Comenta tu relato

[ladydark]

Como es costumbre ya podéis comentar vuestro relato, resolver dudas o responder preguntas. Adelante.

[ladydark]

Voy a empezar yo. Primero, mis felicitaciones al relato ganador y, por supuesto, a su autor y a los otros siete que forman parte en el libro. He escrito dos relatos, "El té", y "Matías", aunque, aquí, hablaré más de la segunda.
Mientras que en "El té" la había escrito hace tiempo, (confieso que no conseguía que me gustase del todo, cambie la historia varias veces, aunque algunas cosas siempre estuvieron ahí); con "Matías", fue todo lo contrario. Quería escribir una segunda historia, pero estaba en una época que no se me ocurría nada y el plazo se iba acabando. Hasta que pensé en el octogenario inmortal. Es un relato brújula total. Iba escribiendo según la marcha. Después ya, pensé por donde encauzar y acabar la historia.
Confieso que no me dio tiempo a corregirla antes de mandarla, supongo que habría detectado algún fallo. Sobre lo del tuteo, la verdad es que no recuerdo si mi pretensión era que lo tuteara o no, o quizá lo hice aposta,
El piso lo vende cuando aún está legalmente vivo.
Sobre el final, primero pensé en escribir la reacción del sicario, pero pensé que con la frase era un buen final.
Gracias a todos por sus comentarios.

[Lord Ruthwen]

Un año más, muchas gracias a todas las personas que han dedicado parte de su tiempo a leer y comentar mi relato "La última aventura".

Concebí esta historia, no como una denuncia ante los posibles efectos enajenantes de la fantasía y del fantaseo (en cualquiera de sus formas), sino, muy al contrario, como homenaje a todos aquellos tebeos, juguetes, juegos, películas y series que colmaron mi infancia y al niño que me hubiera gustado no tener que dejar nunca de ser, aunque en el cuento esto está presentado de una manera trágica. Es una historia que se puede considerar fantástica, realista o incluso doblemente fantástica, a gusto del consumidor.

La parte de fantasía heroica o de capa y espada recurre conscientemente a todos los tópicos del género (del que, por cierto, he de admitir que a nivel literario no soy un gran seguidor): los personajes arquetípicos de cualquier novela o juego de rol, denominaciones rimbombantes en el caso de los artefactos o lugares, o todo lo contrario: los nombres más ubicuos y típicos para los personajes principales (“Zardiwk”, sin ir más lejos, es poco más que un anagrama de “wizard”). Lamento que a algunos lectores les haya confundido este grupo de guardianes tan habitual –insisto- en el género con el que aparenta empezar la historia, que no es más que un preámbulo o trámite deliberadamente engañoso para llegar a la conclusión en otra realidad diferente. Creo que no es necesario llegar a “meterse” en este mundo ni llegar a simpatizar con los personajes, que sólo existen en la imaginación del enajenado. Tampoco hay ninguna “guerra” o “batalla” descrita en el relato, como matizan algunos lectores. Me alegra que a algunos al menos les hay sorprendido el final, pues es lo que busca la narración.

Raramente escribo algo con la intención expresa de presentarlo a un concurso concreto. Solo lo he hecho en contadas ocasiones para concursos de microrrelatos, formato que, de todas formas, no me apasiona. Esta historia se concibió como está desde el primer momento, y no forma parte de otra más larga, como apuntan sin dudarlo varios de los comentarios. No hay nada que me guste menos que tener que ampliar o reducir mis cuentos en función de las normas de un concurso, así que funciono al revés: cuando me interesa un certamen, reviso los cuentos inéditos que tengo en reserva y compruebo si alguno se puede adaptar a la convocatoria, pero jamás los adapto a un concurso si esto supone tener que añadirles o quitarles fragmentos.

Confusión con el nombre del duendecillo: Plimi/Plimli… Entono avergonzado el “mea culpa” pero, efectivamente, no me di cuenta de que lo había cambiado ni siquiera en las múltiples revisiones del cuento. Soy de los que dejan “reposar” sus escritos durante mucho tiempo, meses, y a veces años, sabedor de que –no os voy a descubrir nada nuevo a los compañeros escritores– llega un momento en que uno tiene tan asimilados sus propios trabajos que no detecta sus errores si no se distancia un poco de ellos antes de volver a repasarlos. Pero en esta ocasión, para mi eterno escarnio, no me di cuenta de ese cambio, ni tampoco los pocos amigos a los que les di a leer el cuento antes de enviarlo. En cuanto a lo de “Ineyd”, su nombre siempre fue ese desde el principio, y no entiendo del todo porque en un momento aparece como “Ined”. Estoy seguro de haberlo escrito bien en la versión que revisé, y la única explicación que encuentro es que, en algún momento de esta, el cursor se me fuera de sitio y pulsara alguna tecla en el mal momento que borró esa “y”.

En fin… Escribí este cuento con ilusión y estoy satisfecho de él, pero parece que ha generado muchas pegas y cierta indiferencia o desinterés (a pesar de que no ha quedado en tan mal lugar: un decimoctavo puesto). Nuestros escritos son a veces como hijos a los que queremos y tratamos bien, pero que al final se rebelan contra nosotros, nos abandonan y hacen su propia vida, y cada cuento parece adquirir un nuevo sentido diferente al que el autor le había dado al ser interpretado por uno u otro receptor.

Agradezco, para despedirme, la idea propuesta por algún comentarista de “rizar el rizo”. Me ha parecido buena y he decidido ampliar un poquito el cuento para darle un final más ambiguo en el que no quede claro cuál de los dos mundos es el auténtico.

