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Relato 54 - Agujero negro
2022-07-03
Presentación
¿Alguna vez has visto un ángel de luz? Realiza un viaje a un agujero negro y lo descubrirás. Eso sí, debes estar consciente de que nadie más se enterará de tu viaje.
Relato
Hay quienes creen que son más los misterios que las certezas; otros niegan lo incomprobable y los hay quienes pasan por la vida sin planteárselo. Al médico psiquiatra le tomó por sorpresa la citación formal, multidisciplinaria y perentoria de la Casa Blanca. No lo hizo, por el contrario, que tuviese que firmar un compromiso de confidencialidad, previo a su reunión en la sala Roosevelt, con el mismísimo Secretario de Estado y seis de sus colaboradores. A su arribo se enteró que era el último de los profesionales convocados, luego de que pasaran por la misma sala: un destacado astrónomo, un prestigioso astrofísico de nacionalidad mejicana, el segundo a cargo de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (la N.A.S.A.), el rabino de New York y el arzobispo de Baltimore. Esto explicaba la inclusión de la infrecuente palabra “multidisciplinaria” en la convocatoria, pero nada anticipaba de sus motivaciones. El psiquiatra no se dejó ganar por la ansiedad, ni fue capaz de pergeñar un plan previo; sencillamente dejaría fluir lo que se fuera sucediendo. Como solía decir en circunstancias similares: “acudiría a la citación con la mochila vacía”. Le resultó extraño... tal vez intimidante, que las primeras palabras de su anfitrión hicieran referencia a que el presidente de los Estados Unidos de América estaba interesado en el caso, que junto a sus asesores analizaría las grabaciones de la reunión y que la opinión suya habría de ser la prioritaria a la hora de tomar una decisión que sería refrendada luego por el primer mandatario de la nación más poderosa del planeta. En varias ocasiones y de diversas maneras durante la conversación, el Secretario reiteró lo prioritario de su dictamen psiquiátrico por sobre los otros cinco que, aunque importantes todos ellos, no alcanzaban la relevancia del suyo. El funcionario endureció el semblante al momento de exigirle al psiquiatra una total discreción con respecto a lo que conocería durante la patriótica misión que se le estaba confiando y pasó luego a relatarle el motivo de la convocatoria. Tenía que ver con que siete meses antes, el telescopio espacial Hubble había detectado un diminuto objeto luminoso vagando por los confines de la Vía Láctea. No hubiera llamado la atención de nadie, a no ser por la extraordinaria rapidez con la que parecía desplazarse. Siete días después de su descubrimiento, los registros del Hubble volvían sobre un fenómeno al que se comenzaba a conocer como el meteorito fantasma. En esta segunda oportunidad se lo divisó mucho más cerca de lo que se había proyectado la primera vez, cuando se había calculado su distanciamiento en años luz. Un mes después, no se descartaba su presencia en cercanías peligrosas para el planeta, antes de que finalizara el siglo XXI. A cuatro meses de la primera visión, nadie era capaz de explicar por qué razón ese objeto cósmico violentaba el principio de la relatividad según el cual, nada que posea masa puede trasladarse a una velocidad superior a la de la luz. El extraño objeto volador había superado varias veces ese escollo, hasta entonces insalvable para la ciencia. Ya en el sistema solar, se calculó que su ruta pasaría inevitablemente por el vecindario y que el suceso debía analizarse seriamente y a la brevedad. A cuatrocientos millones de millas de distancia, cuando el impacto con nuestro planeta comenzaba a calcularse por días, horas y minutos, los observatorios que seguían su derrotero comunicaron una novedad promisoria, a la vez que desconcertante. No se trataba de una roca, ni de un cometa de residuos gaseosos congelados, no eran deshechos de colisiones planetarias que deambulaban por el cosmos. Era una extraña nave espacial en vertiginoso vuelo directo hacia la Tierra; calificaba definitivamente como un O.V.N.I., un Objeto Volador No Identificado —Hace veintisiete días, la torre de control del Centro espacial John F. Kennedy recibió un inesperado mensaje, solicitando autorización para aterrizar en una de sus pistas —concluía su disertación el Secretario de Estado—. Luego de las consultas del caso y, a pesar de que no se tenía noticias de nave alguna de características y situación semejantes, que se desplazara en el espacio exterior, las autoridades de la N.A.S.A. asintieron al pedido y guiaron para el descenso a quien hablaba un perfecto inglés coloquial americano y dijo ser el comandante de la nave. Finalmente, de la sorprendente nave descendió alguien que se identificó como el Comandante de Vuelo Aeroespacial, Sixto