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Relato 16 - Sangre y lluvia
2024-10-10
Presentación
En el polvoriento pueblo de San Páramo, donde las casas de adobe se desmoronaban lentamente bajo el paso de los años, se erguía una humilde iglesia, como si el tiempo la hubiera dejado atrás. Aunque su fachada estaba gastada y su campanario en silencio, los habitantes la consideraban el latido de su comunidad: un refugio donde orar, celebrar y encontrar consuelo en las noches más oscuras. Pero un día al ocultarse el sol, cuando la lluvia comenzó a golpear con furia, un rayo inusual rasgó el cielo y cayó sobre la cúpula de la iglesia partiendo el campanario.
Relato
A veces, el rifle se quedaba mudo. Gabriel vio al conejo cruzar la calle, una sombra ligera que avanzaba entre el polvo. Le apuntó cuando se detuvo, a veinte pasos de distancia. “No te atasques, hijo de puta”, le susurró a su arma y apretó el gatillo. “Mi padre decía que un rifle que se atasca a veces te salva”, pensó. El rifle no cumplió su destino. El conejo se perdió entre las casas de adobe y Gabriel soltó el aire en silencio, resignado. Sacó la botella que cargaba desde el amanecer, se llevó el licor a la boca y bebió despacio, como quien se traga el tiempo. Luego siguió su camino, sin prisa, porque el sol caía despacio y su vida siempre había sido así. Eva había pasado las últimas semanas sumida en una rutina silenciosa y solitaria. La monotonía del día a día en el pueblito de San Páramo se había vuelto casi insoportable para ella: se levantaba antes del amanecer para encender el fuego y preparar el desayuno de Gabriel, luego pasaba horas en el pequeño huerto, arrancando malas hierbas y cuidando de las plantas que apenas sobrevivían en aquella tierra árida. Gabriel pasaba más tiempo fuera de casa que con su esposa, buscando cualquier trabajo que pudiera mantenerlos a flote, pero la mala paga y la desesperación comenzaban a mellar su carácter. Cada vez volvía más tomado, su ceño estaba más fruncido y sus palabras eran más duras. Eva lo entendía, pero eso no aliviaba la sensación de vacío y duda que se apoderaba de ella: ya no quería su pueblo y su gente, tal vez ya no quería a Gabriel. Su esposo ya regresaba del trabajo. —Pues te la llevas borracho de esa mierda que haces, si dejas de tomar te va a cambiar el humor —dijo enfadada—. Esa bebida del diablo fue lo único que dejó tu difunto padre, junto con ese viejo rifle. —Vender una o dos botellas a la semana nos da de comer, hasta que el trabajo mejore, lo prometo. —Tú y tus pinches promesas. También me prometiste un hijo, una familia. Ha diferencia del rifle, yo creo que tus balas son de salva, no me preñan. Todo el día estás en el trabajo o en el monte. Yo me quedo sola aquí y tampoco quieres que trabaje. —Eva, yo también quiero un hijo, pero las cosas no están bien, apenas nos alcanza para tragar. —Pues vámonos de aquí, a la ciudad. Allá puedes vender tu puto alcohol. Ese pinche trabajo de mierda te está matando. —¡Eva! Mi padre decía que si no te duele el cuerpo y la espalda no es un trabajo. —¡A la mierda con tu padre! Eva salió molesta de su casa. “Pues me iré sola entonces”, pensó. Mientras caminaba por el campo después del ocaso, buscando un poco de paz, sintió una repentina corriente de aire helado, algo insólito en ese lugar en cualquier época del año. Las veladoras encendidas en las ventanas de las casas de adobe titilaron con el viento. Se detuvo en seco, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo. En ese instante algo en su mente se quebró. Un susurro casi imperceptible se filtró en sus pensamientos mientras una gota helada le golpeó el rostro. Volteó al cielo y una nube sempiterna cubría el pueblo. Entonces el cielo rugió. En