Antigua Vamurta Saga Completa

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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

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Y un fragmento más...

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21
Los esclavos


Durante todo aquel día de primavera no había dejado de llover. El agua había convertido el suelo arcilloso de Orcómeno en un inmenso barrizal, por el que transitaban penosamente los pocos guardias y esclavos que, llegado el crepúsculo, aún seguían con sus quehaceres. Dasteo y Arisas contemplaban, desde una de las torres, calados hasta los huesos, las obras que pronto serían concluidas. Ese inmenso y poderosísimo enclave en medio de los campos vacíos y cerca del mar, una punta de lanza para guarnecer futuras migraciones de los murrianos del oeste. Cubiertos con capotes y recortados contra un lienzo gigantesco de nubarrones y bancos de niebla, los dos hombres grises se preguntaban cómo podía ser tomado ese bastión, una vez dispusiera de toda su artillería, como se denominaban esas armas que habían cambiado la forma de hacer la guerra.
—Se hace tarde y estoy cansado. Bajemos y resguardémonos en casa, Arisas. Hoy queda poco por hacer.
Los dos descendieron de la torre y cruzaron el castillo a paso lento, empequeñecidos entre las moles que eran las esferas, encerrados por las paredes lisas y húmedas de las murallas. Cuando estaban a punto de alcanzar la puerta de su celda, escucharon un grito que desgarró la tenue melancolía del atardecer. Una voz que fue seguida por el crujir de la gran puerta al ser abierta. Resonaron cascos de ciervos en el patio, apareciendo tres murrianos montados y, en lo que dura un suspiro, Orcómeno despertó de su letargo.
Bramidos y órdenes llegaban desde todos los rincones. A pesar del aguacero, los murrianos que estaban de guardia empezaron a trotar de un lado para otro. Los primeros soldados salieron de debajo de los grandes globos en los que se alojaban, y tras ellos apareció un aluvión, armados, con las cotas y las corazas a medio abrochar. Dasteo vio al comandante correr como un poseso y dar instrucciones a los oficiales con gestos cortantes, casi violentos, a la vez que frente a la puerta ondeaban los primeros estandartes. El chapoteo de las pezuñas de aquel ejército en el barro, las salpicaduras y las imprecaciones, hacían que el golpeteo rítmico de la lluvia fuera una melodía olvidada.
—¿Es un ataque, Dasteo?
Dasteo observaba aquel rápido despliegue con preocupación, sabedor de que nada bueno para los suyos podía significar.
A pesar de que la visibilidad cada vez era menor, poco a poco se iban dibujando los batallones, formados en un sinfín de cuadros frente a la puerta principal. Los oficiales seguían dando órdenes a los grupos de arcabuceros, de infantería y de arqueros para conseguir que sus soldados trazaran figuras regulares sobre el barro. Tal como había empezado toda la jarana, esta cesó de repente, y la lluvia volvió a señorear en el bastión. Aquel bosque de lanzas parecía querer herir las franjas de nubes bajas, que corrían veloces por encima de cascos y emblemas mojados. Esperaron rígidos mientras la noche se posaba sobre ellos.
Antes de que la oscuridad fuera absoluta, les llegó un murmullo que pronto fue un retronar cercano. Bajo la puerta que miraba al norte, apareció una columna de murrianos a la carrera entrando en la fortaleza, y tras ellos, montadas en ciervos de gran envergadura, dos Reinas, a la cabeza de un pequeño escuadrón de jinetes. Descendieron de sus cabalgaduras con brío, a la vez que sonaban las trompetas para anunciarlas y darles la bienvenida. Desde sus pequeñas ventanas, los esclavos asomaban la cabeza para contemplar el espectáculo. El comandante corrió a recibirlas y hablaron brevemente.
—Creo que nuestro protector las teme tanto como las tememos nosotros —apuntó, sarcástico, Dasteo.
Sus largas cabelleras de pelo rizado, apelmazadas por la lluvia, destacaban entre la masa de aceros opacos de las tropas que las recibían. Cubiertas por una coraza sucia, y una túnica de grueso terciopelo oscuro, pasaron entre los soldados, con expresión marcial y circunspecta. Cuando parecía que iban a gritar algo, se escucharon risas, que respondían a alguna broma con que las Reinas obsequiaban a la soldadesca. No parecía preocuparlas que sus pezuñas se hundieran medio palmo en el lodazal y convirtieran sus calzones en dos estacas recubiertas de porquería.
Al poco tiempo, fueron encendidas todas las antorchas. Aquellas dos se disponían a visitar la fortaleza por sorpresa.
—Ya he visto bastante. Ahora sí, vayámonos a cenar y a secar nuestras ropas.
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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

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Estas son las correrías de Antigua Vamurta, el libro que he publicado, desde el principio de la creación hasta fecha de hoy. Este es un artículo que me pidieron en Stardust hace algún tiempo y he retocado con lo que hoy sé e intenta responder a la siguiente pregunta: ¿mejor publicar en papel o en ebook? Por si a alguien le sirve de algo, dejo esta historieta de la historia.


