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Relato 57 - Recuerdo simulado
2023-10-01
Presentación
¿Qué pasaría si diversos chips fueran incrustados en nuestro cerebro?
Relato
Cuando me encuentro un poco estresado y tengo algo de tiempo, me tumbo en el sofá del salón, cierro los ojos y me conecto a un recuerdo simulado. Lo llaman así porque es mitad recuerdo y mitad simulación. No sé si me explico. Quiero decir que es una forma de volver a una situación y un momento del tiempo que recuerdes, pero una vez allí, todo se desarrolla de una forma diferente a cómo ocurrió en realidad. Tú tienes la libertad de comportarte de forma distinta a como lo hiciste ese día, lo cual ya es increíble. Pero no solo eso, la gente a tu alrededor tampoco se comporta como lo hicieron, sino que sus actos se simulan en base a una personalidad recreada mediante los recuerdos que tengas de ellos. Así que puedes volver una y otra vez al mismo recuerdo y al mismo lugar y nunca es exactamente igual. Es como si fuesen días distintos en los que vas al mismo sitio y con la misma gente. O el mismo día vivido de mil formas diferentes. Mi recuerdo simulado favorito, el que más me relaja, es el de esos paseos por la montaña de hace casi veinte años con Manuel y Dani. Y ese es el único lugar al que quiero ir ahora, después de este día de mierda. Solo quiero dejar atrás las broncas con mi jefe y olvidar las tediosas horas de arreglos contables en la oficina. Así que, cruzo la puerta de casa y me dirijo al salón mientras los LED’s del techo se encienden a mi paso con la precisión de un técnico de laboratorio. Como si supieran de antemano mi destino. Lanzo las llaves sobre la mesa traslucida del salón y me dejo caer en el sofá. Estoy impaciente. Cierro los ojos y lo último que noto es el frío tacto del sky bajo mis brazos y mi espalda. Después, al fin puedo recordar que… Recuerdo que esa tarde caminaba con Manuel y Dani por la montaña. Imagino que se le puede llamar montaña, no sé. Está junto a la ciudad y no es demasiado grande, pero tiene sus pinos, sus matorrales, sus zonas de roca y unos caminos de tierra que te llevan a una cima desde la que se ve el mar. Siempre que llego allí me viene a la cabeza aquel anuncio en el que una chica tenía que decidir entre ir la playa o a la montaña y me doy cuenta de la suerte que tengo de poder disfrutar de las dos al mismo tiempo. De sobrecogerme ante la inmensidad del mar, o de quedar hipnotizado por la recurrencia del romper de sus olas contra la roca, a la vez que respiro el aire puro y frío de la montaña, a la vez que camino rodeado de naturaleza. Manuel era quien casi siempre tiraba del carro. Quien hacía de sherpa en nuestra montaña de juguete. Dani y yo lo seguíamos. No dejaba de sorprenderme el que, aunque la montaña era muy pequeña y la habíamos recorrido ya cientos de veces, aunque creíamos conocerla bien, siempre terminábamos encontrando un camino nuevo por el que avanzar o una zona diferente por la que trepar. Era increíble que fuese tan pequeña y, a la vez, tan inabarcable, tan interminable. Era como si sus senderos cambiasen cada día. Como si la montaña quisiese que nos rindiésemos y que aceptásemos la imposibilidad de comprenderla en su totalidad. Recorríamos la montaña de forma parecida a como se medita. Centrados en el presente y prestando atención sólo al siguiente paso con el objetivo de mantener el equilibrio. Con la mirada fija en el camino y los músculos relajados. Y, mientras caminábamos, hablábamos de todo. De la vida y de nuestros sueños y de lo que pensábamos en realidad. Nos contábamos cosas que no nos habríamos contado ni siquiera después de dos cubos de cerveza en un bar. Y eso era lo que yo más disfrutaba. Por eso, me sentí algo frustrado cuando, en esta simulación, la conversación pasó a girar en torno al tema del que menos me apetecía hablar. - ¿Habéis visto lo de la nueva empresa de Elon Musk? ¿Lo de Neuralink? —preguntó Manuel—. Quieren hacer un chip que se pueda colocar bajo el cráneo y conectar al cerebro. Dicen