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Relato 4 - Sombras del cercanías
2024-09-14
Presentación
Relato 4, con presentación del autor. *Sombras del cercanías* es una historia donde Laura, una joven vulnerable tras una ruptura, presencia la desaparición de una mujer. Con su mente afectada por los antidepresivos, se adentra en una peligrosa investigación, cuestionando la realidad y a sí misma.
Relato
Sombras del cercanías Laura se levantó con esa sensación familiar de pesadez en el pecho. Llevaba semanas así, desde que Sergio había decidido que ya no quería continuar con la relación. Le había dicho que era "lo mejor", que necesitaba "encontrarse a sí mismo". Palabras vacías, pensaba ella. Ahora lo único que la acompañaba diariamente era esa punzada en el corazón y el zumbido incesante en la cabeza. El médico le había recetado antidepresivos, pero a veces sentía que estos le hacían más mal que bien. Su mente se volvía borrosa, fragmentada. Como cada día, se subió al tren de cercanías en la estación de Atocha. Era su rutina: levantarse, tomar el tren, observar el paisaje grisáceo de Madrid pasar por la ventana, y fingir que todo estaba bien. Pero había algo que hacía que su trayecto fuera un poco más soportable: una pareja que siempre veía en el vagón. Se sentaban juntos, riendo, intercambiando miradas de complicidad. Eran la representación de todo lo que ella había perdido, de lo que anhelaba recuperar. Aunque no conocía sus nombres, se había creado toda una historia en su cabeza sobre ellos. Él era un hombre de unos treinta y tantos, de aspecto profesional, siempre con un maletín a su lado. Ella, una mujer menuda y de mirada dulce, con el cabello castaño que le caía en suaves ondas sobre los hombros. Parecían tan felices, tan enamorados. Sin embargo, algo cambió una mañana. Laura se dio cuenta de que la mujer estaba inquieta. Ya no reía ni miraba a su pareja de la misma manera. Mantenía los ojos clavados en el suelo, y él, aunque todavía sonreía, parecía más tenso. Laura, que ya había comenzado a fijarse más de lo que debería en ellos, sintió una creciente incomodidad. Pero lo más perturbador ocurrió unos días después. La mujer no apareció. El hombre estaba solo, sentado en el mismo asiento, pero su expresión era sombría, ausente. Laura esperó que la mujer subiera en la siguiente estación, pero eso nunca ocurrió. Aquella tarde, la inquietud la carcomió. ¿Qué había pasado con ella? ¿Estaba enferma? ¿Había ocurrido algo? Quizás simplemente había cambiado su rutina. Pero mientras los días pasaban, y la mujer seguía sin aparecer, Laura no podía sacarse la idea de la cabeza. Empezó a imaginar escenarios oscuros: una pelea, un accidente... o algo peor. Las semanas siguientes fueron una espiral de incertidumbre para Laura. Cada vez que veía al hombre solo en el tren, su mente no dejaba de divagar. ¿Por qué nadie más parecía notar su ausencia? Fue entonces cuando decidió hacer algo que nunca antes había hecho: lo siguió. Después de todo, en medio de su soledad y el constante ruido en su mente, esto le daba una especie de propósito. Lo siguió desde la estación hasta un bloque de apartamentos en las afueras de la ciudad. Lo observó entrar, y esperó afuera durante horas, pero nunca vio salir a la mujer. Una noche, Laura se armó de valor y tocó en el timbre del apartamento. No tenía un plan claro, solo sabía que necesitaba respuestas. El hombre abrió la puerta, sorprendido, pero la invitó a pasar sin cuestionar mucho. El apartamento era oscuro y pequeño, desordenado, como si alguien hubiera empacado de prisa o nunca hubiera regresado. Laura intentó entablar una conversación casual, pero todo lo que él decía tenía un matiz extraño. Algo no encajaba. Y luego, sin pensarlo demasiado, preguntó directamente: —¿Dónde está ella? —su voz temblaba, sus palabras vacilaban bajo el efecto de los antidepresivos que, en ese momento, parecían aturdir más que nunca. El hombre frunció el ceño, su rostro cambió, pero no dijo nada. En su lugar, se levantó de la silla y caminó hacia la cocina. Laura lo siguió con la mirada, sus latidos resonando