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Relato 77 - Noches de contadores
2022-07-15
Presentación
Quieres que te cuenten un cuento sobre el plastik, pues lee este ameno relato y lo sabrás. Eso sí, no vayas hacia el confín prohibido, al páramo, porque a lo mejor Sol te deja ciego.
Relato
En el claro del túmulo, justo en el centro del bosque hogar, allí nos juntábamos las noches en que la Luna Lunera se tornaba Sol. Eran noches de contadores, de cuentos entre hogueras que escupían fuegos fatuos hacia el cielo. El viento llegaba hasta allí desde todos los extremos del bosque soplado con fuerza para intentar apagar las hogueras como si fuesen velas de cumple. Pero solo conseguían desprender purpurinas doradas que ascendían por la columna sin árboles en dirección a Luna Lunera. Los más peques empezaron a llegar y se sentaron formando una fila casi perfecta ansiando el comienzo del cuento. Todos ellos con las tripotas llenas de frutos del árbol pan. Como las veces anteriores, quedarían con la boca abierta y los ojos encendidos. Maisa también estaba allí, era la más peque pero sus ojos brillaban menos últimamente. Salvo aquel día por la mañana. Antes del tolón que anunciaba el desayuno la sorprendí correteando por el bosque en dirección al confín prohibido, allí donde Sol despierta. Ella debió creer que no la había descubierto, porque corría con sus pies descalzos como patitas de musarañas. Pero me agazapé entre un arbusto de pan y la observé. Yo era muy buena ocultándome. Vi cómo trepaba sobre el gran árbol del confín, el que marca el límite del Eso No. De camino a lo más alto se entretuvo colgando bocabajo de vez en cuando de alguna rama con sus piernas sujetando todo su cuerpecito. Y cuando llegó arriba del todo se encaramó un buen tiempo mirando a Sol directamente. Era un desafío, sabía perfectamente que no debía hacerlo. Pude acercarme lo suficiente y observarla un poco más cerca. Sus ojos chispeaban como hacía mucho tiempo que no lo hacían. Desde siempre, por todo el tiempo anterior, Oselu había sido el contador en aquellas noches. Era el mejor y el más mayor. Yo había sido también contadora pero no tan buena. Se acercó hasta mi esquivando algunas manitas posadas en el suelo. — Quieres ser hoy tu la contadora, Adrea? —me preguntó Por un instante no respondí nada. últimamente me costaba hablarle y cuando le miraba sentía como si mis ojos se paralizaran frente a los suyos, y mis mejillas ardían como si estuviese junto a las hogueras. En su lugar miré a Maisa allí sentada en primera fila y Oselu hizo lo mismo. —Sabes que se marchará —dije —No lo permitiré. Tú no lo permitirás. La necesitamos —. Oselu se rascó debajo de la nariz. Lo hacía siempre que estaba preocupado. —Y sin embargo es distinta a todos nosotros —dije intentando provocar a Oselu, pero no respondió—. Esta mañana la sorprendí mirando a Sol, en el confín del bosque. Oselu me miró con severidad y apretó sus puños. Esa imagen me resultaba graciosa porque podría ser la pose de alguno de los peques enfurruñado, y a la vez era el único que tenía pelos debajo de su nariz. Había peques que susurraban secretitos sobre que a Oselu un día se llenaría de pelo toda su cara. Otros creían que acabaría convirtiéndose en un Abu de los de pelo blanco y que iría por ahí pellizcando mofletes, como en uno de los cuentos que el mismo nos contó. No pude evitarlo y me reí. Él se enfadó aún más. —¡Adrea! Debiste impedírselo. Debiste decírmelo en seguida —resopló, se dio media vuelta de golpe y se fue con decisión hacia las hogueras. Yo odiaba cuando me mandaba así. Mientras marchaba me fijé que los músculos de sus brazos reflejaban las centellas del fuego. No podía dejar de mirarlos. Dos por dos es cuatro pero cuatro por dos es ocho —gritaron todos. Y Oselu comenzó su relato. Hace mucho, mucho tiempo en un mundo no muy lejano, los bosques y los páramos, las montañas e incluso el río sin fin estaba habitados por los Hijos del Plastik. Vivían del plastik y cocinaban plastik, incluso lo respiraban. La tierra también se inundó de plastik, e incluso el gran rio sin fin y el Arriba. El ciclo del plastik se completaba así cada muchas Lunas Luneras. En aquellos