que van a curar la epilepsia. Que cuando a un epiléptico le dé un ataque, el chip producirá descargas en puntos clave del cerebro para contrarrestarlo. Es brutal. - Escúchame. Yo de ese, de Elon Musk, me creo la mitad —dijo Dani—. Es un vendehumos. ¿No decía que iba a fabricar unos cohetes que nos llevarían a Marte? ¿Dónde están esos cohetes, que yo los vea? Lo que yo te diga, ese tío es como uno de esos coaches motivacionales para emprendedores, o uno de esos que se dedican a vender cursos de inversión en bolsa. Lo mismo. Un vendehumos. Solo que Elon Musk tiene más pasta. Me mordí la lengua. No me gustaba volver a un recuerdo para acabar teniendo una conversación sobre el futuro. Manuel se giró desde un rellano y nos tendió la mano, primero a Dani y después a mí, para ayudarnos a subir por un tramo de roca especialmente escarpado mientras respondía a Dani. - Vale que sea un vendehúmos —dijo Manuel—. Pero imaginaos que funciona de verdad. Como su otra empresa. Como Tesla, ¿no? Esa empresa ha cumplido lo que prometió. Ha llenado el mundo de coches eléctricos. Tú imagínate que este chip curase la epilepsia. Dicen que también podría mejorar el estado de ánimo estimulando otras partes del cerebro, o que podría curar ciertos tipos de ceguera puenteando conexiones rotas. Sería increíble. No pude evitar negar con la cabeza. Dani paró a coger algo de aire. Sacó una cantimplora de su mochila y los tres bebimos de ella. Un agradable olor a romero nos envolvía. - Pues a mí no me parece para tanto —dijo Manuel—. Quiero decir: es muy espectacular lo de meter un chip en la cabeza, pero no me parece un invento revolucionario. No cambiaría el mundo. No sería como inventar la rueda ni como inventar internet. No pude callarme más. - ¿Y si ese fuera solo el principio? —pregunté. Se giraron hacia mí. - ¿Y si lo que quiere Elon Musk es romper una barrera moral para luego ir más allá? Me refiero a que si él le explicara a la gente que quiere implantar chips en el cerebro para algo que no fuera curar enfermedades, podría haber un rechazo social. La gente se plantearía si está bien tener un chip en la cabeza. Porque no es lo mismo usar una máquina, que el que la máquina forme parte de ti. Parte de tu cuerpo. Que esté en ti, en algo tan íntimo como tu cerebro. En cambio, si Elon Musk explicase que la primera utilidad de los chips es curar enfermedades, nadie se opondría a ello. Nadie vería el problema. A todo el mundo le parecería bien y, casi sin quererlo, poco a poco, se normalizaría el hecho de tener un trozo de silicio en la cabeza. De repente, llegaría el día en que alguien se lo colocaría, no para curar una enfermedad, sino para poder acceder a internet sin ordenador ni móvil. Y a la gente no le sorprendería tanto como lo habría hecho de entrada, porque ya estarían acostumbrados a leer noticias sobre gente poniéndose un chip. Nadie se plantearía las implicaciones de tener una máquina interactuando con tu cerebro. Y al final… al final puede que la mayoría acabásemos llevando uno. Nos acercábamos a la cima al mismo tiempo que el sol se acercaba al horizonte. - Vaya películas te montas —dijo Dani—. Eso no iría a ningún lado. La gente no quiere que le pongan un chip en la cabeza si no lo necesita. Que se lo pusieran unos pocos no cambiaría nada. - Sí, unos pocos. Solo algunos. Al menos, al principio —dije—. Pero imagínate que además de conectarse a internet para buscar información, pudieran conectarse a inteligencias artificiales de todo tipo. Y que esas inteligencias artificiales les ayudasen a llegar mucho más lejos con su pensamiento. Que les dieran respuestas a problemas lógicos difíciles, que les ayudasen a tomar decisiones complicadas, que les diesen miles de ideas al instante para estimular su creatividad cuando lo necesitasen. Eso les daría una ventaja enorme a quienes lo llevasen. Entonces se empezarían a publicar noticias sobre ellos, sobre los superhumanos que llevasen el chip. Que si uno que apenas sabía jugar al ajedrez se puso el chip y ahora es capaz de