[Lord Ruthwen]

Un año más, muchas gracias a todas las personas que han dedicado parte de su tiempo a leer y comentar mi relato “Última sesión”. Curiosamente, los dos trabajos que he presentado este año (el otro es “La última aventura”) tienen un título parecido, pero esto ha sido más casualidad que otra cosa. Simplemente fui a echar mano de los cuentos que tenía escritos y que se adaptaban a la extensión permitida en el concurso, y estos dos me parecieron los más ideales.

“Última sesión” pretende rendir homenaje —creo que no hay ni que confirmarlo— a todas esas salas de cine que colmaron mi niñez y juventud, y que todavía sigo echando de menos décadas después de que cerraran. Como cinéfilo y asiduo de los cines —lo sigo siendo a día de hoy— para mí es totalmente desalentador presenciar cómo se pierde una forma de entretenimiento que amo, y durante varios años he sopesado escribir algo sobre ello, aunque inicialmente la historia que concecbí era un tanto diferente. Algunos amigos lectores han creído identificarme en el personaje de Don Ramón pero, aunque sin duda tiene algo mío, yo me veo más cerca de Manuel.

Por supuesto, he visto varias veces Cinema Paradiso, y también vi La rosa púrpura del Cairo cuando se estrenó en los 80, pero no creo haberme basado en ellos de una forma clara y directa, a no ser que me haya traicionado el subconsciente (más aún cuando de la de Allen apenas guardo recuerdos). Aprovecho para recomendar una película sobre el auge y la decadencia de las salas de cine que se estrenó casi a la vez que Cinema Paradiso y en el mismo país: se trata de Splendor, de Ettore Scola, también muy nostálgica y emotiva. Resulta curioso que esta cinta sea bastante menos recordada que la de Tornatore.

Por lo demás, muy contento de que este cuentecito haya quedado en noveno lugar y pase a formar parte de la nueva recopilación. Gracias otra vez.

[VíctorCT]

Mil gracias a todos los que dedicasteis tiempo para leer y comentar de manera constructiva, ese es el auténtico espíritu del concurso.

Me alegra mucho que mi relato Cruasanes haya recabado, en general, buenas valoraciones. Valoro por igual los elogios y las críticas, de todo se puede extraer aprendizaje. Me apunto las ideas y sugerencias que algunos comentaristas habéis dejado, algunas eran muy interesantes. Y me alegré bastante cuando constaté que había logrado un estilo de redacción que no delatase que soy un hombre; un comentarista se refirió a mí como "autora" ;)

Mi relato ha quedado en segunda posición, no me lo esperaba porque suelo escribir sobre todo ciencia ficción, y esta vez me salí de ese género. Eso sí, cierta fantasía y magia sí que había

La inspiración de la historia fue muy cercana y sencilla: mi pareja había sido madrina de una niña hacía poco tiempo y decidí escribir algo divertido. Partiendo de ahí, le di ese carácter mesiánico o milagrero a la historia.

[LidiaRojas]

Un año más, muchas gracias a todas las personas que han dedicado parte de su tiempo a leer y comentar mi relato “Última sesión”. Curiosamente, los dos trabajos que he presentado este año (el otro es “La última aventura”) tienen un título parecido, pero esto ha sido más casualidad que otra cosa. Simplemente fui a echar mano de los cuentos que tenía escritos y que se adaptaban a la extensión permitida en el concurso, y estos dos me parecieron los más ideales.
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“Última sesión” pretende rendir homenaje —creo que no hay ni que confirmarlo— a todas esas salas de cine que colmaron mi niñez y juventud, y que todavía sigo echando de menos décadas después de que cerraran. Como cinéfilo y asiduo de los cines —lo sigo siendo a día de hoy— para mí es totalmente desalentador presenciar cómo se pierde una forma de entretenimiento que amo, y durante varios años he sopesado escribir algo sobre ello, aunque inicialmente la historia que concecbí era un tanto diferente. Algunos amigos lectores han creído identificarme en el personaje de Don Ramón pero, aunque sin duda tiene algo mío, yo me veo más cerca de Manuel.

Por supuesto, he visto varias veces Cinema Paradiso, y también vi La rosa púrpura del Cairo cuando se estrenó en los 80, pero no creo haberme basado en ellos de una forma clara y directa, a no ser que me haya traicionado el subconsciente (más aún cuando de la de Allen apenas guardo recuerdos). Aprovecho para recomendar una película sobre el auge y la decadencia de las salas de cine que se estrenó casi a la vez que Cinema Paradiso y en el mismo país: se trata de Splendor, de Ettore Scola, también muy nostálgica y emotiva. Resulta curioso que esta cinta sea bastante menos recordada que la de Tornatore.

Por lo demás, muy contento de que este cuentecito haya quedado en noveno lugar y pase a formar parte de la nueva recopilación. Gracias otra vez.

¡Hola! Felicidades por tu logro, quedar en noveno lugar es impresionante. En cuanto a tu pregunta, creo que los títulos juegan un papel importante en la percepción inicial del lector. Un buen título puede captar la atención y despertar la curiosidad, pero al final, es el contenido lo que deja una impresión duradera. Me parece interesante que hayas elegido esos relatos basándote en la extensión permitida y que ambos compartan una temática nostálgica. ¿Cuál de los dos relatos te resultó más gratificante escribir?

[Lord Ruthwen]

Hola. ¿A qué pregunta te refieres?