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Relato 15 - Punto de inflexión digital
2022-05-17
Presentación
La era de la microtecnología llegó a mediados del siglo XX y la revolución digital lo cambió todo, pero ¿cómo puedes tener la certeza de que todo formó parte del progreso natural de la ciencia? Pues prepárate para la revolución «digital» que va a poner patas arriba todo lo que conoces y atrévete a conocer a Javier. Quién sabe, quizás habrías hecho lo mismo que él…
Relato
Ignoró el primer timbrazo porque pensó que sería algún despistado delante de la puerta de su casa. Total, jamás llamaba nadie a esas horas. La segunda vez, poco después, le dejó inmóvil; se convenció de que aquello denotaba intención, no equivocación. Tras varios movimientos más del segundero de su gran reloj de pared que mostraba la leyenda «La verdad está ahí fuera» sobre la silueta estilizada de un ovni, hundió sus dedos en los mullidos reposabrazos de su silla ergonómica de gamer cuando el eco del tercer timbrazo retumbó en el gotelé del escuálido piso de sus padres, en el que había vivido sus casi cuarenta años de vida. Lo peor de todo es que su madre no estaba en aquel momento. La responsabilidad surgió de un profundo abismo para recordarle que podría ser el del gas. ¿Acaso quería una nueva bronca materna por no abrirle? El miedo sabe a seco, el mismo sabor seco que impregnaba su paladar, y lo sabía. Pero ¿y si era su padre, y si por fin volvía de comprar tabaco tras un largo paseo de treinta años por aquel barrio humilde? Desechó la posibilidad de que su padre fuera a reaparecer y, con arrojo y determinación, se levantó de golpe y lanzó su cuerpo desvencijado hacia la puerta. Cuando estaba a punto de tocar la cerradura, se detuvo y observó su reflejo en el espejo de la entrada: un chándal viejo, barba de tres semanas, cierta carencia de duchas regulares y unos mechones castaños, lacios y levemente grasientos. «Más que suficiente para abrir la puerta», reflexionó. «¡La mirilla!», tronó en su cabeza. Recordó esa pequeña maravilla de la óptica, ese fabuloso artilugio para el espionaje vecinal. Cauteloso, se acercó muy despacio mientras una cascada de truculentas escenas cinematográficas relacionadas con mirillas brotaba de su memoria. Al otro lado de la puerta había un tipo normal de facciones tan genéricas que ni se le grabaron en la retina. Su pelo era castaño, quizá negro, peinado de manera tan pulcra como indeterminada. Vestía ropa corriente y no se apreciaba ninguna carpeta para pedir firmas. De hecho, no había nada de nada en sus manos. ¡Aquel tipo iba a llamar una cuarta vez y hasta parecía que sonreía! Había que hacer algo y había que hacerlo ya; era el momento de ser valiente. ―Qui… ¿Quién es? ―gorgoteó sin despegarse de la mirilla; su voz era un hilillo de timidez gelatinosa. ―Hola, Javier, me alegra saber que estás en casa ―dijo aquel desconocido con una sonrisa sincera―. He venido porque me gustaría hablar contigo de los temas que tratas en tus vídeos. ―¿Vienes a colarme un cobro? Porque si vienes a que pague algo, te digo ya que no ―soltó, nervioso―. ¡Yo no plagio a nadie, la música está libre de derechos y…! ―No, no, nada de eso… No vendo nada, en serio. ―Levantó sus manos desnudas como si demostrara su inocencia―. Si me lo permites, solo deseo hablar contigo un rato, por favor. ―Su semblante recobró una sonrisa en la que parecía que se podía confiar―. Sobre extraterrestres. Es importante, Javier. Te agradecería mucho si me permitieses pasar. A Javier no le pareció una amenaza para su exigua economía ni encajaba con un hombre de negro de los que había hablado numerosas veces en sus vídeos. ¿Un admirador, un seguidor, un confidente, puede que un lunático? Comenzaba a picarle la curiosidad y le preguntó: ―¿Eres un follower de mi canal? ―Podría decirse que sí; he visto todos tus vídeos. Si eres tan amable de abrir, te garantizo que tendrás material nuevo para mucho tiempo ―la cordialidad y la simpatía se transparentaban en su voz. Javier abrió y observó que aquel tipo tenía mucha mejor planta que la que había percibido por la vieja mirilla. Con la habilidad de un comando militar, asomó su cabeza al pasillo para comprobar si el desconocido estaba solo, y así era. Con un gesto extraño le invitó a entrar y le condujo hasta un pequeño cuarto que contaba con una mesita circular al lado de la ventana, dos sillas y poco más. Sin molestarse en retirar de la mesa la cajita metálica de costura de su madre, decorada con rosas pintadas, ni los calcetines cuyos tomates