en sus oídos. Mientras esperaba, la duda comenzó a acecharla. ¿Y si todo esto era solo producto de su mente confusa? Los recuerdos a menudo se le desdibujaban, las cosas pequeñas se le escapaban. ¿Y si la mujer nunca había existido realmente? Antes de que pudiera aclarar sus pensamientos, el hombre volvió, y en su mano llevaba un cuchillo. Se acercó lentamente, su mirada oscura, fija en ella. —Deberías haberte quedado fuera de esto —dijo con voz baja. El miedo se apoderó de Laura, pero justo cuando iba a retroceder, un destello de algo conocido la invadió. Un rostro, una figura en su mente, la de la mujer. No, no era su imaginación. La había visto. Había estado allí, y algo terrible había pasado. Pero ya era demasiado tarde para correr. Esa noche, en la oscuridad de aquel pequeño apartamento, Laura entendió que la línea entre lo que es real y lo que su mente le hacía creer había quedado irremediablemente difusa. Pero ya no importaba. Para ella, el tren de Atocha nunca volvería a ser el mismo. Laura sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies. El cuchillo en la mano del hombre parecía brillar con una amenaza latente bajo la tenue luz del apartamento. El pánico le atravesó el cuerpo como una descarga eléctrica, paralizándola por un segundo que le pareció eterno. Cuando el hombre dio un paso hacia ella, algo dentro de Laura se activó. Su cuerpo reaccionó antes que su mente. Corrió hacia la puerta, casi tropezando con una silla. Escuchó el cuchillo chocar contra algo metálico, probablemente una mesa, y su corazón saltó en su pecho. Con las manos temblorosas, giró el pomo de la puerta y salió al pasillo. Mientras corría, el ruido de sus zapatos resonaba en el edificio, y cada eco parecía que atraía al hombre más cerca de ella. Las escaleras se extendían frente a sus ojos como un laberinto interminable, y mientras descendía, sentía que en cualquier momento las manos del hombre la alcanzarían desde atrás. Al salir a la calle, el aire frío de la noche la golpeó como una bofetada, despertando sus sentidos. Corrió sin rumbo fijo, apenas consciente de su entorno. A lo lejos, los edificios de Madrid se alzaban como sombras, indiferentes a su huida. Su mente seguía nublada, pero su instinto de supervivencia le gritaba que no se detuviera. Llegó a una avenida concurrida, con coches que pasaban a gran velocidad. Durante unos segundos, pensó en detenerse y pedir ayuda, pero ¿qué iba a decir? No estaba segura de lo que había pasado. ¿Y si todo era un malentendido? ¿Y si su mente, desbordada por los medicamentos, le estaba jugando una mala pasada? Con el aliento entrecortado, se apoyó en una farola, tratando de calmarse. Las imágenes del apartamento se repetían en su cabeza. El cuchillo, la mirada del hombre, el caos en aquella vivienda. Había algo profundamente mal en todo aquello, y aunque su mente le gritaba que algo horrible había ocurrido, otra parte de ella seguía dudando. Esa maldita duda que siempre la acompañaba, esa nube oscura que le impedía distinguir la realidad de la fantasía. No podía volver a casa sin más. Si estaba en lo correcto, si realmente la mujer había desaparecido, entonces él la buscaría. Y si estaba equivocada, si todo era una alucinación, entonces ella estaba más perdida de lo que jamás imaginó. Decidió que tenía que averiguar la verdad. No podía confiar en sus propios recuerdos, pero algo concreto tenía que existir, algo real, algo que pudiera demostrar que no estaba perdiendo la cabeza. Se dirigió a la estación de policía más cercana, con el corazón aún acelerado, pero tratando de controlar su respiración. Cuando llegó, las luces fluorescentes del lugar le devolvieron una pizca de cordura. Se acercó al mostrador, donde una oficial la miró con aire impasible. —¿En qué puedo ayudarte? —preguntó la oficial, sin levantar demasiado la vista de su escritorio. Laura intentó hablar, pero las palabras se atascaban en su garganta. No sabía por dónde empezar. ¿Cómo explicaba lo que había visto, lo que había sentido, sin sonar como una loca? —Necesito... denunciar una desaparición —dijo al fin, con la voz