Relato 19 - Errante

Un día más, y la oscuridad sigue invadiendo el horizonte. Las ciudades despiertan, el planeta despierta, pero el cielo sigue “dormido”.

Han pasado varios siglos, y todavía se recuerda que en el pasado el sol recorría el cielo de este a oeste…así un día tras otro…un año tras otro… así durante 4.500 millones de años. Sin embargo, el paso de un gigantesco agujero negro cerca del sistema solar (bautizado como Hielo Negro), perturbó las órbitas de los planetas, y nos alejó de la Vía Láctea. No fuimos los peor parados, Mercurio y Marte acabaron estrellándose contra el sol. Los grandes planetas gaseosos se perdieron lentamente de vista, y pudimos contemplar durante casi un siglo como la luna de Júpiter, Europa, se iba acercando al sol… su capa de hielo se fue derritiendo, y quizás durante un período muy corto de tiempo, mientras los océanos inundaban su superficie, pudo parecerse a la antigua Tierra…sin embargo, acabó siendo un infierno, para finalmente desaparecer.

Marte estaba en plena terra-formación, y se habían construido las primeras estaciones, y al final no sirvió de nada… ¿Seríamos capaces de volverlo a intentar? ¿Habíamos llegado tan lejos para… nada?

La luna se fue alejando lentamente de nosotros, y ya no ejercía ninguna influencia…bueno, sí, la nostalgia. Parecía como si no quisiera irse… pero era nuestra gravedad la que la mantuvo cerca un tiempo. Todavía se encuentran muchas fotos y poster “retro” de la luna, y su famoso “amanecer de la Tierra”.  Con los más modernos telescopios es posible aun verla. Sin embargo, los últimos descubrimientos auguran un feo final para la Luna, y es que un gran asteroide se dirige hacia ella. Será quizás el acontecimiento cosmológico que nos hará mirar al cielo, y despedir una parte importante de nuestro pasado.

Durante estos siglos de oscuridad se buscaron alternativas energéticas y alimentarias. Se construyeron enormes plantaciones bajo tierra que crecían con luz a determinadas longitudes de onda y temperatura controlada. En el exterior la temperatura fue bajando hasta los -200°C actuales.  Dado que fue un proceso relativamente lento (el Sol dejó de dar calor casi un siglo después del paso de Hielo Negro), todos los países, todas las culturas unieron sus tecnologías para sobrevivir. Aun así, la población mundial disminuyó considerablemente. Al principio, y antes de aceptar nuestro destino, fueron los gobiernos inestables los que trajeron interminables guerras, y después, el gran cambio climático, todo junto se llevó muchas vidas.

En esas circunstancias la agricultura debía estar controlada, debía ser eficiente en las condiciones más extremas a las que jamás la especie humana se había enfrentado. El agua congelada de la superficie se calentaba con enormes turbinas de calor alimentadas con energía nuclear. De esta manera el agua pasaba a ser líquida en el subsuelo, nuestro subsuelo. Paradójico, durante siglos la especie humana sacando el agua de los pozos, y ahora la necesitábamos abajo. La energía nuclear nos dio la vida… una energía que en el pasado había matado a millones de personas, ahora nos daba luz, nos daba calor, nos daba la comida.

Décadas atrás se desechó la posibilidad de construir naves y abandonar el planeta. Primero, el coste de esas operaciones hubiera sido inasumible, y segundo, el resultado final era quedarse como estábamos…errantes.

Sin embargo, lentamente la Humanidad se moría. La inmensa oscuridad reinante, el desgarrador silencio, la tremenda angustia de estar perdidos, de no saber nuestro rumbo, nos conducía al final. En las últimas décadas, las discusiones científicas sobre nuestro destino eran continuas, e interminables… ¿Nos acercábamos a algo, o nos alejábamos de todo? ¿Qué podía ser ese “algo” o ese “todo”? La sensación era como ser un tapón en medio del océano… del antiguo océano líquido, esperando las corrientes para llegar a algún sitio. Pero ahora no teníamos corrientes, o al menos no las percibíamos… simplemente flotábamos… como una mota de polvo en el aire, esperando… ¿A qué?

Con el tiempo esto dio paso a nuevos planteamientos filosóficos, a nuevas creencias, a nuevas sectas. Después de mucho tiempo unidos, la especie humana empezaba a resquebrajarse… de sentirse el centro del universo durante milenios, a no ser nada. Aceptación de estar perdidos y solos en el espacio… sin ningún objetivo.

