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Relato 39 - Algo anda comiendo
2024-11-07
Presentación
Marcos es un periodista que escribe para una revista paranormal. Volviendo de vacaciones con su novia, se topó con un pueblo al costado de la ruta, en el cual sus habitantes mostraban un comportamiento inusual. Intrigado por esto y, pensando que puede ser la fuente de un buen artículo, decide volver a aquel lugar, sin estar preparado para lo que va a encontrarse allí.
Relato
Marcos permanecía sentado, frotándose las manos a causa de los nervios. Estaba a punto de cumplir diez años trabajando en la revista pero, llegado a este punto, tenía que aceptar que nunca lograría deshacerse del miedo que le provocaba tener que proponer ideas a la editora jefe. Lucía, su esposa, decía que esto no era malo, que significaba que el trabajo no le resultaba algo mundano y que cierto grado de incomodidad era algo bueno. Malena, la editora jefe, se dirigió a su oficina con paso apresurado, como solía ser habitual. Miró a Marcos, quien la llamó la noche anterior diciendo que tenía algo que proponerle. Le hizo un gesto con la cabeza y él entró a la oficina. Ella se sentó y Marcos hizo lo mismo, acomodándose en una silla de madera que se encontraba al otro lado del escritorio. —¿Qué tal las vacaciones? —preguntó Malena. —Bien, bien. Nos fuimos a Mar del Plata con Lucía. Malena tomó un sorbo de café e hizo una expresión con el rostro. —Hermosa ciudad —dijo, mientras dejaba la taza sobre el escritorio. Marcos asintió. —¿Por acá? ¿Cómo anduvo todo? —Y… igual que siempre. ¿Leíste algo del nuevo número? —Todavía no, pero quiero leer el artículo de Carlota sobre los ovnis en el Uritorco. Malena enarcó las cejas. —Es como el cuarto artículo sobre el Uritorco que escribe en la revista. Pero sí, está bueno. —Y… si a la editora jefe no le gusta, sería un problema. A Malena no le gustaba la revista en sí. Como periodista siempre tuvo ambiciones que iban más allá de trabajar en una revista paranormal de cuarta, aunque decirle revista de cuarta era simplificar la cosa; la revista era una de las más vendidas a nivel país, pero no contaba con ningún tipo de reconocimiento. Su audiencia no era el tipo de gente que comentaba la revista en redes o algo por el estilo, sino que compraba un número, lo leía y pasaba a otra cosa. —Si, qué sé yo. Lo hablé con ella y le dije que la corte un poco con ese tema, que no puede estar siempre escribiendo sobre lo mismo. —Pero a la gente le gusta, vende. —Bueno, pero hay que variar un poco. —Mira entonces, creo que lo que tengo para proponerte te va a gustar. Malena hizo silencio y esperó que Marcos hablase. —Bueno, te comento lo que encontré. Cuando estábamos volviendo de Mar del Plata con Lucía, terminamos en un embotellamiento. Era una cosa terrible, en dos horas habremos avanzado unos tres kilómetros como mucho. Los dos nos hartamos, y decidimos que lo mejor iba a ser buscar un hotel en algún pueblo cercano. Lucía saca el celu, busca en Google Maps y encuentra un pueblo que estaba más o menos cerca, Villa Concepción se llamaba. Agarramos para ahí a eso de las nueve de la noche y, cuando llegamos a la entrada, había varios autos pegando la vuelta y el lugar estaba tapado en oscuridad. En la entrada del lugar, nos recibe un hombre. Nos pregunta si estábamos volviendo de Mar del Plata y nosotros le decimos que sí. Nos dice que se cortó la luz en todo el pueblo, y que los hoteles están a oscuras. Nos miramos con Lucía y ella le dice que no importa, que buscamos una cama para dormir nomás y, mientras pasa esto, sale una mujer de unos sesenta años. Váyanse nos grita, pero no nos habla, nos grita. Vayanse que hay algo por ahí, tiene hambre y anda comiendo. »El hombre grita llevense a la gorda tunuda esa de acá y después nos sigue hablando como si nada y nos dice perdón pero hoy no los podemos recibir. Nosotros pegamos la vuelta y en lo que nos estamos yendo, vemos a uno del pueblo, con una escopeta en la mano decir vayan todos al bar de Gustavo, que hay luz todavía por allá. Eso fue lo último que alcanzamos a ver. —¿Y sobre queres hacer la nota? —Y… sobre el pueblo. Quiero ir, hablar con la gente y ver qué pasó. —¿Para vos hay algo? Capaz era un montón de gente medio pirada nomás. —Igualmente un