Pasar al contenido principal
ZonaeReader | eBook, Libros Electronicos & Recomendados
Inicia sesión
Regístrate
Menú principal
Inicio
Concursos
Ebookteca
Foro
Tutoriales
Lista Concursos
Sorteos
Videos
Pocket Book color
Usted está aquí
Inicio
Ver Relato del Concurso
Id
Relato
Publicación
73
Relato 68 - El último viaje de Wang LI
2022-07-10
Presentación
He dejado una partida de Mahjong a medias, a las que soy muy aficionada, para leer y publicar este relato. Ahora, volveré a jugar. No será la única partida del día. Un dia espero jugar contra Wang Li.
Relato
En el año 2031 la pandemia producida por el virus SARS-CoV-2 ha ocasionado más de 500 millones de muertos desde su irrupción a finales de 2019 y sigue sin encontrase un remedio efectivo contra la misma. Los cientos de vacunas que desde 2021 se han ido desarrollando sólo han supuesto un alivio efímero e ilusorio contra la enfermedad, pues la capacidad de mutación del virus las hace ineficaces para su erradicación definitiva. Actualmente constan identificadas 217 cepas del virus, algunas inofensivas, otras letales pero no contagiosas, otras contagiosas pero no letales y dos altamente letales y contagiosas. Estas dos últimas cepas han supuesto el 75% de los fallecidos por la enfermedad. La crisis del coronavirus ha ocasionado la mayor recesión económica de la historia, afectando a todos los países del mundo. Desde el 2020 la economía mundial se ha reducido un 57% y amenaza con destruir el orden económico y social imperante. La civilización se enfrenta a su desaparición más o menos inminente y la humanidad, de repente, se encuentra en peligro de extinción. En el año 2023, China confesó que el virus había sido diseñado por sus científicos en el Instituto de Virología de Wuhan. Un super virus pulmonar creado a partir del virus sencillo de un murciélago, modificado para poder afectar a la especie humana y posteriormente codificado genéticamente para mutar de forma periódica y constante. Esta última característica es la que hace al virus resistente a los medicamentos, y a la enfermedad inmune a las vacunas que hasta la fecha se han desarrollado. En el año 2019 se habría producido en el Instituto una fuga accidental de una de las cepas del super virus. No podían saber exactamente cómo ni cuándo, pues el contagio no se podía rastrear hasta ninguno de los empleados del laboratorio, pero sabían con seguridad que la fuga no se había producido antes de octubre de 2019. En el año 2027, después del sucesivo fracaso de todas las soluciones médicas, las potencias de todo el mundo, lideradas por China y Estados Unidos, se coligaron para llevar a cabo el mayor proyecto de la humanidad, una misión formidable que se designó como “ONE WAY PROJECT”. El proyecto tenía como objetivo destruir las cepas del virus antes de su fuga accidental y para ello debía investigar las posibilidades de los viajes en el tiempo, desarrollar un artefacto que permitiera los desplazamientos a través de la línea temporal y mandar al pasado al primer crononauta de la historia. El proyecto estuvo dirigido por el Dr. Vonnegut, uno de los principales teóricos de los viajes en el tiempo. El Dr. Vonnegut —discípulo de Kilgore Trout, otro teórico de los cronoviajes —había planteado la posibilidad de regresar al pasado a través de una singularidad espaciotemporal que denominó “infundibulum crono-sinclástico” y que permitiría viajar a todos los lugares posibles del tiempo y del espacio. Llevar los desplazamientos en el tiempo del plano teórico a la realidad, así como la fabricación de una máquina que pudiera trasladar a un hombre del presente a un momento temporal anterior, le costó cuatro años de trabajos e inversiones por importe de 100.000.000.000 de USD. La selección del primer crononauta de la historia, el primer ser humano que viajaría en el tiempo, fue un proceso complicado y controvertido que casi supuso la ruptura entre los dos países líderes del proyecto, China y Estados Unidos. No se ponían de acuerdo con el perfil del viajero, unos pretendían mandar a un militar con instrucción científica y los otros a un científico con instrucción militar, la elección dependía de la misión que cada país había planteado, la cual difería de un país a otro. Pero, sobre todo, no se ponían de acuerdo con la nacionalidad del viajero, cada uno pretendía enviar a un ciudadano de su país y no era una cuestión de cualificación o preparación, sino una mera disputa chovinista. Finalmente, la