. Saltaron de mi cabeza a la mano y, de ella al papel. Todo esto, sin que dejaran de pertenecer a mí, sin que… Un oscuro silencio invadió mi ser, se transportó al plató y dejó al público expectante. —No nos puedes dejar así —bromeó Ana—. ¿Esta historia la viviste tú? —Lo siento —balbuceé. Estaba allí. No podría olvidar ese rostro en mi vida; unos ojos llenos de pasión y alegría junto a unos labios melosos y brillantes. Era ella, me sonrió. —¿Se encuentra bien señor Feliu? —Sí… Sí. Se escondió entre las siluetas del público y, tras un gran baile, logró escabullirse de la muchedumbre y escapar de aquel infierno. El temor por su ausencia y la angustia por mi desesperación volvieron a resurgir de mis entrañas, pero esta vez no. Esta vez sería diferente. —Lo siento —volví a balbucear tras levantarme. —¡Qué haces! ¿Te has vuelto loco? —me inquirió Fede cuando pasé por su lado. —Debo irme. —No puedes irte. Esta es tu oportunidad, tu salto al estrellato. Yo te haré grande, pero para eso debes volver y acabar la maldita entrevista. —Adiós Fede. Salí corriendo buscando una delgada figura. Mis pies seguían órdenes y mi corazón lideraba. —Se habrá dejado el gas abierto —sugirió el encargado de maquillaje encogiéndose de hombros. Como si se tratase de una persecución policial, desesperadamente buscaba a mi amada. Avancé, retrocedí y, cuando mi cerebro perdía la esperanza, mi ímpetu resurgió. La ví tres calles arriba. —¡Elena! ¡Elena! —chillé cómo un energúmeno. Ella se giró delicadamente para dejarme observar su mirada. Aquella que recordaba cada noche y que trataba de olvidar durante el día. No se detuvo, aceleró el paso y cruzó. —¿Se encuentra bien? —me preguntó un hombre de mediana edad y con una sonrisa angelical—. Descanse, no se le vaya a salir el corazón y los pulmones. Jadeando, me apoyé sobre mis rodillas e impacientemente esperé a que el semáforo indicase el paso para alcanzar mi sueño. El destino volvió a fallarme y la chica de mi vida volvía a desaparecer. Se me nubló la vista, un intenso dolor me taladraba la cabeza y las piernas empezaban a flaquear. Recuerdos fugaces rondaban en mi memoria. Recuerdos que con tanto esfuerzo había logrado borrar. —Buenos días —me susurraba ella. Traté de abrir los ojos y volver a la realidad, pero no podía apreciar otra cosa que no fuese su torso desnudo y libre acostado a mi lado. Me sonreía y yo le acariciaba notando como su piel se erizaba al sentir mi contacto. En ese instante, todo oscureció. Ya no sonreía. Con lágrimas en los ojos, el cabello sucio y despeinado y el cuerpo magullado me gritaba clavándome las uñas. —¡Por qué me hiciste esto! —Yo no te hice nada —trataba de defenderme. —¡Todo fue por tu culpa! ¡Tu culpa! Cada vez la sentía más cerca, sentía la sangre recorrer mis brazos debido a sus arañazos. Sus voces se multiplicaban y rebotaban en mi cabeza. —¡Tu culpa! —¡No! Intenté liberarme de sus garras pero estaba absorto, gemía y chillaba clamando piedad. —Víctor —esa voz me sacó de aquellas alucinaciones. Caí al suelo y al abrir los ojos aprecié una joven. Una niña que debía rondar la plena adolescencia. —¿Elena? —dije mareado. —Me llamo Marta —contestó—. Tú eres Víctor Feliu, hace un rato salías por la tele. ¿Te encuentras bien? La joven Marta me ayudó a incorporarme, me sacudí la chaqueta y le agradecí sinceramente por salvarme de aquella turbia visión que se adueñó de mí. —No quiero sonar maleducada —empezó—, pero, ¿puedo sacarme una foto contigo? Voy a ser la envidia de mis amigas. Sabe que… La dejé de escuchar, su voz perdió fuerzas y su presencia pasó a un segundo plano. Sí, le debo una a Marta, pero la volví a ver. Me miraba a lo lejos mientras trataba de despedirse. Salí pitando y sin querer empujé a la muchacha. Sin parar de correr, me giré y le