La Guerra de las Sombras: Tiempos Aciagos

Si eres escritor o simplemente te gusta escribir y no has publicado nada todavía, entra aquí y preséntanos tu trabajo, procuraremos dar nuestra opinión respetuosa sobre tus textos.
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Amenofis05
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La Guerra de las Sombras: Tiempos Aciagos

Mensaje por Amenofis05 »

Sinopsis:
"En la Europa Medieval La Guerra de las Sombras, la batalla por mantener a los vampiros, hombres lobo, magos e inmortales apartados del mundo mortal, se recrudece con la enigmática desaparición de Urabi de Ukesh, el líder de los inmortales, después del saqueo de Constantinopla por parte de los Cruzados en 1204 A.D. Sus seguidores continuarán luchando en las tierras salvajes de Transilvania contra la tiranía ejercida por los vampiros, pero el poder que acumulan estos señores en sus tierras ancestrales les obligará a enfrentarse a una guerra cruenta y sin cuartel. El temido despertar de un anciano vampiro lleva a las dos facciones de inmortales enfrentadas a unirse para hacer frente a la temible amenaza, obligándoles a confiar mutuamente a pesar de siglos de enfrentamientos.
Una historia repleta de aventuras dentro del tenebroso Mundo de las Sombras, donde nada es como parece y la traición habita cotidianamente junto a sus criaturas.
Atrévete a entrar, humano"

Podéis acceder al libro, y a los demás publicados pinchando en los siguientes enlaces:
La Guerra de las Sombras: Tiempos Aciagos. http://www.amazon.es/La-Guerra-las-Sombras-ebook/dp/B009LM5RKQ/ref=sr_1_5?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1349424336&sr=1-5
Inmortal: https://www.amazon.es/dp/B007RPGNN4
El Filo de la Espada. http://www.amazon.es/Filo-Espada-Mundo-Sombras-ebook/dp/B008B11NWE/ref=pd_sim_kinc_4
El Mundo de las Sombras. http://www.amazon.es/El-Mundo-las-Sombras-ebook/dp/B009BPO8RG/ref=sr_1_2?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1349424336&sr=1-2

Blog oficial: http://www.inmortal1.wordpress.com
También podéis leer los tres primeros capítulos pinchando en el siguiente enlace: La Guerra de las Sombras en Wattpad: http://www.wattpad.com/7777560-la-guerra-de-las-sombras-tiempos-aciagos

El Mundo de las Sombras en Facebook: https://www.facebook.com/Elmundodesombras
El Mundo de las Sombras en twitter: @mundosombras

Un saludo.
Amenofis05
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Re: La Guerra de las Sombras: Tiempos Aciagos

Mensaje por Amenofis05 »

Os dejo aquí el primer capítulo:

Capítulo I. Praga.

Últimos días de Mayo. 1204 A.D. Praga.