tiempos los Hijos del Plastik no sabían lo que era el hambre y dejaban comida en sus platos antes de irse a mimir. Del arriba caían judías y de abajo caían garbanzos. Sus voces resonaban al mismo tiempo mil veces en la distancia pero casi no se hablaban ni se miraban cuando se tenían cerca. Y esta magia potagia venía de las piedras de luz. No eran como las piedras que hoy vemos en el gran río, no. No existieron mientras los Hijos del Plastik eran felices. Pasó que un día Sol y Luna Lunera firmaron en un papel y se separaron dejando a los Hijos del Plastik huérfanos de día cuando era de noche y huérfanos de noche cuando ern de día. Sol y Luna Lunera les dijeron que les seguirían amando como antes pero se peleaban entre ellos para que los Hijos del Plastik les mirasen más a uno que al otro. Cuando Sol y Luna Lunera estaban juntos se les podía mirar sin miedo. Pero separados, mirar a Sol era demasiado intenso, Mientras que Luna Lunera se volvió cambiante, a veces se escondía por días o se disfrazaba con nubes que la ocultaban. Sol se fue al rincón de pensar y se le ocurrió una idea. Fabricaría las piedras de luz y le las regalaría a los Hijos del Plastik. Con ellas no solo podrían ver y hablar con Sol, sino que también podrían ver cualquier parte del mundo y a cualquier persona, incluso podrían ver cosas fantásticas como el dios de las mil caras. Pero nadie les advirtió que si miraban demasiado tiempo aquellas piedras podrían quedarse ciegos, una ceguera lenta pero imparable. Así los Hijos del Plastik empezaron a dejar de ver las cosas bonitas, dejaron de ver el azul, el verde, incluso el amarillo, dejaron de ver hasta las cosas blanditas. Así pasó que no vieron cómo una montaña de Plastik les iba enterrando poco a poco. El aire les soplaba en la cara pero olía a coliflor podrida. Y el agua dejaba de bailar y brillar en los ríos. La pe con la a pa y así lo aprendimos. Un estruendoso aplauso de manitas, algunas más torpes que otras, dio por concluida la noche de contadores. Me fijé en Maisa. Se había levantado como el resto pero no silbaba ni vitoreaba. La vi escabullirse con sus piececitos entre algunos peques. Nadie parecía darse cuenta. Yo la vigilaba, vigilaba su brillo en los ojos para ver si volvía a aparecer en la noche de contadores. Pero no fue así, parecía ausente, deseosa de irse de alli. Estaba claro que se marchaba en otra dirección distinta de las tiendas de mimir. Asíque decidí seguirla. Oselu recibía el abrazo juguetón de varios peques que le se acercaban y no nos vio. No le dije nada, yo podría encargarme de ella, pensé. Maisa no corría ni parecía nerviosa, pero andaba sin hacer ni un solo ruido. Luna Lunera me ayudó durante el trayecto colando sus rayos entre algunos claros del bosque, dejándome ver su camino. Así pude ver como llegaba cerca del cementerio de árboles. Allí el invierno pasado la nieve terminó con la fortaleza de muchos árboles. Maisa sacó algo de entre su ropa, algo pequeño. Parecía apretarlo y se producía un sonido seco, como una rama rompiéndose. Clic, clac, clic, repitió tres veces. Entonces entre la espesura, donde los árboles muertos habían formado un refugio natural, salió alguien. Era muy alta, mucho más que cualquiera de nosotros. Su pelo trenzaba perfectamente y le alcanzaba la cadera por detrás. Su cadera era muy ancha y prominente. No era de los nuestros. Era mayor mayor. Me asusté y me agazapé, dudé si volver corriendo a buscar al resto o al menos contárselo a Oselu y pedirle ayuda. Se volvería a enfadar conmigo, apretaría aún más los puños y me dejaría de hablar. Fruncí el ceño y me quedé allí observando. Aquella figura comenzó a acariciar a Maisa con ternura y creo que su mirada volvió a brillar en la noche. O quizás fuese Luna Lunera en sus ojos. La intrusa sacó algo de una bolsa que llevaba atada a la cintura. Algo redondo, brillante y colorido. Me recorrió un escalofrío por la espalda. Parecía plastik. La esfera se le cayó a Maisa de las manos pero al chocar en el suelo volvió a subir, bajar, subir así varias veces hasta que Maisa la recogió. Sólo podía ser plastik, estaba segura. Maisa sonrió y su mirada volvió a encenderse. A mí nunca me había mirado