Carrasquillo y dijo ser piloto de pruebas de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de América; luego de que el desconcertado navegante consultó cuál era la fecha de ese día, y tras unas cuentas que pareció hacer en silencio, afirmó tener ciento trece años de edad. Aunque a juzgar por su aspecto físico y su desenvoltura, no aparentaba haber consumido mucho más de cuatro décadas en su vida. Al comandante se le sometió a un exhaustivo análisis sanitario y a todo tipo de interrogatorios (incluida la prueba del polígrafo). Si bien los resultados confirmaron el excelente estado de su salud, el sondeo mental (sobre todo a partir de sus temerarias afirmaciones) arrojó más dudas que certezas. El presidente de la nación decidió decretar el Secreto Oficial con respecto al inexplicable acontecimiento aeroespacial, hasta tanto se aclarasen los sucesos, sus motivaciones, causas y posibles consecuencias. Adicionalmente dispuso que el Secretario de Estado contara con los recursos y colaboradores que estimara necesarios para efectivizar ese cometido. Entonces la confusión era la regla y los datos certeros eran valiosas excepciones. Nadie se atrevía a opinar, ni sobre el origen, ni de la procedencia o cometido de la nave. No eran capaces de explicar la extraordinaria velocidad con que se trasladaba a través del tejido cósmico, contradiciendo todos los principios de la física, y en particular el de la relatividad general publicada por Einstein en 1915. Confidencialmente el funcionario admitió la intención, que para entonces tuvieron las autoridades de la N.A.S.A., de eludir cualquier escandalosa explicación carente de fundamentos científicos, arremetiendo con una deliberada e intensiva campaña de desinformación. No faltaron aviesas culpas a inexistentes disfunciones en los telescopios, o referencias absurdas a modificaciones espectrales del tejido espacio temporal en el Cosmos o a variaciones repentinas en las ondas gravitacionales, u otras mil excusas a cada cual más disparatada. Finalizado el encuentro y aceptada la misión, el médico psiquiatra se apersonó en una de las bases de las fuerzas especiales, ubicada en el estado de Florida. Al verlo entrar por la puerta de su alojamiento, el interno levantó la mirada del libro que leía y la posó, sereno, sobre el expectante rostro del psiquiatra. Le sonrió, con la familiaridad propia de quien finalmente recibe la visita que esperaba. El interno se presentó como el Comandante de Vuelo Aeroespacial Sixto Carrasquillo, astronauta y piloto de pruebas de la Fuerza Aérea norteamericana. Era alto, fuerte, de diálogo claro y fluido y de gestos ágiles y amables, aunque imperativos. No evidenció trastornos de comunicación en ningún tramo del encuentro con el psiquiatra. Tal vez para impresionar al profesional de la salud mental, lo primero que le contó fue algo que el otro ya conocía. Dijo haber nacido ciento trece años atrás, aunque solo había vivido cuarenta y cuatro años. Completó su presentación contándole al médico que, meses atrás según su vivencia, al momento en que se embarcaba como el único tripulante de una misión aeroespacial secreta, sus padres vivían, gozando de muy buena salud para su edad; tenía cinco hermanos mayores y sanos; estaba casado y dos años antes había nacido su hijo primogénito. Al retornar de su misión, sus padres habían fallecido tres décadas antes, hacía dieciocho años que su esposa también lo había hecho y su único hijo estaba muerto, a consecuencia de una cruel enfermedad terminal que diezmara dolorosamente su vida diez años antes. —Hace siete meses para mí, vivía felizmente casado; iniciada mi misión, soñaba cada día, dentro de mi nave, con presenciar el nacimiento y la madurez de los hijos que habría de concebir con mi joven esposa, con asistir a sus graduaciones y a sus casamientos, con disfrutar, a mi vejez, de un merecido retiro, en compañía de mis nietos. Pero decidí aceptar la arriesgada tarea de orbitar el agujero negro más cercano a la tierra que se conocía, para lo cual me embarqué en una nave experimental que utilizaría un nuevo sistema de propulsión: el Warp Drive. »Cuando volví, el mundo se me presentó extraño y hostil. Las nuevas autoridades nacionales me ignoraron. Ocultaron mi existencia como si yo fuera un pérfido monstruo amenazante. De pronto estuve solo. »Me recluyeron en esta confortable prisión, aunque sin rejas, llaveada. Fallecida mi esposa, sin hijos ni futuro, con una nación que me dio la espalda sin haber cometido otro delito más que arriesgar mi vida para mejorar la de todos. Solo me queda confiar en que la Justicia reparará el avasallamiento de mis derechos y compensará los daños y los perjuicios padecidos —el comandante concluyó de esta manera su presentación. Todo el tiempo