ganarle al campeón del mundo. Que si en una empresa han despedido a diez empleados por cada uno que se ha puesto el chip. En un par de años podría aparecer el primer físico teórico que ganase el premio Nobel por una teoría elaborada gracias al chip. Y entonces, la mayoría de gente, porque, la mayoría somos ambiciosos, la mayoría queremos ser lo más competentes posible, la mayoría queremos ser nuestra mejor versión. Pues eso, que la mayoría terminaríamos con un implante de silicio bajo el cráneo. Nos apartamos a un lado del camino para dejar pasar a una mujer que bajaba la ladera corriendo. La habíamos oído llegar antes de verla porque comenzaba a oscurecer. Así que nos colocamos nuestras linternas frontales en la cabeza como si fuésemos un equipo de mineros o espeleólogos. -No te pongas dramático que eso no va a pasar. Que te digo yo que Elon Musk es un vendehúmos —dijo Dani—. E incluso si pasase tal y como lo has pintado no veo el problema. No estaría tan mal. Me dan ganas de ponerme el chip yo mismo. Sería un superhumano, ¿no? Estamos hablando de un salto evolutivo artificial. Seguiría siendo yo mismo, pero mejorado. - ¿Tú mismo? ¿Tú crees? —pregunté—. No sé. Yo no lo tengo tan claro. Es como el dilema ese de un barco de madera al que cada día le cambian un tablón. Al segundo día sigue siendo el mismo barco con un tablón cambiado. Pero cuando pasan muchos días y se han cambiado absolutamente todos los tablones del barco, ¿sigue siendo el mismo barco, o ya es otro barco diferente? Lo mismo podría pasar con el chip. Al principio solo se conectaría a unas cuantas neuronas. Pero cuando lo mejorasen y se conectase a miles de millones de neuronas en tu cerebro. Cuando las tocase y las modificase, ¿seguirías siendo tú mismo? Yo creo que no. Me sorprendí ante mis propias palabras. En ese recuerdo simulado, con la distancia, era como si lo pudiese ver todo mucho más claro. Después de eso, se hizo el silencio. Luego Manuel sacó otro tema de conversación y seguimos caminando hasta que llegamos a la cima. Era ya noche cerrada y la oscuridad apenas me permitía ver a mis. Un extraño zumbido agudo comenzó a sonar cada vez más fuerte. Enfoqué con mi linterna. Parecía provenir de un grupo de matorrales junto a un acantilado. Era como el canto de unos grillos, o quizá… Abro los ojos. Estoy de vuelta en mi aséptico salón ahora que los pitidos procedentes de mi cráneo me han sacado de la simulación. Esta vez, el recuerdo no me ha relajado tanto como me habría gustado. Supongo que es el inconveniente de que cada simulación sea diferente. Mi chip, el que me permite tener recuerdos simulados, el que me ayuda a trabajar y a dormir, no deja de pitar porque se está quedando sin batería. Me levanto del sofá, saco de una cajonera un minúsculo cargador y lo miro. Dudo. Dudo porque durante unos largos segundos el eco de la última pregunta aún resuena en mi cabeza. ¿Seguirás siendo tú mismo? Entonces aprieto el cargador en mi mano como si lo quisiera hacer desaparecer, hasta que me duele. Luego, me acerco a la basura y lo lanzo dentro con la intención de no volver a comprar otro nunca más. Me pregunto a qué distancia estará la montaña. Puede que aún me quede tiempo para
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Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-10-02 07:41:50
6
Comentario
El tema es de los que me molan y la prosa es correcta, quizá abuse mucho de los diálogos para avanzar pero tiene hilación. Hay algunos fallos como “traslÚcida*”, los espacios entre el guion y los diálogos o que no haya punto final, aunque lo acertado hubiesen sido los puntos suspensivos. También le falta la palabra “amigos” al final del recuerdo, para mi gusto al menos. Buen trabajo, autor. Te deseo suerte en el certamen. Sigue escribiendo.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-10-02 09:16:27
2
Comentario