el polvoriento pueblo de San Páramo, donde las casas de adobe se desmoronaban lentamente bajo el paso de los años, se erguía una humilde iglesia, como si el tiempo la hubiera dejado atrás. Aunque su fachada estaba gastada y su campanario en silencio, los habitantes la consideraban el latido de su comunidad: un refugio donde orar, celebrar y encontrar consuelo en las noches más oscuras. Pero un día al ocultarse el sol, cuando la lluvia comenzó a golpear con furia, un rayo inusual rasgó el cielo y cayó sobre la cúpula de la iglesia partiendo el campanario. Algunos dijeron que fue una luz que perduró más allá de lo natural, otros, que era una luminosidad que descendió desde lo alto con un propósito divino. Desde aquella noche, algo en San Páramo cambió. El aire se sentía denso, cargado de un silencio que sofocaba hasta el murmullo del viento. Algo yacía dentro de la Iglesia. La puerta de madera crujió cuando Gabriel entró a su casa tras una ardua jornada bajo un cielo lluvioso. Su voz cargaba el peso de su tierra, un eco de la cultura de su pueblo, donde la ignorancia y el tono áspero prevalecían en los rincones más apartados, lejos de la civilización. —Está todo mojado afuera, pero tú sigues seca conmigo.— Gabriel pasaba un trapo por su rifle. —Vas llegando con tu aliento a esa mierda y ya te vas a ir —dijo Eva, con una voz cargada de reproche. Sopló para quitar un mechón de cabello claro que le cubría la vista—. Quiero ir. —Primero, no vas a ir a la iglesia, ahí hay algo malo, se siente en la piel. Y yo creo que también en el aire, muchos andan diferente, ¿no te das cuenta? Y segundo, necesitamos comida, el patrón ya nos debe tres semanas y no paga el desgraciado. Veré si encuentro un armadillo o unos conejos. — Gabriel se levantó y sus botas sucias de piel ajada dejaron un rastro de lodo al salir. Cuando abrió la puerta, Eva observó un reflejo del atardecer rojo en el rostro moreno de su esposo, sintió que le odiaba—. Eva, no vas a ir, luego está esa nube negra en el cielo, no se va. Todo indica a que son malos tiempos. —Se acercó a Eva y la tomó por lo hombros, la abrazó e intentó besarla, Eva esquivó el beso—. Te necesito aquí para preparar la cena. —Eva asintió, pero en su pensamiento se negó. Gabriel, con rifle en mano, avanzó con determinación firme hacia la finca de su patrón. “Si hay que resolver algo, no esperes a mañana”, recordó otro de los dichos de su padre. La lluvia implacable le golpeaba su rostro y le desdibujaba el entorno. Saltó una cerca de madera, al caer con sus botas se escuchaba un chapoteo sobre el lodo mientras se acercaba a la entrada principal. Kaiser, el perro guardián, le gruñó al principio, pero no tardó en reconocerlo y darle la bienvenida moviendo la cola enérgicamente de un lado a otro. Éste, sin prestarle atención, golpeó con fuerza la enorme puerta de madera con el puño, exigiendo una respuesta. —Gabriel, está lloviendo, ¿qué haces aquí? Esa nube del demonio no se va. ¿No es extraño? —José se abrochaba unos vaqueros, mientras acomodaba sus chanclas de piel entre sus dedos regordetes con uñas largas y amarillas. —Vengo a cobrar. —Pues no hay, ¿qué no entiendes? Si quieres te cambio un saco de frijoles por dos botellas, pero es todo. —No quiero el saco, necesito dinero, ya me debes mucho. José se rascó su cabeza, justo donde el cabello escaseaba. Miró directo al rifle de Gabriel, por alguna razón lo había pasado por alto. Gabriel lo miraba con el ceño fruncido y sostenía con fuerza su arma. —Bien, bien. Entiendo, tal vez me sobran unas monedas, eso te mantendrá unos días. —José sacó de su pantalón una cartera de piel, de la cual, entre un mazo de billetes, sacó unas monedas y se las extendió a Gabriel. Alzó la vista para encontrarse