En el diván. Paso 1.
En el año 2000 y pico acabé el primer libro de Antigua Vamurta. La escribí en catalán y la envié a editoriales en esta lengua. Tras el rechazo, o más bien el silencio de treinta y tantas editoriales, me sentí como un Quijote más ante los molinos acallados. ¿Qué hacer? Decidí publicar la novela montando una página web, gratuitamente. Para ampliar horizontes la traduje al castellano en un rarísimo ejercicio que no sé si recomendar. No sólo eso, también la amplié, mejoré e inventé nuevos personajes, comos Dasteo. Caramba, ya la tenía montada.


Por los campos de Castilla. Paso 2.
Levanté una web. Quería hacerlo bien, pagué un buen dinero a un diseñador, contraté un espacio en una afamada y cara empresa de alojamiento, pillé un dominio, vamurta.com, y me lancé. Aquello, creo, tuvo un cierto éxito.
Con media novela publicada online me adentré en el laberíntico mundo de los foros. Quería dar a conocer mi trabajo y compartirlo. En los foros acabas, con muy honrosas excepciones, sintiéndote como Machado cantando con áridas melodías en los campos de Castilla. Hablando solo, hablando en un páramo inmenso que te devuelve tu propia voz. O eso o te matas a ser activo. Aunque también es cierto que en Foros conocí a gente increíble, generosa y muy literaria. Gente de la que aprendí, y que en momentos de muchas dudas su apoyo y consejo fue crucial para no tirar la toalla y dedicarme a vender frankfurts por las calles empujando un carrito, como el amigo Ignatius Reilly.

Cambio de tercio. Paso 3
En un par de foros me llegaron mensajes privados, que más o menos decían: «pero qué haces, desgraciado, envía esto a una editorial». Y así lo hice. La envié a 15 editoriales de género y, con muchos retrasos, tres se interesaron vivamente por publicar la novela.
La página web que monté no pude seguir manteniéndola. Demasiado cara. Al dejar de pagar el dominio, éste fue vendido por la empresa de hosting (aunque desistieron y hace unos días conseguí recomprar el dominio). Decidí echar el freno de mano, montar un blog (es gratis) y enviar la novela, como he dicho, a las editoriales convencionales. A probar suerte, guardándome la opción de volver a publicar online.

¡Oh, Dios Mío! Paso 4
Sorpresa, una de las editoriales que se habían interesado dio el paso de firmar contrato. La editorial más rápida fue Grupo AJEC, con quien publiqué, y como algunos de ustedes saben, las cosas iban como la España de Aznar “va bien”, hasta que como la España de Aznar y Zapatero, la editorial entró en quiebra sin pagar a nadie.
Mientras, el blog empezaba a hacer chup-chup como un caldo que necesita horas (léase años) para entrar en ebullición. En Internet es muy viva la sobreinformación, la sobreoferta. Es como un bazar enloquecido donde entras para comprar unos calcetines y sales con un par de botas para ir a pescar truchas, sin ser capaz de entender qué ha pasado exactamente. Sacar un poco la cabecita requiere de un trabajo hercúleo. Los blogs sólo son recomendables si has decidido no ver más televisión. Devoran el tiempo como una termita insaciable del tamaño de un elefante.

3, 2, 1… Inyección. Paso 5.
El primer libro de Antigua Vamurta vio la luz, felizmente, el mes de octubre de 2011. Empezó vendiéndose sorprendentemente bien, ¡hasta demasiado bien!, durante un mes y medio. La gente que esperaba el libro lo compró. Y otros, pues estaba bien expuesto como novedad.
Luego, empezaron a llegar las buenas críticas. Y luego, el olvido. El gélido olvido. Descabalgado el libro de las novedades, desconocido para el gran público, los restos de la primera edición se esconden en estanterías de grandes almacenes y librerías. Llegaron otras novedades, pidiendo su sitio. El libro en formato ebook sigue allí, vendiéndose más o menos. Más tarde llegaría el golpe de gracia, la quiebra de la editorial que publicó el libro, como ya he mencionado.