postulación voluntaria de un candidato, una persona absolutamente anónima, decidió la disputa, pues ambos países consideraron que el voluntario era la persona idónea y su elección determinaba el diseño de la misión. Wang Li era un empleado del Instituto de Virología de Wuhan, uno de los científicos del equipo que trabajó en la creación del virus SARS-CoV-2 allá por el 2019. Nadie destacado, tan sólo un miembro más del equipo de laboratorio que experimentaba con los virus y que tenía acceso a las distintas cepas que se iban diseñando. En el 2031 seguía trabajando en el Instituto, pero, debido más a su falta de ambición que a su falta de aptitudes, apenas había prosperado y en 11 años había ascendido únicamente a jefe de laboratorio con un equipo bajo su cargo de otros tres científicos; nada más. No destacaba por sus ideas ni por su brillantez, brillar era quizá una extravagancia que no casaba bien con su carácter reservado y modesto. Era afable, educado y un estricto cumplidor de los horarios, normas y protocolos del Instituto. Por la seriedad en su trabajo era muy apreciado por sus superiores y el objeto de las bromas de su equipo. No estaba casado ni se le conocía ninguna relación sentimental, los informes secretos de los psicólogos que concienzudamente lo habían analizado lo calificaban como posiblemente homosexual. Lo cierto es que en su esfera privada era igualmente reservado, no tenía amistades íntimas, no se le conocía ningún escándalo y su ficha policial estaba impoluta. Su vida era rutinaria y transcurría diariamente y sin excepción entre el laboratorio y su casa. Los fines de semana los aprovechaba para aprovisionar su despensa, cocinar para el resto de la semana, ver la televisión y jugar al Mahjong. El Mahjong parecía ser la única afición de Wang Li, y era un jugador asiduo y experto. De pequeño su madre le había introducido en la práctica de ese pasatiempo y los dos jugaban con otros vecinos del bloque de viviendas del barrio de Wuhan donde habían transcurrido sus primeros años. Wang Li había nacido en Wuhan en 1989 y se había criado en un barrio humilde del distrito de Huangpi. No conoció a su padre, fallecido antes de que Wang naciera. Wang se crió solo con su madre hasta los siete años. A partir de esa edad empieza alternar periodos en el hogar familiar y periodos en centros de acogida. La madre de Wang tiene etapas de alcoholismo severo y en 1997 se le diagnostica un trastorno mental grave. A partir de esa fecha empieza a padecer ataques delirantes, alucinaciones y comportamientos desorganizados que la incapacitan para ocuparse de su hijo, debiendo ser internada en hospitales psiquiátricos. Mientras duran los periodos de internamiento de su madre, Wang es alojado en centros de acogida tutelados hasta que puede ser reintegrado al hogar familiar. La convivencia con su madre se hace cada vez más penosa y resulta difícil saber quién cuida de quién. En el año 2003 la madre sufre una fuerte crisis esquizofrénica y es internada en un centro psiquiátrico, volviendo Wang una vez más al centro de acogida, pero en esta ocasión de forma permanente. No volvería a ver a su madre nunca más. El informe de la agencia sigue la huella de la madre de Wang los años siguientes, alternando largas estancias en sanatorios donde se le somete a terapias de electroshocks y temporadas en la calle, donde se dedica a mendigar. Fallece finalmente en un hospital de Wuhan en la completa indigencia. A pesar de todas estas difíciles circunstancias, Wang resulta buen estudiante y sus calificaciones en el colegio son superiores a la media, incluso durante las crisis de su madre y las sucesivas temporadas en centros de acogida. Cuando a los 13 años su tutela es asumida definitivamente por la República Popular de China e ingresa en un centro de acogida para niños problemáticos sus calificaciones mejoran y destaca en matemáticas, química y biología. El gobierno chino le beca para estudiar bioquímica en la Universidad de Wuhan, donde sigue destacando entre el resto de los alumnos. Nada más salir de la universidad se incorpora al Instituto de Virología de Wuhan y a los pocos años se integra en el proyecto secreto para la creación del super virus. Los psicólogos y psiquiatras que lo examinan para aprobar sus aptitudes para la misión lo califican como una persona normal, con un cociente intelectual alto y una psique bien estructurada y estable. No encuentran traumas ocultos derivados de su dolorosa