¿Ha llegado el ocaso al país del sol naciente?

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fixius
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¿Ha llegado el ocaso al país del sol naciente?

Mensaje por fixius »

 


No quedan muy lejos, los tiempos en los que los copiadores de modelos y diseños, invirtieron su tendencia y empezaron a ser copiados, por toda la industria occidental. Me estoy refiriendo a Japón, que inició su desarrollo después de la segunda guerra mundial, “fusilando” todos los aparatos y productos que manufacturaba occidente, ofreciéndolos a precios más competitivos, y mejorándolos con el tiempo.


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Posteriormente, una disciplina laboral férrea, casi militar, consiguió lanzar a este país a los primeros puestos en la economía mundial. Sin embargo, Japón cayó posteriormente cuando otros gigantes asiáticos empezaron a hacerle la competencia, siguiendo su estela, lo que provocó la crisis en el país del sol naciente, una crisis de la que no acaba de salir, y en la que lleva “moviéndose por el fango del fondo” más de diez años, usando una metáfora que han utilizado algunos economistas.


 


Un ejemplo muy claro, está en los ereaders; Michael Gartenberg, analista tecnológico, pudo visualizar fugazmente, en 2004 el primer lector de tinta electrónica, el Librie de Sony,  y se convenció de que era el precursor de una nueva ola de productos.


 


Evidentemente había algunos problemas que todavía existen hoy, los títulos digitalizados eran limitados, el software estaba en japonés, y había que conectarse a un ordenador para descargarse los libros.


 


Otras compañías como Amazon, no le dieron mucha importancia a estos aspectos, y empezaron a introducir mejoras, en los dispositivos, tales como la posibilidad de bajarse los libros de forma gratuita a través de GPS, como es el caso de algunos modelos de Kindle, y a adecuar el software de los aparatos, haciéndolo más amigable para el usuario.



 


Ya nadie se acuerda del Librie, proyecto en el que participó Philips que luego inició una aventura en el sector de la tinta electrónica que abandonó y la empresa china eInk   que  ha conseguido inundar el mercado con sus pantallas.


 


Sony ha contraatacado haciendo lo que sabe hacer mejor, fabricando unos aparatos con una calidad excelente, y una solidez notable, pero sin solucionar el tema de la escasez de títulos, que sí está solucionando Amazon y por otro lado Google, que ya se ha lanzado al mercado de las tablets, y que imaginamos que no tardará mucho en hacerlo en el segmento de la tinta electrónica.


 


La historia se ha venido repitiendo en los últimos 20 años para los fabricantes japoneses de electrónica, que a menudo fueron los primeros en lanzar grandes innovaciones de hardware, desde televisores de pantalla plana hasta sofisticados móviles. Pero en todos los casos, los rivales extranjeros introdujeron mejoras con mayor rapidez, integrando productos con software fácil de usar y servicios en línea, reduciendo los costes con más eficiencia y difundiendo un mensaje de marketing más agudo.


 


Las firmas japonesas confiaron demasiado en su tecnología y potencia manufacturera, reconoció el presidente de Panasonic, Kazuhiro Tsuga, durante una conferencia de prensa en junio, tras asumir el cargo después de que la compañía anunciara su mayor pérdida anual en sus 94 años de existencia. "Perdimos la perspectiva de los productos desde el punto de vista del consumidor", agregó.


 


Sony, Panasonic Corp. y Sharp Corp. sufrieron una pérdida combinada de US$20.000 millones (unos 16.200 millones de euros) en el último año fiscal. Se trata de un giro radical en comparación con los días de gloria de fines de los años 70 y principios de los 80, cuando las empresas japonesas dominaban los electrónicos de consumo. Conforme la economía del país se expandía, los conglomerados de electrónicos eran líderes mundiales con sus chips de memoria, televisores a color y grabadoras de videocassettes, mientras sus laboratorios lanzaban productos que definirían una era: el Walkman, el CD y los reproductores de DVD.


 



 


Hoy, las empresas japonesas han pasado a un segundo plano frente a competidores como Amazon, Apple Inc., Google Inc. y la surcoreana Samsung Electronics Co.


 


El origen de la actual debilidad de Japón se encuentra en su tradicional fortaleza: una fijación con el monozukuri, o el arte de fabricar cosas, priorizando los avances de hardware.


 


Este concepto, motivo de orgullo nacional, empujó a las empresas japonesas a tratar de fabricar los productos que a menudo eran los más delgados o pequeños, pero que pasaban por alto factores que los usuarios consideran importantes, como el diseño y la facilidad de uso.


 


En el caso del lector electrónico, Sony priorizó la venta de los aparatos, mientras que Amazon se concentró en vender los libros. El Kindle, por ende, era más compatible con la razón esencial para comprar el aparato: comprar y leer libros.