que un rifle apuntaba a su pecho. —¡Dame todo el pinche dinero o te lleno de plomo, hijo de tu puta madre! —¿Y qué harás después? ¡Pinche malagradecido! Solo yo te doy trabajo, piensa las cosas, cálmate. Te traeré un buen trago, no esa mierda barata que haces. —Estoy pensando en dejar de tomar. Dame el pinche dinero, no lo volveré a pedir. —¿Qué chingados pasa aquí? —preguntó una mujer regordeta de cabello corto detrás de José, era su esposa. José silbó fuerte, Kaiser se abalanzó sobre Gabriel, los colmillos rasgaron la carne y el nervio de su pierna derecha. Gabriel, angustiado, disparó. José cayó a los pies de su esposa, la cual atoró un grito en la garganta, del pecho de José brotaba un chorro de sangre. Gabriel apuntó al rostro del perro que aún mordía su pierna y disparó, Kaiser murió al instante. Dirigió una mirada de rencor a la esposa de su jefe, la cual se quedó en silencio. Tomó la cartera del suelo y rengueando, caminó hacia el establo. Montó a Cenizas, el caballo con el que arreaba a las vacas. Salió a todo galope y brincó el vallado. Gabriel volvió a cargar su rifle, “no me falles nunca más”, le susurró. En su soledad, Eva comenzó a sentirse atraída hacia la iglesia. “Ven a mí”, repetía la voz dentro de su cabeza. Se desató el mandil que llevaba en la cintura, revelando por completo un vestido floreado. Tomó un velo para cubrirse la cabeza, evitando así la necesidad de peinarse. Con paso ágil, su esbelta figura recorrió el camino hasta la iglesia. Al igual que las casas, la iglesia era de adobe, erosionada por décadas de lluvias y el implacable sol, mostraba grietas que parecían ramificarse como venas de una criatura vieja y cansada. El campanario estaba roto y su cruz de hierro torcida hacia un lado, como si estuviera en duelo, debido al rayo que cayó. El padre Óscar, un hombre de mediana edad, con ojos hundidos y arrugas profundas en el rostro, vestía una sotana negra que parecía absorber la tenue luz que había, estaba en la entrada frente a una puerta de madera que crujía con un sonido seco cada vez que alguien la abría, como si la iglesia misma respirara con dificultad. Un pequeño grupo de hombres y mujeres esperaban su turno para entrar. Eva se les unió, inquieta. Una anciana entraba a la iglesia, su rostro mostraba alivio. Su mirada se cruzó con los ojos cafés de Eva. —¡Es él, en verdad es él, ha vuelto a salvarnos! —susurró la anciana con motivación. Mientras el Sol se ocultaba, Eva se dio cuenta de que los que entraban ya no volvían a salir. Observó con creciente consternación que su tía Ofelia, hermana de su difunta madre, cruzó el umbral y no regresó. —Es un sacrificio justo —dijo el padre Óscar, persignándose—. Dios la ha reclamado. Eva estaba en la entrada, era su turno. En la oscuridad del interior de la iglesia, una sombra alargada la llamaba, ejerciendo una atracción irresistible en ella. El techo alto revelaba la madera oscura de las vigas, que crujían con el viento que se colaba como un gemido inquietante. A lo largo de los muros colgaban imágenes de santos con sus ojos apagados y rostros cuarteados por el desgaste del tiempo. Las velas, dispuestas en pequeños altares laterales, proyectaban sombras retorcidas que se movían con un vaivén siniestro, como si los santos estuvieran cobrando vida en la penumbra. Entre las sombras una criatura de masa amorfa engullía a su tía. Eva, después de un momento de asombro observando comer a un gusano color ámbar gigante, todo le pareció hermoso y justo. Cuando Eva se dejó llevar por sus emociones y decidida a adentrarse en el santuario, un disparo resonó en la calle. El padre Óscar y los demás lugareños congregados voltearon al unísono. Era Gabriel, con el rifle aún humeante en mano. Eva, con corazón