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Relato
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Relato 56 - Prepárate para morir
2024-11-18
Presentación
Otro buen ejemplo de novela terror que nos inquieta con su lectura, si os gusta el género deberiais leerlo.
Relato
Parece que no me escucha. Si voy por aquí quizá no me vea. ¡Es que no veo nada! Aquí no puedo quedarme, estoy segura de que me encontrará. Tengo que moverme. • ¡Elisaaa! ¡Eeeeeliiiisaaaa! ¡No huyas boba! ¡Sabes que no voy a hacerte daño! ¿Qué hago? Se le escucha cerca pero no sé dónde está. Si me muevo ahora, seguramente me vea. Madre mía… cómo he podido caer en esto… • Mira, vamos a hacer un juego. Yo me voy a quedar aquí y te voy a dar ventaja para irte. Quiero demostrarte que no te voy a hacer nada así que simplemente esperaré mientras te vas. ¿No dices nada? ¡Venga mujer! ¡No seas tan desconfiada! Mira, me tapo los ojos y cuento en alto. Cuando deje de contar, sabrás que estoy mirando. Cien… Noventa y nueve… Noventa y ocho… ¡Ahora! Si corro hacia a la derecha… (Noventa…) ¿Ahí hay una luz? (Ochenta y cuatro… Ochenta y tres…) ¡Sí! ¡Sí, Dios sí! ¡Es una luz! (Setenta y nueve… Setenta y ocho…) Es una… • ¡AAAAAAAH! No… ¡NO POR FAVOR! ¡AAAAAAAAH! • Ay Elisa… Elisa… Pero qué tonta eres… ¿Pensabas que iba a dejarte marchar con lo que me ha costado traerte? • Por favor… Por favor… • Si nada más despertarte me hubieses dejado explicarme, sabrías que llevas un collar de descargas. Ni siquiera te has dado cuenta jajajajaj ¿Y tú te haces llamar inspectora? • P… or po..r… Uhm.. • ¡Ah, sí! Estás volviendo a quedarte dormida, es una pena que no estuvieras tranquilita. Oh… ¿Se te cierran los ojitos? Hablaremos después. Cuando Elisa abrió los ojos, lo que vio fue muy distinto de su primer despertar en esa casa. Esta vez estaba en una sala blanca, llena de metal, casi se atrevería a decir que una sala de autopsias. Tenía la boca seca y no podía pronunciar palabra. Los pensamientos se amontonaban en su mente mientras intentaba mirar a todos lados. Al cabo de unos segundos, se dio cuenta de que no era capaz de mover ningún músculo, ni siquiera de pestañear. No sentía nada más que un borrón en la cabeza. • ¡Anda! ¡Si ya estás despierta! Esta vez he andado con más ojo y te he puesto un fármaco para que no puedas irte. Seguramente te sientas algo mareada, es normal. ¡Ah, sí! Te preguntarás como, si no puedes moverte, has abierto los ojos, ¿verdad? ¡Maldita sabionda jajajaj! Es fácil, simplemente tienes los párpados pegados con cinta. Soy un genio ¿a que sí? Elisa seguía intentando mirar hacia todas direcciones buscando una manera de salir de esta, al menos un arma con la que contraatacar. Pero él simplemente tenía todas las bazas ganadoras en su mano. Ella no podía moverse, ni siquiera gritar. Estaba perdida. • Bueno, ya que no me has dejado antes, procedo a explicarme: Ya sabes que llevo tras de ti mucho tiempo, casi un año ya, ¿eh? Oye, a ver cuándo me presentas a tus padres, ya va siendo hora. ¡Oye! ¡No pongas esa cara! Ah, es verdad, que tus padres están muertos... ¡Si los maté yo! JAJAJAJAJAJA ¡Fallo mío! Mis disculpas señorita – dijo llevándose la mano al pecho mientras se inclinaba sobre Elisa- No me malinterpretes, murieron por ti. En realidad, la culpa es tuya. Elisa podía sentir su aliento en la cara, sentía su odio y su ira crecer en su pecho y aun así no podía hacer nada. Una lágrima de impotencia se derramó por su mejilla • ¡Ay, pobre niña! Apuesto lo que sea en que estás pensando en mil formas de matarme. ¡PERO NO! Esta vez me escucharás porque no tienes otra opción – El cuchillo que mantenía en su mano derecha se clavaba poco a poco en la piel de Elisa provocando un pequeño sangrado- En fin, que me enrollo y no quiero que pienses que tienes ninguna oportunidad. Me enamoré de ti la primera vez que te vi. Tan mona, con tus coletitas y tu camiseta de Nemo, jugando a hacer castillos de arena en aquella playa. Recuerdo la envidia que sentí del niño que jugaba contigo y las ganas de ahogarle en su propia orina cuando te hizo llorar al aguarte el castillo. ¿Cuánto hace de eso? ¡Responde! ¡Ah, es verdad! ¡Que no puedes hablar! ¡Fallo mío! Bueno, si no recuerdo mal, han pasado 16 años. Lo suficiente para que seas una adulta responsable, así ya no pueden llamarme pedófilo ni nada de eso, en el fondo tendré que darle las gracias a tus padres. ¡Si en el fondo tendría que haberles dejado vivir! Aunque bueno, no les puedo agradecer que, después de estar todo el verano