 


Por si esto fuera poco, la fortaleza del yen ha complicado la tarea de combinar innovaciones con las reducciones de coste necesarias para apelar al mercado de masas. En el caso de la tecnología de punta, las empresas japonesas a menudo dependen de la producción local para luego exportar los bienes terminados. El alza del yen, que se ubica cerca de máximos históricos, ha reducido el margen de ganancia de los artículos japoneses vendidos en el exterior, un problema que los fabricantes coreanos han logrado eludir gracias a una moneda local, el won, relativamente más débil. Las menores utilidades, a su vez, dificultan la inversión en productos y tecnologías futuras.


 


En el ejemplo más reciente de cómo el país ha perdido su liderazgo en los electrónicos de consumo, la compañías japonesas se están quedando atrás en la carrera por desarrollar lo que probablemente se convierta en el formato tecnológico dominante para los televisores de la próxima generación: los OLED, o diodos orgánicos de emisión de luz. Las nuevas pantallas son más delgadas y usan menos energía.


 


Samsung, el mayor fabricante de televisores de Corea del Sur, domina en la actualidad el mercado de las pantallas OLED pequeñas utilizadas en los teléfonos inteligentes y otros aparatos móviles. Ahora, Samsung y la también coreana LG Electronics Co. planean lanzar este año un televisor con una pantalla OLED de 55 pulgadas.



Se trata de un avance importante en comparación con las firmas japonesas—Sony, Panasonic, Sharp y Toshiba Corp.— que han pasado años desarrollando esa tecnología mientras trataban de encontrar la manera de comercializarla. En un intento por reducir la brecha que las separa de las empresas coreanas, Sony y Panasonic, en su día acérrimos rivales, llegaron a un acuerdo sin precedentes en junio para desarrollar en conjunto la tecnología OLED.


 


El pacto refleja los problemas de Sony, que hace cinco años se convirtió en el primer fabricante en lanzar el primer televisor con tecnología OLED.  El modelo de 11 pulgadas con una pantalla ultradelgada era una maravilla de la tecnología. Pero a un precio de US$2.500 la unidad, (2.000 euros aprox.) las ventas nunca despegaron.


 


Tras años de pasos en falso, Sony finalmente ha decidido que le conviene más dejar que Samsung y otras empresas asuman el liderazgo en el desarrollo de innovaciones. Tras todos sus esfuerzos por ser la primera en entregar tecnologías de punta, Sony se dio cuenta de que sólo estaba creando productos que los competidores podían copiar a un costo más bajo. "El primer corredor tiene el viento en contra; a veces es más fácil correr detrás de él", explica Tadashi Saito, que fue nombrado en abril director de estrategia de Sony.


 


En estos momentos existe la impresión de que "financieramente, las firmas japonesas no pueden asumir los riesgos", afirma Yuji Fujimori, analista de Barclays, en Tokio.


 


Pero la estrategia de no asumir riesgos también los acarrea: la posibilidad de caer por una espiral descendente. Las pérdidas pueden desembocar en inversiones más modestas en futuras tecnologías o productos. Rivales con más recursos pueden conseguir una ventaja al introducir o desarrollar nuevas tecnologías que pueden hacer que los electrónicos de Japón sean menos competitivos lo que, a su vez, se traduciría en más pérdidas para los fabricantes japoneses.


 


El peligro se puede ver claramente en la brecha en el gasto en investigación y desarrollo entre las empresas japonesas y coreanas. Históricamente, Sony y Panasonic gastaban más, pero a partir de 2009, la coreana superó a sus rivales japoneses y la diferencia se ha ido ampliando desde entonces. En 2011, Samsung invirtió en torno a US$8.700 millones en I+D, (7.046 millones de euros) frente US$5.500 millones (4.454 millones de euros) de Sony y US$6.600 millones (5.345 millones de euros)  de Panasonic.


 


Este proceso habría que observarlo en  su contexto, como un modelo que pueden seguir otras potencias emergentes, como China que tarde o temprano, empezará a generar una clase media, que no querrá trabajar con horarios leoninos, y que ganará terreno en las mejoras salariales, lo que tarde o temprano repercutirá en el precio de sus productos, pero en este caso, y aquí está el elemento diferenciador, también reclamará unas libertades políticas que actualmente no posee el ciudadano. El gigantesco mercado interior todavía puede dar mucho de sí en China, eso también es algo que diferencia ese gigantesco país del resto de Asia, pero es evidente que con la crisis actual, no puede seguir viviendo de las exportaciones, por lo menos al ritmo que lo ha hecho hasta ahora.


 


Fuente: Wall Street Journal 


 


Última edición por fixius el Mar Ago 21, 2012 3:22 am, editado 5 veces en total.
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