desbocado, corrió hacia él. Tomó sus manos y lo atravesó con su mirada: ojos llorosos y bien abiertos, su boca delgada parecía quebrarse, lo abrazó fuertemente. —Dios es hermoso —dijo Eva justo cuando el sol rojo se ocultó en el horizonte—. Ha venido a salvarnos. Vamos juntos hacia él. Gabriel dedujo que no era momento de buscar una explicación a lo que consideraba una locura. —Está bien, tenías razón. Larguémonos de aquí. Tomó a su esposa de la mano y luego la cargó para subirla a Cenizas. Él también montó al caballo. —No deberíamos huir —dijo Eva, su voz era apenas un murmullo—. Él ha venido por nosotros. —¡Cállate! —Gabriel se detuvo de golpe, girando sobre sus talones para enfrentarla—. ¿¡No ves lo que está pasando Eva!? Algo no está bien en este lugar, hay unos malditos monstruos del infierno comiéndose a la bola de pendejos que entran a la iglesia. Gabriel observó un instante la entrada, una oscuridad lo envolvía todo. Miró una figura deforme arrastrándose por el suelo, y más allá, una oscura silueta. Aquello que veía no parecía ni hombre ni bestia, sino una amalgama de ambos. Una presencia que se retorcía en la penumbra, su silueta cambiante, su rostro era un amasijo de ojos brillantes y dientes afilados. Golpeó con el talón la parte trasera de Cenizas, el caballo emprendió la huida del lugar. El padre Óscar les observó hasta que se perdieron al dar vuelta en una calle. Una criatura salió volando del campanario roto, desde alto de la iglesia. —Él me llama —repetía Eva con una devoción que asustó a Gabriel. Mientras cabalgaban a ciegas a través del monte bajo la lluvia, Gabriel sentía cómo Eva parecía desvanecerse tras cada galope, su piel se volvía fría como la piedra. De repente, Eva comenzó a temblar, su cuerpo se estremecía como si algo dentro de ella luchara por salir. Gabriel detuvo al caballo, bajó a Eva con cuidado al suelo. Ella no respondía. En su desesperación, él la sacudió y gritó su nombre, pero solo el eco de su propia voz le devolvía la respuesta. El cuerpo de Eva se arqueó y de su boca brotó un grito desgarrador que no era humano. Era el eco de esa presencia que habitaba en la iglesia, una fuerza primordial que reclamaba su sacrificio. En el cielo unas alas rompían el aire. Gabriel pudo distinguir que su color negro y unas piernas largas terminaban en garras y una cola en aguijón. El ser permanecía en lo alto, observando. En su asombro, Gabriel descuidó un momento a Eva, fijando su atención en el ser alado. De pronto, sintió un golpe duro al lado derecho de su cabeza, era Eva quien piedra en mano, repitió la tarea varias veces más, hasta que Gabriel cayó sentado en el suelo lodoso. Eva se le echó encima y luego un sonido seco, un disparo atravesó su pecho cayendo hacia atrás. Gabriel, rifle en mano, emitió un grito desgarrador, luego apuntó al ser en lo alto y descargó su rifle. La criatura continuó aleteando sin mostrar daño o dolor alguno. La bestia alada se abalanzó sobre Eva y encajó su aguijón en la espalda atravesando el cuerpo, para después levantarla y emprender el vuelo. Gabriel se quedó solo, con el rostro cubierto de la sangre de su joven esposa. Fue consciente del dolor y del líquido tibio que salía de su cabeza. Eva se perdía en el cielo. Volteó alrededor, Cenizas no estaba. Se apoyó en su rifle para incorporarse y, siguiendo un impulso, caminó de vuelta a San Páramo. Eva se encontraba dentro de la Iglesia, boca abajo en el suelo, apenas podía respirar. El dolor que había sentido desaparecía. Frente a ella había un enorme gusano con una boca llena de dientes. Eva se sintió feliz, agradecida. Gateó hacia él mientras el ser abría más y más las fauces. Una mano de Eva se introdujo en la boca, se apoyó en la hilera de dientes