prometí que no me olvidaría de ella, le mentí. Exánime, tenía la certeza que en cualquier momento podría caer de bruces y despedirme de la vida. Se zafaba de mí con parsimoniosa facilidad, nunca la había visto tan veloz. Decenas de recuerdos volvían asestarme. Con la única diferencia que, esta vez, eran intencionados. Mi memoria surcaba descifrando esporádicos momentos donde fui feliz, con el objetivo de brindar a mis piernas un último suspiro; para que no se detuvieran, para que terriblemente acompasadas la alcanzasen. —¿Qué haces? —me decía en el fugaz recuerdo. Yo saltaba de la silla y rápidamente tapaba el montón de folios que cubrían la mesa. —Nada, una tontería —aseguraba. —¿Y puedo leer esta tontería? Seguía cubriendo el escrito y volví a negar. No sé por qué. Realmente, quería que lo leyera. Lo escribí para ella, ¿o lo hice para mí pensando en ella? —Es sobre tí, me gustaría que cuando acabe le pegues un vistazo. —¿Y te queda mucho? —me preguntaba entusiasmada. No podía ocultar mi alegría al apreciar su genuino interés. Me levantaba y… El recuerdo empezó a difuminarse, ya no la veía ni la escuchaba con total claridad. Me sacudí la cabeza tratando de sacarlo definitivamente, pues ralentizaba mi camino. Mis piernas volvieron a flaquear y la distancia con ella ya era considerable. —¿Y para qué escribes si puedes decírmelo? —volvió a mi mente. —Para expresar todo aquello que anhela mi corazón y no quiero aceptar —dije en voz alta. La adrenalina recorrió mis venas, como si me hubiese tomado no menos de cinco cafés, la energía volvió a fluir por mi ser. Empezó a lloviznar, cada vez más fuerte. La gente sacó sus paraguas y reanudaron su paso, ignorantes a uno de los mayores placeres del humano: correr bajo la lluvia. Elena no realizó ademán alguno de cubrirse, pues a pesar del intenso aguacero, no se mojó. Su cabello fino siguió brillando. Cada vez estaba más cerca, sentía su respirar, notaba su presencia y olía su perfume que, a pesar de fascinarme, no era nuevo para mí. Ella también lo sabía, me lanzaba miradas de soslayo, sabía que la alcanzaría, por fin. No aminoraba el paso y tampoco lo agilizaba. Quizá estaba cansada de escapar, quizá deseaba que la atrapase. —Elena —dije jadeando una vez estuve lo suficientemente cerca—. Sé que puedes oírme. Para por favor. Necesito hablar y tú también lo necesitas. Estiré el brazo y mis dedos rozaron su espalda. Al sentir el leve contacto, un escalofrío me recorrió la espina dorsal. Me saqué las numerosas gotas que caían de mi frente y las que recorrían mis mejillas y volví a insistir. Reacia a prestar atención, logró distanciarse unos pocos metros y doblar la esquina a la derecha. —Carmela, querida. Más tarde, al volver del mercado, tengo cita con el médico. La pobre anciana, ataviada con un largo y vigoroso abrigo de plumas, no logró acabar la frase. Nuestros cuerpos chocaron o más bien; la arrollé. Sus gafas redondas y finas salieron despedidas. Cayó de costado y, tras soltar un breve quejido espeluznante, se llevó la mano a la cadera. Miraba al cielo creyendo que ahí se estaba mudando y con la otra mano se persignaba. —¡Mamá! ¿Estás bien? Su hija, una mujer de mediana edad y complexión grande, trató de reincorporarla pero cesó tras dilucidar que un leve descanso en el suelo debería ser la mejor opción. Portaba un carrito de la compra, uno de esos que se han convertido en inusuales y han sido reemplazados por bolsas de plástico contaminantes. —Lo siento mucho, no la he visto —expliqué mientras le tendía la mano, siendo de escasa utilidad. A pesar del tremendo golpe, la anciana pareció recuperar el color y la compostura. Seguía soltando quejidos indescifrables pero al menos no parecía necesitar un trasplante de pelvis. Me preocupé de nuevo y me disculpé por