Fin del cuento. Paso 6.
Dos años después, a finales de 2013, y meses después de haber publicado el segundo libro de Antigua Vamurta con el final de la historia, intento responder a esta pregunta: ¿contento con el libro en papel? Mucho. Una gran satisfacción personal que dudo, hubiera sido tan grande publicando mediante una web. Pero-pero-pero no pagué de mi bolsillo esa edición en papel.

Grandes plataformas de ebooks han desembarcado o se están desarrollando en España, cambiando el panorama con la eclosión, ahora sí, de los ebooks. Hoy, más que ayer, es una opción. Y una opción con escaso riesgo, sin coste al lado de autopublicar en papel. Y, por si algún escritor ilusionado lo considera, nunca pagues por publicar. Me refiero a las editoriales de copago que son parásitos que viven de las fantasías del autor.
El futuro es en formato de libro electrónico, no hay duda. Aparto mis preferencias personales por el papel y veo un futuro absolutamente epub, pdf o kindle. ¿Alguien quiere una prueba? Sólo hay que hacer un par de viajes en metro. En el vagón el papel está en franca minoría, además de ser más caro.

A estas alturas y tras toda esta odisea, opino que el mejor camino para empezar una aventura literaria es mediante Internet. Acaso navegar en ambos ríos, pero si no tienes dinero para arriesgar, bienvenido al universo de los ebooks, que creo yo, se adapta mejor a las novelas de 200 páginas que a las largas novelas. En el artículo original de Satrdust (http://www.stardustcf.com/articulos.asp?arti=66) decía que no lo tenía claro. Ha pasado el tiempo y ahora sí que lo veo con mayor claridad. Adiós al papel, adiós a la industria tradicional, adiós al ayer que, a pesar de los excesos, tenía cosas muy positivas. El futuro, como la vida, siempre es incierto.
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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

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Los mejores regalos son los no esperados. Desde tierras escocesas, vía Internet, llega la segunda reseña de Antigua Vamurta - Saga Completa publicada en el blog de Viaje a la Nada. Llega una crítica con sello de originalidad sobre esta obra de literatura fantástica. Lean ustedes el diálogo que sirve de sorpresiva antesala. Es una reseña sincera en estos tiempos fecundos en falsas críticas y recomendaciones:

http://viajeanada.blogspot.com.es/2013/ ... -saga.html

Dejo un mordisco de la reseña, como siempre, lo mejor es acudir a la fuente:

«El libro empieza lento.Termina el primer volumen a un trote placentero, se mantiene a galope durante la segunda parte y acaba casi desbocado. (…) si la que suscribe se metiese a magnate del mundo editorial, sugeriría una poda salvaje del primer volumen de la saga hasta dejarlo tan liviano como el segundo. Después, media docena o más de novelas contando en detalle las biografías de los personajes secundarios.»
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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

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Ya está publicado el segundo volumen de Guerras de Antigua Vamurta que os podéis descargar gratis en este enlace: https://www.smashwords.com/books/view/364577. Así, quien quiera empezar a leer este largo libro de fantasía, se lo puede bajar gratuitamente y sin registro en cualquier momento y desde cualquier parte del mundo y a cualquier hora. Y en el formato de ebook que mejor le vaya.

Guerras de Antigua Vamurta es el nuevo formato en ebook de la saga de Vamurta dividida en seis partes. He creado este nuevo ebook en epub, pdf, kindle, mobi, etc. para ser descargado, dando más alternativas a los lectores de leer esta novela épica y fantástica. Los dos primeros libros son gratis.
Aquí os dejo el enlace al primer libro de Guerras de Antigua Vamurta, para que no tengáis que buscar mucho: https://www.smashwords.com/books/view/354978

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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

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Hace un año que publiqué Antigua Vamurta (la saga completa), así que para celebrarlo he cambiado, todavía no sé si definitivamente, la portada. La razón es que la primera portada tiene un aire dulce que no concuerda con el contenido de esta novela fantástica. Vamurta es un libro de guerra, amor y esperanzas. Una novela épica que retrata un mundo duro, realista. Quizá la primera portada, que muchos conocéis, parezca demasiado la carátula de una novela juvenil.