infancia que lo inhabiliten para la misión. No es insensible, pero sus heridas han sanado con el tiempo y la ayuda de una mente equilibrada y reflexiva. Cuando le preguntan la razón por la que se ofrece voluntario para esta sacrificada misión, responde con naturalidad que trata de compensar el perjuicio que él, entre otros muchos, ha contribuido a causar a la humanidad. A los investigadores les parece una respuesta cabal de una persona lúcida, reflexiva y normal, y no necesitan indagar nada más. Una vez reclutado el crononauta y definida la misión, un equipo de miles de personas planifica cada detalle del plan. Se fija el martes 22 de octubre de 2019 como fecha destino del viaje y empieza el trabajo de reproducir lo que aconteció ese concreto día para infiltrar a un intruso con el menor impacto colateral posible. Es como preparar el rodaje de una película con un solo actor, millones de figurantes involuntarios y un escenario natural: la ciudad de Wuhan. Wang Li se conserva bastante bien y en 10 años apenas ha cambiado. Le bastan adelgazar 6 kilos, un tinte para las canas y unos retoques quirúrgicos para volver a los 30. Se establece el trayecto milimétricamente y se estudian todos los pormenores. Después de cuatro meses de preparación del viaje, el alto mando da la orden de iniciar la misión. Todavía se producen dos cancelaciones de última hora, pero al tercer intento se envía a un hombre al pasado por primera vez en la historia. A las 03:00 A.M. Wang Li se materializa en el parking para visitantes de la Torre de la Grulla Amarilla en Wuhan. No hay fogonazos ni chispas, un advenimiento discreto del que nadie se entera. El parking está totalmente vacío, no se empezará a llenar hasta mucho más tarde y a esa hora no hay un alma alrededor. Nada más llegar le sobreviene un ataque de vértigo y tiene que tumbarse sobre el asfalto del parking. Los oídos le zumban y la visión se le nubla, oscilando arriba y abajo. Una contingencia no prevista en el plan de contingencias. Se tumba sobre el asfalto y trata de tranquilizarse, aguantando las ganas de vomitar. Poco a poco se le pasa el mareo y puede incorporarse; ha perdido 13 minutos respecto al horario previsto. Sale del parque, tiene que controlarse para andar sin dar tumbos y no llamar la atención de algún policía suspicaz. Viste un mono de trabajo perfectamente habitual en cualquier operario de la ciudad y lleva una mochila con el material imprescindible para la misión. El transporte de cada átomo tiene un coste y sólo lo han provisionado con equipo básico que precisa. Sale del parque de la torre de la Grulla Amarilla y se dirige andando hacia el noroeste, cruzando el Yangtsé por el puente Changjiang. Luego tuerce a la derecha por la avenida Qingchuan hasta el distrito residencial donde vive. La ciudad duerme todavía a esa hora temprana y apenas se cruza con algún transeúnte trasnochado. La temperatura es de 11 grados y la humedad relativa del aire del 75%. Una bruma ligera proveniente del río cubre las márgenes y después lloverá intermitentemente durante todo el día. Callejea y llega hasta el portal de un alto edificio de apartamentos. Ha tardado menos de una hora, ahorrando el tiempo perdido, y sin ningún imprevisto. Entra al edificio y sube en el ascensor hasta el sexto piso. Se planta frente a la puerta de su apartamento y abre con su propia llave sin hacer ruido. Es uno de los momentos más delicados de la misión. Silenciosamente saca de la mochila unas gafas de visión nocturna y una pistola cargada con dardos tranquilizantes. El piso está cubierto de moqueta y camina con sigilo hasta su habitación. La puerta está entreabierta y sólo la tiene que empujar para tener una visión completa de todo el dormitorio. El sujeto duerme sin enterarse de nada. Desde la puerta apunta con la mira láser de su pistola sobre el hombro que sobresale por encima del edredón y dispara. No le tiembla el pulso y el dardo da en el blanco. El objetivo se despierta al sentir el pinchazo. —¿Qué? ¿Quién es? ¿Qué pasa…? —Es todo lo que puede decir antes de caer dormido por el efecto inmediato del anestésico. La voz de uno es la más extraña para sí mismo y Wang Li no la reconoce como suya, llegando a temer que se haya equivocado de persona. Enciende la luz para confirmar que efectivamente es él. Ha intentado salir de la cama y el tronco está desplomado sobre el suelo, mientras las piernas siguen en la cama. Wang Li vuelve a meter el cuerpo en la cama y