y, mientras se adentraba el gusano empezó a masticar y desgarrar la piel, a quebrar los huesos, a tragar. Gabriel se sentía mareado al caminar en la oscuridad. Una lluvia infinita le golpeaba el rostro. Cuando pisó una de las calles del pueblo, notó que en las paredes de algunas casas había gusanos enormes, miró cómo uno se abría para dejar salir a un ser alado, “Hijo de puta”, pensó. Siguió la marcha a casa. La puerta rechinó al entrar, su hogar olía a Eva y eso lo hizo llorar. Buscó en la alacena licor, encontrando dos botellas, fórmula heredada de su padre. Empuñó una, quitó el corcho y le dio un trago largo. Lo que no encontró fue más munición para su rifle, al comprobarlo quedaba una bala en el cargador. Salió afuera, botellas en mano. “Cuando veas que todo va rápido, tú ve lento”, le dijo su padre en cierta ocasión. La lluvia era menos feroz, se sentó en una mecedora a seguir bebiendo, hasta que el horizonte se pintó de rojo con el amanecer. Una figura se acercaba y Gabriel, con el viejo rifle en mano, apuntó al hombre que llegaba. Este alzó las manos en señal de tregua. —Soy el padre Óscar, vengo como mensajero de Dios —dijo el sacerdote. Gabriel intentó beber de una botella vacía. Al darse cuenta, se la arrojó al padre, golpeándole en el pecho. —Eso de ahí no es Dios. Todos fuimos engañados. ¿Está Eva en la iglesia? ¿Está viva? Un diablo con alas se la llevó. —Eva está en un lugar mejor. Tú la mataste, pero Dios le devolvió la vida. Ahora es parte de Él. —¡Y una mierda! Está muerta. ¿Por qué sigo vivo? Tú debes saber, eres el pinche sirviente del monstruo que está en la iglesia. —No te preocupes, pronto dejarás de estarlo. Pero Dios tiene una pregunta para ti. —¿Para mí? ¿De ese pendejo? —¿Por qué no le amas, al igual que todos nosotros? Al igual que Eva. Gabriel pensó en la pregunta, pero no tuvo respuesta. —¿Qué es lo que está en la iglesia? ¿Qué son esos gusanos? ¿Quién es el ser que está en el altar? ¡Dime la verdad! —exigió Gabriel mientras abría otra botella. El padre Óscar observó el licor con curiosidad y pensó que ya tenía su respuesta. —¡Hmm! Es Dios. Cuando termines tu licor, si no te mata primero el alcohol, lo entenderás. —El sacerdote dio media vuelta y se dirigió hacia la iglesia. Gabriel miró hacia el fondo de la calle, hacia el pueblo sumido en tinieblas, bebió. “El infierno está aquí, hijo, el diablo anda suelto en la noche”, Gabriel recordó otro dicho de su padre. Se sintió raro al pensar en él ya que nunca lo había extrañado, pero por alguna razón en ese momento lo hacía. Sobre los tejados, la cúpula rota y la cruz doblada de la iglesia se alzaban como monumentos a la desolación. Más allá, bajo la enorme nube oscura, criaturas de piel negra se movían en el cielo, como cuervos acechando su presa. Con una última mirada a su botella, Gabriel sintió un escalofrío de fatalidad. Se tocó la herida en su cabeza, notando una costra de sangre seca. Dio un último trago largo con desesperación, apuntó el cañón del rifle a su rostro y gritó, con un rictus de determinación amarga, “¡No te quedes atascado, hijo de puta!”. Y disparó.
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Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-06 17:24:18
6
Comentario
La historia en general está bastante bien. La presentación del marido me parece correcta, sin embargo, la de la esposa es muy repentina, sin ningún enlace entre ambas descripciones. El nudo de la historia, aunque bien escrito, me parece poco contextualizado, creo que debería haber más explicación del cambio en el ambiente del pueblo. Para finalizar, el desenlace me ha gustado , con la muerte del protagonista consigue que la historia tenga un buen cierre. Dicho todo esto, espero que te vaya muy bien !