de aquella manara, ni siquiera en mis noches como contadora. Sentí una hoguera creciendo dentro de mí. La intrusa empujó la espalda de Maisa con suavidad pero firmeza a la vez. Quería que se apresurara a marchar. Ella no parecía querer hacerlo. ¿Qué debía hacer yo? Mi cabeza daba vueltas y mi sangre fluía rápida como el agua del gran río sin fin. Apreté los músculos de mis piernas. La intrusa se perdió bosque adentro y Maisa correteó de vuelta hacia las hogueras sin dejar de observar su nuevo juguete. Salté hacia la dirección en la que la intrusa se había ido. Al principio corrí lentamente y con sigilo porque no sabía si Maisa me oiría aún. Pero en cuanto me alejé lo suficiente, correteé como una ardilla entre los árboles. A veces escuchaba ramas rompiendose y a veces los rayos de Luna Lunera hacían brillar las hojas de alguna rama movida seguramente por aquella figura escapando. Estaba claro que sabía que la perseguía. Era más alta que yo y seguramente no la alcanzaría pero no dejé de correr hasta que caí exhausta casi al borde del bosque. Agaché la cabeza para coger aire y el sudor me resbaló por la barbilla y la frente. —¡Tú también puedes venir! —era una voz lejana pero cálida. Me sorprendió porque era una voz de chica pero a la vez podría haber sido un chico. Inspiré todo el aire que pude. ¬ —¡No te la llevarás! ¿Me oyes? ¡No te la llevarás! — grité hasta quedarme de nuevo sin aire. No tuve respuesta. Desistí de alcanzarla. Apreté mis puños y golpeé un árbol cercano, con rabia. ¿Quién era aquella intrusa? ¿Por qué querría llevarse a Maisa? Me dirigí aprisa de vuelta a las hogueras. Debía contárselo a Oselu. Esta vez sí. Después de cada noche de contadores, Oselu resplandecía como la hoguera. Y aquella noche parecía incluso haber crecido. Sus brazos brillaban como peces de espalda plateada en el Gran río, y sus músculos se apretaban unos contra otros. Oselu, me observó a través de las llamas de uno de las adormecidas hogueras. Se despidió de algunos peques y se acercó a mí. —Ádrea, ¿lo has visto? Peto y Arana han llorado pero lo han entendido. Mari aun es pequeña pero he visto luciérnagas en sus ojos. Ha sido genial. ¿Qué te ha parecido? Quise abrazarle y contarle todo, apretar mis mejillas contra su pecho y quise llorar y pedirle que me ayudara con Maisa, que fuéramos a buscarla los dos y que también la abrazaramos hasta que se secaran nuestras lágrimas. En aquellos tiempos quise muchas cosas que no pude hacer, porque un fuego en mi interior me quemaba cada vez que mis pensamientos hacia Oselu crecían. —Sí, Oselu, ha sido genial. Eres el mejor contador de todas las noches — respondí sin apenas mirarle. No quería defraudarle. Intenté buscar las palabras para contarle todo. Pero sin darme opción, se acercó aún más. Desprendía un dulzor como la resina de los árboles sin invierno. Creí que mi cuerpo ardía desde dentro y que me paralizaría el corazón. Me besó la frente. No me gustó. Así besaba a todos los demás, a los más peques sobre todo. Yo no era peque, ya no. No quería ser como los demás. Apreté los puños y di un paso atrás. Tuve que hacer un esfuerzo para sonreirle y que no sospechase. —¿Apagamos las hogueras? ¿O dejamos que se extingan? —dije haciéndome la mayor y responsable. —No. Deja que las gotas de la mañana calmen los fuegos fatuos. Estoy cansado. Volvió a besarme la frente y me dio las buenas noches. Me despedí y al darme la vuelta, la cara continuaba ardiendo y me dolía de tanto apretarla. ¿Dormir? ¿Cómo iba a dormir aquella noche? No podría quitarme la imagen de la intrusa y de Maisa sonriéndola. Y aquel objeto de Maisa atesoraba entre sus manitas. Plastik entre sus manitas. Ahora estaría en su tienda de mimir apretándolo contra su pecho, haciéndolo suyo hasta quererlo. No, no iba a dormir, estaba segura de ello. Entré furiosa en mi tienda y me tumbé, sería una larga noche. Pasó un buen rato y las vocecillas se apagaron del todo dejando a noche tomó su turno para hablar con Luna Lunera, ululando de manera rítmica como una nana. Aún tenía las manos apretadas formando dos puños enfurecidos. Pero no podría dormir. Quizás nunca más durmiese. Salí de mi tienda con la misma rabia con la que