temblorosa. La oficial levantó la vista, ahora más interesada, y tomó nota de sus palabras. —¿Quién ha desaparecido? Laura se detuvo, tragando saliva. Se dio cuenta de que ni siquiera sabía el nombre de la mujer. Solo la conocía como la figura etérea que veía cada día en el tren, esa pareja que había idealizado en su mente. —No sé su nombre —dijo en un susurro—, pero sé que algo malo le pasó. No la he visto en días, y su... su novio, o lo que sea, él... algo no está bien con él. La oficial frunció el ceño, evidentemente desconcertada. —¿Estás segura? ¿Conoces a esta persona? Laura dudó, sintiendo que las palabras se le escapaban como agua entre los dedos. —Los veía cada día en el tren —explicó—. Eran felices, pero un día ella desapareció, y él... él está diferente. Hoy fui a su casa, y... Las lágrimas empezaron a acumularse en sus ojos, nublando su vista. Mientras intentaba contener el llanto, la oficial la miró con preocupación. —Está bien, vamos a investigar —dijo en un tono más suave—. Pero necesito que me des más detalles. ¿Tienes una dirección? ¿Puedes describir a estas personas? Laura dio la dirección del apartamento y describió a la pareja lo mejor que pudo, aunque las imágenes de ellos ahora parecían vagas, como si el tiempo hubiera distorsionado su memoria. ¿Había realmente visto lo que creía haber visto? La oficial tomó sus datos y le pidió que esperara. Laura se sentó en una incómoda silla de plástico, mientras las luces blancas de la comisaría parpadeaban a su alrededor. Todo parecía surrealista, como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar. Minutos después, un oficial de mayor rango se le acercó. —Hemos hecho algunas comprobaciones —dijo, con un tono cuidadosamente neutral—. No hay registros de nadie viviendo en la dirección que diste, al menos no recientemente. Laura sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. ¿Cómo era posible? Lo había visto, lo había seguido. No podía estar equivocada. —Tiene que haber un error —insistió, su voz apenas un susurro—. Yo lo vi. Estuve allí. El oficial la miró, y en sus ojos había una mezcla de compasión y escepticismo. —A veces, cuando tomamos ciertos medicamentos o pasamos por momentos difíciles, nuestra mente nos juega malas pasadas —dijo con suavidad—. Si lo prefieres, podemos asignar un psicólogo para que hables con él. Laura sintió un nudo en la garganta. Sabía que no la creían. Para ellos, solo era una mujer frágil, alterada por los antidepresivos, imaginando cosas. Pero algo dentro de ella gritaba que no estaba equivocada. Algo terrible había pasado, y ahora estaba sola para averiguar la verdad. Salió de la comisaría, sintiéndose más perdida que nunca. Pero mientras caminaba por las calles vacías de Madrid, una idea se aferró a su mente. Tenía que volver al apartamento. Había algo que se le escapaba, algo que había pasado por alto. Y si la policía no iba a ayudarla, tendría que enfrentarlo sola. La oscuridad de la noche se cernía sobre la ciudad, pero Laura sabía que no podía detenerse. Ahora, todo dependía de ella. Laura caminaba por las calles casi desiertas de Madrid, con la mirada fija al frente, el viento frío de la noche en su rostro, pero el miedo y la adrenalina la mantenían en movimiento. Cada paso que daba la acercaba de nuevo al apartamento, ese lugar oscuro y sombrío donde algo terrible había ocurrido. Tenía que volver, tenía que descubrir la verdad, aunque una parte de ella aún temblaba ante la posibilidad de que su mente la estuviera engañando. Cuando llegó frente al edificio, una sensación de pánico familiar la invadió. A pesar de todo, decidió no mirar atrás. El miedo latía fuerte en su pecho, pero la determinación era mayor. Subió las escaleras lentamente, esta vez sin correr, asegurándose de no hacer ruido. Al llegar a la puerta del apartamento, se dio cuenta de que estaba entreabierta. Todo en su interior le gritaba que se marchara, que huyera, pero algo más poderoso la impulsaba a entrar. Laura empujó la puerta con suavidad. El apartamento estaba en penumbra, la misma atmósfera cargada que había sentido la primera vez, solo