que duró la entrevista, el comandante habló con seguridad y mirando a su interlocutor a los ojos. Enfatizó el carácter de peligrosa y secreta de la misión espacial que en su momento había emprendido. Así como también, que antes de su despegue firmó documentación aclaratoria y comprometedora al respecto; aunque también estaba seguro de que esta no incluía hacerse cargo de los efectos inesperados y calamitosos que un viaje al futuro podrían ocasionarle a su existencia. Tanto él como sus superiores ignoraban factibilidades y efectos de desafiar los axiomas de la ciencia astro física, al trasladarse a una velocidad superior a la de la luz, con el propósito de orbitar en sus inmediaciones a un agujero negro. De esa manera, y en una síntesis apretada, el hombre presentó su identidad y enunció, tanto su extraña experiencia como las circunstancias que lo arrojaron a su encierro preventivo. —Arribé a mi destino programado: un punto en el centro de nuestra galaxia —comenzaba a explayarse el comandante, sobre los misteriosos hechos protagonizados por él poco tiempo antes—. Se trataba de un agujero negro al que, si bien no era capaz de ver, se insinuaba por sus efectos gravitatorios, al aspirar todo aquello que se le acercaba más allá de las fronteras de su disco de acercamiento. Resultaba imposible medir distancias, ya que los fotones de telémetro láser que dirigía a sus paredes no rebotaban, sino que desaparecían en su interior al ser absorbidos. En consecuencia, navegué a ciegas respecto a la distancia que me separaba del peligroso fenómeno. »Durante una de mis órbitas, la nave comenzó a vibrar violentamente. Debí atarme a mi butaca con los dos cinturones de seguridad para no acabar despedido como fruta por boca de licuadora destapada. Por causas que nunca pude conocer, la nave cambió el rumbo de manera brusca e inesperada, enfocando la proa hacia el interior del agujero negro. »Un intenso silencio y una espesa oscuridad inundaron el interior y el exterior. Incluso el instrumental dejó de estar iluminado. »Me pregunté si esa sería la nada que le sigue a la muerte, pero la misma formulación de la pregunta me garantizaba que no lo era. » La nave arremetió, con una aceleración extraordinaria, rumbo a lo que creía era el centro del hoyo… el lugar por donde desaparecían todos los objetos. »Calculé que le quedaban minutos a mi vida; pero, la ralentización del tiempo por una velocidad en aceleración constante y una fuerza de gravedad en aumento, convertirían esos minutos escasos en horas para mí. »Escuché entonces (o tal vez solamente percibí) unos llantos escalofriantes, ruegos, lamentaciones e improperios que me embotaron la mente, causándome pánico. A ello, o le siguió un profundo silencio, o, tal vez ensordecí. Recuerdo haber leído alguna vez que la mayor tortura de las madres apresadas por la Inquisición, no era escuchar el llanto de sus hijos detrás de los muros, sino el silencio que le sucedía. »No sabría decir si estuve consciente durante el tiempo que duró esta experiencia. En este punto de su relato el comandante Sixto Carrasquillo hizo una prolongada pausa. Miró a los ojos a su interlocutor, como queriendo indagar a un evaluador que lo observaba inmerso en un atento silencio. —Decidí dejarme morir —continuó—, abstrayéndome de toda acción o pensamiento para eludir el dolor. Entonces se presentó dentro de mi nave un personaje que era como un hermoso ángel. —¿Un ángel? ¿Con alas de plumas? —el asombrado psiquiatra no puedo evitar su primera interrupción. —Sí, era un hermoso ángel con rostro de mujer y cuerpo de hombre. Estaba vestido con una brillante túnica blanca, larga hasta alcanzar sus pies descalzos. Sus vestiduras eran tan brillantes como que solo con su reflejo deslumbrador bastaba para iluminar el interior de la nave a tope. Su rostro era delicado y bello… tan femenino, bello y delicado como jamás había visto. Su cabello era largo hasta debajo de sus anchos hombros, ensortijado. luminoso y tan dorado como el oro puro. Su voz era un delicioso canto cadencioso y envolvente. Con cada frase emanada de sus labios carmesí, exhalaba un intenso aroma a rosas rosadas recién cortadas del rosal. Me dijo: “Yo soy el cuarto arcángel. Soy el ángel luminoso. El que la Revelación calló.” » Le pregunté su nombre y me contestó que no me lo podía decir porque me otorgaría poder sobre él; que sencillamente lo llamara el ángel iluminado, o el portador de la luz, ya que esa era su misión y los ángeles no tienen sexo, nombre ni cuerpo mortal, sino tan solo funciones. Le dije que quería vivir… que haría lo que fuera por volver con los míos a la Tierra. El arcángel sonrió y me dijo que mi anhelo de vida le devolvería la suya y que estaría siempre conmigo para alumbrarme a mí y a todos los seres