había entrado, pero en seguida empecé a andar a hurtadillas, descalza. La tienda de Maisa no estaba muy lejos. La despertaría y la agarraría de los hombros hasta que confesara lo que había hecho y prometiera no volver a hacerlo. Lloraría, sí, pero crecería. Me tendría que dar su objeto de plastik y lo enterraría muy muy profundo al borde del bosque. O mejor, lo quemaría sin que nadie lo supiera. No, no, mejor se lo daría a Oselu,l me lo agradecería tanto y se alegraría de verme cuidar de todos tan bien como lo hacía él. Se enfadaría un poco, pero me besaría. Y esta vez no como a los demás peques. Mi cabeza daba vueltas sin parar. Frente a la tienda de Maísa ya se escuchaba su profunda respiración. Dormía. Abrí la tela y la luz de Luna Lunera iluminó sus mejillas rendidas y el vaivén de su respiración me calmó. Todo parecía volver a la normalidad. Era otra noche más, los fuegos fatuos irían desvaneciéndose calmados por el ulular del bosque y las respiraciones de los pequesse acompasaba con el frufrú de las hojas aventadas en los árboles. Abrí un poco más la tienda. Las manitas de Maisa no atesoraban ningún objeto ni lo apretaban contra su pecho. Estaban abiertas vacías y rendidas. Mi cara ya no ardía más. Cerré y a medio camino hacia mi tienda me acurruqué en las raíces de un árbol. Sería mejor esperar allí y vigilar a Maisa. Al día siguiente podría registrar su tienda. No pasaba nada. Pero no dormiría, eso seguro. La intrusa, el plastik, los ojos de maisa brillando, el beso de Oselu, sus brazos dorados como Sol. Nada de aquello me dejaría dormir. Eso seguro. No me dormiría. Alguien aprieta mi mano. Es acogedor. Siento mis deditos abrazándose entre ellos. Me suelta y me la miro. Es una mano pequeña, rechoncha y manchada de varios colores. Tengo un juguete pequeño, una figurita, que he apretado tanto que ha dejado su señal en mi palma. Oigo voces agudas. No muy lejos veo a unos peques gritando. Se cogen de las manos haciendo un círculo cerrado y saltan y balancean sus cabecitas mientras sonríen. Poco a poco algunas de las manos se van soltando del circulo y son recogidas por otras manos más grandes, hasta que no queda ninguno y las voces ya no carcajean. Mi mano vuelve a ser arropada por otra un poco más grande que me aprieta sin hacerme daño pero que tiembla y titubea. Igual que yo. Abrí los ojos. La tierra y mi frente humeaban vapor y corrí de nuevo hacia la tienda de Maisa, aterrorizada. Las primeras gotas del día empapaban el exterior de la tienda de Maisa. La abrí torpemente. No estaba allí. Registré su camita y sus ropas. Encontré una esfera pequeña, de todos los colores del atardecer, era el objeto de plastik que Maisa recibió de la intrusa. Lo guardé entre mi ropa y casi juraría que quemaba mi piel, pero salí corriendo hacia donde nace Sol sin dudarlo un instante. No podía dejar que se marchara con los Hijos del Plastik, la habrían engañado prometiéndole más juguetes y un mundo más diver. Pero sería un mundo sin noches de contadores, sin Oselu y sin mí. No, no podía dejar que se marchara. Llegué al borde del confín prohibido. Los rayos de Sol me hicieron cerrar los ojos y me paré en seco. Nunca había llegado más lejos de allí. Miré atrás con la esperanza de que apareciera Oselu y me dijera que todo iba bien, que Maisa no se marchaba. Y me abrazaría con fuerza. Quizá Maisa no estaba escapando y por eso no se había llevado su juguete de plastik. Sí, debía tranquilizarme y buscar a Oselu. Pero entonces a lo lejos, más allá del confín sin bosque en el páramo, vi una figura rodeada por los rayos de Sol. Una figura que se alejaba sin titubear. En una de las noches de contadores Oselu había contado la historia de una ardilla que se adentró más allá del confín prohibido. La ardilla era la más curiosa de todas las del bosque y una noche decidió salir del abrigo de los árboles y dirigirse al páramo. Al principio la ardilla se sintió bien, era la ardilla más valiente de su bosque y cuando volviera un día todos la recibirían con frutos y flores. Pero cuando Sol comenzó a nacer aquel día, la ardilla empezó a sentirse cansada, no podía ver bien porque Sol le cerraba los ojos y no había árboles que la salvasen. No