Microrrelato 74 - Génesis
Dentro del puente de mando de la nave, una cúpula transparente sobre los inmensos motores de antimateria, los Supervisores se enfrentaban a los resultados de la repoblación selectiva. El planeta era perfecto. Los especímenes elegidos, no. A veces, el diseño genético programado no daba los resultados esperados.
- El experimento ha fracasado. Los individuos están actuando sin lógica y escapan a nuestro control. De hecho, un grupo ha rebasado el perímetro de seguridad y se ha establecido en las cuevas al pie de la montaña. No podemos hacer nada. Lo que no sé es si debemos destruir la colonia o dejar que continúen evolucionando.
- ¿Estás seguro de que no podemos hacer nada? Sería tanto trabajo desperdiciado…
Ambos se teletransportaron hasta la superficie del planeta. Se acercaron a un grupo de especímenes cerca del río. Los miraron tristemente, como un escultor mira a una obra hermosa pero fallida antes de romperla a martillazos.
Uno de aquellos seres se irguió desafiante, alzando una de sus extremidades, y exclamó “¡Unghaar!”. Un largo hueso, probablemente de un congénere, era blandido sobre su cabeza. El tórax chorreaba sangre. El ser descargó toda su agresividad contra sus dos hacedores y arrojó desde lejos el hueso con intención de golpear a alguno de ellos. Aquella hélice mortal pasó atravesando la nada, pues los Supervisores ya habían reaparecido en el puente de mando de la nave.
Un lapso temporal después, aquella especie de ciudad flotante se alejaría de aquel planeta, impulsada por la frustración, para no volver jamás.