Microrrelato 20 - Bendito descanso

El arcángel San Gabriel no recordaba haber visto, en toda la eternidad, semejante recibimiento por ninguna otra alma. Mesas repletas de exquisitos manjares inundando el Gran Salón; siendo este, además, amenizado con la mejor música celestial. Por si fuera poco, una comitiva, vestida de gala, daba la bienvenida sujetando una pancarta con la leyenda "Bienvenida, Doña Adela. Se ha ganado el cielo con creces".

            —¿A qué viene tanta deferencia? —preguntó el arcángel a un San Pedro que aguardaba la llegada en su puesto.

            —¿Acaso no conoces el caso de Doña Adela?

            —Pues no.

            —Esta mujer ha aguantado en vida una auténtica penitencia: dio a luz, crió y mantuvo hasta el fin de sus días a Sergio y Javier, los dos mayores idiotas que haya puesto Nuestro Señor sobre la Tierra.

            —Venga ya... —dijo San Gabriel esbozando una media sonrisa—, no será para tanto...

            —Si no me crees, observa con tus propios ojos lo que esos dos memos llevan haciendo, durante más de media hora, desde que salieron del crematorio.

El arcángel inclinó el cuello para atravesar las nubes con la mirada; sus ojos fueron descendiendo por todas y cada una de las capas que conformaban la estratosfera, hasta llegar a la funeraria. Una vez allí, contempló a dos hombres sexagenarios que, vestidos de riguroso negro, velaban a su madre en la privacidad de una sala. Javier, con la ayuda de un trapo, sacaba brillo sin descanso a la urna donde, anteriormente, dos operarios habían depositado las cenizas de Doña Adela. Mientras, Sergio, observaba con expectación. 

San Gabriel aguzó el oído para escuchar sus comentarios.

            —Oye, Javier. Ya sé que a Aladdin le funcionó a las mil maravillas y logró invocar al Genio, pero... ¿de veras crees que este sea el mejor método para hacer salir a mamá?