que esta vez parecía aún más desolado. El aire olía a humedad y encierro, y el desorden que había notado antes ahora parecía más caótico, como si alguien hubiera revisado el lugar en su ausencia. Escuchó un crujido a lo lejos, y se quedó inmóvil, con la respiración contenida. "Tranquila", se dijo. Pero sus manos temblaban. Caminó hacia la pequeña sala de estar, donde la primera vez había visto al hombre. La estancia estaba vacía. No había señales de vida, ni del hombre ni de la mujer. Sin embargo, algo nuevo captó su atención: una pequeña puerta, que antes había pasado por alto. Estaba al fondo del pasillo, semioculta tras una estantería que alguien había movido torpemente. Laura se acercó lentamente. La puerta estaba cerrada con un cerrojo oxidado, pero al tocarlo, se dio cuenta de que no estaba completamente seguro. Lo abrió con cuidado, y el sonido del metal resonó en el silencio. Unas escaleras descendían hacia lo que parecía ser un sótano. No había luz, pero el aire que subía desde abajo era denso y frío, y un olor penetrante a humedad y descomposición le golpeó el rostro, haciéndola retroceder. Su corazón latía con fuerza mientras se debatía entre bajar o huir. Sin embargo, la misma curiosidad que la había traído hasta aquí la impulsó a avanzar. Sacó su móvil y encendió la linterna, enfocando hacia el oscuro pasillo que se extendía debajo de la casa. Los escalones crujían bajo sus pies mientras descendía. El sótano era más grande de lo que había imaginado. Las paredes estaban llenas de moho y el suelo de tierra parecía haber sido removido recientemente. Laura apuntó la luz en todas direcciones, buscando algo, cualquier cosa que confirmara sus sospechas. Al fondo del sótano, su linterna reflejó algo metálico. Al acercarse, se dio cuenta de que era una caja fuerte vieja, de esas que podrían haber estado allí desde hacía décadas. La puerta de la caja estaba entreabierta, y al tirar de ella, lo que encontró dentro la dejó paralizada. Había fotos. Decenas de fotos. Eran de la mujer, la misma que Laura había visto tantas veces en el tren. En algunas, estaba sonriendo, en otras parecía preocupada o asustada. Laura las recogió con manos temblorosas, y a medida que pasaba una tras otra, su angustia crecía. La última foto la hizo soltar un grito ahogado: la imagen mostraba a la mujer atada y con los ojos vendados, como si hubiera sido tomada justo antes de que algo terrible ocurriera. La cabeza de Laura empezó a dar vueltas. Esto no podía ser real. Era imposible que nadie más hubiera notado lo que estaba pasando. ¿Cómo podía haber desaparecido esa mujer sin dejar rastro? Y lo más importante: ¿dónde estaba ahora? De repente, un sonido detrás de ella la sacó de su trance. Se giró rápidamente, y vio la sombra de alguien bajando por las escaleras. —¿Qué estás haciendo aquí? —la voz del hombre sonó calmada, demasiado calmada, y su figura apareció en la penumbra, cada vez más cerca. Laura retrocedió, con las fotos aún en la mano, su mente intentando procesar lo que estaba viendo. —No tenías que volver —dijo él, mientras avanzaba lentamente hacia ella—. Esto no te concierne. Nunca debiste involucrarte. Laura sintió un nudo en la garganta. Quiso correr, pero sus pies no respondían. Su cuerpo estaba paralizado por el miedo. El hombre la miraba con una mezcla de enfado y algo más, algo más oscuro, como si estuviera calculando sus siguientes movimientos. —¿Qué le hiciste? —logró preguntar Laura, aunque su voz sonaba débil y quebrada. El hombre sonrió, una sonrisa retorcida que hizo que todo su cuerpo se estremeciera. —Algunas personas no saben cuándo detenerse. Tú, por ejemplo. Él dio un paso más cerca, y Laura supo que si no hacía algo pronto, no saldría de allí con vida. En un impulso desesperado, lanzó las fotos hacia el rostro del hombre y corrió hacia las escaleras. Él gritó de rabia al quedar momentáneamente cegado por las imágenes, y Laura aprovechó esos preciosos segundos para subir de dos en dos los escalones. Apenas podía sentir sus piernas, el terror la impulsaba más allá del agotamiento. Al llegar al piso superior, se lanzó