humanos que quisieran buscar el camino a la felicidad, la justicia, la paz y el amor fraterno universal. »Desapareció de mi presencia (que no me atrevo a decir de mi vista) tan repentina y misteriosamente como cuando lo sentí aparecerse delante de mí. De inmediato volvió la energía eléctrica dentro del receptáculo de la nave y reapareció la luz de las estrellas afuera. »Por alguna razón que no sabría explicar, ya liberada de sus ataduras gravitacionales, mi nave fue catapultada por una fuerza centrífuga que la impulsó a una velocidad superior a la de la luz. De inmediato se conectó el Warp Drive de manera automática y con ello, el espacio volvió a comprimirse delante de la nave y a expandirse detrás de ella. En cuarenta y dos días, según la medición de mis instrumentos, estaba orbitando a nuestro planeta, mientras que aguardaba la autorización para aterrizar, de una torre de control con operadores que, aunque mayores que yo, ni siquiera habían nacido al momento de mi partida.” El psiquiatra consultó a su ocasional paciente sobre sus sensaciones en los momentos tan álgidos que afirmaba haber vivido. Indagó de sus sentimientos al saberse condenado por las irrefutables leyes de la física a una muerte segura y atroz; sobre cómo se sintió al intuir que todo el peso de la gravedad del agujero negro caería sobre su nave, con él adentro, como si un gran edificio se desplomara encima de él; o de cuando tuvo su visión angelical y sus especulaciones respecto a los motivos del incomprensible y repentino cambio del rumbo de su nave. Lo testeó haciéndole mencionar lo primero que se le venía a la mente al mencionarle palabras, tales como: agujero negro, muerte, oscuridad, familia, luz y otras. Finalizando la sesión le pidió su interpretación de la visión de un ser mitológico, aunque espiritual, con alas de plumas, rasgos troncales masculinos, voz de tono cadencioso y un bello rostro de mujer. Y su enfática afirmación como respuesta a esta última cuestión fue el único de sus testimonios que lo hizo dudar al psiquiatra sobre la integridad mental de su interlocutor. Su contestación fue la siguiente: —Así como el viento incorpóreo se percibe por sus efectos; no solo es lo que se percibe, ni se percibe todo lo que es. »Antes de mi experiencia yo era un escéptico, que no un ateo ni un agnóstico, ya que el tema sencillamente no me interesaba; pero hoy sé que abundan en la Biblia los relatos de ángeles que fueron percibidos, tanto por los profetas, como por pastores de ovejas, hombres justos y por una niña virgen embarazada. Mi nave y yo hemos sido iluminados por el arcángel que porta la luz y ahora creo firmemente en la existencia de un Dios y creo que los ángeles intervienen activamente en el mundo, aleccionando a los hombres en la toma de sus decisiones. Finalizada la sesión, las conclusiones preliminares eran, aunque no las suficientes, las necesarias para ensayar un pre diagnóstico que sirviera de basamento a una más profunda investigación futura de la psique del comandante. Una visión esotérica religiosa, en circunstancias de intenso estrés traumático, por sí sola no constituye síntoma de un estado permanente de ensoñación fantástica. Durante el relato de su experiencia, el hombre no había mostrado niveles elevados de ansiedad, ni afloró en él inseguridad o baja autoestima, indicios propios de quienes padecen un trastorno patológico mitómano compulsivo. Su consciente estaba perfectamente ubicado en tiempo y en espacio y su discurso no era ni enmarañado ni contradictorio. En todo momento exhibió equilibrio emocional y coherencia en el armado de sus planteos y en la estructuración de sus frases. El psiquiatra anotó pocas observaciones en su libreta de apuntes, tal vez la más extraña fue la siguiente: “La reiterada identificación posesiva del comandante con su nave sugiriere una compulsión obsesiva por una misión trascendente y duradera que habría de iniciarse con su aterrizaje”. Cruzaron miradas al despedirse y el psicólogo vio a los demonios del Infierno burlándose de él desde el fondo de los ojos del comandante. Al día siguiente el psiquiatra recibió la llamada de uno de los ayudantes del Secretario de Estado, solicitándole una nueva entrevista; pero esta vez sería a solas con el Secretario, sin grabaciones ni notas, en el consultorio del psiquiatra y en día y horario no laborables. Y así lo hicieron. Comenzado el encuentro el psiquiatra escuchó, con mucha atención, de boca del Secretario de Estado, un resumen del contenido de los informes de las otras personalidades que habían sido convocadas junto con él. Lo sustancial del informe de la N.A.S.A. fue la confirmación de que, en archivos secretos de sesenta y nueve años de antigüedad, se informaba de una misión “reservada” de resultados fallidos. Una