Así, he optado por diseñar una portada más austera y a la vez simbólica. Sencilla, ya que carezco de herramientas para hacer algo sofisticado. Además, aprovecho para seguir la línea de las portadas que estoy haciendo en “Guerras de Antigua Vamurta”, que no es más que dividir la saga en seis libros de cien y pico páginas para que puedan ser descargados como ebooks en los formatos que está usando casi todo el mundo (epub, pdf, mobi, kindle, etc).

En la versión de papel, que claro está, se está vendiendo mal al lado del ebook, mantengo la portada antigua por pura vagancia.
Puede que no sea éste un cambio definitivo y de momento solo será para Amazon. Si alguno quiere opinar, genial. No estoy seguro de lo que he hecho y cambiar la portada, otra vez, por la primera versión es cosa de cinco minutos. Incluso se podría hacer otra, con tiempo.
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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

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Además de esta novela de 800 páginas, Antigua Vamurta - Saga Completa, de la trama cuelgan una serie de cuentos no incluidos en el libro. En estos próximos días voy a publicar aquí tres de ellos, dos cortos y uno largo.

EL CANTO DE ULAM (1º PARTE)


—Ulam… Ulam, ¡despiértate! —dijo su padre.
Hasta por la mañana hacía calor ese verano. Oyó el revuelo de las gallinas cuando el viejo cruzó el comedor, en el que también dormían. La luz entraba limpia, muy clara, por la puerta que el hombre había dejado abierta al salir. Ulam bostezó y saltó del camastro, dispuesta a devorar el pan con aceite que le había dejado sobre la mesa. Dio un manotazo a una de esas gallinas atrevidas que había osado acercarse a su desayuno y con la camisola se secó el sudor de la noche. Cuando acabó la comida, salió al patio trasero para saber qué podía esperar de aquel nuevo día. Allí estaba, solo, sentado sobre una gran raíz, arreglando uno de los lazos que de vez en cuando les proporcionaban una sabrosa perdiz de bosque.
—Buenos días —saludó con voz soñolienta.
—Hija, hoy hay que ir al bosque. Casi no nos quedan hierbas.
Era verdad, en la despensa de la casa los ramos de plantas medicinales había ido desapareciendo, vendidos junto a los huevos y la caza en el mercado de Verdela. Debía volver al bosque a por más. Ulam no se quejó. A sus ocho años bien sabía que sin las monedas del mercado no había bocado en su casa. Y ella era hija única, desde que un mal parto se había llevado junto al dios Onar, a su hermano y a su madre, a la que no conseguía recordar.
—¿Podré jugar?
—¿En el bosque? No. Ya sabes lo que se cuenta. —Su padre guardó silencio, sus enormes manos intentaban cerrar un nudo de cuerdas delgadas—. Ya jugarás cuando vuelvas. Y acuérdate de la comida.

Ulam volvió a la choza y se calzó sus duras alpargatas. Había que partir pronto, pensó, pues el calor del mediodía no le gustaba. Cogió su flautín y se despidió de su padre. Atrás quedaron las casas del pueblo, muchas abiertas para dejar pasar el poco aire de aquel verano. Siguió el camino del sur, estrecho y polvoriento. Atrás dejaba su pequeña aldea de casitas de piedra y cal, aplastadas las unas contra las otras, como un rebaño de ovejas. Casas de payeses y humildes artesanos del corcho y del vidrio organizados alrededor de la plazoleta del pueblo, donde sobre la arena se levantaba un sencillo altar a Sira, quien velaba por la bondad de las cosechas.
A su izquierda veía los naranjos cargados de fruta, y a la derecha del camino, los campos de trigo, a punto para la siega. Ulam se sentía feliz aquella mañana, para ella el bosque era un laberinto en el que a cada recodo podía hallar un pequeño tesoro. Luego, cuando hubiera recogido suficiente artemisia, hinojo, salvia y con suerte algunos tallos de lavanda, podría volver y preparar la comida. Cuando llegara la tarde, por fin, saldría a buscar a sus amigos para ir a la orilla del río, allí donde los baños alejaban por un tiempo el verano.