quedaban por zurcir, se sentó y miró a su invitado. ―Venga, venga, no te quedes ahí como un pasmarote y siéntate. Bueno, de qué va esta película ―le instó Javier―. No serás un emisario del nuevo orden mundial, ¿eh? ―Oh, no… Esos no cuentan aún con extraterrestres entre sus miembros ―contestó con parsimonia mientras se sentaba y miraba con interés lo que había sobre la mesa. ―A ver, a ver, a ver… ―Javier se toqueteaba la cara, se rascaba la barba y se revolvía en la silla. Permaneció en silencio unos instantes clavando su mirada en aquel hombre, emitió un ruidito de sospecha, se reclinó sobre el respaldo de su silla, retorció el gesto, entrecerró los ojos y dijo―: No sé qué tratas de decir, tronco, pero eso ha sonado a que te autodenominas alienígena… ―¡Oh, me alegro muchísimo de que la conversación haya alcanzado tan pronto el momento al que pretendía llegar! ―Recorrió con su mirada la fluctuación de expresiones de Javier, sonrió y añadió―: Estoy aquí porque soy un extraterrestre que desea confirmarte que, en verdad, existimos: yo soy uno de ellos. He venido para que hables con uno de nosotros, es decir, conmigo. He nacido en un planeta rocoso cercano, localizado a solo unas decenas de años luz de aquí; espero que entiendas que no pueda darte más detalles al respecto ―susurró con aires de confidencialidad―. Y estoy en tu casa después de haber escuchado cómo reclamabas nuestra presencia, nuestro contacto, innumerables veces en tus vídeos… Pues bien, entrevístame. ―Tu aspecto no parece extraterrestre… ―insinuó, certero. ―Me tomaré eso como tu primera pregunta. Así es, tenemos la capacidad tecnológica para aparentar ser humanos. Somos capaces de digitalizar nuestra consciencia y de transferirla a fundas artificiales como la que ves ―explicó señalándose a sí mismo con ambas manos. ―¿Artificial? ¿Cómo que artificial? ―Sí, mi cuerpo es una funda biorgánica imitativa; controlarla lleva varios meses terrestres de entrenamiento. Solo una autopsia o un análisis genético me delataría. Si llegara ese caso, mi consciencia sería transferida de manera segura a una de nuestras naves y solo quedaría aquí la funda; es lo que ocurrió en Roswell, ya sabes… Aún tenemos pendiente recuperar los restos, contienen tecnología a la que es mejor que no accedáis por ahora ―dijo sin perder la sonrisa, pero con cierto pesar―. Además, esta es la única manera de evitar la gran variedad de virus y bacterias terrestres, peligrosos para nosotros. Javier, anonadado, reaccionó con furor tras unos instantes observando a su invitado. ―¡Estoy flipando con lo de Roswell! Entonces, ¿es cierto que se aplicó ingeniería inversa a vuestro ovni estrellado y por eso nació la era de la microelectrónica y de la informática? ―Sí, fue un fallo por nuestra parte; lo habitual es que un salto tecnológico como aquel llegue por contactos diplomáticos discretos. Lo de Roswell fue un accidente, fuimos incompetentes, y la consecuencia fue que accedisteis a ciertos conocimientos antes de lo que habíamos planeado. ―Pero ¿por qué no os mostráis públicamente, por qué os escondéis, por qué tanto secretismo? ―Oh, es sencillo: de forma inusual, y si os comparamos con otras civilizaciones, la humanidad desarrolló las armas nucleares antes que otras tecnologías. Llegó a usarlas, las mejoró durante décadas y creó un arsenal enorme. En parte por culpa de nuestro tropezón en Roswell. Es una circunstancia peligrosa que, unida a nuestras políticas, nos hace reacios a presentarnos abiertamente. ―¿Por qué no evitasteis todo eso, por qué no intervenís y elimináis las armas nucleares? ―No tenemos medios suficientes y, aunque dispusiéramos de ellos, podría ser interpretado como la anulación de la capacidad defensiva de las naciones con mayor poder militar de este planeta. Nos catalogarían como una amenaza, Javier. Además, ese movimiento de desarme debería de provenir de la propia humanidad, no de nosotros. Oh, y si me lo preguntas, sucede parecido con otras cuestiones, como las guerras, el hambre, la contaminación planetaria y la destrucción del medioambiente. ―Claro, si es que no somos dignos, no nos merecemos este planeta. Tenemos unos dirigentes de pacotilla, unos gobernantes mafiosos, unas élites egoístas… ¡Sátrapas, corruptos, viles! ―clamó Javier al aire, encendido―. ¡Llevadme con vosotros! ―rogó a su invitado―. ¡Abducidme, secuestradme, sacadme de este planeta infame! ―Me temo que nosotros no hacemos eso, lo siento ―aclaró con una sonrisa compasiva. ―¿Y no podéis darme un paseo en un ovni? Hablando de eso, ¿cómo son