montón de gente medio pirada puede ser una buena nota. Mirá, no sé, tendrías que haber estado ahí, tendrías que haberlo visto. El tipo que me pidió que me vaya, estaba re cagado de miedo. Tampoco me puedo sacar de la cabeza lo que me dijo la mujer esa. Que nos vayamos, que había algo comiendo. —No dejes de lado la explicación racional. —Si, lo pensé. Se me ocurrió que capaz se soltó un tigre o algo así. Pero no sé, siento que hay una buena historia ahí. Malena apenas lo meditó. En otra época le hubiese hecho más preguntas, lo hubiese hecho dudar más de sí mismo pero, con los años, Marcos demostró ser un reportero no solo cumplidor, sino uno que sabía avistar un buen artículo a la distancia. —¿Cuánto necesitas para el viaje? Al día siguiente Marcos se despertó a las seis de la mañana. Prendió la cafetera y se sentó en el balcón. Agarró una novela e intentó concentrarse, pero poco le importaban los crímenes en la ciudad de Santa Teresa, su mente se encontraba en Villa Concepción. Lucía se despertó a las siete de la mañana para ir a la escuela; se despidieron con un beso y cada uno partió por su lado. Marcos manejó por la misma ruta que colmó su paciencia hace pocos días. El tráfico era reducido y podía circular a una velocidad normal. Tardó una hora en llegar a la entrada de Villa Concepción. Aminoró la marcha y examinó el lugar. El único movimiento era el de los autos que iban y venían por la ruta pero, en el pueblo, no parecía haber ningún auto, al menos no por aquella zona. Marcos transitó las calles con lentitud. Luego de recorrer unos pocos kilómetros, fue recibido por una hilera de casas. Algunas tenían los vidrios rotos y otras tenían las puertas abiertas de par en par. Marcos agarró su cámara y bajó del auto. Se paró frente a una de las casas con la puerta abierta y golpeó las manos. No recibió respuesta, a pesar de que escuchaba sonidos provenientes desde adentro. Se adentró en la casa con cautela, pensando en cómo presentarse y que decir si se topaba con alguien. Durante los años que ejerció su profesión comprendió que, al presentarse como periodista, la gente lo echaba a patadas o se emocionaba con la idea de ser entrevistada. La televisión estaba encendida y se encontraba sintonizada en un canal que transmitía dibujos infantiles. En el centro de la mesa había restos de cera, pertenecientes a lo que alguna vez fue una vela, rodeada por cuatro platos de comida a medio terminar. Marcos observó el piso de parquet. Allí se hallaban lo que parecían ser un conjunto de arañazos, los cuales se extendían a lo largo de varios metros y terminaban antes de llegar a la puerta del baño. Marcos le sacó una foto y salió de la casa. Notó que la puerta de la vivienda contigua también se encontraba abierta y repitió el proceso: golpeó las manos, no recibió respuesta y se adentró en la casa. Había un libro sobre el sillón, junto a una linterna encendida. La puerta de la heladera se encontraba abierta. La mesa y las sillas estaban desperdigadas por el piso. En suelo, Marcos vio un revólver. Se acuclilló y lo observó con atención. Quería agarrarlo, pero había visto la suficiente cantidad de películas y series policiales cómo para saber que no quería dejar sus huellas digitales en algo así. A pocos metros del arma, vio casquillos de bala. Recorrió la casa con la mirada, buscando impactos de bala o manchas de sangre. Miró hacia arriba y allí estaban: tres pequeños agujeros en el techo, uno al lado del otro. Fotografió la pistola y el techo y salió del lugar. Regresó a su auto y continuó recorriendo las calles de Villa Concepción. Acabó por llegar a lo que parecía ser la zona céntrica. Las calles y las veredas se encontraban repletas de vehículos, algunos se habían estrellado contra postes de luz, otros chocaron entre ellos y algunos simplemente permanecían en medio de la calle, inmóviles. Todos los vehículos se encontraban encendidos. El sonido de las radios, sonando una por encima de la otra, resultaba inaguantable para Marcos. —¡Hola! —gritó. No recibió respuesta. Se bajó de su auto y notó un fuerte olor a metal quemado. Los techos de los vehículos, se encontraban calcinados. Todos y cada uno, sin excepción. Dio un paso hacia adelante y escuchó un vidrio resquebrajarse debajo de su zapatilla. El asfalto se