La sombra se deslizaba sigilosa entre los callejones de la ciudad. Xabier corría tras ella siguiendo su rastro casi imperceptible. En su corazón ardía la necesidad de alcanzar a su presa y en su mente se apartaban las dudas que podrían haberle detenido en algún momento: ¿Sería capaz de enfrentarse a un ser que había derrotado al Golem del barrio judío? Pero la pregunta yacía apartada en el pensamiento de Xabier, y cuando consiguiese alcanzar a su presa trataría de encontrar alguna solución. Las paredes de piedra de las casas del Barrio Antiguo, apenas parecían juguetes insignificantes ante el deseo del Inmortal. Después de varios meses en la ciudad, por fin había encontrado la solución al problema. Y aquella carrera le ayudaba a desahogar su frustración acumulada. Praga era una ciudad asombrosa, la más enigmática que había conocido, por encima de Toledo, Paris, Roma e incluso Constantinopla. En ella no reinaba un poderoso vampiro como en el resto de las ciudades conocidas. En cada distrito, protegido por gruesas murallas y patrullas nocturnas, gobernaba un pequeño señor que debía lealtad al Consejo de las Sombras, y que se reunía en los salones del Palacio de Praga. Solo uno de ellos era un vampiro.
“Un muro; la sombra se dirige al Barrio Nuevo”. Xabier frunció los labios contrariado. En este barrio gobernaba Laernes de Viena, un vampiro poderoso aunque taciturno y solitario. Se extendían rumores por la ciudad que indicaban la presencia de ignobili y defectori entre aquellos muros apenas inacabados en algunos tramos... Laernes los había negado sistemáticamente y nadie hasta ahora ha podido proporcionar pruebas al respecto. Era el único barrio en el que los vampiros podían cazar con libertad entre sus calles. En el resto de la ciudad estaba terminantemente prohibido, por lo que los vampiros se alimentaban de los humanos que se agolpan en el exterior de la ciudad o en el Barrio Nuevo.
“No es el mejor lugar para perseguir una sombra que acaba de derrotar al ser más poderoso que la magia Cabalística puede invocar”.
El muro no representó un gran obstáculo para Xabier. El centinela apenas pudo distinguir ni a la sombra ni al Inmortal que la perseguía. Ambos se habían transformado en una ráfaga de viento nocturno. Una ráfaga gélida y sobrehumana.
Por fin, después de una marcha frenética, la sombra se detuvo frente a la fachada de la Iglesia de Santa Marta. Xabier se detuvo a varios metros de ella. Era una figura humana, alta y corpulenta. Un grueso nubarrón ocultó la luz de la luna y la oscuridad creció en la plaza. Era un lugar hermoso a la luz del día, una plaza compuesta por pórticos primorosamente decorados ante la imponente fachada de la iglesia. Pero la noche era fría y el lugar tenebroso y perfecto para una emboscada.
Xabier se abalanzó sobre la sombra y lanzó un mandoble al costado. El impacto fue terrible, casi como si hubiera golpeado una pared de mármol. El dolor fue insoportable y Xabier soltó la espada con la mano entumecida. La sombra retrocedió lentamente. No parecía herida. Xabier tomó la espada con la mano izquierda. La sombra alzó una mano y Xabier tropezó con un pequeño bache del suelo, pero consiguió recuperar el equilibrio. Alzó la vista hacia la sombra y le pareció que ésta sonreía en su interior. Tras su figura los muros de la iglesia se alzaban imponentes y amenazadores envueltos en la oscuridad de la noche. Volvió a atacar y la sombra retrocedió varios pasos más. Un bloque de piedra se desprendió de una de las paredes de la iglesia y golpeó a Xabier en el hombro izquierdo. La sombra se internó en el interior del edificio ante la mirada frustrada de su perseguidor. No podía continuar, puesto que era incapaz de empuñar el arma. Se encontraba indefenso en el peor lugar de la ciudad.
El rumor de pasos precedió a las sombras que le rodearon. Podía distinguir en ellas el brillo inhumano de sus ojos, una sed de sangre imposible de agotar. Tomó la espada con la mano izquierda malherida y se irguió. La mano derecha parecía rota, aunque no le dolía. Se desembarazó de la capa y se aproximó hasta un pequeño claro iluminado por la luna. Pero de nuevo una inoportuna nube alejó la luz de la plazuela.
No lo deseaba, pero era inevitable. Se encontraba indefenso, rodeado por vampiros. Cerró los ojos y se concentró.
Una luz serpenteante comenzó a brillar en el pecho de Xabier dibujando un ave Fénix con las alas desplegadas, orgullosa y desafiante. Xabier empuñó la espada con la mano derecha y con la izquierda desenvainó un pequeño sable curvo. El dolor y el entumecimiento que había sentido anteriormente eran ya un vago recuerdo. La luz que emanaba de la armadura iluminó la hoja de su espada, mostrando las runas que bailaban en el acero. Garra Negra, la espada maldita. El azote de los vampiros. Xabier abrió los ojos y una luz dorada centelleó en ellos fugazmente. Una de las sombras que se cernía sobre él masculló un nombre que se extendió entre el círculo de vampiros.
El Fénix Negro.
Habían atrapado al Fénix Negro, el Inmortal más implacable desde la caída del poderoso Urabi de Ukesh, su propio mentor. Y en su mano refulgía con luz propia el arma maldita: Garra Negra.. El número de sombras comenzó a crecer alrededor del Inmortal.
Xabier aspiró profundamente.
Nox Irae.
Amenofis05
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Re: La Guerra de las Sombras: Tiempos Aciagos