vuestras naves? ¡Hay demasiados montajes llevados a cabo por gente mentirosa! ―No disponemos de la posibilidad de llevarte con nosotros, lo lamento. Y coincido en que hay demasiado fraude, sí. Nuestras naves son de dos tipos: unas son discoidales; las otras, esféricas y luminosas. Si no son así las que a veces se muestran en fotografías o filmaciones, puedes estar seguro de que se trata de engaños. ―¿Y qué hay de los círculos de las cosechas? Llevo años estudiándolos, me flipan y me intrigan y… ¡NO! ¡No soportaría saber que no son auténticos! ―chilló Javier con pánico. ―Los más complejos y perfectos son nuestros, sí ―confirmó con una sonrisa cómplice―. Te animamos a que continúes estudiándolos y hablando de ellos en tus vídeos. ―¡Fantabuloso! ¡Megaflipante! ¡Lo sabía, lo sabía! Pero, pero… Vamos a ver… ―Javier se frotó las sienes y los ojos, meditabundo―. Si acaso fueses un alien de verdad, ¿por qué estás aquí, conmigo, y no con uno de esos ufólogos archiconocidos de las redes sociales? No alcanzo sus cifras de followers ni de visualizaciones. Por no alcanzar, ¡lo que saco con mi canal no me da ni para llegar a fin de mes! ―Te hemos escogido por tu sinceridad, tu compromiso con la verdad, tu valentía al exponer asuntos delicados y tu pasión por la ufología. Ahora, escúchame con mucha atención: nuestro plan es acercar a la humanidad a un punto de inflexión que os haga evolucionar o que… ―¿Qué esperáis que haga, que queréis que cuente? ―interrumpió Javier, impetuoso. ―Iba a contarte que… —¡Estoy a vuestra disposición! —cortó de nuevo. —Está bien, dejaré las explicaciones para más tarde. Nos agradaría que hablases de este encuentro. Solo eso. ―¿Solo eso? ¡Ya hay bastante gente que me llama pirao, que me insulta por lo que hago! Si pudieras contarme algo gordo… ¡Espera! ¿Qué pasa con la religión? ¿Dios existe? ―Al ver la reacción de su invitado, añadió―: ¿Acaso no existe? ―Bueno, hemos intentado acercaros a la verdad en diferentes ocasiones. La última vez fue hace unos dos mil años, ya sabes… Y mira qué desastre, solo ha traído problemas. ―El arrepentimiento se veía con claridad en su rostro. ―Pero… ¿existe o no? ―Eres un chico listo, seguro que das solo con la respuesta ―explicó con una leve sonrisa―. Admito que las religiones constituyen otro asunto espinoso que complica un anuncio abierto de nuestra existencia. Por eso nos gustaría que personas como tú… Unos ruidos en la puerta principal interrumpieron la conversación. Primero el sonido de unas llaves, después la cerradura, las bisagras, unos pasos, la puerta que se cerraba y una voz algo estridente. ―¡Javi, hijo, ya he vuelto de la compra! No tenían horchata, así que te he comprado batido de vainilla, ¡de la marca que te gusta! ―¡Vale, mamá, gracias! ¡Estoy en el cuartito, hay una visita! ―¿Una visita? ¿Acaso has conocido ya a alguna chica? ―preguntó con voz cantarina mientras se aproximaba al cuartito. ―¡No, mamá, no! ―¡Oh! ¿Acaso un chico? Que conste que si tú estás feliz, a mí no me importa… ―dijo con tono teatral, mitad comprensión y mitad resignación, asomándose a la puerta del cuartito. Sesenta y pico años, sesenta y pico kilos y un poco menos de metro sesenta de presencia materna se plantaron en la puerta. Sus ojos analizaron la escena más rápido de lo que cualquier inteligencia artificial es o será capaz de hacerlo. ―Hola, soy Puri, la mamá de Javi. Encantada ―y, mirando a su hijo, preguntó―: ¿Cómo se llama tu amigo? ―Se llama… pues… ―avergonzado, se percató de que no le había preguntado su nombre. ―Soy Manuel. Un placer conocerte, Puri. ―Claro, un nombre común para un aspecto común ―bisbiseó Javier a la vez que le lanzaba una mirada afilada e indagadora―. Todo encaja… ―¿Y qué te trae por aquí? ―preguntó Puri con todo su ser y una sonrisa que subrayaba sus arrugas. ―Verás, mamá, esto es importante ―se adelantó Javier―: Manuel es un extraterrestre que ha venido a hablar conmigo ―soltó no sin cierto orgullo. ―¡No me digas! Pues qué bien ―dijo ella mirando a Manuel―. Entonces, también trabajas en lo mismo que mi hijo, ¿no? El chico se pasa los días hablando de eso: extraterrestres por aquí, extraterrestres por allá… ―comentó como si su hijo no estuviera presente y, con un timbre de esperanza, añadió―: Siendo ambos del mismo ramo, no tendrás un trabajillo para él, ¿no? Algo más serio que lo de ahora, porque eso vídeos, bueno, vaya… ―sus palabras iban cargadas de significado. Manuel sonrió debido a la sencillez, la naturalidad y la frescura de Puri. Javier, por su parte, se sonrojó y la miró con