encontraba repleto de pequeños fragmentos de cristal, todos pertenecientes a las ventanillas y parabrisas de los vehículos que colmaban la calle. A la distancia, escuchó el rugido de un motor. Volteó y vio un auto blanco, con la palabra POLICIA escrita sobre el capó. El auto se detuvo a pocos metros de Marcos, se abrió una puerta y bajó el conductor, un hombre que parecía tener poco más de sesenta años. De su pectoral izquierdo colgaba una placa que leía Ricardo. —Señor, ¿usted es de por acá? —preguntó Ricardo. —No. Soy periodista yo. —¿Cómo te llamas? —Marcos. Ricardo lo miró extrañado. —¿Y qué hace acá? —Trabajo para una revista de turismo —mintió Marcos—. Vine a escribir un artículo sobre el pueblo. De la parte trasera del auto, bajó una chica. —Hola, disculpa que te moleste, ¿vos estuviste acá antes? —Si, hace unos días. No había luz, así que fue de pasada más que nada. Ricardo miró al policía que se encontraba en el asiento del acompañante. Luego le devolvió la mirada a Marcos. —¿Vos viniste el día que se fue la luz en el pueblo? —preguntó Ricardo. —Si. Antes de irme escuché a uno decir que iban todos para el bar de Gustavo. —Yo conozco el bar —dijo la chica. —¿En dónde es? —preguntó Ricardo. —A unas cinco cuadras de acá. No anduvimos por ahí todavía, capaz están todos por allá. Marcos miró a su alrededor. Si bien el pueblo era chico, dudaba que se pudiese meter a toda esa gente en tan solo un establecimiento. La chica y Ricardo regresaron al móvil policial y partieron hacía el bar. Marcos volvió a su auto y los siguió. En el trayecto, se cruzaron con un café, el cual se encontraba en el mismo estado que el resto del pueblo: tazas de café sobre el suelo, mesas y sillas volteadas y la televisión y luces encendidas. El móvil policial se detuvo frente a un lugar que pasaba completamente desapercibido. Marcos lo observó con atención y notó que se trataba del bar de Gustavo. La chica bajó del móvil policial y se acercó a la puerta del bar. Las ventanas del lugar estaban rotas y los vidrios se encontraban desperdigados a lo largo de la acera. —¿Gustavo? —dijo la chica— Boludo, soy Mónica, ¿estás por ahí? Marcos bajó del auto y se acercó a Mónica. —¿Vivís acá? —preguntó Marcos. —No. Me fuí hace más de diez años ya. Mi hermano sigue viviendo acá y nos vemos seguido. Me preocupé porque no me contesta los mensajes ni las llamadas desde antes de ayer. Marcos miró a los policías. —¿Ustedes no saben qué pasó con la gente? —No —contestó Ricardo—. Somos de Mercedes nosotros. Llegamos hace un rato y fuimos a la comisaría de acá pero nada, estaba vacía. Mónica abrió la puerta del bar. A pesar del desorden, el elemento que llamó la atención de todos, fue la escopeta que reposaba sobre el suelo. Marcos miró automáticamente hacía el techo y en este estaban incrustados los perdigones. Ricardo agarró la escopeta y deslizó el cerrojo, dejando caer cuatro cartuchos vacíos. El suelo estaba repleto de arañazos y algún que otro accesorio: un reloj, una media, una zapatilla. Marcos se acuclilló, agarró un celular y apretó el botón de desbloquear. Había varias llamadas perdidas y la última notificación visible era un mensaje que leía: boluda contestame, estas bien??? El oficial que se encontraba en el asiento del acompañante, bajó del auto. —¿No sienten como un poco de olor a quemado ustedes? —dijo él. —Es verdad, Carlitos —respondió Ricardo. Carlos abrió el baúl del auto y sacó una escalera. La apoyó contra una de las paredes exteriores del bar y subió al techo. Se paró en este y lo miró aterrorizado. —Está calcinado esto —le dijo a Ricardo. —¿Cómo? —Está todo quemado. Y no solo este, los de las casas vecinas también. Cruzaron una mirada entre los cuatro presentes. Nadie dijo nada, pero todos tenían miedo. Marcos habló y contó lo que vio aquella noche. Carlos suspiró y bajó del techo. —Nosotros, el día que se cortó la luz, recibimos un llamado. Era más un aviso de rutina, en caso de que necesitaran ayuda, ya que éramos el lugar más cercano. —¿Ayuda para qué? —preguntó Marcos. Los oficiales se miraron, meditando en silencio si responder o no. —Preguntaron si teníamos bomberos disponibles para mandarles. —dijo Ricardo—. Nos dijeron que cayó algo del cielo, creían que era una avioneta pero que no sabían con certeza. El