Relato 10 - INFINITAMENTE IDIOTAS.

Antiox, un extraterrestre mitad figura humanoide, mitad zorro, de ojos amarillos, con algo de aliento a alcohol, acompañaba a su colega de batalla, un redondo y fuerte Sapiano llamado Gloin, de ojos y cabeza grandes, de labios gruesos y manos toscas con dedos azules regordetes; al costado de Gloin descansaba un potente láser de emisión roja. Antiox movía su cola peluda sobre su espalda, en ocasiones la rascaba despidiendo una especie de bichos diminutos chupasangre, abrió sus fauces y unos colmillos amarillos y puntiagudos asomaron. Formaban parte del departamento de investigación de los mundos habitados, eran una especie de investigadores privados. Esperaban en una estancia iluminada, en el centro galáctico, alrededor de una estrella que reside en la constelación de Sagitario. Un ser tipo lagartija mecánica, que se hacía llamar Gildar Ric_s, con un procesador positrónico como cerebro, los invitó a pasar. Los investigadores se presentaron ante el jefe.

 

Vainaimoinen los esperaba detrás de su escritorio inteligente, el cual desapareció para tener vista completa de los recién llegados. La estancia era iluminada con mucha luz, una colección de imágenes adornaban las paredes cristalinas: en el techo se observaban imágenes de seres mitológicos de los confines de la galaxia. Vainaimoinen vestía lo que parecía una hábito blanco, sus manos eran enormes y lechosas, su cara redonda con una gran barba del tamaño de su sotana, el cabello blanco igual de largo, dos cuernos del color del mármol salían de su cabeza cual Moisés de Miguel Ángel; los ojos rojos también eran grandes y brillosos, doblaba en tamaño a sus interlocutores. Detrás de él descansaban gruesos volúmenes de la disciplina que practicaba, una especie de psicología histórica; se encargaba del departamento de evolución de la galaxia y podía disponer de los servicios secretos del imperio galáctico.

 

 

¿Y bien? —dijo Vainaimoinen con voz ronca, con calma pero haciendo saber que no contaba con mucho tiempo—. ¿Qué pasa con los habitantes del planeta Gea? —Antiox y Gloin seguían intimidándose ante la presencia de su jefe.

 

Han descubierto muchos tipos de energía, en estos momentos practican con la antimateria, más o menos. —La voz de Gloin era ronca y con tintes de mal humor, unas gotas azules babosas salían cuando hablaba—. La están utilizando y mezclando con otras formas de energía.

 

Bien, entonces están listos para hacer contacto con nosotros y unirse de una puta vez al sistema, son los últimos que quedan de la galaxia. —Vainaimoinen se entusiasmó—. ¿Qué tipo de naves han construido? ¿Qué tan lejos han viajado? ¿Ya colonizaron su sistema planetario? ¿Será hora de hacerlos conscientes de la realidad del universo? ¿Soportarán la verdad?

 

Señor, apenas y han lanzado unos cuantos satélites de exploración que emiten ridículos sonidos y mensajes sin sentido, no hemos contestado ninguno. Fingieron pisar la luna y luego realizaron una falsa colonización de Marte —dijo Antiox, el hombre zorro, mientras rascaba su largo hocico de pelaje rojo con manchas blancas.

Vainaimoinen hizo gesto de decepción, los ojos destellaban un plasma rojo y parecían arder en llamas.

¿Y qué oscuridad es lo que ahora han hecho? —preguntó sosteniendo su barba blanca, sus interlocutores fijaban la vista en los dos blancos cuernos.

Armas señor. —Gloin rascaba el metal de su láser, siempre lo hacía.

¿Dónde las utilizan? ¿No me digas que las lanzan al espacio o a otros planetas desde Gea? Tendrían que colonizar para hacer esas pruebas algún astro sin vida y no poner en peligro el planeta, pueden destruirse eternamente entre ellos, pero hay que proteger lo que ellos llaman el planeta Tierra.

Las prueban en su mismo planeta, señor. —Antiox se quitaba una especie de bicho del pelaje de un brazo para llevarlo a su boca y comérselo. Gloin, con su aspecto de renacuajo parado, hizo gesto de asco al observar la conducta alimenticia de su compañero mientras a él mismo le escurría baba azul.

El jefe lanzó un bufido que hizo temblar su túnica. El hombre zorro guardaba silencio analizando la situación.

¡Idiotas! ¿Cuántas veces les hemos destruido ya? No podemos perder esa Gea —se enfureció Vainaimoinen. Volteó a ver a Gildar Ric_s, el color del ser era un verde pulido.

Muchas veces señor: los hemos incendiado, plagas se los han comido, los hemos congelado, incluso enviamos a los encargados de evolucionar especies, Adán y Eva, y no regresaron con vida. También les hemos arrojado un meteoro enorme —dijo la lagartija mecánica formando parte de la garla, Gloin volteó a ver al ser con desagrado, odiaba a las criaturas con aspecto reptiliano; le recordaba a una especie que se mezclaba entre las razas de los planetas pasando desapercibidos, volvió a rascar el metal de su láser con más intensidad.