tenía agua y el calor empezaba a quemar su pelaje. La ardilla rogó a Luna Lunera que volviera cuanto antes o que le mandase una briza de viento que la calmara. Pero Luna Lunera tardaría mucho en aparecer porque eran los tiempos en que Sol mandaba más tiempo que ella. La ardilla ya no pensó que era la más valiente y tuvo miedo. Si regresaba entonces todos la recibirían con barro y ortigas y con su pelaje caído quemado por Sol nadie la querría. Así que se quedó donde estaba, sin volver al confín prohibido, sin regresar al frescor de su bosque. Y se secó como las piedras bajo la mirada estricta de Sol. No llevaba mucho tiempo andando, pero Sol ya me había parado casi en seco. Aun conseguía ver aquella figura a lo lejos subiendo y bajando pequeñas laderas. Solo esperaba que no fuese una ardilla. Estuve así bastante más tiempo, Sol ya quemaba mi piel y cada vez cerraba más los ojos. Pero no dejé de andar, no me paré como aquella ardilla. Pensé en Maisa y en Oselu y dos lagrimas recorrieron por un breve instante mis mejillas todo el tiempo que el calor les permitió. Y cuando ya casi se hubieron secado y Sol se alzaba más alto, el calor era mucho mayor pero al menos mis ojos comenzaron a ver mejor. Ya no podía otear la figura a lo lejos, pero algo allí parecía elevarse. Algo que resplandecía como una montaña de mil colores. Y cuando quise acercarme de repente alguien asomó frente a mi no muy lejos. Y me miró y sus brazos brillaban ferozmente bajo Sol. Era Oselu, no lo podía creer. Corrí hacia él y nos abrazamos. Y lloré sobre su pecho y el lloró y sus lágrimas mojaron mi espalda. Nunca le había visto llorar por nada. Por un momento parecía que me estaba abrazando a alguno de los peques. Las lágrimas calmaron por un instante mis ojos y parecieron protegerme de los rayos de Sol. —Lo siento Oselu, lo siento tanto. Maisa estuvo con una intrusa en el bosque hogar y no te dije nada. Lo siento tanto —mis lágrimas brotaron de nuevo Oselu me agarró un hombro con firmeza. Pero continuaba llorando y me limpió mis lágrimas con su otra mano como haría con cualquiera de los peques. Esta vez me gustó, porque no estaba enfadado. —Lo sé. Anoche quise ir a tu tienda pero no te vi a allí. Luego fui a la de Maisa y tampoco estaba así que pensé que os perdería a ambas. Maisa tenía que marchar, No había remedio. Cada vez habrá más intrusos. Debemos acostumbrarnos. No quería aceptarlo pero cuando pensé que también te perdería… —Oselu bajó su mirada y se le quebró la voz Volvimos a abrazarnos y me susurró al oído. —Vamos a por Maisa. Ahora podíamos ver con mayor claridad. Nuestros ojos se iban acostumbrando a la luz del páramo. A lo lejos junto a la montaña de colores un par de tiendas se elevaban. Eran tiendas parecidas a las nuestras pero fabricadas con plastik. Una persona salió. Era un mayor mayor. Tenía pelo blanco y largo por toda su cara y se nos acercó llorando. Yo me eché para atrás pero Oselu me calmó de nuevo con su mano en mi hombro. Era un Abu como el de los cuentos de Oselu. Le lancé una mirada pidiendo una explicación al mismo tiempo que el Abu nos acariciaba las caras sin dejar de llorar. No entendíamos lo que nos decía, era una lengua extraña. Al instante, la intrusa del bosque apareció con Maisa de la mano. Se soltó y corrió hacia nosotros y nos abrazamos los tres tan fuerte que pensé que así nos quedaríamos para siempre. Maisa se limpió los mocos en la muñeca y cogió aire con fuerza para dejar de jadear. Levantó mucho la cabeza y puso cara seria, casi enfadada. Se quería hacer la mayor. Y en cierta manera ya lo era. Sacó el objeto que hacía clic clac y lo hizo sonar insistentemente. —No puede hablar, nunca conseguimos que lo hiciera ¬—Dijo Oselu con una voz extrañamente cordial—. Pero se hace entender muy bien — sonrió con orgullo. Maisa regresó al lado de la intrusa y le volvió a coger la mano, mientras emitía un último jadeo y sorbía sus mocos. La intrusa puso su otra mano en el pecho y nos miró. Era muy guapa y sus ojos eran verdes. Me hubiese gustado tener una madre así. —Estará bien con nosotros. Podrá volver cuando quiera, ya habéis visto que no estamos muy lejos. Yo misma la llevaré de vuelta. Yo era