hacia la puerta de entrada, pero sus manos temblorosas tardaron demasiado en abrirla. Escuchó los pasos furiosos del hombre acercándose desde el sótano. En el último segundo, consiguió abrir la puerta y salió corriendo al exterior, sin mirar atrás. Siguió corriendo por la calle, sin saber a dónde iba, pero con la certeza de que no podía detenerse. Las luces de los coches y los lejanos sonidos de la ciudad parecían distantes, irreales. Solo importaba una cosa: escapar. Encontrar ayuda. Mientras corría, las imágenes de la mujer en las fotos se repetían en su mente, como un rompecabezas que aún no lograba resolver. Pero algo estaba claro: Laura había descubierto algo horrible. Y ahora, el hombre sabía que ella lo sabía. Sabía que no estaría a salvo hasta que lo detuviera. Pero, ¿cómo iba a lograrlo cuando ni siquiera podía confiar en su propia memoria?
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Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-09-14 16:47:14
5
Comentario
Bien escrito. Sin faltas gramaticales ni ortográficas, me parece. Echo en falta, eso sí, algo de sinuosidad en la narración, digresiones que pudieran conectar más estrechamente la historia de ruptura de la narradora con la mujer 'desaparecida'. Quisiera saber algunas cosas adicionales de Laura. ¿Por qué viaja regularmente en aquel tren? ¿No tiene otras cosas que hacer que indagar sobre algo externo que la inquieta? En fin, que el espacio para narrar es bastante breve. Sin embargo, hay relatos de un par de líneas que asombran por el efecto de la sorpresa, como el célebre aquel de uno que se despertó y vio que el dinosaurio no se había ido.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-09-16 12:20:26
4
Comentario
El relato comienza muy bien. Va directo al grano, a lo que quiere contar. Eso está muy bien. Se agradece la forma de narrar, clara y limpia, sin grandes vueltas innecesarias. El texto es muy correcto y encuentro, en una primera lectura rápida, poco para señalar, apenas algunos adverbios terminados en mente y alguna coma que sobra antes de una y. Desde el argumento: rechina que ella ingrese en el apartamento de un hombre del que tiene sospechas y al que no conoce. También que él la invite a entrar es raro. El juicio “como si alguien hubiera empacado de prisa o nunca hubiera regresado”, parece una intromisión injustificada del narrador. Estaba desordenado, listo. Deja que el lector saque sus conclusiones, no le digas por qué está desordenado. Es como que yo dijera “se comió un chicle”, y luego aclarara “como si fuera el asesino”. ¿Se entiende? Es un juicio de valor del narrador, que no tiene nada que ver con nada. Esto se repite varias veces en la trama. El narrador nos da digeridas las cosas. No queda claro qué significa “todo lo que él decía tenía un matiz extraño”. Debería aclarar. “sus palabras vacilaban”, no es exacto. Es el tono de voz el que podría vacilar, no las palabras. “parecía brillar con una amenaza”, tampoco es exacto. Quizás podría mejorar sustituyendo con por como. “Su cuerpo reaccionó antes que su mente”, lo mismo. La mente no reacciona. “Escuchó el cuchillo chocar contra algo metálico”, no se escucha al cuchillo, si no el ruido que hace el cuchillo al chocar... Entiendo que al autor le convenga intentar confundir al lector sobre la salud mental de la protagonista. Pero esto no se justifica en el texto. Sospecha que una mujer fue asesinada, va a buscar a la pareja y este la persigue con un cuchillo. Ella huye. ¿Qué hay de locura en todo esto? Nada de lo que ella hace parece justificar la insistente intención del narrador de convencernos de que está loca. Toma antidepresivos, no anti psicóticos. Tiene miedo de que él la busque. ¿Cómo? ¿Le dijo dónde vivía? El trato en la comisaría es muy raro. Primero: la tutean. Luego, ¿cómo sabe ella que el segundo oficial es de rango superior? ¿Cómo sabe él que ella toma medicamentos? Aparte, repito, toma antidepresivos, medicamentos que no afectan tu juicio. Me sorprendió negativamente el final. Es como que al cuento le falta una página. En ese momento en el que la trama da vueltas sobre sí misma y todo parece repetirse una vez más, ese momento en el que tiene que ocurrir algo más, algo diferente, algo que sorprenda (me imaginé que ella era la mujer o algo más retorcido), el autor decide terminar el relato. Deja gusto a poco, se construye bien al intriga, pero no se resuelve de igual manera.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-09-17 21:15:35