Mensaje por Amenofis05 »

Hola a todos.
He revisado la entrada, y ni siquiera he puesto una descripción de quién soy y todo eso, ¡qué mal!
Soy Pablo Carnicero, y las novelas que he publicado entrarían en el género de fantasía histórica. Soy un apasionado de la fantasía y de la historia y aprovechando ambos marcos he creado El Mundo de las Sombras, el ambiente en el que se desarrolla las tres novelas publicadas en la Europa Medieval. De esta manera los personajes interactúan con personajes históricos, la trama se desarrolla en Constantinopla, Praga, Toledo, Budapest, Montpellier y otros lugares más que me exigió una muy rigurosa labor de investigación. Si os gusta la fantasía y la historia seguro que encontraréis en las novelas un momento de entretenimiento.
Tenéis más información, como puse en el primer post, en el siguiente blog: www.inmortal1.wordpress.com.
Un saludo y gracias a todos.
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cyclope
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Re: La Guerra de las Sombras: Tiempos Aciagos

Mensaje por cyclope »

Gracias a ti, Pablo, por ofrecernos tu obra y presentarte.

Saludos
Lectores: Kindle Paperwhite 2; y TreKStor Pyrus Mini (4,3'')
Leyendo: Drácula, de Bram Stoker
Último leído: Salem´s Lot, de Stephen King
Amenofis05
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Re: La Guerra de las Sombras: Tiempos Aciagos

Mensaje por Amenofis05 »

Espero que os guste!
Amenofis05
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Re: La Guerra de las Sombras: Tiempos Aciagos

Mensaje por Amenofis05 »

"Las brumas de la noche ocultan sus miradas malignas. Acechan, codiciosos, el destino de los mortales. Codician la pasión con la que viven, el valor del minuto que transcurre y que no regresará. Porque ellos permanecerán largos años, malgastando el tiempo eterno que les ha sido dado. El orgullo les impulsa a dominar las mentes de los humanos como si de un rebaño de ovejas se tratase. Ellos son los
pastores que guían el camino de sus almas. Ellos las corrompen, ellos las quiebran con su sed implacable. Ellos se alimentan de su sangre, de sus esperanzas, de sus ambiciones y de sus sueños. Porque son conocedores de que el destino es amargo para ellos: sangre, ambición, traición y muerte. Se ocultan tras el Velo impuesto por los Dioses y vigilado por los implacables Inmortales. Un muro de sombras que apenas logra proteger a los débiles humanos de sus depredadores.

Pero los tiempos cambian. Vienen tiempos aciagos. Los Inmortales languidecen, la sangre de los vampiros se diluye y la magia comienza a extinguirse como una flor marchita en otoño. Los Ancianos despertarán de su largo sueño y su sed será imposible de saciar. Observarán este nuevo mundo y sonreirán complacidos, porque ellos combatieron en el pasado a los grandes héroes Inmortales, dominaron imperios que conquistaron el mundo y lograron sobreponerse a las poderosas artes arcanas de hechicería. Para ellos, este mundo está poblado de débiles marionetas.

Son tiempos aciagos.

Prepárate"
Amenofis05
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regalo de navidad: Gratis La Guerra de las Sombras

Mensaje por Amenofis05 »

Hola amigos.
Para felicitaros las navidades os dejo el enlace a la promoción gratuíta de El Mundo de las Sombras en formato Kindle. Desde hoy, día 18 de Diciembre, hasta el 22 de Diciembre, puedes descargártelo gratis. ¡Aprovechadlo!
http://inmortal1.wordpress.com/2012/12/ ... as-gratis/
Amenofis05
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Re: La Guerra de las Sombras: Tiempos Aciagos

Mensaje por Amenofis05 »

Od dejo más texto para que podáis tener una muestra más amplia de la obra:

"Capítulo II: La Torre de la Muerte.

Diario de Santiago Martínez de Calatrava.


Biblioteca de la Torre de la Muerte.
Constantinopla
9 de Enero del 1203 A.D.