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-15 18:10:44
8
Comentario
El relato está muy bien escrito, muchas no son expresiones de mi país y aún así las entendí a la perfección. Los personajes del marido y la mujer me parecieron creíbles y realistas, y hay bastantes expresiones que creo que estaban muy bien descritas, sobre todos las metáforas relativas al rifle. La trama no es innovadora pero está bien contada, las descripciones son buenas, sobre todo las relativas a los 'seres', y la atmósfera siniestra del pueblo es muy decente también. Creo que es un buen relato al que quizá le falta un giro final y una entrada más fuerte. La descripción superior pudo estar también más trabajada, es cortar y pegar un trozo del relato sin más.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-22 07:47:10
8
Comentario
Guay, muy guay. Me percaté de las influencias de García Márquez y de Rulfo. Es una mixtura del realismo mágico con el terror, bien hecho. A mí me cuesta imaginar un final con más fuerza. Gabriel dispara y dispara pero nunca recarga el rifle, lo que resta verosimilitud. Escuché este par de erratas: “loS* hombros”, “desde LO* alto”. Enhorabuena. Muchas gracias por participar. Sigue escribiendo. Suerte.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-23 17:46:42
8
Comentario
Autor/a. Tu relato es impactante, al igual que tu forma de narrarlo. Te felicito por esa prosa poética que emerge de tu pluma y que crea la atmósfera adecuada para hacer que la historia sea creíble. ¡Te deseo mucha suerte!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-24 10:11:27
9
Comentario
El relato combina de manera efectiva el drama humano con lo sobrenatural. Las interacciones entre Gabriel y Eva, cargadas de frustración y dolor, contrastan con la extraña y siniestra presencia que se cierne sobre el pueblo. Los elementos de horror se introducen de forma sutil y escalofriante, alcanzando un clímax impactante cuando Gabriel toma la decisión final. El uso del simbolismo religioso y la fatalidad predestinada añade profundidad a la trama.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-28 21:58:25
7
Comentario
Acabo de leer un cuento bastante bueno, salvo un 'Ha' que no va con hache, y un 'Sol' que no llevaría ese mayúscula. Un especie de pasaje de la Comala y Luvina de Rulfo, con negras criaturas del diablo.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-31 12:42:25
5
Comentario
Muchas gracias al autor/a y suerte ^^. Una historia ambientada en una zona rural y hace años que me recuerda un poco a ciertos países en donde a día de hoy este tipo de creencias están tan arraigadas que se siguen cometiendo asesinatos o sacrificios en nombre de Dios. Que se lleve a un punto más alto con seres sobrenaturales impacta y me ha gustado. Las descripciones son buenas y la relación entre los protas muy creíble. Aquí algunas cosillas que he visto que creo que no están bien: “ya no quería su pueblo y su gente”. ¿No sería mejor: “ya no quería a su pueblo y a su gente”?, “Vender una o dos botellas a la semana nos da de comer, hasta que el trabajo mejore, lo prometo”. Aquí me chirría un poco el tiempo verbal, creo que quedaría más acorde así: “Vender una o dos botellas a la semana nos dará de comer, hasta que el trabajo mejore, lo prometo” “Ha diferencia de”. Sobra la “H”, sería: “A diferencia de” Esto no es ningún fallo, pero me deja un poco descuadrada: “Algo no está bien en este lugar, hay unos malditos monstruos del infierno comiéndose a la bola de pendejos que entran a la iglesia.” Eso de “algo no cuadra” cuando está hablando de que hay monstruos en el pueblo… Pues está claro lo que no cuadra. Y lo dice como si estuviera acostumbrado a situaciones así. Aquí no lo he visto realista, la verdad.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-31 15:50:42
8
Comentario
La trama es atrapante, aunque a veces se siente un poco atropellada. Los diálogos son crudos y realistas, reflejando bien la crudeza del ambiente. El final es impactante y deja muchas preguntas en el aire, lo cual está bueno. La forma de escribir es directa y descriptiva, aunque en algunos momentos se pierde un poco el ritmo con tanta descripción. En general, una historia muy interesante que, si bien necesita algo de pulido, tiene mucha fuerza y te deja pensando.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-03 18:45:32