En la búsqueda desesperada de alguna ayuda externa, el planeta entero actuaba de antena emisora, enviando señales a todos los rincones del espacio. Buscábamos ser detectados, queríamos ser oídos, deseábamos comunicarnos. Pero si durante siglos nunca habíamos encontrado respuestas ahí afuera, era improbable lograrlo ahora… ¡la necesidad no nos iba a traer un “remolcador cósmico”!

Sin embargo, nadie se había percatado hasta ese momento, que los grandes conjuntos de masas, como las galaxias y los sistemas solares, filtran hacia fuera muy poca información, actuando a modo de cotos cerrados, espacios confinados con altas interferencias por los campos electromagnéticos, y la energía del conjunto. Por el contrario, la ubicación actual de la Tierra, completamente aislada, lejos de cualquier conjunto de masas, nos “iluminaba externamente”. Comunicarse dentro de un estadio lleno de personas, es prácticamente imposible… hacerlo en una vasta llanura vacía de gente, es fácil, incluso a grandes distancias. La Tierra era ahora un faro, un faro emisor que brillaba a ciertas longitudes de onda como un Sol, en un vasto universo.

Desde sus inicios, el universo ha estado lleno de radiación… y en una proporción minúscula, insignificante, las emisiones de la tierra también están ahí… desde las primeras imágenes de la olimpiada de 1936, a todo lo que se emitió después. Toda esa radiación rebota o se desvía en los cúmulos de galaxias, con cualquier masa… ¿También con los límites del universo? Si el universo se expandía a gran velocidad, como habían demostrado los científicos muchos siglos atrás, jamás llegaría una onda a rebotar en las fronteras que lo delimitan… pero cuando empezara a contraerse, eso podía cambiar todo.

El hecho de que la Tierra fuera ahora un faro, nos daba privilegios… teníamos una vista (electromagnéticamente hablando) envidiable. Los últimos descubrimientos mostraron un dato asombroso, nos llegaban ondas que se habían enviado 50 años atrás… pero sólo desde una dirección. Ese rebote de ondas sólo podía indicar o que estábamos muy cerca de una gran masa (indetectable a los telescopios) o que teníamos una pared, una frontera de algo cerca. Sin duda ese “lado” del universo no estaba en expansión, ya que el rebote de ondas era cada vez más rápido en el tiempo…lo que indicaba que nos acercábamos a ello a gran velocidad.

La tierra había dejado de rotar hacía tiempo, y una mitad del planeta tenía las vistas de un piloto de una nave hacia esa parte del universo… hasta ahora eso había dado igual, ya que el cielo no ofrecía diferencias desde cualquier perspectiva, y además no íbamos a ningún lado. Pero ya no era así.

La Tierra se dirigía a algo. Al principio los telescopios detectaron un punto luminoso, justo dónde rebotaban las ondas. Con el paso de los años, ese punto se convirtió en nube… nube que ya era visible en el cielo nocturno, y que recordaba a las auroras boreales que siglos atrás se podían ver en el hemisferio norte.

El cielo, después de siglos de oscuridad, había despertado (aunque sólo fuera una parte). Sin embargo, nosotros parecíamos cada vez más perdidos por el significado de ese horizonte. El pesimismo y las sectas catastrofistas aumentaron, y se podían ver en las ciudades, reuniones en casi cada plaza, de falsos predicadores y profetas que auguraban nuestro fin. Estas reuniones dividieron a la gente… de nuevo, el ser humano volvía a dividirse, de nuevo el miedo a lo desconocido entraba en nuestra vida. Muchos pensaban que lo mejor era defenderse, y enviar misiles hacia esa zona. Otros, sin embargo, pensaban que lo mejor era adelantarse al negro destino que se nos avecinaba, y acabar con todo. La mayoría, echaba de menos no haber construido naves para abandonar el planeta.

Quedaba menos de un siglo para el “Encuentro”. Los colores de la nube o Cortina de Arco Iris (como se le denominó) cada vez eran más intensos. No tenía nada que ver con un arco iris, ya que los colores fluctuaban, cambiaban… pero era un buen nombre. Los datos que llegaban de los telescopios dejaron atónitos a los investigadores. La Cortina era un espejo para las ondas, y estas rebotaban en ella…eso era obvio. La duda era saber que había detrás…o si había algo detrás. Al principio las primeras imágenes eran borrosas, y mostraban lo que parecían ser cuerpos celestes detrás de la Cortina, sin embargo, no parecía ser la continuación del universo visible que durante tanto tiempo nos había acompañado.