lo tapa con el edredón. Está totalmente sedado y puede manipularlo a su antojo sin que se despierte. Saca el dardo y aplica un algodón en el pinchazo durante unos minutos. El efecto del sedante es de 20-24 horas y supuestamente no se acordará de nada cuando se despierte, pero sí persistirá un pequeño dolor en el hombro. Wang Li se pregunta si sospechará algo, si él investigará algo sobre el extraño pinchazo en el hombro o si llegará a descubrir que furtivamente le han robado un día de su vida. Wang Li no se acuerda de nada. Tiene más de dos horas por delante hasta que pueda salir de su apartamento puntualmente a las 6:45 de la mañana. Se prepara un té y toma una taza tras otra mientras espera. La turbia claridad del amanecer se empieza a vislumbrar desde la ventana frente a la que se ha sentado; es la hora. Se quita el mono y hace un hatillo en el que mete las gafas nocturnas y la pistola. Debajo del mono lleva su indumentaria habitual de aquella época, confeccionada especialmente por los encargados de vestuario. Enjuaga la taza de té y la deja en su sitio en la encimera. Sale del bloque de apartamentos y se dirige hacia el norte, cruzando el Río Hanshui por el Puente Qingchuan. Se detiene un momento en medio del puente y disimuladamente arroja el hatillo con el mono, las gafas y la pistola al río. Observa cómo se hunde después de que la corriente lo arrastre unos metros y prosigue la ruta. Va por la calle Youyi hasta la estación Wichau donde todos los días coge el tren urbano que, después de dos transbordos, lo conduce hasta el Instituto de Virología de Wuhan, en el distrito de Jiangxia. Ha hecho ese trayecto en su vida 3327 veces, lo conoce de memoria y podría hacerlo con los ojos cerrados. Encuentra un asiento libre en el vagón y se dispone a leer, como cada mañana, el Chutian Dushi Bao, el periódico más popular editado en la ciudad de Wuhan. Se relaja durante el largo trayecto, es como un día más. Le sorprende no tener sensación de déjà vu, al fin y al cabo, ese mismo día ya lo ha vivido, debe de haber leído las mismas noticias en el periódico y visto quizá las mismas caras en el tren, pero lo cierto es que el día se confunde entre los miles de días y las caras se pierden entre un mar de caras y lo cotidiano se difumina en lo cotidiano. Se baja en la última estación y camina 5 minutos hasta el Instituto. Pasa el control de seguridad sin ningún contratiempo y se dirige hacia su laboratorio. Ha llegado un poco más pronto que de costumbre, tan sólo 10 minutos antes del inicio de la jornada, nada que pueda llamar la atención. Quiere que cuando lleguen sus compañeros lo encuentren en su puesto, absorto en su trabajo, y evitar cualquier atisbo de conversación. Sabe perfectamente lo que tiene que hacer, la fase en la que se encuentran los experimentos que estaba realizando y las pruebas que debía continuar ese día. A partir de las cinco se van marchando uno a uno sus compañeros hasta que se queda solo. Era habitual que Wang Li se quedara el último en el laboratorio después de que todos los demás se hubieran marchado, así que nadie se extraña. A las 19 horas el Instituto se cierra y deben evacuarlo todos los empleados, menos el personal de seguridad. Tiene algo más de una hora para ejecutar las instrucciones que ha recibido y que ha repetido al menos 100 veces antes del viaje. Es una operación sencilla que no debe llevarle más de un cuarto de hora. Wang Li desconecta la alarma de emergencia que avisa cuando la temperatura de las neveras donde se guardan las cepas supera los límites de conservación de los cultivos con los virus con los que están experimentando. Desconectada la alarma, incrementa la temperatura de conservación en las neveras hasta los 80º centígrados, temperatura que eliminará los virus en menos de 6 horas. Después introduce en el puerto USB de su ordenador, ocultando la maniobra de las cámaras, un pen drive con el virus informático más destructivo que han podido diseñar los ingenieros informáticos del Proyecto. El objetivo del ataque no es sólo eliminar la memoria y los sistemas informáticos del Instituto en el menor tiempo y de manera irreversible, sino además borrar toda la huella del mismo y simular que éste es un ciberataque exterior, de ciberterroristas rusos o americanos no gubernamentales. Toda la operación le lleva exactamente 14 minutos y 3 segundos. Wang Li saca el pendrive, lo guarda disimuladamente en el bolsillo, apaga el ordenador, deja la bata