6
Comentario
No es un relato, es el inicio de algo más grande, o esa es la sensación que me dejó el final. Algo inconcluso, a medias. Juega con la cordura y la locura, con lo real y lo irreal. No encuentro el sentido a guardar algo en una caja fuerte para dejar la puerta entreabierta y que cualquiera pueda acceder a su interior. La ortotipografía roza la perfección. Tan solo me chirrió la repetición cercana de dos palabras acabadas en mente (torpemente y lentamente). Buen trabajo autor. Te invito a alargar esta historia. Gracias por participar
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-09-18 17:40:51
5
Comentario
Enhorabuena por tu trabajo autor/a. Se nota que está trabajado, puesto que no hay errores gramaticales ni apenas de estilo muy evidentes. Sin embargo la historia me parece floja, no ocurre gran cosa en realidad, te limitas a crear el ambiente de tensión e intriga que al final decepciona puesto que no hay una historia detrás. Por otro lado, me ha parecido que usas demasiados tópicos para crear ese ambiente, el corazón que late, la atmosfera de la casa... Además te empeñas demasiado en explicarnos cómo se siente la protagonista. Un par de detalles de estilo que creo que podrían mejorarlo son: la policía en Madrid no suele tutear a las personas, el "aire que subía desde abajo" es redundante y "había algo profundamente mal en todo aquello" yo mejor pondría "malo" (imagino que te comiste la "o"). Ánimo y seguro que dándole unas vueltas puedes crear una buena historia tirando del hilo de lo que has escrito
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-09-18 15:29:26
8
Comentario
Buena trama y bien por elegir una temática que genera más empatía entre el lector y el personaje, pues lo que genera terror es el hecho de que cualquiera podría estar en una situación como esa. Me ha gustado bastante el hecho de que la protagonista teme, pero no está segura si le teme al posible asesino o a su mente (al hecho de estar perdiendo la cordura). El cuento logra generar un ambiente de desesperación o angustia. Sin embargo, sentí que perdió fuerza por la forma en que se da el primer encuentro entre el hombre y la protagonista.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-09-19 13:14:53
7
Comentario
Al leer este relato, me ha parecido un remix de LA CHICA DEL TREN de PAULA HAWKINS; semejantes situaciones en un ambiente distinto. Laura comparte el viaje en tren con la pareja; en la obra original es la protagonista que ve a la pareja en la terraza de un edificio por donde discurre la vía férrea. Aparte de esta premisa, añado que el autor/a ha conseguido crear la inquietud con diferentes giros. El final abierto da pie a una continuación de la historia. Respecto al texto, se lee con agilidad y se nota que la ortografía está bien pulida. ¡Suerte!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-09-20 20:10:24
5
Comentario
Más que un relato de terror me parece más de suspense, Destaco algunos detalles: ¿Por qué espera a que sea de noche para llamar a la puerta? Lo de él dejándola pasar sin más resulta extraño. No me parece correcto lo de la oficial tuteándola. El final es muy abrupto. A pesar de eso tiene buen ritmo y no aburre.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-08 16:08:48
4
Comentario