expresión acusadora. ―¡Mamá, anda, no digas tonterías! ―Bueno, con la hora que es, te quedas a comer, ¿no, Manuel? ―preguntó Puri ignorando a su hijo. ―Te lo agradezco de corazón, Puri, pero me temo que me marcharé pronto. ―Bueno, os traigo unas croquetas de bacalao que sobraron ayer y así tomáis algo ―afirmó en lugar de preguntar. ―Pero… ¡Mamá! ¿Cómo le vas a dar croquetas de bacalao a un extraterrestre? ―la indignación era patente en las palabras de Javier―. Seguro que es vegetariano, vegano o alguna movida de esas. ―Gracias, Puri, unas croquetas antes de irme sería perfecto ―y, sonriendo a Javier, añadió―: No te preocupes, comemos de todo y hay que echar combustible a esta funda biorgánica. Puri se marchó a la cocina a vaciar las bolsas de la compra y a recalentar croquetas, Manuel se quedó con su sonrisa y Javier le miraba entrecerrando los ojos. ―¡Necesito una prueba! ―proclamó Javier con ardor en su voz, pero a bajo volumen, al mismo tiempo que se cruzaba de brazos―. Necesito algo tangible para demostrar que eres un extraterrestre. Estoy cansado de que me consideren un don nadie, un hazmerreír, un soplagaitas. Si no, mejor que consideréis otra cosa; una transmisión global o algo así. ―Eso lo hemos barajado ya, pero todo indica que sería considerado un engaño por la inmensa mayoría de la población. No deseamos que eso suceda; bastante tenemos ya con que se nos asocie con hombrecitos verdes… ―¿Ah, sí? ¿Y cómo sois fuera de esa funda? ―Nuestro aspecto es humanoide, sin duda, aunque hay diferencias significativas. ―¿Cuántos ojos tenéis? ―Dos. ―¿Y dedos en cada mano? ―Cuatro. ―¿Usáis ropa en vuestro planeta? ―Pocas veces. ―¿Tenéis dimorfismo sexual? ―No, aunque sí algo similar. —¿Son guapas vuestras mujeres? —Siento no poder contarte más; muchos datos sobre nosotros son confidenciales —repuso para salir del paso. ―Entonces, ¿dices que tu cuerpo es artificial? ―inquirió Javier, tomándole una mano y empezando a palparla y a examinarla con atención, momento en el que apareció Puri. ―Bueno, Javi, vamos a ver… Que si sois más que amigos…, ya me entiendes…, a mí, que soy tu madre, tienes que contarme estas cosas ―le dijo Puri a su hijo con cierta inquietud por si no confiaba en ella para tales asuntos―. En fin, no digo más… ¿Queréis una cervecita con las croquetas o mejor un refresco? ―Que no, mamá, que no… Que solo estoy examinándole la mano porque es extraterrestre ―aclaró Javier, resignado, soltando la mano de Manuel―. Cerve, cerve ―confirmó―. ¿Cerve? ―interrogó buscando una respuesta rápida del visitante. ―Claro, cómo decir que no ―sonrió Manuel. ―Dos cerves, mamá. ―Gracias, Puri, muy amable. ―Ay, este chico… ―dijo Puri por lo bajo mientras se encaminaba de nuevo a la cocina. ―¿Tenéis madres así en vuestro planeta? ―inquirió Javier; Manuel se sorprendió, divertido. ―Oh, claro que no. En mi planeta, tu madre me habría doblegado para que me quedase a comer. Nadie lleva la contraria a una madre; son demasiado fuertes y no dudan en usar su superioridad física. Javier se le quedó mirando, pensativo, y dijo: ―Ya no sé si quiero ir a tu planeta… ―Nunca puedes decir que no a una madre de mi planeta ―contó con naturalidad y simpatía. Se mantuvo en silencio unos instantes mientras observaba el encogimiento del ánimo de Javier y soltó una carcajada―. ¡No, no sería así! Es una broma, por supuesto; también tenemos sentido del humor. En realidad, no sería muy diferente de lo que ha pasado con tu madre. Incluso tenemos algo casi igual a las croquetas terrestres —afirmó con una sonrisa de oreja a oreja. ―¡Qué interesante! ¡Croquetas extraterrestres! El tema da para uno de mis vídeos… ―dijo antes de que su actitud se encendiera de nuevo y añadiese―: Bueno, bueno, pero no nos vayamos por las ramas: en serio, necesito una prueba sólida de que lo que vendes no es humo. ―Pero, Javier, como ya he coment… ―Ni peros ni leches ―cortó Javier de repente―. Mira, te voy a ser sincero: mi canal de vídeos va cada vez peor; la gente prefiere las nuevas redes sociales, que son un asco para los temas que trato, y cada vez saco menos pasta. ¿Y qué pasa con todo esto? Pues qué va a pasar, que no se puede vivir de las buenas intenciones, así no funcionan las cosas. ―Miró a Manuel de arriba abajo y dijo―: ¿No llevas ningún objeto de tu planeta, tecnología extraterrestre, algo que parezca de ciencia ficción? ―Oh, no, nada de nada. Como he dicho, solo mi conciencia y el cuerpo artificial que ves vienen de mi planeta. La ropa y lo demás es local, es decir, terrestre. ―Bueno, pues cabello, uñas