Según las imágenes se fueron haciendo algo más nítidas, no cabía ninguna duda…Cortina parecía un espejo, y lo que se detectaba era un planeta muy parecido al nuestro… ¿Éramos nosotros? Estos descubrimientos se mantuvieron en secreto. La verdad era que los científicos volvían a casa cabizbajos, pensativos, intentando comprender qué era aquello… qué era lo que nos esperaba. Al principio las reuniones para tratar este asunto eran de pocas decenas de personas, entre personal científico y político. Luego pasaron a ser de cientos de personas, de miles. Pensadores, científicos, políticos… gente de todas las categorías daba su opinión. Así fueron pasando los años… y el planeta detrás de Cortina no nos desvelaba su identidad, sólo su color… azul.

Año 0. Cortina de Arco Iris ilumina todo el cielo de un hemisferio. La temperatura en la superficie apenas ha subido unos grados, sin embargo, es agradable recorrer la superficie con esas vistas. El océano congelado parece tener vida propia… Cortina se refleja, y la Tierra ahora vuelve a tener color. Por el contrario, montañas, valles que un día rebosaban verde, se veían completamente muertos, sin vegetación. En el otro hemisferio las vistas seguían siendo oscuras. De hecho, apenas se detectaban estrellas, y la hipótesis que se barajaba era que nos desplazábamos a gran velocidad respecto al antiguo universo visible, sin embargo, esa velocidad no la detectábamos.

No sabíamos la distancia exacta a Cortina, ni siquiera si ésta tenía anchura. Las ondas que rebotaban indicaban mediciones poco precisas y confusas… extremadamente confusas. Todos los esfuerzos para estudiar su luz, y lo que se intuía detrás, fracasaron. ¿Por qué?

Finalmente se fabricó una pequeña nave para enviarla a Cortina. La idea inicial consistía en una nave-robot, dado que era una misión de alto riesgo. Sin embargo, hubo miles de peticiones de personas para tripular esa nave. No se sabía si la desesperación por salir de la Tierra o la curiosidad de saber qué había allí, era lo que movía a tanta gente a querer tripular esa nave. Después de muchas discusiones, se decidió que enviar a cuatro personas no implicaba cambiar la estructura inicial de la nave. Los cuatro astronautas eran dos hombres y dos mujeres, de entre 25 y 55 años, con altos conocimientos de ingeniería y de astrofísica.

La nave se llamó Deseo… el deseo del ser humano de saber, de conocer que era aquello, si nos iba a dirigir a otro rumbo, si, al contrario que Hielo Negro, Cortina nos proporcionaría la Luz. Como un niño pequeño que se pasa años deseando tener, conocer, querer… el ser humano buscaba en esta nave las respuestas, quizás las únicas que nos quedaban. Seguíamos tan arraigados al pasado de la Tierra, que rechazábamos ir… a la nada.

Los astronautas tenían el presentimiento de que podía ser un viaje sólo de ida. Entre las pocas cosas que se llevaron a la nave, destacaban un rosal y unas mariposas. Costó tanto mantener la flora y la fauna de la Tierra, que lo menos que podían hacer era llevar esta ínfima representación de la naturaleza terrestre.

Deseo despegó en el aniversario del paso de Hielo Negro por el Sistema Solar… el mismo día del calendario terrestre que nos separamos de nuestra vida, tal y como la conocíamos. Ese día se eligió por unanimidad, ese día era recordado siempre con 10 minutos de silencio y oscuridad. El calendario terrestre se mantuvo, las ciudades se iluminaban y oscurecían de manera periódica, igual que si tuviéramos un sol. Al final, la humanidad estaba confinada como los animales de laboratorio, con luz artificial, manteniendo los ritmos circadianos de luz y oscuridad.