tema es que cayó para allá, como para la parte del descampado y se estaba empezando a prender fuego. De ahí, no supimos nada más. Hoy se acercó la señorita a preguntarnos si escuchamos algo de Villa Concepción porque se dio una vuelta y parecía no haber nadie. —La avioneta, ¿por donde cayó? —preguntó Marcos. —A diez cuadras de acá, derecho. Marcos tragó saliva y miró las cuadras extendiéndose ante él. Mónica regresó al móvil policial. —¿Nos vamos? —dijo con la mirada perdida. Los dos policías parecían aliviados por la petición. —Si señorita, rajemos de acá. —dijo Ricardo. —¿Vos venís? —le preguntaron a Marcos. Él negó con la cabeza. —En un rato, quiero ver el lugar del choque. —¿Querés que te acompañemos? —preguntó Carlos. Ricardo lo reprimió con la mirada. —No, está bien, voy solo. Ninguno de los policías insistió; encendieron el auto y se alejaron del bar. Marcos manejó por donde le indicaron y, una vez recorrió las diez cuadras, llegó a un enorme descampado. Caminó a través del pasto amarillento y a la distancia lo vio, un enorme agujero en el suelo, el cual poseía unos cuatro metros de circunferencia y dos metros de profundidad. Lo miró con atención por un momento, luego volteó y vio el vasto cielo que se extendía a su alrededor. Durante un breve momento, tuvo la sensación de que alguien lo estaba observando. Marcos agarró su cámara con inquietud, tomó una foto del agujero y se alejó del lugar. Con el pasar de los años, el perseguir relatos paranormales lo convirtió en una persona sin mucho miedo, ya que la mayoría podían atribuirse a supersticiones de la gente o explicaciones extraordinarias a cosas normales pero aquello lo inquietaba. No entendía que ocurrió, pero todo un pueblo parecía haber desaparecido de la faz de la tierra y aquello era un hecho. Marcos volvió al auto y partió a su departamento. Cuando llegó, repasó las fotos que sacó; la ropa en el suelo, las casas vacías, los agujeros de bala, el pozo en el suelo. Dejó la cámara y comenzó a escribir la nota.
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Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-08 16:46:24
6
Comentario
Autor/a, una historia interesante se vislumbra después de leer el preámbulo que nos ofreces. Espero que algún día pueda seguir leyéndola. ¡Suerte!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-20 14:52:28
3
Comentario
Autor/a, una narración interesante que termina cuando debiera empezar. Aunque hay un preámbulo de lo ocurrido, podría ser de terror, pero necesita más descripción de lo sucedido aparte de la calcinación de las casas, los disparos al techo, los vehículos chocados y la desaparición de la gente. Algunas observaciones que te recomiendo tomes en cuenta: sería ideal que siempre pongas quién habla, porque entorpece la fluidez de la narración tratando de adivinar quién está dialogando. —¿Y sobre queres hacer la nota? (esto no lo entendí, es así: ¿Y sobre qué querés hacer la nota?) / eso de « golpeó las manos»(supongo que es como aplaudiendo, sería mejor describirlo un poco) / En (el) suelo / policiales cómo (como, sin tilde) para saber / Soy periodista yo (ya dijo «soy», sobra el «yo») / La chica bajó del móvil (¿del auto, carro, vehículo?) policial / Somos de Mercedes nosotros (supongo que es la forma de hablar de ese sitio, pero, «somos» ya implica «nosotros») Autor/a, sigue escribiendo, que la práctica hace al escritor. Gracias por participar en el concurso.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-27 10:58:43
3
Comentario
Me ha gustado cómo fluye esta historia en la que un periodista de un medio regulero o sensacionalista sigue su olfato y se encuentra con un pueblo abandonado debido a algo que podríamos asociar con alienígenas u ovnis. Sin embargo, en mi opinión, el relato encaja en la ciencia ficción, no en el terror, por lo que no puedo valorar alto este trabajo, lo siento. Aparte, creo que el final deja la historia a medias, se pierde la oportunidad de transmitir lo que muchos supuestos testigos de estos fenómenos llegan a vivir. Hay bastantes errores ortotipográficos, como multitud de errores de acentuación ("fuí", "váyanse/váyanse", "cómo/como para saber"...), algún espacio doble, diversos errores de puntuación (como la coma ausente antes del primer "pero" o la coma incorrecta entre sujeto y predicado en "acompañante, bajó"), prefijos ("re cagado/recagado"), algún error de puntuación de diálogos (como el punto incorrecto en "mandarles. —dijo Ricardo"), etc. Una corrección ortotipográfica es el tipo de corrección por parte de un corrector profesional la que le hubiese venido bien al texto para pulirlo. Gracias por participar.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-28 14:45:40