quinta vez. Aún así, no podía apartar la mirada del horizonte, la silueta de Elena disminuía a cada maldito segundo. —Estos jóvenes de hoy en día —logró murmurar mientras me levantaba la mano en forma de castigo. —No era mi intención, es que… —traté de justificar pero me mordí la lengua—. Le pido disculpas señora. Mi voz entrecortada y mi talante nervioso y acelerado no le pasó por alto a la hija. Mi rostro y mis ojos hablaban por sí solos: Estoy en busca de algo muy preciado y en cuestión de segundos lo perderé. Carmela realizó una vista panorámica y acto seguido me dedicó una sonrisa cómplice. —Ve a por ella. Yo me ocupo de mi madre. —¿De verdad? —pregunté rezando que así fuera—. ¿Estaréis bien? —Si sigues aquí parado el que no estará bien serás tú. Le asentí con la cabeza y me enfrasqué de nuevo en la aventura. Sabía que volvía a estar lejos, pero algo dentro de mí sembraba esperanza y me gritaba que todo saldría bien. Tan solo tenía que dejar de usar los pies y empezar a usar el ingenio. —¿A por quién tiene que ir? —preguntó la anciana. —No lo sé mamá. ¿Tienes fuerzas para ir al mercado o dejamos los tomates para mañana? La ví sorteando obstáculos y comprendí a donde se dirigía. Si seguía la misma ruta nunca la alcanzaría. No tuve más remedio que acortar distancias cruzando el puente de los Malditos que ella evadió. El puente de los Malditos era realmente una puente corriente de piedra rugosa y firme parapetado por unas barandillas adornadas por candados que simbolizan un supuesto amor eterno. Ella y yo lo bautizamos con dicho nombre al apreciar que cada vez que alguien pisaba una piedra de aquella construcción terrorífica, encontraba la desgracia. Ya fuere caer desmayado o que desapareciese el brillo de sus ojos. Los dos, supersticiosos hasta las trancas, decidimos no volver a cruzar el puente de los Malditos nunca más. Rompí mi promesa para llegar a ella. Puede sonar a justificación razonable o hipocresía pura, no me senté a dilucidar. Crucé. Aguanté la respiración y entrecerré los ojos tratando de evadir el veneno del puente. Tal atajo me permitiría encontrármela de frente, pero no quería. ¿Qué le iba a decir? Tantos años deseándola y llegado el momento, mi mente jugó conmigo. Tarde, la lluvia no aflojó y un paso de cebra nos separaba. Con una terrible consternación, dibujé una sonrisa nerviosa que ella respondió con una mirada serena. Todo a mi alrededor se ralentizó, con gran lentitud nos fuimos acercando hasta quedar suspendidos en el tiempo, justo en medio de la carretera. Tras esa coraza sosegada, se escondían unos ojos profundos y vacíos, unos labios trémulos y un respirar entrecortado. Quizá, al fin y al cabo, ella también tenía miedo. —Elena. —Tienes que olvidarme, Víctor —me cortó. Un hilo de sudor frío descendió por mi columna vertebral. —Cuando siento que todo se ha acabado. Que el mundo seguirá igual sin mí, tu sonrisa se proyecta en mi retina, tu voz se diluye en mis oídos dándome fuerzas —paré mi discurso al ver sus ojos lagrimosos—. No llores, podemos volver a empezar. Ella me tendió sus manos. Estaban frías, sin vida. Se quitó el anillo que le regalé años atrás, plateado, con sus iniciales: E.C. Inconscientemente lo acepté y ella me cerró la mano. —Ya es tarde —dijo entre lágrimas—. Debo irme. Sus manos empezaron a huir de mi contacto y su cadera guardó distancia con la mía. —No tienes porque irte. Podemos… Un estremecedor sonido de claxon me sacó de mis casillas. El conductor me dedicaba grandes halagos y me aconsejaba salir de la calzada. Miré a mi lado y mis pies se pegaron al suelo, no soportaron el peso de mi conciencia. Elena había desaparecido. La emisora de la radio del coche cortó la canción del verano para anunciar una escalofriante noticia: «El cuerpo de la joven Elena