Cortina parecía muy cerca, y los cuatro tripulantes mostraban cada vez más nerviosismo, a la vez que fascinación por lo que veían… atrás un planeta que reflejaba cientos de colores… delante una incógnita tremendamente bella. De pronto, y en unos segundos, los astronautas comprobaron que la Tierra estaba más lejos de lo normal, más de lo que la velocidad de la nave podía alejarles. A la vez llegaban audios confusos… algunos del siglo XX terrestre… los audios de los discos de platino de las Voyager, enviadas al espacio allá por los años 70 del siglo XX. Ninguno podía entender que estaba pasando, y además las comunicaciones con la Tierra se habían cortado.

Los relojes de la nave funcionaban… pero hacia atrás, ¡algo iba mal! De pronto uno de los astronautas gritó; “¡Mirad, mirad aquí!”. Las mariposas se estaban convirtiendo en crisálidas, para en unos momentos volver a ser orugas. La cara de estupefacción fue a más al comprobar que las rosas volvían a sus capullos, y el rosal empequeñecía… la escena era como rebobinar una película. Parecía como si faltara el aire, y el silencio inundó la nave. En pocos segundos vimos que lo que había tardado un año en crecer, se deshacía delante de nuestros ojos. Primero fue la Tierra alejándose más rápido, y ahora esto… ¡Había que volver a la Tierra! Allí debían saber adónde nos dirigíamos. En ese momento llegó un mensaje de la Tierra, un mensaje actual… “Contacto con Deseo, por favor, responded… permanecéis inmóviles muy cerca de nosotros, ¿Qué ocurre?” … y en cambio desde la nave, la Tierra era un pequeño punto muy lejano. El espacio se había deformado… junto con el tiempo.

Las caras de los astronautas eran un fiel reflejo de las sensaciones… por un lado la Tierra extremadamente lejana, y por otro el tiempo fluyendo al revés. De sus ojos brotaban lágrimas… lágrimas que, sin embargo, nada más salir, volvían hacia atrás. ¿Por qué siquiera salían si íbamos hacia atrás en el tiempo? ¿Y por qué los pensamientos fluían hacia delante? Parecía como si la consciencia se estuviera resistiendo a volver atrás… quizás no podía. Durante unos segundos todo pareció volver a la normalidad, a nuestra normalidad… uno de los astronautas se apresuró a mandar un mensaje a la Tierra: “El futuro está en el pasado… ¡volvemos antes de salir!”.

En esos segundos, que quizás suponían años en la Tierra, algo empezó a cambiar. Como si fueran filtros de color sobre una pantalla, Cortina cambiaba de colores, algunos de ellos extremadamente bellos, imposibles de definir. Los astronautas comprobaban que las imágenes que se detectaban detrás, también cambiaban. Lo que antes era un planeta azul, pasó a ser uno rojizo, o la imagen de una galaxia elíptica de gran brillo, así hasta decenas de imágenes… ¿Qué demonios estaba ocurriendo?... “multiversos”, murmuró uno de los astronautas … “Hemos llegado a la vez al final y al principio de todo” … el silencio volvió a inundar la nave. Si la teoría aceptada de multiversos era correcta, Deseo entraría en un universo alternativo, quizás en alguna galaxia alternativa, en un sistema solar alternativo… pero en esa ecuación, ¿Qué pintábamos los seres humanos? Si realmente estábamos solos en el universo actual, probablemente lo estaríamos en cualquier otro. Lo que teóricamente se aceptaba como probable, mentalmente era rechazado por los cuatro astronautas.

Mientras los tripulantes hacían lo imposible por cambiar el rumbo de la nave, Cortina dejó de cambiar colores, dejó de mostrar diferentes imágenes, mostrando sólo una …” ¡Quién está jugando con nosotros!”, gritó desesperada una de las astronautas. Un color púrpura inundaba la nave, y ahí estaba, enfrente, cercana, inmóvil…

Desde la Tierra se seguía con impaciencia lo que ocurría en Deseo, y de repente la nave se alejó a una velocidad extraordinaria… en un segundo pasó a ser un punto luminoso dentro de Cortina, para después… desaparecer. Todos los intentos por contactar con Deseo fueron en vano, un silencio difícil de explicar era la respuesta, así como una oscuridad profunda, justo dónde hacía unos minutos brillaba Cortina.

Los últimos fogonazos de estrellas se perdieron en la oscuridad infinita, y dejamos de sentir cualquier tipo de actividad… para simplemente flotar…dejamos de ver, para simplemente intuir… dejamos de ser, para formar parte de algo.

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