en su taquilla y se marcha. Un trabajo rápido, sencillo y bien ejecutado. El guardia de la garita de control le abre la puerta y Wang Li le da las gracias afablemente, como otras tantas veces ha sucedido en el pasado y sucederá en el futuro. Wang Li tiene instrucciones de dirigirse hacia el puente Zhuankou Changjiang sobre el Yangtsé y bajar hasta uno de los pilares del puente. Ahí tiene que llenar la mochila de piedras, tomarse una píldora de veneno y tirarse a las turbias aguas del Yangtsé. La píldora le dejará inconsciente en 5 segundos y lo matará en 20, antes de que pueda ahogarse en el río. El objetivo es no dejar rastro del intruso Wang Li y hacerle desaparecer. Sólo tiene que esfumarse, nadie le buscará. Pero Wang Li tiene otros planes, no pretende desobedecer las órdenes y desbaratar el plan, sólo retrasar unas horas la partida. Desde el principio ha mantenido una agenda oculta, una motivación adicional para el viaje. Vuelve a la estación y coge un tren hacia el distrito de Huangpi, al barrio donde había pasado la infancia con su madre. Cuando a Wang Li le llaman desde un hospital y le informan sobre el fallecimiento de su madre siente sólo indiferencia y algo de incomodidad, una persona que no ha visto en más de 15 años y cuyo recuerdo ha querido erradicar de su memoria. Durante esos años ha tenido alguna noticia de su madre y ha sabido que ella ha tratado en ocasiones de contactar con él, pero Wang Li lo ha rehuido. Sin embargo, cuando ese mismo día llega a su casa empieza a sentir una opresión en el pecho, una angustia que no le permite dormir. Deja de pensar en su madre como esa mujer alcohólica y desequilibrada que le atormentó la infancia y que en una ocasión metió cucarachas muertas en su cuenco de arroz. Empieza a acordarse de la otra, de aquella mujer de rasgos hermosos (antes de que la enfermedad los desfigurara) y cariñosa, que cuidaba y se desvivía por él. La madre que lo llevaba y lo traía del colegio, que cocinaba para él, que le ayudaba hacer los deberes y le enseñaba a jugar al Mahjong. Luego empezó a beber y se corrompió todo eso. Pero ella estaba enferma, no podía evitar sus crisis ni sus delirios. Se instala en él entonces una tristeza profunda, un sentimiento de culpabilidad que el paso del tiempo no atenúa. Hubiera querido ser más compasivo entonces, entenderlo como lo entendía ahora y haberla cuidado como ella lo había cuidado a él cuando estaba bien. La había dejado sola, sola con su locura. Se arrepentía, sólo Dios sabe cómo se arrepentía, lo que hubiera dado por volver al pasado y ver a su madre, aunque sólo fuera una vez, para decirle que la quería, que siempre estaría a su lado y que no volvería a estar sola nunca más. Millones de personas han tenido ese tipo de sentimiento cuando alguien cercano muere, querrían que el pasado hubiera sido distinto, ansían poder tener una nueva oportunidad de hacer las cosas de manera diferente, de rehacer la historia, aun fuera de una manera ínfima e íntima. Pero en esta ocasión Wang Li puede hacer realidad ese anhelo, él tiene la oportunidad y no la va a desperdiciar. Sale en la estación y se reencuentra súbitamente con su antiguo barrio. Lo ha estado evitando durante años, demasiados recuerdos dolorosos para él. Ha cambiado mucho desde la última vez que lo visitó hace más de 10 años, pero persisten edificios, tiendas, oficinas, restaurantes que lo trasladan directamente a su niñez. Recorre las calles reconociendo los lugares de su infancia, deslumbrado y sorprendentemente feliz. Mientras camina, va dejando a un lado los recuerdos tristes y se reconforta sólo con los dichosos. Como iluminado llega hasta un edificio viejo y destartalado de dos plantas con un cartel en la puerta que dice “Centro de Acogida de las Misioneras de la Caridad en Wuhan”. Entra, pregunta por su madre y una de las hermanas de la congregación le conduce hasta una sala con 12 camas atendidas por otras hermanas. —Es aquella, lleva esperándole mucho tiempo. —Le dice señalando una de las camas. — Ya no puede hablar, pero seguro que le reconocerá. Dios le bendiga. Una boca sin dientes le sonríe cuando se acerca, lo ha reconocido nada más verle. Pero a él le cuesta reconocerla, su madre tiene 60 años y esa vieja parece tener 100. Una mujer muy anciana, disminuida, arrugada, desdentada y con el pelo blanco y greñudo. Pero sí reconoce los ojos que ahora le miran desde el fondo de unas cuencas hundidas, la misma tierna mirada de su