Un relato cuya lectura fluye y que juega bien la baza de qué es real y qué no, creo que es la mejor virtud del texto. Sin embargo, detecto lagunas argumentales y un final no muy bien cerrado: ¿acaso era real o no la chica del tren?, ¿o es solo una especie de paranoia? La historia, con una potente carga de angustia, si se trabajase más, creo que daría para un corto de cine. Existen errores ortotipográficos, como la coma del último párrafo y alguna coma más, aunque este aspecto está bastante cuidado y se agradece. Por el contrario, una corrección de estilo habría sido más necesaria pare solucionar problemas como alguna acumulación de adverbios acabados en "-mente", un exceso excesivo de la palabra "mente", algunos posesivos de partes del cuerpo que no van bien, algunos gerundios incorrectos como ese "paralizándola", etc. Este último aspecto empeoró mi experiencia de lectura, habría dado una nota alta si hubiese estado cuidado. Gracias por participar.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-10 14:00:49
6
Comentario
Muchas gracias al autor/a y suerte ^^. Relato que se lee del tirón y no aburre para nada. Es ágil, no he visto apenas errores gramaticales. Solo alguna coma que creo que no estaba bien. Hay cosillas que también me han parecido raras. Una de ellas es cuando a Laura la dejan entrar en casa ajena sin preguntas. O la importancia de la medicación. Se queda un final abierto en el que puede ser real o no lo que pasa, pero, desde mi punto de vista, le falta algo más.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-13 19:40:11
2
Comentario
Un relato entretenido, que por otra parte no logra inspirar el terror que debería. Encuentro varios fallos en la historia que le restan credibilidad. Por ejemplo, sube las escaleras para acceder al apartamento y dentro encuentra una escalera oculta que baja a un sótano¿ Desde cuándo los apartamentos disponen de sótano? En todo caso debería haberse tratado de una vivienda independiente para que esto fuera posible. Después de huir del apartamento y acudir a la policía, regresa y encuentra la puerta abierta. ¿ Que tipo de delincuente es tan torpe? Además, hay una repetición constante de la palabra " pero". Creo que debería haber pulido más este asunto.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-18 12:20:53
4
Comentario
Tras revisar los anteriores comentarios, me uno a las opiniones de faltas de congruencia, añadiendo algunos matices más que he percibido: -Cuando explica el incidente en casa del hombre, ¿cómo es que no se le pasa por la cabeza mencionar que le siguió, cuchillo en mano? -¿Y luego vuelve? ¿Sin nada para protegerse? Esos matices hacen que pierda credibilidad, por no hablar de las fotos como arma arrojadiza, no creo que sea un arma eficiente y cegadora. Aún así, seguro que eres capaz de subsanar esos detalles. Ánimo. Salud y buenas letras.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-02 19:50:41
4
Comentario
El uso de las comillas debería abarcar mayormente una de las frases. El inicio te sitúa en un personaje con ansiedad y, creo, depresión. Inicio que me recuerda a “La chica del tren”, es muy similar en cuanto a los pensamientos del personaje. ¿A qué se dedica Laura? Tiene bastante tiempo libre, ¿se hacen cargo de ella? Me pregunto. En cuanto a originalidad creo que ya se ha escrito sobre un personaje así. La conversación con el oficial requiere demasiado espacio. Creo que la confusión de Laura se siente en la narración, el autor es bueno transmitiendo emociones. Es difícil definir el terror, pero creo que este relato carece de él. Gracias autor.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-06 09:14:33
5
Comentario
Me ha parecido más un relato de misterio que de terror. Hay una posible desaparición ¿dónde está el terror? Por otro lado, la obsesión con la desaparición de una mujer me pareció excesiva, rozando la obsesión. ¿Es eso lo que persigue su autora? El desarrollo es poco creíble. ¿EL hombre la deja entrar así, sin más? O la conversación con la policía. Son aspectos que deberían haber sido más cuidados. Las reacciones de Laura y del hombre no son creíbles para un pretendido relato de terror. Un aspepcto positivo es el ritmo, pausado en un principio, aumentando en intensidad según avanza. El final, abierto, cuando debería ser más contundente, no ayuda a que el relato obtenga una mayor puntuación.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-20 14:09:37
6
Comentario