El escritor argentino Abelardo Castillo decía que cuando un personaje cuenta un sueño el lector da vuelta la página, o pasa sin que nada le quede, y este relato es uno de esos largos sueños. No hay trabajo en la narración, con la palabra. El texto es plano y hay errores ortográficos. El tema sin originalidad, Marcelo Cohen con su invención de la Panconciencia lo ha trabajado infinitamente mejor.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-10-02 16:19:13
9
Comentario
Me gustó el relato. Hay por ahí estudiosos que dicen que cada vez que recordamos resignificamos el recuerdo, porque este está "codificado" en palabras, y al evocarlo no siempre usamos las mismas. Una mínima variación hace que se resignifique. No sé qué tan válido es ese pensamiento, pero algo de sentido tiene. Un chip que permitiera volver a experimentar hechos pasados sería mucho más agresivo con los recuerdos, asumo yo, más si uno puede en ellos actuar distinto y condicionar la actuación de los demás. Aquí "apenas me permitía ver a mis." faltó alguna palabra. El final me agradó también, el enunciado en suspenso me sugiere que ya no tenía la más minima autonomía y que dependía cabalmente del cargador. Estuvo tarde para revertirlo. Buen relato.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-10-04 18:20:53
3
Comentario
Autor, la idea es muy interesante, pero el desarrollo se te quedó corto, y no por la cantidad de palabras, sino que casi toda la narración se basa en una conversación entre amigos, o sea es un discernimiento sobre los chips. Y la verdad, el uso de chips para controlar enfermedades es grandioso. Correcciones sugeridas: Las rayas de diálogos al principio no son las correctas, debes hacerlas iguales que las de los incisos. No se debe dejar espacio entre la raya de apertura y la primera palabra. permitía ver a mis. (¿amigos?) Sigue escribiendo. ¡Suerte!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-10-06 17:07:17
4
Comentario
Autor /a tu propuesta es interesante. Un relato de ciencia ficción añadiendo reflexiones éticas. Se lee con interés, esperando que el revivir el día de la marmota, eligiendo el desarrollo del recuerdo de para más y qué, junto al final previsible, deja al lector indiferente. Te sujiero que revises el texto, verás que se te han escapado algunos errores ortográficos. ¡Suerte!
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-10-06 23:02:57
4
Comentario
Final demasiado abierto y si bien el tema es interesante, está tocado de forma superficial. Da la sensación que sería un cuento para el doble de tamaño y con una resolución más elaborada. escribe bien, pero hubo algo de pereza en el desarrollo de la ida.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-10-31 15:56:30
4
Comentario
Gracias al autor o autora por su tiempo y su imaginación. Un planteamiento de ciencia ficción sobre adónde nos lleva un reciente desarrollo tecnológico, y este relato especula con la posibilidad futura de que todos llevemos un chip en el cerebro. Me habría gustado más que no se diese toda la información tan mascada, tan explicada, porque así el relato muestra un carácter más descriptivo que literario. Una corrección ortotipográfica habría solucionado diversos problemas, como el plural incorrecto de “LED”, un espacio doble, frecuentes errores de puntuación de diálogos, errores de acentuación (como un “sólo”, “traslucida", “vendehumos”…), algunos problemas de puntuación, etc. Una corrección de estilo habría trabajado algunas oraciones largas y densas, se habría fijado en las muchas repeticiones de “como si”, habría señalado una frase sin acabar (“la oscuridad apenas me permitía ver a mis.”), etc. Habría puntuado más alto si el enfoque hubiese hecho más atractiva la lectura y si la calidad lingüística hubiera estado más cuidada con revisiones y correcciones.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2023-11-26 18:49:16
5
Comentario
La idea es interesante y más con el despegue de la inteligencia artificial. Puedo imaginarme un mundo como el descrito en este relato. Lo negativo es que el autor/a no la ha desarrollado en todo su potencial. Mucha suerte, autor/a
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