La noche es larga, madre. Es demasiado larga para mí, lo sabéis bien. He decidido comenzar a escribir estas líneas para ordenar mis pensamientos. Lo necesito. Además así podréis recibir noticias mías.
Desde los primeros años de mi infancia siempre he sido diferente a los demás, pero en el lugar al que me habéis enviado soy uno más. Lo que en nuestro humilde castillo era una diferencia para mí, aquí es una característica común. Y eso me agrada, pero a la vez me abruma. Agradezco de todo corazón que vos y el Maestro Helkias me hayáis enviado a Constantinopla con la carta de recomendación. Es lo único que podría salvarme de un desgraciado fin. No voy a ocultaros, madre, que nuestro padre jamás había sentido amor por mí. “Bastardo”. Esa es la palabra que siempre afloraba de sus labios cuando derrotaba a mis hermanos mayores en las justas, o cuando nuestro maestro le exponía mis progresos con los libros. Jamás me ha mirado con amor, y no se lo reprocho, puesto que ahora que he crecido estoy absolutamente seguro que no soy hijo suyo. Los años me han ayudado a comprender que el reconocer que su mujer ha tenido un hijo fruto de una aventura podría ser cuando menos incómodo. Qué injusto es el mundo que nos ha tocado vivir, madre.
Escribo estas líneas en la biblioteca de la Torre cobijado por las sombras de la noche. Éste es mi baluarte personal cuando el insomnio me impide conciliar el sueño, algo que sucede con demasiada frecuencia. Leo todos los libros que puedo encontrar en las estanterías: los inventarios de comida, enseres, animales y demás, me entretengo en recorrer los pasillos de la biblioteca a oscuras, cazando los roedores que merodean por el lugar con mayor facilidad que la de un felino experimentado. Y cuando la luz del amanecer me indica que debo regresar a mi catre, junto mis compañeros, descubro que la vigilia me ha ayudado a descansar más que una docena de horas en el lecho más mullido. Habitualmente necesito un par de horas para reponer mis fuerzas, aunque cuando el día ha sido especialmente duro necesito descansar durante casi toda la noche, lo que no ha sucedido en mucho tiempo.
Me pregunto si te sentirás inquieta por mi, ya que no tuviste más remedio que aceptar la oferta que el Maestro Helkias nos hizo aquella noche calurosa de verano, cuando mi padre me perseguía con el ánimo de acabar con mi vida. El vino y la certeza de un hijo bastardo que pone en peligro a sus hermanos mayores no son buenos consejeros. Comenzaré con el relato de lo acontecido desde el momento en el que abandoné Calatrava rumbo a Toledo junto al Maestro.
Apenas dos noches después de llegar a Toledo partí rumbo a un puerto de levante acompañado por uno de los primos de Helkias, un joven alto y delgado llamado Danyael. El viaje fue confuso, puesto que nunca había salido de los confines de nuestros dominios, salvo para combatir contra los sarracenos en alguna refriega en la frontera. Cabalgamos día y noche, substituyendo nuestros caballos por otros más frescos en las posadas donde apenas descansábamos unas horas, hasta que llegamos a un pequeño pueblo perteneciente a la Corona de Aragón. Mi estancia allí fue más breve aún: al amanecer partí en un extraño bajel, el Montsegur, capitaneado por un francés de mirada hosca. El trayecto duró apenas una semana, y transcurrió rápido gracias a un pequeño libro que me regaló Danyael cuando se despidió de mí en el puerto: es un libro hermoso de historias fantásticas sucedidas en tiempos bíblicos. Cuando llegamos al puerto de Constantinopla fui conducido hasta el lugar donde me encuentro ahora: La Torre de la Muerte. Es un recinto muy amplio, protegido por una alta muralla y con una torre inmensa en el centro. Según mis compañeros, el nombre de la torre viene por el desgraciado destino que algunos de los nuestros sufren cuando intentan escalar los muros sin protección alguna. Espero, Dios mediante, que jamás tenga la oportunidad de poner mi vida en semejante peligro.
Este lugar es una escuela de combate, o un centro de adiestramiento donde los nobles tanto de la zona como de lugares más alejados envían a sus hijos a desarrollar sus conocimientos. Me sorprende, puesto que sería mucho más simple y barato enviar a los retoños a la corte de sus aliados como pajes de armas, pero la reputación de este lugar es intachable. Y por Dios que reconozco que si hubiera un infierno en la Tierra, ese es el patio central de la Torre cuando el Maestro Trocero se enfurece. Los aprendices estamos divididos de diferentes formas: los que provienen de una familia noble y al cabo de un periodo de tiempo abandonarán la Torre, reciben una instrucción diferente a los demás, basada en equitación, habilidades de combate, caza y cetrería. Además son instruidos en