Ulam podía oler el bosque, que se extendía hasta donde no llegaba su vista, hacia el sur y hacia el norte, en territorio murriano. Un enorme bosque de pino y encinas, de matojos duros y suaves lomas de laderas gastadas, que hacían que la arboleda pareciese, vista desde lejos, un mar dormido.
Entró en él, empezando a recorrer sus cámaras invisibles a la búsqueda de hinojo. Al abrigo de las encinas, el sol era clemente. Brisas surgidas de la nada recorrían su húmeda piel gris, refrescándola. Anduvo de aquí a allí, dando tumbos, pendiente de entrever las llamas lilas y amarillas de las flores sobre el manto aguado de los matorrales. Cerca de un pino viejo, consiguió un ramillete de artemisia, pero aquel día la suerte le era esquiva. A media mañana, con el sol alto filtrándose entre los ropajes de los árboles, apenas había reunido unos pocos tallos. Se había aventurado lejos de los confines de la fronda y no sabía exactamente dónde se hallaba, aunque resultaba claro cómo volver a casa, siguiendo el camino opuesto al sol. Cansada de tanto andar, se sentó sobre una roca que irrumpía desnuda desde el suelo. Miró a su alrededor, dejando vagar su mirada entre ese ejército mudo de troncos rectos y brazos abiertos de un verde oliváceo. Acercó el flautín a sus labios, mojando un poco su madera seca. Las primeras notas se elevaron suaves entre las hojas, perdiéndose en el corazón del bosque. Tocó, hizo que la caña de su flauta vibrara con dulzura, tocó, enlazando las melodías que se sucedían unas detrás de otras hasta que el tiempo desapareció a su alrededor.

El sol del mediodía alcanzó su cenit. Se dio cuenta, al abrir los ojos, que volvía a sudar. Dejó su pequeño instrumento apoyado en la roca y levantó la cabeza. La miraban entre las encinas que tenía enfrente. Ulam se incorporó de golpe y agarró su flautín como si de una daga se tratara. ¿Qué eran? Antes de que sus piernas empezaran a alejarla de allí sonaron, alegres, las notas de otra flauta. No sabía qué hacer. Se disolvió aquella melodía y de entre aquel grupo brotó un nuevo cántico, y otro lo siguió a continuación. Veía, ante ella, una hilera de seres, de animales cubiertos con túnicas de color tierra y collares de cuero de diferentes gruesos como único atavío. Animales de piernas parecidas a las de los hombres, erguidas. Debía salir corriendo pero la curiosidad la retenía. Sus cabezas eran en algo similares a los cráneos de las gacelas meridionales, pero prácticamente carecían de pelo y sus labios eran finos y sonrosados. Se apagaron las flautas y, aún de pie, sin entender muy bien el motivo, Ulam respondió con su flautín. Mientras su música discurría suave como un riachuelo, aquellos parecían escucharla, fascinados. ¿O se lo imaginaba así?
Cuando calló, los otros guardaron silencio hasta que uno de ellos la replicó, rompiendo la tensión repentina que sintió Ulam. Los observó un poco más, dándose cuenta de que en algo recordaban a los murrianos que alguna vez había visto pasar cerca de su pueblo, en la frontera. Manos de tres dedos muy anchos, duros, cuerpos alargados y estrechos, unos pocos mechones de cabello negro cayendo hacia atrás, la frente alta. No parecían agresivos ni Ulam vio arma alguna, quizás fueran aquellos de los que se hablaba en la plaza del pueblo, en las noches de verano, cuando los vecinos se reúnen y beben naranjadas para ahuyentar el bochorno … Tras unas breves réplicas, Ulam recordó a su padre y todas las plantas que no había recogido. Hizo un gesto rápido con la mano a modo de despedida y volvió sobre sus pasos, casi corriendo. ¿Los volvería a ver? Nadie parecía seguirla, a sus espaldas le llegaba el tenue murmullo del calor en el follaje. Su cabeza hervía con tantas preguntas, estaba tan excitada que casi no se dio cuenta que ya había salido del cobijo de la arboleda.

Al llegar a casa juró no decir palabra a nadie, ¿quién la creería?, y menos a su padre, que no la entendería y del susto no la dejaría volver a aquella floresta nunca más. Quizás ahora hubiera encontrado unos que amaban la música como ella, y con quienes no necesitaba hablar. Antes de cruzar la puerta de su casa se preguntó si los seres del bosque sabrían utilizar las palabras. Incluso se preguntó si lo que acababa de vivir no lo habría imaginado. Bebió el agua fresca del cántaro y puso patatas y calabacines a hervir. Pronto llegaría su padre del huerto, y llegaría hambriento.