Costa ha sido hallado tras varios años desaparecida. La Fiscalía ha reabierto el caso.» —No nos puedes dejar así —bromeó Ana—. ¿Esta historia la viviste tú? —Sí, lo siento —dije al volver a la realidad—. Podría asegurarte que cada escritor agrega un poco de él mismo en sus novelas. Volví a levantar la cabeza y la busqué entre el público. Tal y cómo preveía; no estaba. —En mi caso —continué—, mi libro se podría considerar una novela autobiográfica con un toque de ficción. Deseé durante largos años volver atrás y no perder a mi prometida. Encerrándome así en mí mismo. Sin otorgarme una pequeña posibilidad de avanzar y salir adelante. El brillo del anillo plateado me deslumbró. Fue en ese instante cuando lo comprendí todo. Escribí sobre ella para no olvidarla. Todo para recordarla. Ahora me tocaba pasar página.
Pantalla completa
NO PUEDES CREAR UNA VALORACION O MODIFICAR UNA ANTERIOR
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-05 13:36:56
6
Comentario
No es mi género preferido, pese a ello hay que reconocer que el relato es bueno. El autor demuestra oficio, está muy bien escrito, a excepción de alguna tilde y alguna S que he detectado por ahí perdida. Es una manía mía, pero escribir dos veces algunas palabras raras, como exánime, en poco tiempo es abusar. La sonrisa angelical es una pista de lo que viene para el final. En la frase que describe el puente para mí falta alguna pausa. ¡Buen trabajo!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-06 02:17:32
4
Comentario
La trama se va desinflando a medida que transcurre el relato. Un buen punto de partida, con un estilo fluido. Pero tras la entrevista, entramos en un plano onírico que no arranca a resolverse, con escenas desiguales (la parte de la anciana y su hija no la veo), y termina por resultar repetitivo. Esperaba un final que le diese un vuelco a todo, le hubiera venido muy bien. En definitiva, un buen relato, y además con muchas posibilidades, pero que podría haber sido mejor.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-06 19:18:51
7
Comentario
Autor, un muy buen argumento, me gustó, pero deberías ordenarlo. Claro, que hablas de los sueños, pero a mi modo de ver no hay ilación, confunde demasiado, no hay un seguimiento de las ideas. A los diálogos, debes colocarles quién habla, porque hay que volver atrás para entenderlo (cuando son diálogos entre dos personas, a veces, no es necesario colocar quién habla, porque se sobreentiende). Son muchas y buenas ideas, pero están desordenadas. ¿Esto fue lo que quisiste decir? «El conductor me dedicaba grandes halagos». Su significado según la RAE: 1. tr. Dar a alguien muestras de afecto o rendimiento con palabras o acciones que puedan serle gratas. 2. tr. Dar motivo de satisfacción o envanecimiento. 3. tr. Adular o decir a alguien interesadamente cosas que le agraden. 4. tr. Agradar, deleitar. Sigue escribiendo y serás un gran escritor. Felicidades.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-07 15:07:31
7
Comentario
El comienzo me gustó (dejando de lado la confusión con el nombre da manager), un relato con el cúal muchos se identificarían. Hubiera preferido que se quede ahí, en la entrevista durante la cual pudimos entender los sentimientos del protagonista. Lo que vino después, una oleada de confusión. Saltos inconexos entre la realidad, los recuerdos y la imaginación. Tal vez, si el autor hubiese encontrado alguna forma de dejarlo marcado, el conjunto se vería mucho mejor. Sin embargo, no logro sacudirme la sensación de que esto debía ser una novela, para más contexto.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-08 18:29:03
4
Comentario