Bien, no podrán por sí solos, es hora de presentarnos y decirles que no son los únicos hijos de puta que habitan el universo —concluyó Vainaimoinen—. Gildar Ric_s, prepara el primer contacto, nos presentaremos ante ellos de una oscura vez. El planeta no resistirá otra extinción y no tenemos tiempo de sembrar una futura evolución de esa ridícula especie.

 

Vainaimoinen, Antiox, Gloin y la lagartija mecánica, se encontraban en la estancia principal de la nave. Viajaban en una nodriza que llevaba cientos de científicos y ángeles instructores del universo con la misión de evolucionar a los terrícolas en unas cuantas verdades. Se introdujeron en un agujero de gusano y aparecieron en el brazo de Orión. Vainaimoinen observaba desde la cabina principal ubicada en la parte superior de la nave con enorme lente los asteroides que acompañaban a los planetas girando en sincronía alrededor de la estrella tipo espectral G2, un sol mediano. Se acercaron a donde debía estar la Tierra pero, para sorpresa de todos los que viajaban en la nave, había un abismo negro.

 

Pero qué oscuridad —dijo Gloin, mientras su cuerpo temblaba y salía algo de líquido alcalino, acuoso, viscoso y azul de su boca, rascó con fuerza su arma.

¿Y dónde está la Tierra? ¿Qué diablos es ese remolino negro? —preguntó el hombre zorro.

Investigador Gloin —dijo Vainaimoinen—. Así que controlaban la antimateria, más o menos.

Más o menos señor —Gloin se removió incómodo en su asiento, sabía que su láser descansaba en su pierna derecha, pero lo buscó con su mano, el contacto con el metal lo tranquilizó.

La Tierra había desaparecido y, en su lugar, un enorme monstruo cósmico nacía. Vainaimoinen estudió el fenómeno con sus enormes ojos rojos, los datos que recibió de su equipo de trabajo eran trágicos. El pánico se disparó entre los científicos mientras el arcángel a cargo, Eredine, trataba de poner orden entre los suyos. Querubines entonaban cánticos para apaciguar la tempestad.

Eredine, en su cabina individual dentro de la nave nodriza, recibe a Elanor, Ingeniero a cargo del grupo de científicos evolucionadores de especies.

¡Una estrella fugaz! —Exclamó Eredine, el arcángel, su cabellera color plata caía sobre sus alas blancas, observaba el fenómeno con sus ojos color violeta—. Hay un mito dentro de la humanidad de la desaparecida Gea, pide un deseo.

Bien. —Elanor, un ser esbelto, amarillo y de cuello largo, con un traje gris espacial, siguió el juego—. Deseo que… —no pudo terminar su frase, porque la estrella fue muy fugaz y les pasó rozando, incluso otra se estrelló con el campo de protección de la nave—. Lástima, no pude pedir mi deseo.

No importa, ya tendrás otra oportunidad. —Eredine abrió mucho sus hermosos ojos de arcángel, mostró miedo—. Ahí viene una lluvia de meteoros…

 

Nace un agujero negro señores —dijo Vainaimoinen mientras el pelaje rojo de Antiox se erizaba con cada sacudida de la nave—. El campo gravitatorio se expande y comienza a consumir cualquier atisbo de luz. En poco devorará el sistema completo. Gea ha dejado de existir.

Es hora de regresar a casa Jefe —comentó Gildar Ric_s a Vainaimoinen—. Vámonos al otro extremo de la galaxia y enviemos a los ingenieros a que reparen este desastre.

 

 Vainaimoinen sabía. Se abrió un canal de comunicación, el instructor e ingeniero principal evolutivo, Elanor, trataba de comunicarse, Vainaimoinen canceló la llamada y comenzó a carcajearse en notas altas, los cuernos se inclinaban junto con su cabeza al sostener su abdomen y aumentar las ondas sonoras: lo que pensaba era muy risible. El Jefe sabía que no había necesidad de viajar al otro extremo de la galaxia, ni siquiera a otra galaxia. Al poco los demás también entendieron la situación. Los datos de la biblioteca virtual de la nave mostraron que el monstruo cósmico provocaría una Gran Explosión, igual que la que registraba un antiguo modelo cósmico del periodo más antiguo del universo. Gloin desenfundó su arma y estudió la distancia de Gildar, no fallaría. Gildar Ric_s ya estaba preparado. Antiox estudió a sus compañero «igual morirán» pensó y se alejó al depósito de víveres, el hombre zorro buscaría algo con alcohol. Vainaimoinen apagó los motores que propulsaban la nave nodriza y desconectó todo tipo de comunicación. En poco el agujero se expandiría en una explosión y una lucha de lo creado contra lo no creado. «Tal vez surja una nueva forma de vida en el universo» pensó Vainaimoinen, sus cuernos brillaban con la misma intensidad que sus ojos, dijo sus últimas palabras.

 

Idiotas, infinitamente idiotas.

 

 

 

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