(FIN PRIMERA PARTE)
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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

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Segunda Parte y Fin

Días después se aventuró, de nuevo, entre los árboles. Tras recoger un buen puñado de tomillo, se adentró. ¿Cómo volvería a encontrarlos? Tuvo una ocurrencia, era la única forma. Hizo sonar su flautín mientras iba avanzando, sorteando zarzas y matorrales. Pronto, oyó a lo lejos unas notas que respondían a sus señales. Había una alegría, un latir, en esa música. Ulam tocó y tocó hasta que las melodías se fueron enlazando entre los árboles y el cielo. De pronto los vio. Se volvió a asustar al ver aquellas cabezas de gacela tan cerca, pero la música hizo que su miedo se fuera disipando.
A ese hallarse siguieron otros, en los que Ulam aprendió a confiar en ellos. A veces eran tres o cuatro, a veces más, hasta diez contó un día. Ya no tocaban separados, se sentaban en círculos, aceptando a la niña, y en ocasiones hacían resonar flautines y flautas junto a pequeños tambores, quebrando el silencio agostado del bosque. Cuando Ulam tocaba, los hombres gacela parecían atender, mirándola con sus ojos de agua negra y sus hocicos derechos, hasta que uno repetía las notas y el siguiente las volvía a repetir introduciendo variaciones, marcando un timbre o alargando un pasaje, hasta que el canto de Ulam se transformaba en la voz de muchos, que era la voz de los montes y claros, de los campos al amanecer, del río que murmura en las noches junto al soplo de la brisa que discurre sobre las llanuras.
Su vida continuó con su secreto, aunque a muchos en su pueblo les extrañó que aquella chiquilla de trenzas apelmazadas hubiera aprendido tanto en el intrincado arte de la música.

Ulam jamás olvidaría el último encuentro. Aunque a medida que pasaron otros inviernos, más le parecía todo aquello que vivó algo al filo de la irrealidad, donde sus recuerdos se funden con los sueños y con un tiempo desaparecido. Fue a principios de aquel otoño, cuando los campos de trigo habían sido segados y faltaban pocos días para las fiestas que despiden los vientos cálidos del sureste y abren la ventana a los del norte. Ulam, como otras veces, había encontrado sus extraños amigos haciendo sonar su flautín, pero aquella vez le había costado mucho tiempo obtener una respuesta, así que tuvo que adentrarse en la espesura, hasta lugares que pocas veces frecuentaba.
Al encontrarlos, Ulam se sorprendió que aquella vez fueran tantos. Doce contó, sentados en la huella de lo que había sido una antigua laguna, escondidos de una mirada fortuita. Dejaron sitio a la niña gris, quien no había dejado de emitir breves juegos de notas. Cuando se sentó entre ellos, las respuestas se aceleraron y Ulam tuvo que hacer un gran esfuerzo para seguirlas, cada vez más rápidas, hasta que los trece instrumentos sonaron al unísono, como si iniciaran un rito ancestral y las melodías fueran invocaciones a lo que existe más allá del mundo visible, en algún lugar y en todos, sobre la piel en la que palpita una música inaudible. Ulam se estremecía, sin poder dejar que sus dedos saltarines bajaran y subieran sobre el suave tacto de la madera, sintiéndose ida, tocada por algo que no entendía, una circunferencia que giraba a su alrededor, que la separaba del mundo hasta hacerla comprender cosas que jamás hubiera pensado, viendo brillar en su ceguera rutas, luces, conexiones sin equivalentes, sintiendo que se alejaba de su propio cuerpo y empezaba a flotar en ese espacio de frontera en que las copas de los árboles se enroscan con el azul del cielo, y más allá…

Cuando despertó, era casi de noche. Al principio ni se dio cuenta de dónde estaba, ni tan siquiera se acordaba de sí misma. Había dormido sobre el suelo, protegida por un manto de flores, que al incorporarse se marchitaron, desvaneciéndose. ¡Ahora recordaba! Su padre ya la estaría buscando, acompañado de todos sus vecinos y los ruidosos perros de caza. Su corazón se asustó. ¿Qué les podría decir? Se levantó y empezó a andar deprisa hacia su casa. Por un momento sintió ira hacia sus amigos del bosque que la habían entretenido el tiempo que tarda el sol en cruzar el cielo. Si caía la noche se extraviaría y no sabría volver. Corrió entre las penumbras sin pensar en nada más que no fuera llegar lo más pronto posible a su pequeño hogar. La impaciencia la impulsaba, la hacía ser veloz, sorteando la masa de árboles que a momentos parecía cerrarse sobre ella, como si quisieran absorberla.