madre antes de que la enfermedad hiciera estragos. Le entran unas súbitas ganas de echarse a llorar, casi irreprimibles, pero se contiene, se rehace y consigue armar él también una sonrisa. Se sienta en una silla al lado de la cama y su madre sigue mirándole y sonriéndole con la boca sumida y la cabeza hundida en la almohada. Wang Li le peina el pelo blanco con los dedos y le besa la frente. Su madre saca una mano temblorosa debajo de las manta y Wang Li la toma entre las dos suyas. Quiere contarle muchas cosas. Han pasado muchos años y no sabe cómo ni dónde empezar. Le dice que sacó la mejor nota de su promoción en el colegio, que se graduó en ingeniería química con honores y que ahora trabaja en el Instituto de Virología de Wuhan. Le cuenta que tiene una casa preciosa en el distrito residencial de Qingchuan y que sale a correr casi todas las mañanas por unos jardines cercanos. Le dice que sigue jugando al Mahjong y que es un jugador formidable. Le recuerda que fue ella quien le enseñó a jugar y que jugaban muchas noches con los vecinos de su edificio. Entonces empieza a evocar muchos episodios felices de su infancia, antes de que empezaran las crisis y los episodios delirantes. Habla durante una hora sin parar y su madre le escucha sin dejar un solo instante de sonreír. Wang Li mira su reloj y le dice a su madre que se tiene que marchar. Le dice que tiene que hacer un largo viaje por trabajo y que estará fuera un par de semanas, pero cuando vuelva de ese viaje vendrá a visitarla y, cuando ella se mejore, la sacará de allí y se la traerá a su casa para vivir juntos. Que podrán dar paseos por los jardines cercanos y jugar al Mahjong todas las noches. Que no volverá a estar sola nunca más. Sus manos que han estado todo el rato entrelazadas se separan, pero ni siquiera ahí su madre deja de sonreír. Wang Li le da un beso en la frente a su madre y se marcha. En la puerta de la sala se gira para ver a su madre una vez más, ella lo mira y sigue sonriendo. Sabe que su madre entrará en coma en 10 días, la llevarán a un hospital y morirá ahí 12 días después. Ya ha hecho lo que había venido a hacer y puede seguir con el plan tal cómo estaba establecido. Vuelve a coger el tren de vuelta al distrito de Jiangxia y al salir de la estación se dirige hacia el puente Zhuankou Changjiang sobre el Yangtsé. Baja hasta uno de los pilares del puente, llena la mochila de piedras, se traga la píldora y se arroja a la lenta corriente del rio, hundiéndose inmediatamente en sus contaminadas aguas. No debía quedar rastro del paso de Wang Li por el pasado, nada que pudiera ser irruptor de los sucesos futuros, más allá del fin mismo de la operación. Los efectos colaterales del viaje debían de ser mínimos y estar controlados. La aniquilación del crononauta, sin posibilidad de viaje de regreso está, en este sentido, justificada. Wang Li tenía que morir y que su viaje no tuviera más impacto que el estrictamente pretendido: destruir las cepas del virus SARS-CoV-2 antes de que se produjera su fuga accidental. Pero Wang Li sí ha dejado huella de su paso por el pasado, unos cuantos millones de agentes microscópicos que viajaba inadvertidamente de polizones en su cuerpo desde el futuro. Tan sólo unas estructuras proteicas con material genético en su interior, nada más. Cuando Wang Li cogió la mano de su madre unos cuantos miles de estos polizones abandonaron su vehículo inicial y pasaron a otro huésped con el sistema inmunológico muy debilitado, siendo rápidamente infectado. Una de las voluntarias del centro de acogida fue contagiada por la madre de Wang Li, pasando la enfermedad de forma asintomática, pero contagiando a su marido que estaba empleado en el Mercado de Mariscos de Huanan. Éste resultó un super contagiador que infectó a decenas de trabajadores del mercado e inició una epidemia que contagiará a todo el planeta. En el año 2031 la pandemia producida por el virus SARS-CoV-2 ha ocasionado más de 500 millones de muertos…
NO PUEDES CREAR UNA VALORACION O MODIFICAR UNA ANTERIOR
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-07-11 18:47:25
6
Comentario