cortadas, muestras de saliva, unas gotas de sangre… ¿No podrías proporcionarme algo? ¿Qué podrías darme, eh? ―Javier se inclinaba hacia Manuel con cada palabra—. Algo podrás darme, ¿no? ―Me temo que esta conversación no está funcionando como habíamos calculado. ¿Qué ha fallado? ―murmuraba Manuel apesadumbrado, más para sí mismo que para Javier. ―En serio, cualquier cosilla tangible me ayudaría a relanzar mi canal. Tú quieres ayudarme, ¿no? ―Javier se había acercado muchísimo a Manuel. ―Lo siento, pero nuestro plan no contempla que… En aquel momento, Javier se lanzó a por la mano que había palpado con anterioridad y asió con fuerza los dedos de Manuel. ―¡Un dedo servirá! ―clamó Javier como loco, pero como si acceder a su idea fuese lo obvio―. Tú cuerpo es artificial, ¡no te dolerá! Manuel, horrorizado, se revolvía en su silla tratando de liberarse. ―Javier, te pido por favor que seas la persona cabal que muestras en tus vídeos ―rogó mientras forcejeaban. ―¡Pero si no te costará nada! ―insistió como si Manuel fuera a entenderlo y aceptarlo fácilmente. De pronto, dirigió una mano a la caja de costura de su madre y extrajo unas largas y afiladas tijeras de acero. ―¡Recapacita, Javier! ¡Esto jamás lo querría el ufólogo apasionado y bienintencionado que muestras en tu canal! ―gritó, desesperado, incapaz de liberar su mano, agarrada con tremenda fuerza. ―¡Ese Javier ya no soporta que su cuenta bancaria esté en números rojos un mes sí y otro también! ¡Además, quiere más reconocimiento del que tiene! ¿Y sabes qué? ¡Esta es una oportunidad de oro! ―replicó a viva voz, acercando la tijera a los temblorosos dedos de Manuel, envolviendo con las afiladas hojas su meñique y apretando con ímpetu. ―Pero bueno, chicos, ¿qué es este escánd…? ―la voz de Puri llegaba por el pasillo. La mujer apareció con una bandejita metálica que contenía un plato con croquetas y dos latas de cerveza barata justo en el momento en el que medio meñique surcaba el aire junto a un chorrillo de líquido rojo que surgía del dedo cercenado —¡…gensanta! ¡Ahhh! ―chilló Puri en pleno apogeo del patatús que le estaba dando y dejó caer la bandeja, que chocó contra el suelo con estruendo. Javier soltó a Manuel y atrapó el dedo en plena parábola. El recién amputado aprovechó el momento para salir de allí saltando sobre el cuerpo desmayado de Puri y huyó hacia la salida. ―¡Estábamos equivocados! ―gritó Manuel como si se dirigiera a alguien―. ¡El plan ha fallado, están locos! ¡Recogida inmediata en el punto de encuentro! —solicitó con apremio. Se pudo escuchar cómo Manuel abría la puerta de la entrada y, un instante después, un portazo sacudió los tabiques de la vivienda. Javier, aún sentado, alzaba el dedo capturado como un trofeo; su rostro, decorado con salpicaduras rojas, reflejaba una sonrisa inconmensurable. Su madre, desparramada bajo el umbral del cuartito, empezaba a reaccionar. ―Hoy es un gran día, mamá ―manifestó mientras admiraba el dedo de Manuel sin siquiera ayudarla a levantarse―. ¡Este dedo pertenece al cuerpo artificial de un extraterrestre! ―su voz triunfal inundó la casa. Sin soltar el dedo ni preocuparse por su madre, se dirigió a la bandeja caída, recogió una cerveza, la dejó sobre la mesa, abrió la lata con su mano libre y la vació en su garganta de una sola vez. ―¡Por el éxito! ―brindó al aire y eructó ruidosamente. ―Pero, hijo, ¿qué ha pasado? ¿Qué has hecho? ―demandó saber Puri una vez en pie. ―¡Al fin la suerte me sonríe! ¡La fama me espera! ―Javier, jubiloso, no cabía en sí―. Tengo un vídeo que grabar… Uno no, ¡muchos! Y una subasta online que crear, que va a ser lo primero que haga; ¡voy a reventar internet! ―mientras hablaba, recogió un par de croquetas del suelo, las engulló casi a la vez, le dio un sonoro beso en la frente a su madre, cogió la otra cerveza y la abrió antes de dirigirse con gran determinación a sus dominios. A Javier le bastó una hora para ofrecer al mejor postor un dedo cuyo origen él aseguraba que era extraterrestre. Asimismo, mostró su trofeo en un breve vídeo de su canal y aseguró que los siguientes serían «¡La caña, la bomba, la repanocha!», según sus propias palabras. Cada minuto posterior alucinó debido a las reacciones generadas, y por partida doble. Primero sintió que flotaba con el éxito viral tanto de la subasta como de su vídeo. En segundo lugar, flipó con la inesperada avalancha de denuncias provenientes de mucha gente que vio todo aquello. Inesperada para él, claro, no para nadie con un mínimo de sentido común. Así, a la policía también le