incapaz de hablar ni una palabra, como Maisa. Esperaba que Oselu apretara sus puños y les dijese eso no y nos lleváramos a Maisa de vuelta. Pero lo consintió. En aquel momento creo que Oselu se hizo mayor mayor de golpe, aunque yo en ese instante no lo entendiera. —Esperad, antes de regresar —la intrusa sacó una especie de hoja de árbol, cuadrada y blanca. Tenía un dibujo— Se llama bobina, estamos buscando una. Por favor si alguna vez encontráis algo parecido venid a contárnoslo. Oselu dobló la hoja con cuidado. Aceptamos un poco de agua para soportar el regreso y el Abu nos ató unas telas mojadas en las cabezas. Maisa se hacía la dura para no llorar. Nos sonrió y nos abrazó de nuevo, muy fuerte. Volveríamos a vernos, lo supe con certeza. Pero lloré mis lágrimas y las de ella. De regreso al bosque hogar Oselu no hablaba. Yo tampoco en realidad. Durante un buen rato estuvimos así, eran tantas las preguntas que se agolpaban en mi cabeza… Al final solo se me ocurrió preguntarle algo que me pareció una tontería. No me gustaba su silencio y menos sin el ulular de nuestro bosque. —Oselu, ¿qué es eso que os ha dado? — Él lo sacó de sus ropas, lo abrió y me lo enseñó. —Es una hoja de papel. Lo usaban los Hijos del Plastik antes de las piedras de luz. Es bonito —. Se quedó mirándolo absorto— Quédatelo y guárdalo, lo necesitaremos. Quise estallar en mil preguntas. ¿Lo necesitaremos? ¿Cómo que lo necesitaremos? Y por qué ya no luchaba por retener a maisa. ¿Qué les diríamos al resto? Nada de aquello afloró por mi boca. —Oselu… —dudé si preguntarle, porque me daba miedo la respuesta.— ¿Habías estado alguna vez antes allí, más allá del páramo, donde los intrusos? Oselu me agarró la mano y volví a sentirme como en mi sueño, como si tuviera una mano rechoncha y pintarrajeada que apretaba un juguete de plastik. Sentí que me respondía sin palabras. No hacía falta que me lo hiciera. En su lugar dijo algo que me estremeció. —Démonos prisa. Tenemos mucho que preparar. —Me miró y me sonrió como nuca antes lo había hecho— Tienes mucho que preparar. Esta noche serás contadora de nuevo. Y contarás la historia de Maisa, la peque más valiente del bosque hogar.
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Valoración Relato
2022-07-16 11:39:31
5
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El relato se lee con interés, creciendo las perspectivas a medida que la historia avanza. Pero el final desinfla el cuento. Sugiero al autor/a, a qué revise el texto, hay algunas palabras erroneas. y respecto a los sentimientos... aclare situaciones de la historia y haga un repaso general.
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Valoración Relato
2022-09-11 18:02:31
7
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Es un relato muy poético, quizás demasiado porque algunas cosas cuesta entenderlas al usar un lenguaje tan metafórico. Especialmente al final no comprendo por qué entienden hablar a la mujer y al hombre no. Puede que con una guía o notas del autor explicando todo al final se entendería mejor. No voy a decir que no es meritorio, porque lo es y creo que merece entrar en la antología. Hay algunos fallitos como “EstabaN* habitados”, “erA* de día” y “Se* las regalaría”, entre otros. Felicidades y sigue escribiendo.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-07-16 19:21:13
4
Comentario
Autor/a, no veo la ciencia ficción de este relato, me parece más bien de fantasía. Pero esa soy yo, a lo mejor los demás foreros sí lo ven. Hay que hacerle una revisión de ortotipografía. Sigue escribiendo y llegarás a ser un gran escritor. ¡Suerte!
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Valoración Relato
2022-07-16 19:32:43
5
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Tolkien y otros escritores han creado mundos de fantasía, donde transcurren historias que recuerdan fuertemente la Edad Media. Pueden ser muy agradables de leer, pero yo no los consideraría ciencia ficción. Lo mismo me ocurre con esta historia en el mundo del plastik, con bosques hogueras, muchos niños y contadores de historias. La calificaría muy bien en un concurso de mundos de fantasía, pero no en uno de ciencia ficción.
