Relato 07 - Birlibirloque y Fin


Todo sucedió como en un fatal presentimiento. Fue instantáneo, se escuchó un portazo, acolchado como el sonido pausado de un fuelle, y a continuación, el chasquido metálico del cierre.
Sin otra opción. En un gesto tardío, andaba algo pesaroso y mareado, zarandeé repetidas veces la puerta. No conseguí llamar la atención.
Habrá sido el auditor extranjero-pensé-. La llave estaba echada desde el exterior. A su regreso debió coincidir con la luz de la entrada apagada e interpretó que no habría nadie dentro.
Era una situación absurda. Estaba encerrado en el archivo de Finanzas, sótano 1, ...dentro de un edificio inteligente de diez plantas.
El tiempo y la quietud se hacían perceptibles en mi convulso tacto, notaba la fina y pegajosa capa de polvo depositada grano a grano en las carpetas estándar, de color azul.
Tres formidables columnas metálicas, a modo de estantes, sostenían la memoria económica de la empresa en el laberinto más profundo de la ciudad. En medio de aquella amalgama de datos alfanuméricos, un fragmento de libertad parecía ausentarse interiormente y entonces sentí flaquear mi entereza con el peso fatigoso de la angustia.
Luego llegó la tan temida ansiedad y, con ella, una ligera arritmia. Lamentaba no llevar conmigo un ansiolítico: el tranxilium-5, que tiempo atrás me fue muy útil.
Aturdido, caí en cuclillas, sin forzar un músculo, cerca de la puerta me aferré con la mirada fija en la línea clara que bordeaba el quicial.
Mi desesperación aumentaba en proporción a la calma que interiormente exigía: sabía que en este estado, mi mente se volvía veloz, casi infinita; había un anticipo a los sucesos, y un matiz agónico que convertía en terribles las cosas más comunes y sencillas.
Voluntariamente, dejé de respirar unos segundos... Hizo su efecto, me sentía un poco mejor, pero mantuve la voluntad sedada, necesitaba liberarme, suprimir aquella angustia recurrente. Forzado, intenté dejarme llevar por algunos mágicos recuerdos cercanos de la memoria reciente...

...Natasha nunca descansaba, era inquieta y burlona, le gustaba sorprenderme, como aquella vez en que sigilosamente, por detrás, me tapó la vista con una de sus largas, suaves y delicadas manos, y cambió la voz, haciéndola más ronca y enérgica, para decirme que me vendía un submarino de la armada rusa... cada vez que le daba por hacer una de estas payasadas, me sentía poco menos que atrapado,... con la otra mano me rodeaba el cuello y si no le 'compraba' lo que me ofrecía, no había manera de que me soltara y me dejara ver lo que pasaba alrededor ...además, tenía que aguantarle como me explicaba detalladamente las especificaciones de contenido y uso: '... incluido en el lote tienes, me decía, el misil positrónico más potente que existe en cualquier ejercito del mundo; para la rama militar de la AEFR (Agencia Espacial Federal Rusa), el 'tavarich' era el arma definitiva para contrarrestar los posibles ataques enemigos...con uno solo de estos ingenios podía hacer desaparecer un país estándar, de, por ejemplo, cerca de 1 millón de Km cuadrados y unos 50 millones de habitantes,...', y sabía, por otra parte, que de estos 'camaradas' guardaban decenas de miles en sus arsenales...

Por suerte, el lado más frívolo y agradable del asunto era que una vez cerrado el 'trato', fuera el que fuese, se sellaba con un beso, cálido, profundo y sensual,...como prolegómeno activo de un abandono consentido a los placeres del buen beber, comer... y de la pasión desmedida...y como siempre sucedía, por cuestión de mando y discreción,... ella era mi superiora, la despedida habitual se producía a primera hora de la mañana siguiente, de esta mujer siempre tan especial y que según me comentó en cierta ocasión, le gustaba sobremanera mi forma equilibrada y pacífica de entender y afrontar cualquier asunto....aunque esa vez, mi mente funcionaba algo espesa y tuve la sensación de que nuestra cita se prolongó por más tiempo,... y vagamente me asaltaban recuerdos extraños en los que entre delirios, ambos abrazados, en la habitación me sentí como transportado entre sus brazos hasta que caí casi desmayado junto a la puerta, sin duda de la resaca del vodka, y allí noté como me ofreció el encanto de su último beso... y no en la cama como era lo habitual...........................................................

Vaya...qué alivio...-pensé al abrir sin esfuerzo los ojos-, y de nuevo, con ese subjetivo impulso del deber, que las responsabilidades adquiridas siempre rescatan, me hallé en mi mismo...era muy tarde... y posiblemente ya no quedaría nadie por allí trabajando... y justo... fue nada más escuchar un formidable estruendo y la puerta saltó literalmente por los aires,... perplejo, no entendía nada de lo que sucedía, aunque reaccioné bien y a tiempo...

En medio de la humareda formada, atravesé a ciegas varios corredores, aquello se movía y no paraba de temblar y empecé a sentir ciertas náuseas,...hasta que por fin, pude distinguir el brillo azul celeste de los botones digitales de los ascensores.
No era lo aconsejable, pero subí hasta la novena planta, y ya en mi box, como un rito mecánico, intenté apagar nerviosamente y sin conseguirlo el ordenador y me centré en depositar todas las llaves de los armarios y las de la mesa- escritorio en el cajetín de la pared de entrada.
Y sucedió que al levantar la vista, intentando ordenar mis ideas, algo inaudito atrajo toda mi atención,... y fue entonces lo que me hizo regresar brutalmente de mi adormecido sueño al tiempo real presente... la luna ahumada del ventanal ofrecía un aspecto diferente, era ovalada y no rectangular, y lo que mostraba a su través no era la calle, no había edificios ni gente paseando o coches intentando aparcar en las inmediaciones...vi que sólo había luces en medio de un majestuoso silencio, y que con forma de miles de pequeños y grandes fuegos amarillo-rojizos dominaban sobre el oscuro manto de la noche, y sin dificultad, pude ver también a lo lejos, un cuerpo redondo, único, con heridas semejantes a la lava que depositarían inmensos volcanes en continua erupción, con marcas de negras cenizas muy pronunciadas sobre su superficie,... ya no tan azul, ni tan gris....era la Tierra, mi planeta... que se iba deshaciendo poco a poco en el fragor de lo que parecía ser una guerra nuclear, la última gran y estúpida guerra...y esto ocurría mientras escuchaba al ordenador de a bordo recitando los parámetros y mediciones para ejecutar la maniobra de fijar la trayectoria definitiva,... la ira y el desconcierto me dominaban desde el puesto de mando de la nave Soyuz para la que fui seleccionado de un modo privilegiado, en solitario y 'de aquella manera' con rumbo a la seguridad de la ISS (Estación Espacial Internacional) que por entonces andaba completamente deshabitada.

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