bastó una hora para llegar al piso, aporrear la puerta y gritar su nombre antes de tirarla abajo. ―¡Ya están aquí, mamá! ¡Los hombres de negro han venido a por mí! ―gritaba Javier con desesperación escondido bajo su mesa―. ¡Cuenta la verdad a la prensa, mamá: Manuel era un extraterrestre! ―clamaba mientras se lo llevaban. Su madre, medio desmayada, recibía asistencia de unos policías; demasiadas emociones para un solo día―. ¡Llévame croquetas a la cárcel, mamá! ―pidió antes de desaparecer por la puerta mientras varios agentes registraban el piso y daban con el dedo sobre el que tantos internautas habían avisado a las autoridades. Fue de la comisaría al juicio, del juicio a la sentencia condenatoria y de una breve estancia en la cárcel a los titulares de los medios de comunicación, siempre con la ausencia de una víctima que le denunciara. De ahí a los platós de los programas de actualidad, los de misterio, los sensacionalistas, los de madrugada… Incluso alguno de citas, aunque no surgió ni una chispa. Tal como le auguró a su madre, la fama, al final, le llegó. En cada ocasión relataba con su fervor característico lo que le había sucedido y cómo fracasaban todos sus intentos para recuperar el dedo cortado: organismos y administraciones aducían que no podían entregarle la prueba de un presunto delito, pero, un día, comenzaron a responder que el dedo se había extraviado. Aquello dio para que Javier continuara su periplo mediático, en el que denunciaba encubrimiento y conspiración. Le siguieron varios libros y una teleserie que narraba sus andanzas, incluso acabó participando en La isla de los frikis, que rompió récords de audiencia por su presencia y que terminó ganando. Gracias a él y al revuelo que generaba, la ufología se puso más de moda que nunca. La presión por la incomprensible desaparición del dedo acarreó una cascada de dimisiones de funcionarios, comisarios, delegados, políticos… Incluso el ministro de Justicia abandonó su puesto. Una imagen del dedo cortado extraída del vídeo que llevó a Javier a la cárcel se convirtió en un poderoso símbolo de protesta que traspasó fronteras. Con el tiempo devino en un gran movimiento global de reivindicación de la verdad, de lucha contra los poderes establecidos; una auténtica revolución social. La sociedad se dividió entre los que creían a Javier y los que pensaban que todo eran paparruchas, ciencia ficción barata. El mundo de la investigación científica se polarizó entre los que consideraban que todo era plausible y los escépticos. Los gobiernos tuvieron que mojarse en estos asuntos. Las religiones se vieron obligadas a posicionarse, lo cual generó no pocos conflictos. Las disputas familiares, los divorcios, las peleas de bar y otras trifulcas eran frecuentes por estos asuntos. Mientras tanto, en un planeta rocoso localizado a varias decenas de años luz de la Tierra, el Alto Consejo Interplanetario de una civilización muy avanzada procedía a condecorar al alienígena que se había autodenominado Manuel. ―Recibe con los mayores honores la más alta distinción por los servicios prestados ―recitó con voz solemne quien oficiaba la multitudinaria ceremonia―. Nuestro plan de contactos discretos con la civilización primitiva que te encomendamos ha provocado el debate social que buscábamos, ¡y solo por el precio de medio dedo falso, bravo! Ojalá siempre fuese tan sencillo. ―Muchas gracias ―contestó Manuel, contento y agradecido―. Me alegro profundamente de haber logrado que el proceso catalizador haya comenzado ya a la escala que buscábamos en ese planeta. En poco tiempo, la espiral en la que han entrado alcanzará su cenit y pronto afrontarán su destino. ―En efecto, y nuestra experiencia milenaria nos dice que solo hay dos opciones por delante, sin término medio: la paz mundial o la autoaniquilación. ―Me alegraré si sucede lo primero, pues podrán formar parte de los nuestros. Aunque, conociendo un poco a los terrícolas, ¡algo me dice que no será así como acabe todo! ―Manuel rio muy fuerte; todos los allí presentes rieron con él. —No hay que ser muy listo para saber cómo terminarán, ¿eh? —todo era un mar de carcajadas; los extraterrestres conocían bien las probabilidades de desastre asociadas a una raza como la humana. —¡Sí, acumulan miles de armas nucleares y no están muy cuerdos! —todos se desternillaban de risa por lo absurda que era la humanidad. —¡Pues ellos mismos! Así, al menos, dejarán de molestar al planeta y será fácil recuperar los restos de Roswell. —¡Y mi dedo! —soltó Manuel; todos se tronchaban de risa.