7
Comentario
Me ha gustado como empieza la historia, la relación entre Gabriel y Eva, sus penurias y lo que hace Gabriel para conseguir dinero, toda esa primera parte. Buenas descripciones y ambientación. La segunda parte es más terrorífica y sobrenatural con ese ser, y las gente del pueblo que acude en masa a la iglesia como si de una llamada se tratase. Me ha parecido adecuado el final. En general, puedes adentrarte en la historia imaginando los sucesos.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-12 21:33:55
6
Comentario
El cuento comienza muy bien. La prosa es delicada y cuidada, utiliza muy bien algunas metáforas. Esta diagramado en escenas armadas con criterio cinematográfico. Cada segmento comienza y termina como si fueran divididos por un telón, como si las luces se apagaran al final. No me cuesta imaginar las escenas del cuento como si transcurrieran sobre un escenario. Este es un gran logro del autor, hasta ahora no leí nada así en este concurso. “boca y bebió”, creo que aquí falta una coma después de boca. “Ha diferencia del rifle”, sobra la “H”. “pensó. Mientras”, aquí tal vez debería ser punto y aparte. “sintiendo”, gerundio evitable con “y sintió”. “Pero un día al ocultarse”, falta una coma después de día. “partiendo”, lo mismo: se podría evitar con “y partió”. “esposo, sintió”, falta un “y” antes de sintió. “implacable le golpeaba su rostro y le”, (detalle fino) tres “le” muy seguidos. “Saltó una cerca de madera, al caer con sus botas se escuchaba un chapoteo sobre el lodo mientras se acercaba a la entrada principal. Kaiser, el perro guardián, le gruñó”, aquí hay dos tiempos verbales. Creo que desentona. Tal vez debería ser: “se escuchó” y “se acercó”. “Éste, sin prestarle atención”, el éste parece referirse al perro. “la tenue luz que había”, tal vez sobre “que había”. ¿Por qué Eva corre haca su marido para invitarlo a entrar a la iglesia, si la última vez que lo vio pensó que lo odiaba? Es extraño que el personaje que marque la moral del relato sea el mismo que acaba de matar a una persona por dinero. Genera una sensación contradictoria. ¿Cómo sabe Gabriel que dentro de la iglesia hay monstruos comiéndose a la gente? Me llama la atención la inversión de adjetivo y sustantivo, como en “oscura silueta” (es un ejemplo, pero abundan). “desde alto de la iglesia”, es redundante. “quien piedra en mano”, creo que falta una coma después de quien. El final está muy bien, aunque era predecible desde que le quedaba una bala. Es raro que un personaje así de impulsivo no le pegue el último tiro al padre (en lugar de tirarle la botella). Me gustó el tono lovecraftiano, aunque me hubiera gustado algún tipo de explicación del fenómeno, aunque fuera algo vago (en muchos cuentos de Lovecraft la justificación es vaga, como que había un objeto embrujado, o que se contaban historias de que en determinada conjunción, no sé, cualquier cosa, pero algo). Creo que lo mejor del cuento son sus dos párrafos iniciales, donde se ve una prosa muy cuidada, una poética muy agradable, y dos escenas que parecen de teatro o de cine. Tiene muy buenas imágenes, es un cuento muy visual, hay buenas metáforas, los consejos del padre son todos buenos, la relación con el rifle es excelente. Luego, repito, me hubiera gustado un fundamento del fenómeno (cualquier cosa- se me ocurren infinidad de justificaciones), y creo que hay muchos detalles para corregir. Con todo: un muy buen relato.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-20 00:36:31
7
Comentario
Bueno, bastante bueno. El mejor de los que llevo leídos. El estilo, la forma. La historia es la que es, te puede agradar más o menos, pero no cabe duda de que es un relato de calidad. Ese «Ha», me extrañó verlo en un texto bien cuidado. Probablemente fue un «dedazo». Tampoco me gustó el uso de comillas inglesas.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-20 14:24:45
7
Comentario