nave experimental había ensayado un novedoso sistema de propulsión que nunca más se volvió a probar. El piloto de esa nave, para entonces con cuarenta y cuatro años de edad, a poco de despegar se dio por ausente con presunción legal de fallecimiento. Sus familiares jamás supieron de su verdadera misión ni de su destino final. Respecto a los informes de los dos astro físicos, ambos coincidieron en su explicación de los orígenes, desarrollo, existencia y ubicación de los agujeros negros, confirmando que, si bien esa información se modificaba con la frecuencia que le imprimían los nuevos y constantes avistamientos, el más próximo a la tierra era el mencionado por el comandante y estaba ubicado en el centro de nuestra galaxia . Coincidieron también en que, una vez atrapada cualquier cosa por la fuerza gravitacional de un agujero negro, no le era posible escapar y que su consecuencia es la desintegración total e instantánea de su masa. Respecto a la posibilidad de viajar a una velocidad superior a la de la luz y al sistema de desplazamiento por curvatura, conocido como Warp Drive, informaron que no existe constancia en ninguno de los foros científicos, de la aplicación fáctica de este sistema; el astrofísico mejicano se explayó sobre las características teóricas de esta manera de trasladarse a través del espacio a una velocidad que sería imposible de alcanzar por los medios de propulsión convencionales. Los líderes religiosos consultados afirmaron creer en la existencia real e histórica de seres puramente espirituales a los que ambos denominaron “ángeles”. También lo hicieron sobre las cuantiosas citas en las sagradas escrituras al respecto. El arzobispo agregó que ese nombre descriptivo genérico abarca a distintas jerarquías angelicales, tema sobre el que Santo Tomás de Aquino clasifica y enuncia exhaustiva y claramente en su obra conocida como la Suma Teológica. Sobre al ángel portador de la luz, los informantes coincidieron en identificarlo con Luciel o Lucifer, también llamado Satanás, según referencias de origen bíblico mencionadas por el profeta Isaías, en los versículos doce a quince de su capítulo catorce: “¡Cómo has caído del cielo Lucero, hijo de la aurora! ¡Cómo has sido precipitado por tierra, tú que subyugabas a las naciones!, tú que decías en tu corazón: «¡Subiré a los cielos, por encima de las estrellas de Dios erigiré mi trono, me sentaré en la montaña de la asamblea divina, en los extremos del norte, escalaré las cimas de las nubes, seré semejante al Altísimo!» ¡Pero te han hecho bajar al Abismo, a las profundidades de un agujero negro!” Cuando el Secretario de Estado notó que el psiquiatra tomaba apuntes en su libreta, le recordó su compromiso formal de guardar discreción con respecto a todo lo que conociera en esos días respecto al trascendental asunto que estaban tratando. El otro aceptó la advertencia con un ligero movimiento de su cabeza. Salió del consultorio hacia la cocina. Mientras preparaba café para convidar a su invitado ajustó mentalmente sus análisis y conclusiones previas. Volvió y dijo: —Respecto al pre dictamen que me fue encomendado, considerando los pocos y confusos elementos reales y esotéricos puestos a mi consideración y teniendo en cuenta las limitaciones de mi examen, de solamente una sesión con el paciente, puedo afirmar que no encontré distorsiones que evidencien una conducta mitómana, perversa o pervertida en la psique del sujeto, por lo que mi primera sugerencia es que se ahonde en la vía del análisis de la veracidad fáctica de su relato… es decir, que se investiguen de manera exhaustiva la autenticidad de todos los hechos, sus circunstancias y los efectos de un suceso tan peculiar e inusual como que podría llegar a ser germen de excepcionales descubrimientos científicos y religiosos con efectos revolucionarios en ambos campos, el del conocimiento y el del juicio moral. El semblante del Secretario de Estado se ensombreció. Resultó evidente entonces que no era esa la conclusión que esperaba escuchar —Como siempre suele suceder, el tiempo es condicionante implacable del conocimiento —comenzó a decir el funcionario con tono grave—. Su limitado, aunque exhaustivo análisis fue ajustado a la realidad que usted pudo observar, pero no es el dictamen que su país y el mundo necesitan conocer. Y quienes tenemos la responsabilidad de dirigir los avatares de una nación que, si bien no fue concebida para liderar al mundo, hoy es el faro de todos los hombres en todas las disciplinas, no podemos divulgar sucesos incomprobables, ni mucho menos plantear presunciones que contradicen dogmas científicos de aceptación pacífica y universal. Seríamos, en ese caso, responsables directos de la creación de un caos global, incontrolable e insoportable. —Una