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Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-05-17 18:51:15
9
Comentario
Un relato muy bien narrado, ameno, con una cantidad de diálogos excelentes. Me encantó. ¿Y el dedo? ¡Enhorabuena autor!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-05-17 21:10:40
6
Comentario
Me ha gustado el relato. Javier y Puri son personajes con los que es muy fácil relacionarse, verosímiles y en mi opinión muy bien logrados. Los diálogos de Puri me parecen particularmente divertidos. Al principio el relato parece una comedia, hasta que con la escena del dedo toma un giro un tanto tétrico; creo que eso funciona muy bien. Cuándo leí el relato, el conflicto que esperaba se resolviera era sencillamente ver si Manuel era o no de verdad un extraterrestre. Creo que las explicaciones que da en su diálogo con Javi no son suficientemente contundentes para que el lector lo deduzca, pero si son lo bastante interesantes para despertar la curiosidad. El salto que da la historia cuando cambia de ser la de un obsesionado que conoce a un extraterrestre a un relato sobre extraterrestres que influyen en la tierra lo sentí un poco forzado. Esa parte del relato me supo mas a crónica de un libro de historia que a literatura. También ahí el narrador cambia de ser un limitado de personaje a ser un omnisciente. Eso me hizo sentir un poco como que me hicieran trampa, como si pudiera ver la mano del autor. En resumen, me gustó el relato pero creo que el final podría resolverse de una mejor forma
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-05-18 13:43:39
5
Comentario
Me parece un enfoque original que los extraterrestres decidan utilizar un friqui para desvelar su existencia. El personaje de la madre, muy bueno. Debería aparecer más. También me gusta el tono humorístico con que afronta la historia. Cosas que creo que podrían mejorar el relato, fundamentalmente dos. Creo que tiene demasiada narración de hechos (habría que recordar aquella máxima de "no lo cuentes, muéstralo") y las parrafadas de Manuel son demasiado densas, solo falta que se autoinculpen de matar a Kennedy.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-05-20 15:32:15
5
Comentario
La prosa es muy buena, está balanceada y fluye. Desde lo formal puedo hacer algunas señalizaciones, más de gusto que de rigor editorial. Por ejemplo, me parece que al segundo párrafo le faltan algunas comas. Se estructura en dos frases largas que podrían ser el doble. Con pocas frases se construye muy bien el personaje adolescente (aunque también se entiende que está en sus treinta). También se agradecen los buenos chistes en el momento oportuno. Todo esto denota la buena mano del autor. A pesar del tono risueño del principio, queda un poco extraño que el protagonista se crea de primera la historia de su visitante. Su credibilidad no ofrece resistencia y esto parece una simplificación. Luego, un detalle, Roswell es ¿del 48? Para esa fecha ya había armas atómicas importantes. Si las armas se deben a la filtración de tecnología extraterrestre, debió ocurrir quizás una década antes del 48. Sugerencia: los extraterrestres podrían no querer eliminar las armas atómicas porque justamente esto, por paradójico que suene, y lo humano es paradójico, es lo que mantiene la paz. Sin armas nucleares cualquiera haría la guerra. Al final entiendo que la exageración es necesaria para mantener la gracia, pero no me cierra que vaya preso por tan poco. Que el mundo comience a girar en torno al protagonista, tal vez sea demasiado exagerado. Cuando terminé de leerlo me sentí un poco decepcionado Porque me parece que la resolución decae en relación a la construcción del escenario. Digo, cuando el protagonista está allí sentado con un extraterrestre cualquier cosa puede ocurrir. Sin embargo el desenlace es lineal, sin sobresaltos, sin sorpresas. En resumen, un buen cuento, muy bien escrito, con habilidad y oficio. Pero liviano, en tono humorístico, que pudo con un desenlace más complejo ser mucho más.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-05-23 17:16:55
7
Comentario
Excelente relato lleno de humor reflexivo.Con una prosa de ágil lectura el sutor/a nos muestra la condición humana.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-05-23 21:29:11
7
Comentario
Una divertida historia de extraterrestres. La narración está muy bien construída y el protagonista es un personaje muy creíble. Enhorabuena
Fecha Publicación
Valoración Relato
2022-05-25 22:02:49
6
Comentario
Hace poco se dio la noticia de que funcionarios de inteligencia del Departamento de Defensa de EEUU compartieron con los congresistas sus investigaciones de avistamientos de objetos voladores no identificados. El tema OVNI vuelve a estar de actualidad, aunque parezca increíble. Este relato de corte humorístico, fluye bien y de forma amena, divertida, hasta el «punto de inflexión digital». A partir de ahí todo se precipita un poco y pierde fuelle, a mi modo de ver. No obstante, me lo he pasado bien. La frase que mejor lo resume y la que más me ha gustado: «―Pero… ¡Mamá! ¿Cómo le vas a dar croquetas de bacalao a un extraterrestre?»:D
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Valoración Relato
2022-07-05 15:00:29
9
Comentario
Es el que más me gusta por ahora. Los diálogos son fantásticos, cada personaje tiene su propio modo de expresarse y no te rompen el hilo del cuento. Y eso que la primera parte es una pura conversación, casi parece el guión de una película. No me ha gustado que se repita «tangible»; no es que se diga cerca una de otra, pero es de esas palabras que cuando las lees una vez te llaman la atención y cuando la lees por segunda vez pierde la magia de la ocasión inicial. [SPOILER] Súper ingenioso por parte del autor sacarse que a causa del accidente en Roswell se desarrollaron los mircrochips y que los extraterrestres pretenden recuperar los restos que se guardan en el Área 51. Me he tirado la mitad del relato esperando que se diga que Manuel era humano, otro punto a favor del escritor. Me parece un buen final: lo de que el Youtuber se crea porque sí que está hablando con un extraterrestre, radica en sus ansias porque así sea. No necesita ninguna prueba para él, sino para el resto de la humanidad. Qué sea campeón de la Isla de los Frikis me ha hecho gracia, lo destaco entre los muchos chistes buenos del texto. No he detectado errores en la prosa. Este relato tiene que estar en la obra conjunta bajo mi criterio. ¡Muy bien autor, eres un crack...!