Muy bien narrado y salvo algún error, que comentaré después, se lee sin problemas hasta el final: el que por cierto se ve venir y no sorprende. Pero vamos al meollo de la cuestión que me ha hecho saltar de mi silla en el primer párrafo… Existe una fina línea entre el plagio y la inspiración, y de no ser David Nel el autor del texto este relato se encuentra muy cerca de lo primero. He aquí la prueba: punto dos LA PARADOJA DE LA PANDEMIA: https://www.davidnel.com/paradojas-temporales/ , aunque realmente la idea surgió primero en la película “12 monos”. Pero bueno, vamos a correr un tupido velo y olvidarnos de esa musa inspiradora. Hablando de paradojas, con los test psicoanalíticos que el hacen al viajero, ¿cómo no han previsto que su madre vivía y podía ir a verla saltándose el protocolo?, ¿cómo no ha estado en cuarentena estricta con Inumerables pruebas de detección de COVID antes del viaje?, ¿cómo va tan tranquilo por el pasado sin mascarilla FFP3? Debería ir con el EPI si me apuras. Demasiados cabos sueltos… En cuanto a los fallos que dije antes: ⁃ “República popular* China”. ⁃ “Coeficiente* intelectual”. ⁃ “Con EL* equipo “Aunque*”. ⁃ “Agentes microscópicos que viajabaN*”. ⁃ “sOlo*”. ⁃ “Las mantaS*”. ⁃ “PenDrive” es un anglicismo que en español se escribe disco duro extraíble o memoria USB. Además se duplica el término cerca. ⁃ “Pero” también lo repite cerquita en ocasiones. ⁃ Igualmente “Contingencia” aparece muy próximo en el texto. ⁃ Los numeros en letras en un relato literario siempre. Y el por ciento (%) también. ¡Enhorabuena por el relato y mucha suerte!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-07-11 18:51:03
6
Comentario
Un magnífico relato, de interesante lectura que, con el reencuentro de la madre, la historia se hace más emotiva. Pero, el destino tiene su propio juego y, a pesar de querer deshacer lo que se hizo mal y, dado que el ser humano tiene su propio albedrío, una decisión fuera de la norma hace volver a tropezar con la misma piedra.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-07-12 19:39:39
6
Comentario
El cuento está muy bien escrito y logra hacer lo que en otras historias no se consigue: introducir crononautas que no producen paradojas imposibles en el tiempo. Eso sí, no me convence la idea de alinearse con los conspiranoicos que achacan el Covid a los chinos (aunque yo no tengo simpatía alguna por su sistema social).
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-07-15 18:05:43
9
Comentario
Autor/a, un relato interesante sobre los viajes en el tiempo. Transmite muy bien las emociones de amor, tristeza y compasión. Trata de liberarse del cargo de conciencia y lo consigue. Me pareció bien escrito e hilado. Muchas descripciones, para mi gusto, que en un relato tan corto se hacen un poco tediosas, pero me gustó. Creo que puedes escribir novelas fácilmente, escribes bastante bien. Y un bien final, al fin no cambió el destino distópico del planeta. Una corrección que te sugiero: trata de sustituir una de las dos contingencias: Una contingencia no prevista en el plan de contingencias. ¡Suerte!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-07-17 11:07:40
7
Comentario
Un buen relato que se lee con mucho agrado. enhorabuena al autor. Los viajes en el tiempo son un clásico de la ciencia ficción y siempre es interesante una nueva manera de entender cómo la no linealidad del tiempo supone una contradicción con el hecho del viaje en el tiempo. En este relato se resuelve esa paradoja con la propuesta de que efectivamente un viaje en el tiempo no puede cambiar esencialmente el pasado porque si no no se habría producido ese viaje... muy interesante.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-07-22 20:45:39
9
Comentario
Querido autor/a, me gustó muchísimo tu relato. Te confesaré que la parte de la visita a su madre me hizo llorar, por lo que te felicito. Conseguir emociones reales en los lectores produce una gran satisfacción en el escritor. Un final esperado, pero no por ello menos auténtico. Una forma estupenda de esquivar la paradoja temporal. Enhorabuena autor/a. Sigue escribiendo, por favor :)
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-08-01 17:48:15
3
Comentario
