Microrrelato 61 - ¡Maldito amanecer!

Estoy sentado frente a la ventana, observando el cielo de fondo. Como creyendo que me va a solucionar la vida en cuanto chasquee los dedos ¡Qué infeliz que soy! Ahora mismo, lo único que me sostiene es un vaso de Chivas en una mano y un cigarrillo rubio en la otra ¡Maldito tabaco! Seis años sin fumar y caigo sin apenas oposición.

Voy a dejar el whisky sobre la mesita que tengo al lado. Sí. Esa que mis suegros me regalaron, justo un mes antes de que mi mujer me diera la patada. Quizás debí ser más sutil antes de decirles que me parecía una horterada monstruosa y de mal gusto. Aunque no creo que tenga que ver con que su hija sea algo ligera de cascos. Que se le va a hacer. Nadie es perfecto.

Dicho lo cual, y advirtiendo que mi pulso aumenta por momentos, voy a volver a escuchar el buzón de voz del teléfono. Lo pongo en altavoz y así no me canso sosteniéndolo.

- Tiene un mensaje nuevo. Mensaje de ayer…. A las…. Veintiuna, catorce…. (pitido)

“Sólo recordarte que saldremos al amanecer. Debemos hacerlo así para no pillar caravana y llegar a ese lugar del río los primeros. Los buenos pescadores saben que es el mejor sitio para conseguir las mejores piezas. Bueno, te veo mañana. Un abrazo.” (pitido) - Para devolver la llamada, pulse uno.

Y ahí se acabó la enésima llamada al buzón de voz para escuchar las últimas palabras de mi padre antes de morir en ese fatídico accidente ¡Malditos peces! ¡Maldito río! ¡Maldito amanecer!