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Valoración Relato
2022-06-07 11:48:58
6
Comentario
Buen relato, que bien pudiera titularse "La tragedia de un ufólogo youtuber". Nada como el humor socarrón; me la pasé muy bien leyéndolo. Del lado negativo: por momentos hay cierta falta de naturalidad en los diálogos, que hace que el lector tropiece. El final me parece que se diluye en un gigantismo innecesario. Resulta muy duro de tragar eso de que el video del dedo cortado pudiera producir una oleada de indignación universal. Y me parece muy poco digna del resto del relato la moralina póstuma esa de "así son los terrícolas".
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Valoración Relato
2022-06-08 09:02:54
8
Comentario
Ese Javier, con lo majete que parecía al principio… Al final se le va la olla y le hace una desgracia al extraterrestre Manuel, jajajaja… Menos mal que al pobre Manu, tan pulcro, tan formalito, tan educado, le condecoran al final por su misión, aunque ésta pueda contribuir a la autoaniquilación de los zoquetes terrícolas… En cuanto a la forma, excelente. Por comentar un par de naderías: En la frase: “Algo más serio que lo de ahora, porque eso vídeos…”, falta una “s” en “eso vídeos”. En la frase: “líquido rojo que surgía del dedo cercenado”, falta el punto y aparte. Un relato muy divertido, y técnicamente muy bien escrito en mi opinión.
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Valoración Relato
2022-07-04 05:44:50
6
Comentario
La redacción denota profesionalismo y, aunque agradable de leer, en el primer tercio del relato no pasa mucho. Es raro en América leer “vídeo” con acentuación, aunque proviene del inglés, creo que en España se utiliza. Hay alguna puntuación que me desbanca en la le tura, pero igual, no sabría si continúa siendo correcta como: ―soltó, nervioso―. La parte del alienígena cómico la he disfrutado, sin embargo, no sentí leer ciencia ficción, es como la pregunta del relato: ¿No llevas ningún objeto de tu planeta, tecnología extraterrestre, algo que parezca de ciencia ficción? No la hay. Las preguntas que se responden llevan a un tipo de garla filosófica por parte del alienígena. El alienígena comenta que los humanos están locos, y a mí me ha parecido que él tiene un coeficiente incluso inferior al humano. Gracias autor, escribes muy bien.
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Valoración Relato
2022-07-19 07:17:24
6
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Un relato muy divertido y genial escrito. Me gustó mucho, pasé un buen rato ;) Todo el tiempo esperaba leer que finalmente Manuel era humano, me agradó que no fuese así. Es cierto que el final me pareció ligeramente precipitado, pero en un relato corto es difícil hacerlo de otra manera. Mi enhorabuena al autor/a
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Valoración Relato
2022-07-28 15:41:45
6
Comentario
Muchas gracias al autor y suerte ^^. Relato extenso pero que, gracias al ritmo fluido de la escritura, los toques de humor y los diálogos, se lee rápido. Es una graciosa historia con momentos muy cómicos. La parte en que Javier presenta a su madre al extraterrestre Manuel, como si nada, me ha hecho reír, la verdad. Buen final y que da mucho en lo que pensar... Hacemos cualquier cosa por la fama y los likes y podemos destruirnos los unos a los otros por el simple hecho de poder sin importar qué hay más allá de nuestro planeta o mismamente más allá de la puerta de nuestra casa.
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Valoración Relato
2022-08-27 17:51:45
9
Comentario
Me ha encantado el relato, aunque he de reconocer que me ha sorprendido por el tono humorístico y porque no tengo claro si encaja bien en un concurso de ciencia ficción. El diálogo entre Javier y Manuel, que ocupa dos terceras partes del relato me ha parecido realmente brillante y divertido. El texto está muy bien escrito, y mantiene el interés hasta el final. No he sido capaz de encontrar ninguna errata ni error de forma, por lo que está claro que además le has dedicado mucho tiempo a pulirlo y repasarlo. Resumiendo, una gozada haberlo leído. Enhorabuena y suerte
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Valoración Relato
2022-09-03 22:31:47
7
Comentario
Me he divertido con este relato..Es una lectura ligera y entretenida. Los diálogos me han parecido muy bien logrados y el final es un buen cierre, siguiendo el tono jocoso de la obra.
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Valoración Relato
2022-09-13 20:16:09
7
Comentario
Un relato divertido con una buena narración y unos personajes muy bien construidos. Me encanta el principio cuando duda en abrir la puerta. Buenos diálogos.
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