las artes de las letras, los números y en la astrología. Aquellos que carecemos de familia a la que retornar recibimos una instrucción más simple, basada casi únicamente en el combate cuerpo a cuerpo, combate a distancia y algunas nociones más. Existe otro grupo de aprendices absolutamente diferente que recibe una instrucción mucho más dura y cruel que la que recibimos nosotros. A éste último grupo se accede desde el grupo en el que yo me encuentro: huérfanos o segundones sin posesiones más allá de estos muros, y entre nosotros la llamamos La Compañía de los Elegidos. Los maestros clavan sus miradas en nosotros casi como si fuésemos ganado, evaluando en todo momento nuestras habilidades, conocimientos y fortalezas. Cuando juzgan que uno de nosotros lo merece, simplemente le miran a los ojos, pronuncian su nombre y jamás le volveremos a ver tal como era. En las pocas ocasiones en las que nos cruzamos con ellos, su mirada en otro momento amistosa se transforma en un témpano de hielo cargado de desprecio. Muchos perecen en los agotadores entrenamientos que sufren a todas horas, cuando son obligados a entrenar durante toda una noche, o a marchar al exterior de la ciudad durante días con apenas horas de descanso. Y aquellos que logran superar la instrucción son enviados fuera de la Torre y no les volveremos a ver.
Tres años han pasado ya desde que llegué a estos muros, y he sido testigo de numerosos asaltos a la Torre por parte de enemigos embozados en sombras. Nosotros siempre hemos recibido órdenes tajantes de permanecer en nuestras estancias sin participar en la defensa de la Torre, algo que he juzgado innecesario ya que Trocero y sus hombres han sido siempre capaces de repeler los ataques. Ahora todos los aprendices nobles han regresado a sus lugares de origen y el asedio al que nos someten los Cruzados nos impide recibir nuevos compañeros. Aunque nosotros no accedemos a más información del exterior que la que los guardias de la Torre desean transmitirnos, percibimos en el aire el miedo y la desazón que recorren la ciudad. No tememos al futuro, puesto que si la ciudad cae, nuestra Torre sería un hueso demasiado duro de roer para los Cruzados. Obtendrían demasiadas bajas para tratar de conquistar un botín incierto. Y en verdad sería un cuantioso botín, para ser sincero, pues las despensas de la Torre así como las de los numerosos navíos que recorren el Mediterráneo bajo el auspicio del Maestro Trocero, se encuentran tan repletas como las del Rey de Castilla, si los libros de cuentas que reviso a menudo no mienten. Parece ser que el Maestro Trocero posee también una hacienda en la isla de Creta que le ofrece suculentos beneficios, aunque jamás he podido observar en él un sólo gesto de ostentación, ni en el vestir ni en la decoración de la Torre. Es cierto que no nos falta el alimento ni la ropa, y las armas con las que entrenamos son de la mejor calidad. Pero no he visto en mis tres años de estancia un sólo gesto de ostentación por parte de Trocero y sus hombres. Ni tan siquiera una simple capa recargada con adornos de oro. Nada. Es como si todas las riquezas las escondiesen en algún lugar subterráneo de la Torre o de la hacienda que poseen en Creta.
Cuando observo mi rostro reflejado en el agua de la palangana en la que me aseo todas las mañanas, me encuentro con el mismo muchacho risueño y lampiño con el que entré. Y he visto cómo mis compañeros se han convertido en hombres ante mis ojos; algunos han conseguido formar parte de la guarnición de la Torre, otros han fallecido lamentablemente y unos pocos han pasado a formar parte de la Compañía de los Elegidos. Siempre he permanecido al margen, solitario, y en la mayoría de las ocasiones me escabullo hacia la biblioteca simplemente para obtener valiosos momentos de soledad. Apenas sí he conseguido despertar el interés fugaz de Trocero. Y aunque soy ahora mucho más corpulento, rápido e inteligente que antes, sigo sin merecer el licenciamiento. En ocasiones soy elegido para compartir el entrenamiento más liviano de los Elegidos, y es cuando en verdad disfruto desarrollando todas mis capacidades al máximo. Y entonces necesito descansar dos horas más de las habituales, quizá tres. Y descubro que al día siguiente soy más rápido y fuerte. Pero después vuelvo a la rutina de entrenamientos con espadas de madera y oponentes torpes y lentos, y el tedio me invade. Es cuando aguardo con todos mis deseos la llegada de la noche para entretener mi mente con los desafíos que mi cuerpo no ha recibido durante el día.
El sol se aclara, madre. Esconderé este pergamino dentro de uno de los libros que he consultado y regresaré cuando me sea posible. Espero que nadie dé con él, puesto que me encontraría en un grave aprieto.