Luego del excelente comienzo (todos soñamos con eso, je), el relato se pierde y uno comienza a preguntarse si vale la pena seguir leyendo. El argumento del libro actúa como pista falsa y eso decepciona. Empieza como un cuento y termina como otro. Pareciera que la gente con la que tropieza en el camino le fue arrancando partes. Igualmente, buen intento.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-15 15:56:55
4
Comentario
Intento aproximarme a todas las historias que leo del concurso con respeto por el esfuerzo y la ilusión de sus autores, tratando, cuando no me parecen buenas o correctas, de no sonar demasiado agresivo o desalentador, cosa que suele resultar por desgracia fácil a través de un medio tan frío como este. Sin embargo, esta historia me parece confusa de principio a fin y escrita con evidente precipitación. No veo otra forma de expresarlo concisa y sinceramente. Nos encontramos con palabras (sobre todo adjetivos, también algún verbo y adverbio) desacertados o claramente incorrectos (“gritaban exánimes”, “breve quejido espeluznante”, “dilucidar”, “supersticiosos hasta las trancas”, “se giró delicadamente”); expresiones que también parecen inapropiadas (quizá alguna lo sea en determinados contextos geográficos: “aprecié una joven”, “realizó ademán”); errores de concordancia en género y/o número (novela-último, “una puente”, “sus voces”, “La constancia, el empeño y la necesidad de escribir no lo”)… El nombre del agente pasa de repente de ser Fran a Fede; el tono ocasionalmente jocoso (lo del trasplante de pelvis o los halagos del camionero) rechinan dentro de lo que se supone es una historia de corte dramático. También creo que debe aludirse más específicamente al personaje de Elena en algunos párrafos, ya que no queda demasiado claro que el autor se esté refiriendo a ella (“le debo una a Marta, pero la volví a ver”, “Se zafaba de mí con parsimonia”). En resumen, debo insistir en que la redacción del cuento me parece precipitada y descuidada. Algunos errores se hubieran podido evitar con un poco más de atención y menos prisas por enviar el relato, ya que los resalta el mismo corrector automático de Word. Autor o autora: mi recomendación es paciencia y perseverancia. Un poco más de experiencia y trabajo te ayudará a redactar mejores textos. Siento no poder ser más positivo en mi reseña y te animo a que continúes escribiendo pese a ello.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-19 14:42:01
3
Comentario
Gracias al autor o autora por su tiempo y su imaginación. Un relato que pinta con acierto una triste historia de pérdida y melancolía cuyo protagonista es un escritor de éxito. Transmite bien esas sensaciones, buen trabajo. Por lo demás, existen abundantes errores ortotipográficos como, por ejemplo, algunos muy evidentes de acentuación (ví, tí, guión…) o de puntuación. También existen aspectos gramaticales que habrían sido enmendados con una corrección de estilo. Lo siento, pero bajaré la nota bastante por no haber sido corregido mínimamente.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-21 16:27:32
5
Comentario
Ajtor/a tu relato es tan rocambolesco que no he logrado entender. Creo que pensabas plasmar una historia de amor, pero no he encontrado romanticismo y si querías darle un toque de fantasía, te sugiero que busques una atmósfera que logre envolver al protagonista en el encuentro con su amada. Por otro la algunos personajes, no añportan nada. Respecto a la ortografía, sería bueno que dieras un repaso y subsanaras algunos errores. ¡Suerte!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-21 17:00:42
6
Comentario