Tras una marcha que le pareció interminable, Ulam salió de la arboleda para alcanzar la senda del sur. El aire olía a grano quemando, a humo, a madera chamuscada. Inició, rápida, la ascensión del camino para llegar a la parte alta donde vería los campos sembrados y, en lontananza, los cubiles abigarrados de su aldea. Al llegar arriba divisó su pueblo en llamas, llamas que ascendían hacia el añil oscuro que antecede al crepúsculo. Jadeando, llegó hasta su casa, que era una pira centellante entre los muchos fuegos. Buscó y buscó sin encontrar a nadie. Incluso los pozos de los silos ardían, convertidos en enormes braseros a ras de suelo. Vio flechas y lanzas partidas por el suelo, clavadas en alguna pared que se había salvado del incendio, pero ni rastro de los suyos. Olor a muerte, silencio. Ninguna pista de su padre, nada. Los murrianos habían golpeado y desaparecido.
Ulam, presa de una infinita desorientación, volvió cerca de su choza. Allí se sentó sobre los hierbajos y empezó a tocar, sin importarle el tiempo, sin importarle lo que hacía. Lo que siguió, apenas lo recordaría. El tintineo de múltiples aceros en la noche, las voces graves de los hombres atraídos por la música de los ángeles. El destello de las llamas sobre las corazas de aquellos hombres grises que la contemplaban como a un milagro.
—¿Por qué la habrán perdonado? –preguntó una de las sombras.
Un hombre muy joven, derecho frente a ella, con furia y asombro en su mirada, marcaría su destino.
—Llevadla a Palacio, a Vamurta. Alguien así debe estar protegida, a salvo. Llevadla junto a Ermesenda, mi madre.
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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

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Efectivamente, estos cacharros diabólicos (ipads, iphones y tablets) aceptan los formatos en los que estoy editando Guerras de Antigua Vamurta. Llega la tercera entrega. Ésta de pago. La próxima será para descargar gratis, como la 1 y la 2. Y siempre estará disponible Antigua Vamurta (Saga Completa), la historia completa en papel y en kindle, epub, pdf, mobi, etc., como ebook.
Para bajar Guerras de Antigua Vamurta 3: https://www.smashwords.com/books/view/419179

Guerras de Antigua Vamurta (3) narra el largo periplo de un puñado de personajes por las nuevas tierras, enfrentados a su destino. Algunos emigrarán, ensanchando los escenarios del orbe de Vamurta hasta sus confines, hasta bosques mal explorados, ciudades de frontera y grandes lagos sobre los que ninguna de las distintas razas que dominan el mundo conocido no ha conseguido clavar una bandera. En Guerras de Antigua Vamurta 3 se cierra la primera parte de la odisea de Serlan De Enroc, Sara, Álvaro Telan, Leandra y Dasteo. Surgen nuevos personajes y nuevos horizontes para dar paso a la segunda parte de la saga.

El próximo mes de mayo publicaré Guerras de Antigua Vamurta 4, que ya pertenece a la segunda parte del libro
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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

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Cuando la odisea parece estar llegando a su fin, cerca de los grandes y misteriosos lagos que son frontera entre sufones, grises, vesclanos y hombres rojos, el camino de los héroes de Vamurta se abre hacia nuevos senderos. En esta novela de fantasía épica, Antigua Vamurta, lo reinvento todo para no cambiar nada. Eso sí, quedan en sus páginas otros aromas, a lo mejor son los de siempre: la aventura, el esfuerzo y la lucha de un puñado de seres lejos de sus hogares, el amor y la venganza como fuerzas vitales. En los Lagos, las distintas civilizaciones han sido incapaces de dominar sus aguas, acaso atemorizadas por las antiguas leyendas que rodean todo lo que tiene que ver con este profundo abismo sobre la tierra.