16 de Enero de 1203 A.D.


La última semana ha sido verdaderamente intensa, madre. Apenas he encontrado un momento para acudir a mi cita noctámbula con la biblioteca. Parece que el Maestro Trocero comienza a confiar en mí poco a poco. Durante la última semana he formado parte de la guardia nocturna, algo novedoso y sin duda un presagio alentador. Me he vestido con la librea de la Torre, un ave muy parecido al ave fénix tejido sobre un manto azul, y durante seis noches he montado guardia junto a otros tres centinelas en la puerta de entrada. A pesar del honor que esto supone he seguido entrenándome con normalidad junto a mis compañeros, recibiendo apenas unas horas antes del anochecer algo de descanso para reponer fuerzas. La prueba más dura a la que nos sometemos durante el día ha sido la que más me agrada: el combate espartano. Trocero nombra a diez de nosotros y nos pertrechamos como si de un combate se tratara: nos cubrimos con armaduras acolchadas y nos armamos con espadas sin filo y romas, aunque más pesadas que las verdaderas. Aquel que lo desee puede portar escudo o una espada en la otra mano. Entonces Trocero señala a uno de nosotros y éste debe elegir el oponente a enfrentarse a él. El vencedor del combate se enfrenta a otro rival, que en este caso es elegido por Trocero. El objetivo es sobrevivir a todos los combates, y tengo el honor de ser uno de los pocos que lo han logrado en nuestro grupo de adiestramiento, junto a Basileus, que fue quien consiguió el logro antes que yo, y fue ascendido a la guardia de la Torre a las pocas semanas. Yo he conseguido el logro en cuatro ocasiones pero nunca he recibido recompensa alguna. En todo caso he recibido algún reproche en cuanto a la rapidez, a la técnica de combate o algún detalle nimio suficiente para desprestigiar mi victoria. Ayer conseguí la cuarta victoria. Vencí uno a uno a todos los rivales que Trocero señaló. Les derroté con rapidez, ahorrando energías al anticiparme a sus movimientos y golpeándoles en el rostro, en las rodillas o en la mano que empuñaba el arma. De esta manera consigo evitar gastar energía en esquivar o detener los golpes, aunque reconozco que asumo demasiados riesgos. Lo apuesto todo a cuatro estocadas como sumo. Cuatro ataques rápidos antes de que mi enemigo consiga recomponer la guardia y tomar la iniciativa. Y aunque me funciona, nunca es del agrado de Trocero, puesto que afirma que si mis rivales me atacaran con armas de verdad, yo no sería tan osado al tomar tantos riesgos. Y en caso de serlo, afirma con tono de reproche, mi osadía me conducirá a la tumba por el camino más rápido.
Durante estos días he trabado amistad con uno de los guardias de la Torre, Paul el Rojo. Le llaman así por su larga pelambrera de color bermejo y por su espesa barba del mismo color. Cuando habla conmigo parece que se está dirigiendo a su hijo. Gracias a él he ido descubriendo poco a poco el mundo que nos rodea. El ambiente en la ciudad cada día se enrarece más. El pueblo de Constantinopla no ama al nuevo emperador que los Cruzados han colocado en el trono, y la sedición crece en cada rincón como una enfermedad contagiosa. Durante la noche hemos recibido las visitas constantes de un grupo de jinetes embozados y sospecho que forman parte del ejército Cruzado que acampa en el exterior de la ciudad. No puedo creer que Trocero sea un traidor y Paul se niega a proporcionarme más información. Simplemente me contesta que nosotros no debemos juzgar las acciones de nuestros superiores, puesto que carecemos de toda la información necesaria. Quizá tenga razón.