El inicio me recuerda a El rag del armagedón, de Martin. Es un relato ameno con propuesta. El personaje se percibe como un rockstar, no como un escritor capaz de conmover al mundo. Se lleva buen tramo del inicio en decir que el agente es necesario para el éxito de un escritor. La actitud del personaje, al contar la historia de la historia, me parece incoherente, más al abandonar el escenario. Es tema personal, cuando las decisiones de los personajes se parecen a la chica que, perseguida por el loco de la motosierra huye al bosque, no lo soporto. —Tienes que olvidarme, Víctor. —Entonces fantasma ¿para qué va y lo busca? Gracias autor.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-25 01:44:11
4
Comentario
Gritar exánime, parece una contradicción. Exánime es “sin aliento”. Al principio, creo que se cuela un Fede, donde debería ser Fran. Luego sigue Fede. Si se trata de personas diferentes, no queda claro. Faltan algunas comas y sobran algunos tildes. En una ocasión responde una pregunta después de los aplausos. ¿La gente aplaude luego de que la entrevistadora pregunta? Suena raro. Cuando ella aparece el relato da un giro, cambia, casi como si las dos partes hubieran sido escritas en dos épocas separadas. En la segunda, parece que al protagonista le vino un brote psicótico con alucinaciones. Pero luego esta idea no se desarrolla, y avanza hacia un tono adolescente, donde todo es como parece. El detalle del puente de los Malditos, no parece algo que pueda hacer un adulto. Creo que el relato comienza bien y luego empeora. Los segundos dos tercios son confusos. La idea final no me cierra.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-08-28 02:07:01
4
Comentario
La idea de la ficción volviéndose realidad es siempre muy fructífera, está bien tratada. El cuento está escrito correctamente. Recuerda un poco a Julio Cortazar (Continuidad de los parques; El río)
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-09-04 02:45:39
1
Comentario
Me gusta mucho el relato, pero siento que pierde fuerza a medida que avanza. Tras un muy buen comienzo con muchas emociones y acción, para mí se va desinflando el relato a medida que avanza.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-09-24 11:09:34
2
Comentario
Anécdota trillada. Por momentos parece copiar una escena de la película "Antes del atardecer". Por otro lado el personaje principal vive en éxtasis que hace que la historia se estanque. Historia totalmente inverosímil.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-09-26 21:16:21
5
Comentario
Me ha gustado bastante esta historia, pero no ha conseguido enamorarme. El estilo del autor es adecuado, con palabras bien seleccionadas que atraen el interés del lector, pero la construcción resulta confusa lo que puede provocar el rechazo del lector cuando no consigue entender que está sucediendo. Mucha suerte, autor/a.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-10-02 12:07:12
3
Comentario
Muchas gracias al autor/a y suerte ^^. He visto bastantes errores a lo largo del relato. Pondré algunos ejemplos: Falta de comas ante vocativos: ( Antes de "hijo"): —Lo has conseguido hijo —. (Antes de "chaval"): —Adelante chaval — (Antes de "Víctor"): —Dime Víctor —enunció—. Este "aún" no llevaría tilde si equivale a "sin embargo, a pesar de eso etc": "Aún así". Falta un punto después de "recordar": "Todo para recordar " Este punto, antes de "Ana", estaría incorrecto, sería una coma."Tras la cordial bienvenida, la cálida acogida del público y las preguntas banales. Ana, la cara..." Falta de tilde en "qué": "que significa". Y bastantes más. La historia está entretenida y es interesante. Crea misterio e intriga, aunque, personalmente, pienso que lía un poco, pues los hechos se me mezclaban a medida que los iba leyendo y no sabía muy bien en qué punto estaba.
Consulta la comparativa de eReaders
en Español, más completa de internet.
eReaders
Todos los eReaders
Buscar eReaders
Comparar eReaders
Podría interesarte...
Obra colectiva del equipo de coordinación ZonaeReader
También en redes sociales :)