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Valoración Relato
2022-07-17 10:51:02
9
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Enhorabuena autor/a, me ha encantado cómo se utiliza el lenguaje en este relato. Me pareció muy gracioso buscar en cada expresión extraña el origen, que siempre me recuerda las historias y lenguaje infantil. Un recurso muy acertado para ambientar esta historia de amor en este mundo postapocaliptico con reminiscencias ecológicas. Muy interesante.
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Valoración Relato
2022-07-20 07:06:42
4
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Alguna vez leí un cuento llamado “El sol y la luna”, de este símbolo precristiano. Falta alguna puntuación y corregir u n mal dedo en el teclado, que con un par más de revisiones seguro queda. Creo que es un relato ya trabajado, tal vez para un concurso de fantasía, en el cual pondría una nota alta, pero este concurso es de ciencia ficción. No se especifican datos o insinuaciones de dónde se sitúa este mundo fantástico. ¿Por qué la bobina? ¿Qué harán con ella? Gracias autor, creo que hay oficio.
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Valoración Relato
2022-07-24 12:28:03
5
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Me ha resultado agradable leer este relato. Sin embargo, algunos errores me despistaron de la lectura: errores de puntuación, tildes, espacio entre los guiones y palabras, errores en mayúsculas y letras... Por otro lado, me ha gustado la narración y la estética utilizada. En lo personal me agrada una narración con ciertos toques poéticos. También me ha gustado la descripción de Oselu. No sé si este relato pertenece del todo a la ciencia ficción, yo lo catalogaría en la ciencia ficción fantástica. ¡Felicidades y mucha suerte!
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Valoración Relato
2022-07-25 13:46:01
5
Comentario
No hay duda de que el/la autor/a sabe lo que hace. No diré que es una mala historia, porque no es así, pero el lenguaje empleado no es de mi gusto. Entiendo que la acción ocurre en un futuro donde la civilización acabó quebrando por el mal uso de su tecnología, aunque no encontré nada en la trama que llegase a captar mi atención. Suerte autor/a
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Valoración Relato
2022-07-31 00:40:31
2
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Desde el principio se nota el tono fantasioso, con toques infantiles (velas de cumple, el límite se llama Eso no, el público está compuesto por “peques”). Me confieso a estas alturas: me gusta la literatura, puedo leer cualquier cosa. Pero me gusta sobre todo aquella que está dirigida a mi rango etario o algo similar, podría ser poco ambicioso y definir esto como “literatura para adultos”. Puedo leer fantasía, pero no una dirigida a un público infantil. No leo cuentos para niños, no me interesan, me aburren, me cuesta evaluarlos con los mismos criterios. Es un problema del autor que envía un relato de fantasía dirigido a un público infantil a un concurso de ciencia ficción donde no hay niños. El cuento está bien escrito, pero no puedo ignorar que es plenamente fantasía. Nula ciencia ficción.
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Valoración Relato
2022-08-01 07:26:36
3
Comentario
Sería un buen relato, sí este fuese un concurso de cuentos para niños, que no es el caso. No puedo aceptar este relato como de ciencia ficción. Por otro lado, necesita un repaso ortográfico.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-08-03 19:16:08
5
Comentario
Un bonito cuento de fantasía que se me antoja bebe de fuentes más cercanas que las de Tolken. Me ha recordado a Gloria Fuertes, y eso no es malo, solo que sus cuentos y poesías estaban mas dirigidos a los niños y eran más de fantasía que de ciencia ficción. Me ha gustado pero no puedo darle la puntuacion que se merecería en un certámen más apropiado. Gracias al autor por su imaginación y creatividad
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-08-09 13:54:07
7
Comentario
Enhorabuena al autor por el relato. Me ha gustado el punto de vista infantil de un probable futuro post-apocalíptico. El lenguaje está trabajado para sumergirnos en la historia, me ha recordado a la película "Atlas de las estrellas". Aún así he apreciado algunos errores que una rápida revisión podrían corregir. La historia es amena, y nos da varias pistas para poder hacernos una idea de lo que ha ocurrido en ese mundo. Me parece correcto no dar más pistas, y centrarse totalmente en el punto de vista de una niña. Es por eso que entiendo que el relato carece del elemento de la ciencia ficción, y podría considerarse una historia o cuento futurista. No lo considero un relato de fantasía, me parece que el autor ha tenido bastante imaginación y ha sido valiente para presentar el relato con esta elección de vocabulario.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-08-14 16:55:52