golondrina no hace verano y una falacia eventualmente imaginada, o una mentira por interés, no justifican endilgar una patología mitómana compulsiva a una persona esencialmente sana —acotó el psiquiatra. —Debo insistir en que resultaría imposible la convivencia en una sociedad en la que se desconfíe de las leyes inmutables del universo. En esta ocasión, como en muchas otras, no se lograría beneficio alguno con el conocimiento y la divulgación de la verdad —continuó el Secretario con su discurso, aparentando hacer caso omiso a los dichos previos del profesional de la salud—. El comandante Sixto Carrasquillo es hoy John Doe para nosotros y debe continuar siendo un personaje anónimo y desconocido, con un serio extravío mental certificado por el dictamen que usted firmará. La nación y el mundo necesitan que John Doe sea recluido en una institución de salud mental, en un asilamiento riguroso y permanente. —¿Usted me sugiere que firme un dictamen médico contradiciendo mis criterios profesionales? —Yo le digo que usted merece un mejor standard de vida y un consultorio más grande y lujoso, con la misma urgencia con la que la nación y el mundo necesitan un dictamen profesional que les garantice el orden y la paz que necesitan. —No bastarán treinta monedas de plata para eso —acotó irónicamente el psiquiatra. —Póngale usted valor a la concordia universal. El psiquiatra sonrió. Manifestó su consentimiento con un apenas perceptible movimiento de su cabeza. Alargó su diestra para que fuera estrechada por el funcionario. Cuando el Secretario de Estado se retiró, el psiquiatra, acercándose a un espejo, observó detenidamente su rostro. Pasó lista a sus ángeles caídos, en el agujero negro del fondo de sus ojos.
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Valoración Relato
2022-07-03 15:40:41
9
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Autor/a, muy interesante y bien desarrollada esta narración, que al final deja un aire de misterio. Me encantó la aparición del ángel, que de paso hiciste una muy buena descripción. Muy agradable y bien hilada. La unión de la ciencia y la creencia en Dios, mejor dicho Lucifer. ¡Te felicito!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-07-03 21:47:37
6
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Hola estimado, leí el relato con atención y noto que hasta la mitad aproximadamente avanza bastante bien. Luego de la aparición del ángel y demás se torna un poco aburrido y predecible. El recurso final, hacer que el protagonista se convierta en el villano no me llama la atención y está un poco trillado. Esos giros argumentales son bastante caprichosos. Aclaro que el tema me parece interesante, situar los cielos y los infiernos en el cosmos da para cortar mucha tela. Sin embargo pienso que podrías rever tu relato para profundizar la consigna.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-07-06 20:31:53
4
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Muy original este relato de ciencia-religión ficción. Hay algunos detalles científicos que me chirrían un poco. Si la nave se acercara a la Tierra a una velocidad superior a la de la luz, llegaría a nuestro planeta antes de la luz que emitiera o reflejara, por lo que no se la podría detectar con telescopio alguno. Por otro lado, si en la Tierra aún no se conocían las velocidades hiperlumínicas cuando el partió, ¿cómo se las arreglo para viajar hasta un agujero negro situado en el centro de nuestra galaxia a 30.000 años-luz? Aunque es un cuento imaginativo, creo que debemos tener cuidado con que no se contradigan hechos evidentes.
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Valoración Relato
2022-07-07 10:42:45
7
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Es un relato bastante bueno, digno de entrar en la antología. Si que es cierto que el empleo intercalado de comillas inglesas, comillas latinas y guiones para iniciar diálogos me ha despistado, además se ha colado algún espacio entre las comillas angulares y el inicio de la palabra, y usa las comillas angulares de cierre al inicio de la frase. El final me ha gustado también mucho, me ha dado por imaginar una segunda parte con la Tierra hecha un infierno y a los arcángeles bajando para ajusticiar a Lucifer. A los diálogos les falta personalidad, parecen dichos por el narrador. Se repite «finalizado» al inicio de las nuevas escenas, se podría haber buscado una alternativa: al cabo, luego de, a posteriori… la palabra «sugiriere» me parecía un gazapo pero no, es correcta, así que gracias por enseñármela. Ovni y no O.V.N.I. según la RAE. Así como NASA en lugar de N.A.S.A. Siempre he visto «prediagnóstico» escrito junto pero no tengo claro cuál es la forma correcta. Gran trabajo autor, mis felicitaciones las tienes.