«Volvieron al salón donde ardía aquella gigantesca fogata. El viejo preguntó por Sara, por su familia. Aquel patricio había perdido mujer e hijos hacía muchos años, durante el naufragio de una de sus naos de tres palos que hacía la ruta entre Vamurta y las colonias. Desde entonces, había recorrido mundo. No, no había intentado fundar un nuevo hogar. Había visitado las ciudades zigurat de los sufones y las ciudades fortificadas de los vesclanos. También había conocido tribus de pescadores que prosperaban en las costas, al sur de las colonias, y había visto las tierras de los hombres rojos.
—Orgullosos, salvajes y obcecados. Muy capaces de cumplir con la palabra dada, un don que los grises hemos perdido —dijo de ellos.
Había conocido las tres ciudades de los puros, pero hacía tiempo que no había vuelto por allí. Se había establecido en la Ciudad de los Lagos cuando esta era poco más que un conglomerado de casas y factorías. Los avisó de que la ciudad estaba regida por dos señores más, Asc, el sufón, los aventajaba a él y al tercer señor en hombres y riquezas. Un sufón, decía el viejo, que no dudaba en estrangular o en dejar a pagar deudas si el otro no era lo bastante poderoso como para reclamárselas.
De los lagos dijo que eran una tierra virgen. Nadie había sido capaz de establecerse en las lejanas islas centrales. Enfermedades y leyendas rodeaban la desaparición de quienes lo habían intentado. Se hablaba de muchos desparecidos. Tripulaciones enteras y familias, de las que quedaban sus cabañas derrumbadas, escondidas en la casi permanente niebla y la densa vegetación.
El Alma Blanca era el centro de aquellas aguas, el centro de los lagos, una superficie enorme donde no se distinguía la línea tortuosa de las riberas.
—Explica una leyenda sufona que allí, las aguas son tan profundas que se comunican a través de túneles eternos con los mares. Se dice que abajo, muy abajo, habitan los primeros sircads, que ningún ser de nuestra tierra puede herir. Dice la leyenda que esas fosas abisales son el hogar de algún tipo de cíclopes marinos, un tipo de bestias gigantes, capaces de engullir y arrastrar hasta la más absoluta oscuridad una gran barca de pesca. Yo os puedo decir que cerca de allí he visto tiburones azules como el cielo y espricones largos como cinco hombres. Todo un mundo, todo un mundo…
Creo, y debéis recordarlo, que los lagos son las aguas de todos pero también son aguas de corsarios, y sí, nadie sabe bien qué hay en el Alma Blanca, ni qué hay en sus entrañas, muy abajo, donde no llega el calor del sol. No son aquellas buenas aguas para navegar.
El viejo patricio se calló de repente, haciendo una mueca extraña, como el que recuerda un mal pasaje del pasado. Se levantó y antes de marcharse los citó en la taberna de las Dos Anclas, a la mañana siguiente.
Serlan y Sara volvieron a su nuevo hogar. Pasaron la tarde acondicionándola y sacando polvo. Antes que llegara la noche, cuando las cosas guardan silencio. Se abrigaron y salieron a pasear. El conde no sabía cocinar, así que tras lavar las dos truchas y la carpa que habían pescado en el lago, dejó que Sara las hiciera en el rudimentario horno de arcilla, mientras él la observaba, bebiendo breves sorbos de vino.
Aquella noche, los dos sufrieron pesadillas. Algo los hundía en un remolino del que no podía salir, hacia el fondo de las aguas del lago, hasta el negro absoluto.»
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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

Mensaje por Igor »

Un breve apunte para comentar que ha salido una concisa crítica a la saga de fantasía épica Antigua Vamurta, de Igor Kutuzov, que como bien sabéis es el seudónimo que vengo utilizando, lo que ya es en sí una buena noticia.
Supe de ella por el portal Good Reads, (Goodreads - AV), donde los lectores reseñan, comentan y puntúan los libros que han leído. Desde aquí os animo a que puntuéis el libro en Good Reads, Amazon u otras plataformas de ebooks.

La crítica a la literatura fantástica de Vamurta se puede leer en el blog de Libros de Olethros (Leer Crítica). Desde aquí agradecerle al señor Olethros, que creo es un viajante de la historia y en particular de la historia militar, además de un fino crítico literario, haber transitado y escrito sobre el mundo de Vamurta.

«Fantasía más “medieval” que estrictamente “fantástica” (al menos durante buena parte de la trama), con ecos “históricos” en su forma de narrar y en lo narrado propiamente», sostiene Olethros. En algunas críticas me dan buenas ideas y motivos para leer. Por ejemplo, en la presente, se afirma que Antigua Vamurta tiene momentos homéricos, algo que puedo corroborar, y remite a la saga de fantasía de Las Monarquías de Dios, una saga que no he leído pero que seguro leeré después de leer esta referencia y porque dicha colección de historias está muy bien valorada en los círculos de lo fantástico y ciencia ficción. En fin, la crítica es concisa y señala con sinceridad lo que le ha gustado y lo que no, algo que siempre resulta constructivo.
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Igor
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Re: Antigua Vamurta Saga Completa

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