Desde un principio incomodan tantas cifras en números. Debería buscarse otra forma de dar la misma información. El escenario del 2031, con quinientos millones de muertos, parece complicado, pero hablar de posibilidad de extinción resulta una exageración. “China confesó” parece una simplificación. No es China la que confiesa, como mucho serán las autoridades sanitarias o un ministro. Crear una máquina del tiempo para detener el coronavirus también parece una exageración, sorprende la nueva temática. La solución al problema es desproporcionada. Es como inventar una máquina de fisión nuclear para matar mosquitos. Se tiene la tecnología para viajar en el tiempo, pero no para detener un virus. Si tienen una máquina en el tiempo, mejor viajar a modificar algo más trascendente (como el inicio de la sociedad de consumo después de la revolución industrial; o prevenir las dos guerras mundiales). Ningún psicólogo serio calificaría a una persona de “normal” (o anormal). Para no caer en estas simplificaciones se inventaron numerosas baterías de test. El cuento cae en la paradoja del abuelo, la más conocida de las numerosas paradojas que se desprenden del viaje en el tiempo. Si Wang viaja al pasado y evita que se libere el virus, nunca se creara la máquina en el tiempo (para viajar al pasado y evitar que se libere el virus), por lo que no viajará y el virus se liberará, por lo que sí viajará, y un interminable etcétera. ¿A ninguno de las miles de personas que diseña el plan se le ocurrió esto? Un estacionamiento no parece el lugar más discreto para materializarse. El final es previsible y hasta justo. Era de esperarse que un plan tan malo terminara en la nada.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-08-14 17:10:20
3
Comentario
Gracias al autor o autora por su tiempo y su imaginación. Una vuelta de tuerca a las historias de viajes en el tiempo, aunque el tema de la inevitabilidad de la historia no es novedosa. En mi opinión, lo mejor del relato es el manejo de las emociones y la capacidad para sugerir, me ha gustado mucho eso. Pero, sinceramente, un relato tan largo sobre el cóvid, en forma de crónica, me produce bastante rechazo porque es un tema que estamos viviendo y que ya satura. Con todo, me parece peor el formato escogido que el tema, la verdad. Está bastante bien escrito, sin embargo, sería necesaria una corrección de estilo y otra ortotipográfica para solucionar la gran cantidad de errores e incorrecciones que contiene el texto. Dejo una muestra de ellos, para que ayuden a mejorar: "aparcamiento" mejor que "parking". "le bastan/basta adelgazar". Hay mezcla de tiempos verbales. Hay párrafos muy densos que se podrían dividir perfectamente. Mezcla de "solo/sólo", y un par de "éste". En español de España van sin tilde. Alguna acumulación de adverbios terminados en "-mente". Las comillas no son las recomendadas para textos impresos en español. El símbolo % debería ir separado de la cifra. "100.000.000.000 de USD" no tiene cabida en un texto literario. Igual "20-24". El dato de temperatura no se escribe así. "las manta/mantas". "tal cómo/como estaba". "que viajaba/viajaban". "super contagiador" va junto. "Río", "Puente", con minúsculas. "déjà vu", en cursiva. Muchas de las cifras, mejor con letras. EL formato de hora no es el adecuado en español. Errores en la puntuación de diálogos, como en "tiempo. —Le dice".
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-09-12 19:58:44
6
Comentario
Aunque uno ya se imagina el final y el tema COVID cansa no se me ha hecho pesado y me ha parecido bastante bien escrito. Como al corregir un error del pasado, (la madre), vuelve todo a su inicio. Mejor un militar sin sentimientos, ja, ja, ja. Suerte.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-09-16 12:39:09
7
Comentario
Muchas gracias al autor y suerte ^^. Relato que en general está bien escrito, de lectura amena que mezcla hechos bien actuales para nosotros con el futuro, los viajes en el tiempo y una historia humana y emotiva. El reencuentro con la madre está muy bien descrito y provoca emotividad y nostalgia. Es bonito. El final, aunque es muy típico de este tipo de historias (el protagonista intenta cambiar el pasado y él mismo acaba siendo responsable de lo malo acontecido en el futuro) me ha gustado bastante, aunque me ha dejado un sabor agridulce.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-09-16 19:44:39
5
Comentario
Agradezco un relato sobre el COVID que diga claramente que va sobre la pandemia sin quererlo disfrazar. La parte emotiva está bastante bien, pero el final es previsible y no sorprende, es lo que pasa cuando quieres cambiar el pasado. En general, la gente no desea leer sobre el COVID. Como mejora, las cifras mejor en palabras. No repetir brillar y brillante solamente separadas por un punto.
Consulta la comparativa de eReaders
en Español, más completa de internet.
eReaders
Todos los eReaders
Buscar eReaders
Comparar eReaders
Podría interesarte...
Obra colectiva del equipo de coordinación ZonaeReader
También en redes sociales :)