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2022-07-07 16:43:45
5
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Un relato interesante (mezcla de factible realidad y creencias religiosas) . Se puede considerar a los ángeles que, según los antiguos escritos, descendieron de los cielos, como seres extraplanetarios? Alienígenas que gobiernan a la sombra las decisiones de la humanidad.
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2022-07-20 06:09:46
3
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Apenas comienza veo un problema. La citación formal no es multidisciplinaria y perentoria. La citación formal es para una reunión multidisciplinaria y perentoria. Incluso creo que multidisciplinaria está mal aplicado, ya que el término supone la interacción entre las disciplinas. Se aplica a disciplinas científicas, no creo que la religión (otra cosa sería la teología) pueda entrar en ese grupo. Me parece que en Nueva York hay más que un rabino. El psiquiatra debería estar acostumbrado a trabajar en equipos multi e interdisciplinarios, con psicólogos, trabajadores sociales, psicopedagogos, foniatras, y hasta abogados, y un largo etcétera (pero no rabinos ni arzobispos). Los parámetros de hablar con confianza y mirar a los ojos, como sinónimos de sinceridad, son propios del narrador/protagonista, pero no pueden tomarse tan a la ligera desde un enfoque psicológico y científico. Manson hablaba confiado y mirando a los ojos. El centro de la galaxia está a casi 28 mil años luz. Una nave, viajando a la velocidad de la luz, que es lo máximo a lo que podría viajar un objeto con masa, demoraría casi 28 mil años en alcanzarlo. ¿Paredes de un agujero negro? No entiendo para qué mandan una misión a un agujero negro. Teniendo la tecnología para ir a cualquier lugar, por qué justo ese. Ni siquiera se entiende que el protagonista crea que va a morir al ingresar al agujero. Si cree que va a morir, ¿para qué va? En cuanto a la relatividad del tiempo en torno al agujero no creo que funcione la ralentización en el interior de la nave. Si alguien observara desde lejos vería la nave cayendo en cámara lenta, pero dentro de la nave creo que el tiempo debería transcurrir normal. “rosas rosadas recién cortadas del rosal”, repetición y redundancia. “Así como el viento incorpóreo se percibe por sus efectos; no solo es lo que se percibe, ni se percibe todo lo que es”, frase críptica con tres percibe y un punto y coma sin sentido. ¿Viento incorpóreo? El psiquiatra no puede creer otra cosa más que todo haya sido una alucinación. Si admite que podría ser un ángel, debería devolver el título e internarse. “Durante el relato de su experiencia, el hombre no había mostrado niveles elevados de ansiedad, ni afloró en él inseguridad o baja autoestima”. No estaría tan seguro de esto: estuvo medio viaje creyendo que moriría. El psiquiatra se hunde. “su discurso no era ni enmarañado ni contradictorio”, claro, excepto cuando habla de un ángel. El diagnóstico no parece para nada profesional. “no encontré distorsiones que evidencien una conducta mitómana, perversa o pervertida en la psique del sujeto”, no es eso lo que el psiquiatra debía diagnosticar. Seguramente se espera que diagnostique sobre la cordura del piloto, la cual se compromete ante la afirmación sobre el ángel. Al psiquiatra le calza la creencia, es poco profesional y sostiene el delirio del piloto. ¿Y si este en vez de un ángel hubiera visto un pitufo, el psiquiatra también le creería? Creo que al autor le faltó investigación. Primero sobre la relatividad espacio-temporal. Y después sobre diagnósticos psiquiátricos. En ambos aspectos el relato tiene serias incongruencias.