Autor/a, un excelente relato, tan bien hilado que nos lleva de forma fácil hasta el final. Buena descripción de lo ruinoso del pueblo y de la miseria que acompaña a los personajes. Muestra las decisiones que se pueden tomar bajo el influjo del alcohol por la desesperación ante la situación económica y la soledad. No sé por qué me da que es una representación de lo absorbente de la iglesia con sus feligreses y la transformación que realiza en sus mentes (¿estoy muy creativa?). Los monstruos diabólicos engulleron a los fieles poseyendo el lugar sagrado del pueblo, la iglesia, aprovechándose de sus creencias en Dios. Al único que asustaron los monstruos fue al protagonista, ya que en los habitantes del pueblo produjo una gran atracción. El protagonista confiere mucho valor a las sabias frases que recordaba del padre, por lo que se deduce que lo extraña, acrecentando aún más la soledad al Eva desaparecer. Si le pusieras algo más de suspenso quedaría mucho mejor. Algunas correcciones que te sugiero: Ha diferencia del rifle, [(a diferencia del rifle), se escribe con «h» cuando es un verbo, acompaña al participio: ha comido)] / Gabriel se detuvo de golpe, girando sobre sus talones para enfrentarla (¿cómo podía girar sobre sus talones si ya estaba montado en el caballo?, quizás el torso) / desde alto de la iglesia. (desde lo alto de…) / Gabriel pudo distinguir que su color negro y unas piernas largas terminaban en garras y una cola en aguijón. [(Gabriel pudo distinguir su color negro y unas piernas largas que terminaban en… (trasladar el que del principio, a largas que…)]. Las comillas que se usan son las de codo «» (alt 174-alt 175) Autor/a, felicitaciones. Gracias por participar en el concurso.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-27 10:39:07
6
Comentario
Me ha gustado esta historia de tintes apocalípticos en la que unos gusanos del infierno devoran a la gente ¡en la iglesia! Un cóctel de desesperación bien plasmada y monstruos, bien hecho. Hay algunos errores ortotipográficos que se repiten, como algún descuido en la puntuación de los diálogos, algún dedazo ("por lo hombros"), alguna coma incorrecta o ausente ("pasando[,]")... El aspecto gramatical está bastante cuidado, aunque hay errores, como algún gerundio correcto (como el gerundio de consecuencia "partiendo el campanario"), algún posesivo con partes del cuerpo evitable ("se rascó su cabeza"), alguna repetición visible (como los varios "iglesia" tan juntos)... Si el texto hubiese estado mejor revisado o mejor corregido, habría puntuado bastante alto; le faltó pasar por las manos de un corrector profesional. Gracias por participar.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-07 11:34:24
3
Comentario
Tres intentos de leer el relato, y siempre me quedaba bloqueado tras el "Ha diferencia del rifle..." que es un error bastante grosero que con una simple revisión, o pasada de corrector en el pc, se podría haber subsanado. Creo que hay que cuidar más estos detalles, pues aunque la historia sea buena, da la sensación de que ha sido poco cuidada.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-11 09:57:23
6
Comentario
Hola,autor. Me ha parecido un buen relato, con una magnífica ambientación e imaginativa (el tema de la iglesia es todo un acierto), pero no he sido capaz de entrar en ella, lo siento. No por eso le pondré una nota baja, pues veo que es un relato trabajado y con una buena historia. La relación entre Gabriel y Eva está bien construida, al igual que sus conflictos internos. EL final me ha dejado con alguna pregunta: ¿Qué representa realmente la entidad en la iglesia?
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-13 13:45:58
6
Comentario
Una narración que se vuelve muy intensa y con una atmósfera muy bien construida. Me ha gustado el estilo del autor y su forma de hilar un cuento que nos conduce hacia un terror sobrenatural y un desenlace agónico. Su forma de retratar ese drama social nos introduce muy bien en ese ambiente lleno de creencias, religión y rituales. Los personajes están bien definidos y su drama hace que la historia avance de forma orgánica, llevándonos hacia un cuento que se va volviendo cada vez más oscuro y del que finalmente emerge un horror salido del mismo inframundo.
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