Un relato, más que de terror, de suspenso. Se juega con la realidad y lo imaginario, por el estado de Laura que toma antidepresivos. Sin embargo, los antidepresivos no producen imágenes irreales, solo aboba o hace indiferentes a las personas que los consumen, en relación con los problemas que están viviendo. Laura es muy arriesgada al ir a averiguar lo de la chica desaparecida, la curiosidad mató al gato, pero ella se escapó. Habla del edificio y el apartamento, evidentemente, no es una casa. De paso, el apartamento tiene un sótano, puede ser que fuera de dos pisos, como los hay tantos, pero no sería un sótano, sino la primera planta, aunque esté debajo del de la entrada principal. En resumen, lo lógico es que mencionara mejor una casa. « cegado por las imágenes», suena extraño lo de cegado, quedaría mejor una palabra que indicara que le impidió reaccionar por el choque de las fotos en su cara. Es un buen relato, el argumento me gustó mucho, pero tendría que desarrollarlo mejor. Entretiene, tiene ilación y no vi errores ortotipográficos. Autor/a gracias por participar en el concurso.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-24 13:13:12
6
Comentario
La obsesión, promovida por factores externos o internos, puede ser muy mala, sobre todo cuando afecta a la propia percepción de lo que es real o no. El ambiente no llega a cuadrarme demasiado, pues no se nota quizá lo oscuro o agobiante que debería ser desde el punto de vista de la protagonista, pero en definitiva parece un buen relato.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-01 16:01:22
4
Comentario
Un relato en apariencia bien escrito, pero que en realidad es una concatenación sin fin de lugares comunes, chichés, y coletillas que deben evitarse SIEMPRE. Algunos ejemplos, incluso se repiten más de una vez, lo cual ya lo convierte en un suplicio para el lector (frunció el ceño, el suelo se abrió bajo sus pies, el corazón palpitante, las manos temblorosas, etc.). A ello le añadimos muchas palabras repetidas, algunas muy cercanas, frases mal construidas («Había algo profundamente mal en todo aquello») y una excesiva colección de adverbios acabados en -mente. El vocabulario es pobre y el argumento muy trillado, no hay alternativas distintas, sinónimos, giros que aporten una pizca de voz propia. El resultado es una narración aséptica, sin alma, un texto absolutamente plano, nada que una IA no hubiese podido replicar. Es importante encontrar la voz de uno mismo, un estilo, una forma de narrar diferente al resto. Nadie dijo que eso fuese fácil de conseguir ni mucho menos. Como dijo el escritor de ciencia ficción Theodore Sturgeon, «el noventa por ciento de cualquier cosa (con especial acento en la literatura) es basura». Por ello, es importante esforzarse por escapar de las normas preestablecidas y no solamente engordar ese porcentaje. Spoiler: Sobre el argumento, poco más que añadir a los comentarios anteriores. Resulta inverosímil que fuese sola a esa casa, que el sujeto la invitase a pasar sin más, que le preguntara directamente sin siquiera emplear astucia o sutileza, y menos que el tío no sospechase y urdiera un plan para no dejarla escapar. Y sobre todo, que ella (con la que es difícil empatizar) se atreviese a regresar. El final ya no importa tanto porque la suspensión de incredulidad se ha perdido en esos detalles. Por último, concuerdo en que es un relato de suspense y no de terror.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-05 18:19:28
4
Comentario
Relato con cuidado ortotipográfico y bien escrito, aunque me ha parecido muy plano y con poco sobresalto. No hay desenlace alguno, me iba acercando al final de su lectura y ya me temía que el autor me iba a dejar "colgado". Una cosa es un final abierto, y otra es dejar el relato a mitad del desarrollo. El relato ha empezado bien, y se construye a un personaje con el que empatizamos con sus problemas y situación, aunque no sea originales. Pero finalmente no se resuelve nada y ni siquiera sabemos si hay algún problema psicótico en el protagonista o no. No me ha transmitido terror, y me parece que se ha dejado el relato a medias.
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