siguiéndoos para asegurarme de que estuvieras bien, consiguieran que la policía me arrestase. ¡Qué listillos tus padres eh! Aprovechar para irse mientras yo estaba encarcelado… Muy listos sí. Aunque, siendo sinceros, tu madre más que tu padre porque, en su búsqueda de hacerme la vida imposible, se destapó él solito. Vale que eras su niña mimada, pero ¿qué había hecho yo tan malo como para merecer esa persecución? ¿Mandarme a sus colegas policías solo por haberme enamorado de ti? Considero que se pasó bastante la verdad. ¡Uy, que se me olvida lo más importante! Elisa seguía intentando activar sus músculos empezando por los dedos, comenzaba a sentir un pequeño hormigueo. Y menos mal que sólo era un hormigueo porque así no pudo notar cómo él le clavaba el bisturí justo en el vientre. Sí notaba un pequeño calor justo por donde corría su sangre pero ella no podía saberlo. • Ya que te tengo aquí, voy a aprovechar a pasármelo bien. ¿Sabes cómo llaman a esto los tuyos? Pues claro que lo sabes… Compulsión creo que es, corrígeme si me equivoco. Descubrí en mi búsqueda de alguna como tú, lo genial que era el sabor de la sangre… esa viscosidad cuando abandona el cuerpo… ¡Uf! ¡Deberías probarlo! Y no se te ocurra pensar que soy un asesino, la primera murió porque se dio un golpe en la cabeza y la segunda porque me atacó, ¡fue defensa propia! Lo de tus padres también se podría llamar defensa propia, ¡no me dejaban estar contigo! Elisa sintió cómo le escupió su propia sangre en la cara tras esa última palabra. Se sintió aterrada al no saber qué estaba pasando ni de dónde venía aquella sangre. ¿Sería ese calor que sentía en el vientre? ¿De dónde era esa sangre? • ¡Ay perdona! Espera que te limpio – Elisa sintió lo áspera que era la toalla con la que le limpió la cara- Soy un guarro, lo siento. Bueno, continúo que me ha perdido la gula. Os encontré hace apenas 18 días, en la última localización porque tus padres siempre eran más rápidos que yo. Te miré a través de la verja de tu vecina, la pobre se pensaba que le estaba arreglando el jardín, qué imbécil ¿verdad? ¡Cómo habías crecido! Ahora movías tu melena rubia suelta y salvaje con cada paso que dabas. ¡Y cómo te quedaban esos vaqueros…! Llevaba un par de semanas mirándote cuando tu padre me descubrió. Vaya cabrón más tozudo. Sus palabras exactas fueron: Hijo de puta, te voy a matar. Si iba a decir algo más después de eso, nunca lo sabremos porque ya tenía una jeringa en el cuello con la misma droga que llevas tú hoy. La verdad es que me ha solucionado muchas situaciones desde que la conocí. Mira, es esta por si no te salía el nombre. Mientras se giraba para coger el pequeño bote de cristal de la mesa, Elisa pudo mover el dedo índice y, con ello, también pudo sentir el punzante dolor que salía del surco en su vientre. • Así que le arrastré hasta vuestra casa. Todavía recuerdo los gritos de tu madre al verme en vuestro salón con el cuello de tu padre bajo mi bota. ¡Qué mujer tan tierna! Ella fue más amable que tu padre, desde luego. Me dijo que lo olvidarían todo, que me dejarían vivir tranquilo pero que por favor os dejase en paz. Ay, ¡qué linda! Fue la primera a la que maté. Elisa ya podía pestañear con el único problema de que no podía controlarlo, él podía verla en cualquier momento. Suerte que seguía muy interesado en su herida. Ahora parecía que la estaba tapando. • Tuve a bien hacerle una advertencia. Le dije ‘prepárate para morir’ y le clavé su propio cuchillo, con el que vino desde la cocina. Desde de el vientre bajo hasta el esternón. Pude ver el horror en los ojos de tu padre, ¡qué placer! Luego fui a por tu padre y acabé con él y con su dolor. Encima de defensa propia, una muerte bondadosa. El pobre no se merecía vivir sabiendo cómo había muerto su mujer. Igual que yo no me merecía vivir sin ti. Y luego, simplemente me senté a esperarte. Mi error contigo fue no usar esto desde el principio, sólo te dormí. Pequé de cariñoso y confiado. Supongo que… ¡JODER! ¡NO, TODAVÍA NO! • Vaya, ¿has vuelto a pecar de cariñoso? ¿Me has puesto menos dosis a propósito o simplemente porque eres un torpe? – Dijo Elisa que todavía sentía las extremidades dormidas, pero había recuperado el control de su cuerpo - ¿Y por eso tampoco me has atado? • Puede ser… • ¡Eres un hijo de puta! ¿Cómo te llamas? • Ya no eres esa niña desde luego… • ¡QUE CÓMO TE LLAMAS! • Samuel… • Ah, Samuel… Un nombre demasiado bonito para alguien como tú. Ahora, Samuel, prepárate para morir.
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