20 de Enero de 1203.

Hoy he podido combatir contra el Maestro Trocero. Él manejaba una espada de madera y yo una espada ancha de verdad. Todavía me palpita el corazón al recordar el combate. Creo que no esperaba que me atreviese a tomar la iniciativa, y cuando he sido el primero en lanzar el ataque he observado un atisbo de sorpresa reflejado en su mirada. Creo que esperaba que le mostrase más respeto, o quizá miedo. Trocero esquivó el golpe con fingida facilidad, retrocedió un paso y sonrió. Se movió rápido como un felino y casi me derriba de una rápida estocada en el pecho, pero conseguí detenerla a duras penas. Los siguientes ataques fueron tan rápidos y tan seguidos que apenas logré pensar, actué por instinto. Pero me mantuve firme y no cedí demasiado terreno, de manera que cuando encontré una pequeña oportunidad ataqué a la rodilla derecha de Trocero. Éste saltó y me lanzó un contraataque al cuello. Lo detuve con facilidad, pero descubrí que era una trampa: recibí un violento rodillazo en el estómago que me derribó jadeante. Pero apreté los dientes y me incorporé de inmediato, ignorando el dolor. Ataqué furioso. No recuerdo si fueron dos o tres estocadas, pero empeñé en ello todas mis fuerzas. Trocero sonrió. Detuvo mis ataques, me fintó un ataque al cuello y cuando alcé la espada para protegerme él se inclinó, realizó un arco descendente y me barrió los pies. En el mismo instante en el que mi espalda tocaba el suelo sentí la punta de la espada de madera apoyarse contra mi cuello. Solté mi arma y me rendí. Fue un combate extraordinario. El mejor de todos en los que he tenido ocasión de participar. Trocero me ayudó a incorporarme. Creo que me sonrió, si es que es capaz de sonreír de verdad. Cuando regresé a la armería recibí la felicitación de Paul el Rojo. Nadie había resistido tanto tiempo al Maestro, me dijo. Me sonrió y se marchó. Si mi suerte no mejora en los próximos días, creo que es el momento de partir de la Torre. Siento desazón ante esta decisión, ya que la perspectiva de un futuro incierto lejos de mi hogar no es nada confortante, pero lo prefiero antes de seguir perdiendo el tiempo en la Torre. Quizá los Cruzados puedan apreciar mis servicios.

22 de Enero de 1203 A.D.

Hoy he contado mis intenciones a Paul y éste me ha respondido con una sonora carcajada. Y creo que los motivos por los que sonríe son muy fundados: soy pobre. No puedo adquirir un corcel, armadura, armas, ni siquiera puedo pagar las ropas que poseo en estos instantes. Cuando llegué a la ciudad lo hice no como un refugiado, sino como un hijo repudiado y desheredado. Ni tan siquiera el título de mi padre puede servirme para encontrar un valedor en las cortes de Europa. Y no soy caballero, lo que es un obstáculo prácticamente insalvable.
Y antes de marcharse, Paul me ha arrojado al rostro una verdad incontestable con esa sonrisa burlona que le caracteriza: Pertenezco a Trocero. Como la mayoría de los que forman parte de mi grupo. Compañeros oscuros, solitarios y silenciosos. Compañeros durante mucho tiempo, de los que ni ellos conocen mi nombre, ni yo el suyo. Así es la tétrica vida en esta Torre, madre mía."
¿Dónde me ha enviado Helkias?. ¿A una cárcel de piedra?.
Podéis encontrar más en: www.inmortal1.wordpress.com
Un saludo.
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