4
Comentario
Gracias al autor o autora por su tiempo y su imaginación. Una historia interesante en la que, a través de una niña y con un estilo bastante conseguido y cercano a la literatura infantil (con un lenguaje propio original y bien trabajado, enhorabuena), se dibuja la realidad de los supervivientes de un mundo posapocalíptico que ha destrozado casi por completo a la civilización. Al menos, eso es lo que he captado yo; creo que la ciencia ficción debería de estar presente de manera más clara, no solo a interpretación del lector, pues la historia da pie a entenderla como algo fantasiosa y, si se le echa más imaginación, como un relato que cuenta las vivencias de una secta que vive apartada en un bosque (en algún momento pensé que se trataba de eso...). Con todo, me ha dejado buen sabor de boca. El aspecto lingüístico evidencia que habría que hacer una corrección de estilo y otra ortotipográfica para dar solución a todos los problemas, errores y aspectos mejorables que presenta el texto. Una simple revisión por parte del autor/a antes de haberlo enviado al concurso habría ayudado a corregir parte de esos fallos porque saltan a la vista. Habría puntuado más alto si esto hubiese estado más cuidado y pulido, la verdad. Dejo aquí algunos de los problemas que he detectado para que ayuden a mejorar: Muchos espacios dobles. sólo/solo. Alguna acumulación de adverbios terminados en "-mente", y los dos "seguramente" tan juntos llaman la atención. Llama la atención que no se haya usado el punto y coma, que tanto ayuda en textos literarios. Errores en la puntuación de diálogos, relacionados con las mayúsculas preceptivas cuando tocan o los espacios adyacentes a las rayas. Problemas con tildes, como en "abrazaramos/abrazáramos" o "sonreirle/sonréirle". Hasta el pobre corrector de Word lo ve. Algún "Maísa" y "maisa" en lugar de "Maisa". Mezcla de "Adrea" y "Ádrea". Y cansa la gran repetición de los nombres. Redundancias como "más mayor". Puntuación mejorable y con bastantes errores, como algunos puntos finales ausentes, la coma ausente en "abiertas vacías" o la falta de la coma de vocativo en "Lo siento Oselu". "a Oselu un día se (le) llenaría". rio/río sin fin. "le/se las regalaría". "le se/se le acercaban". manara/manera. plastik/plástik. "mirando a/al Sol". briza/brizna.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-08-19 16:47:30
4
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Muchas gracias al autor y suerte ^^. Relato con toques de cuento infantil que embarga por la atmósfera de fantasía que nos acompaña hasta el final. A lo largo del relato he ido pensando que el tema del plastik y las piedras brillantes tenían una intención de crítica a la sociedad actual, pero el no haber leído nada claro sobre ello, como un giro o algo que te haga darte cuenta de lo que realmente quiere decir la historia, me ha hecho perder un poco el hilo y al final no he entendido bien lo que ocurre. Algunos fallitos, principalmente en lo que se refiere a diálogos, puntos y alguna mayúscula sin poner, pero que no rompen el ritmo rápido de la lectura.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-08-28 23:01:49
5
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Está bien escrito, hay algunas erratas, pero la redacción es buena. La CC se ve muy distante, un santuario para prepúberes en un mundo apocalíptico después de un desastre medioambiental… puede ser. Andrea, Marisa y Joselu no me convencen como personajes y la historia tampoco; es bonita, sin más. Pero tienes un don para un tipo de relatos que no son nada fáciles, por lo que debes seguir insistiendo hasta que salga y puedas encajarlo en un certamen más idóneo. Suerte!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-09-08 23:53:39
3
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Me ha costado leerlo, y mucho. Se dicen muchas cosas y se cuenta poco, al final es un batiburrillo de nombres y objetos especiales, que en un cuento corto densifica demasiado. Aparte, se ha descuidado la corrección, hay muchos dobles espacios, fallos de puntuación, palabras unidas a otras... más en los diálogos que en los párrafos normales. En un principio, el estilo cuento infantil de los niños del bosque parecía que me iba a gustar, pero le falta la concreción que tienen estos; muchas veces, menos es más. Todo no es malo, hay frases que me gustan y la idea, plasmada de otra manera, daría para un buen relato.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-09-10 19:53:53
3
Comentario
Me cuesta ver la ciencia ficción en este relato que podía servir como cuento infantil siempre y cuando se puliera un poco. Después la historia no llegó a interesarme. Cada vez que leía la palabra plastik no podía evitar pensar en la marca de los famosos colores formándose en mi cabeza un relato más absurdo.
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