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2022-07-22 07:11:53
4
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Me parece buena la idea de unir religión y ciencia, pero el relato cojea un poco en ambas partes. Entiendo que, ante un caso similar, deban incluirse en el consejo representantes de todos los campos a tratar, mas no por ello deben ser representantes de la iglesia, creo que debieron ser teólogos los escogidos para discutir un tema tan importante. El psiquiatra se posiciona demasiado rápido de parte de la fe, cuando la fría lógica debiera impulsarle a explicar científicamente la "visión" del viajero espacial; el cual estuvo sometido a una presión muy elevada ante la posibilidad de su muerte y un viaje hacia lo desconocido que podía salir mal. Tal nivel de estrés pudo provocar esa alucinación y, por supuesto, que él cree en lo que vio, pero eso no lo convierte en real. Creo que todo queda demasiado en el aire, si decides revisar el relato en un futuro, mi recomendación es que trates de enfocar mejor el análisis psiquiátrico del sujeto y profundices en su experiencia mística con alguna pista que le aporte verosimilitud a la misma, lo justo para crear una duda razonable. Suerte autor/a. Sigue escribiendo!! :)
Fecha Publicación
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2022-07-25 17:26:33
3
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Bueno, la parte "científica" cojea, y no poco. Empezando por poner al Hubble a detectar un objeto "diminuto" nada menos que en los "confines" de la galaxia. Si está en los limites de la galaxia, muy diminuto no puede ser para que lo detecte el Hubble. Mínimo, será de tamaño estelar, digo yo. Luego, eso de ponerlo a correr mas que la luz. Si el objeto diminuto viene mas rápido que la luz, llegará seguramente a la Tierra antes de que pueda ser detectado. Enseguida llegamos a ese agujero negro "mas cercano a la Tierra" (bueno, el autor dice "tierra") que resulta estar bastante lejos: nada menos que en el centro de la galaxia. Supongo que el Warp Drive es un homenaje cruzado al impulso Ward de Alcubierre y al EmDrive. ¿Ya hablamos del lenguaje acartonado que emplea el comandante Sixto Carrasquillo? ¡Up! mejor lo dejo hasta aquí.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-07-30 21:28:48
6
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Una persona con conocimientos sobre el espacio, el oficio del protagonista... encontrará fallos, yo lo he leído con una visión inexperta así que me ha parecido un relato entretenido, escrito para contar una historia, sin más. Me ha gustado la relación religión - ciencia. Como aspecto a mejorar, la repetición de algunas palabras en poco espacio. ¿Astro física no va junto?
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-08-14 17:29:52
4
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Gracias al autor o autora por su tiempo y su imaginación. Una historia interesante de un viajero espacial que, por encontrarse con lo desconocido, es repudiado por lo ortodoxo. A pesar de ello, me deja una sensación de pesadez por los párrafos largos, densos y que repiten ideas. El aspecto lingüístico mejoraría con una corrección de estilo y otra ortotipográfica. Tiene muchos detalles que habría que corregir, dejo unos pocos de los que he visto para que ayuden a mejorar: No tiene sentido emplear la cursiva en diálogos marcados con su puntuación propia. Espacios dobles. Alguna acumulación de adverbios terminados en "-mente". Las comillas no son las recomendadas para textos impresos en español, y se usan en doble resalte con la cursiva, es incorrecto. Aparte, hay usos de cursiva incorrectos, y otros donde haría falta aplicarla. NASA va sin puntos y en redonda, como OVNI (que puede ir en minúscula). Expresiones con problemas, p. ej.: "nada anticipaba de sus motivaciones", sobra el "de"; "lo que se fuera sucediendo", sobra "se". "Secretario" en minúscula. deshechos/desechos. "astro física" va junto. Algún error en el uso de gerundios, como el gerundio de posterioridad de "causándome pánico". Puntuación mejorable y con errores, como la coma asesina de "Inquisición, no era". "pre dictamen" va junto. "asilamiento/aislamiento".
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-09-05 19:30:30
6
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Yo no voy a criticar las incongruencias ya que las desconozco. Me ha resultado un relato entretenido y me ha gustado la mezcla científica religiosa, pero me parece que un psiquiatra no daría mucho crédito a visiones angelicales. El final me ha gustado.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-09-15 08:46:33
7
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Bueno, está bien escrita y contribuye a que una historia bastante increíble y con algunos errores científicos se haga creíble y amena. La historia del comandante chascarrillo no es convincente, pero entretiene mientras se lee, y eso se debe al buen hacer del autor no como fabulador sino como escritor. La narración de un encuentro con un ser angelical es interesante, que ese ser angelical se encuentre atrapado en un agujero negro y que conceda deseos es intrascendente y pueril. Enhorabuena y a seguir por ese camino.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-09-15 13:24:58
6
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Muchas gracias al autor y suerte ^^. Trama que me ha hecho empatizar al ver la soledad a la que se enfrenta el protagonista cuando regresa de su viaje. Muchas son las historias que cuentan viajes al espacio en el que los tripulantes experimentan mucho menos tiempo que aquellos, como sus familiares y amigos, que quedan en tierra. Es algo que también te hace explotar la cabeza. El tiempo al final es algo que no entendemos ni sabemos realmente si existe o cómo funciona. Es un tema muy interesante y el autor lo plasma bien. Me he hecho gracia que el protagonista a veces hable de manera muy correcta y formal como aquí: ——Decidí dejarme morir—continuó—, abstrayéndome de toda acción o pensamiento para eludir el dolor. Y que otras veces utilice expresiones como "a tope", XD, como aquí: ... deslumbrador bastaba para iluminar el interior de la nave a tope. El texto está bien escrito y sumerge rápido en la trama. El final deja un halo de suspense o misterio y algo sobre lo que pensar. Quizás se me ha hecho un pelín largo.
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