4
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Hola, autor/a. Este relato es de ciencia ficción, no terror. Además, termina cuando debería empezar. La introducción es demasiado larga y por ello el relato no llega a arrancar. Para otra vez te aconsejo que seas más directo, más visceral y más si pretendes escribir un relato de terror.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-29 12:23:21
3
Comentario
Ya en la introducción veo algún detalle. “trabaja en una revista paranormal”. ¿La revista es paranormal? No, verdad. Lo paranormal podría ser el contenido de la revista. “a encontrarse allí”, el allí sobra. El cuento comienza bien, con buen ritmo. Pero creo que el autor toma una decisión equivocada a la hora de elegir la forma de contar lo que los pueblerinos dicen. Lo hace en medio de la prosa y eso confunde. Mejor hubiera sido incluirlos en los diálogos. Hay dos “hubiese” muy seguidos. Se utiliza varias veces la palabra “agarró”, que tal vez no sea la más adecuada. Que todos los autos estén encendidos implica que lo que haya ocurrido fue hace muy poco. En el encuentro entre Marcos y Ricardo, llama la atención la charla que tienen; que Marcos no le pregunte nada, que el otro tampoco le diga. No se entiende cómo identifican las marcas en el suelo como arañazos. Me sorprendió el final, no aclara nada. Construye muy bien un escenario interesante, un misterio bien llevado, pero después, cuando debería aclarar alguna de las interrogantes que plantea, el relato termina.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-03 11:54:46
4
Comentario
Vaya, parece un primer capítulo de una novela corta. Me ha dejado con ganas de más, y sin duda me ha recordado a historias de alienígenas que aterrizan dentro de un meteorito. La historia está bien construida y crea una atmósfera interesante, pero en ningún caso de terror. No infunde miedo, y me parece que se pasa tanto tiempo preparando el ambiente que se ha quedado sin espacio para continuar la historia. Animo al autor a preparar algo más largo con esta gran introducción, pero como relato corto de terror no funciona.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-06 00:41:06
4
Comentario
Muchas gracias al autor/a y suerte ^^ Historia que me recuerda a las historias de Roswell, por la ambientación, intriga y misterios. Causa expectación, aunque creo que se queda sin mostrarnos una trama real, sino un ápice de algo más. Pasan muchas cosas, pero al final no ocurre nada en verdad que nos rebele algún misterio horroroso que encaje en la temática. Aquí algunas de las cosas que he visto a mejorar, aunque hay más: *Y… igual que siempre.//Supngo que sería más correcto: I… igual que siempre. *—Si, qué sé yo.// Falta la tilde primera: —Sí, qué sé yo. *Al día siguiente Marcos se despertó//Sería: Al día siguiente, Marcos se despertó *y que decir si se topaba//Faltaría una tilde: y qué decir si se topaba *golpeó las manos, no recibió respuesta//Supongo que sería más correcto poner: golpeó con las manos, no recibió respuesta *—Si señorita, rajemos de acá//Sería: —Sí, señorita, rajemos de acá
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-11 20:56:31
5
Comentario
Me ha resultado ameno de leer el relato, pero lo veo más en el género de la ciencia ficción. Me ha gustado la historia, pero no encuentro bastantes elementos para decir que sea un relato de terror. Estoy deseando leer la nota.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-13 08:08:20
5
Comentario
Se me ha quedado a medias. Construye muy bien las escenas. No encobtré el terror. Ciertos diálogos no se sabe de quién son. Repite algunas palabras Cercanas como “auto”, “casa”, “café” y varias más. También hay erratas cuál podía ser: “en EL* suelo”. Muchas gracias por participar. Sigue escribiendo. Suerte.
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