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Relato 27 - TIC - TAC
2024-10-26
Presentación
¿Hay algo más terrorífico que la guerra? La guerra ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad. Desde los primeros tiempos, las sociedades han utilizado la violencia y la fuerza para resolver conflictos y defender sus intereses. En la actualidad, la guerra sigue siendo una realidad presente en muchos lugares del mundo, con consecuencias devastadoras para la vida humana.
Relato
Me había atrincherado detrás de un enorme parapeto. Fingía ante mis compañeros firmeza de espíritu y determinación, pero refugiado entre aquel amasijo de tendencias, ideas, reivindicaciones, sueños…, mis piernas temblaban y mi determinación excitada por mis pensamientos hacía que creciera en mi interior el miedo, la incertidumbre… El enemigo se mantenía frente a mí, impasible, silencioso. Pero su mudo latido atronaba mis oídos. El miedo crecía en mi mente atormentada por el terror palpable de una muerte anunciada. *** Se oyeron sirenas; era el momento de apagar las luces y refugiarse en lo más profundo de aquel túnel, pero aquel día sus padres decidieron no salir. Afuera estarían indefensos y se cobijaron en el sótano de la casa. Largas sombras aparecían e inmediatamente se difuminaban en una trémula carrera por el exterior de la casa. Resguardado entre los brazos de su madre, miraba por el tragaluz cómo aquellas sombras seguían merodeando. De pronto unos ojos irrumpieron en el ventanuco, y seguidamente apareció un rostro que se pegó al cristal; después, un golpe seco, lo rompió. El vidrio se hizo mil añicos y luego pasó lo inevitable. Sus padres… Él había sido empujado delicadamente por su madre hacia el rincón; resguardado tras un sofá desvencijado, se protegió por la penumbra y llegó hasta la puerta del sótano, la abrió y traspasó el umbral, pero el miedo le paralizó y quedó clavado en el sitio. Sus piernas no obedecían los estímulos de un cerebro bloqueado. El ruido ensordecedor de pisadas cercanas le hundió en el más profundo terror, su corazón en un desasosiego indescriptible galopaba pugnando salirle del pecho. Se forzó en recuperar el ritmo cardiaco; no lo consiguió, ya que al volver la cabeza, desde el quicio de la puerta vio el pelotón en movimiento; caminaban en ordenada posición marcial; iban hacia él. Eran entes de rostros desconocidos, ya que escondían su cara tras una máscara antigás, estaban bien adiestrados y, conjurados, avanzaban con una única idea: sembrar el mal, mostrando sus cuerpos fornidos, sin alma… —Dónde te has metido, muchacho. Tenemos algo para ti —oyó decir a una voz. Respiró profundamente y llenó de aire sus pulmones. Con determinación, se movió con delicadeza, volvió al sofá, no quería ser sorprendido, y acurrucado tras del mueble cerró los ojos, creyendo que si él no los veía, ellos a él tampoco. Lentamente su corazón tomó un ritmo más sosegado. Entreabrió los ojos: el peligro había pasado, de momento. —Ya que no te haces ver. Te dejamos un regalito; tus papás estarán muy contentos de verte. Te están esperando —una risa malévola resonó en sus oídos. Enfurecido salió de su escondite y se lanzó a la oscuridad en busca de su enemigo, quién al notar su movimiento en las sombras disparó; las ráfagas emitidas por la metralleta iluminaron la habitación. Fue un instante, pero tuvo tiempo suficiente para localizar al soldado y atestarle un golpe en la nuca con un bate de beisbol. Huyó despavorido, salió de la casa y perdido; anduvo errante toda la noche; con el temor de ser descubierto se refugió entre las ruinas de las casas cercanas; al amanecer decidió regresar a casa… *** Las lucubraciones se abrían paso en mi mente; la ansiedad me devoraba; la imagen de mis padres apareció frente a mí; sabía que era un espejismo; ambos murieron hace dos días; sería mejor decir que fueron asesinados después de haber padecido, primero, las múltiples violaciones, mancillando su cuerpo por aquellos individuos sin el menor ápice de cordura a que fue sometida mi madre y la humillación de mi padre que previamente había sido golpeado y vilipendiado y después obligado a observar las vejaciones que mi madre soportó; yo mismo les di sepultura. Se me revuelve el cuerpo al recordar la estampa de mi madre con los ojos cerrados, cubriéndose el cuerpo con sus manos lastimadas por los esfuerzos para liberarse de sus agresores. El llanto incontrolable de mi padre, atado de pies y manos con una soga que le recorría el cuello y que en un afán de defender a su mujer se fue asfixiando lentamente, mientras soportaba los golpes indiscriminados que le proferían aquellos bárbaros. Fueron cinco días de asedio, de resistencia bizarra y heroica defensa, para acabar ellos bajo tierra y yo en un estado catatónico… Están ahí, en el huerto junto a las grandes hojas de las alcachofas, en los bancales de las patatas. La tierra estaba blanda por las últimas lluvias y no me llevó mucho tiempo hacer un agujero profundo. Envolví sus cuerpos con una sábana, sí, una gran sábana de cama de matrimonio como la que tengo estirada en el suelo y en la que la noche pasada dormí. Esta sábana huele a hogar, a familia y… Se oyen pasos, quizás sean ellos; me pregunto si ahora vendrán por mí; no he podido evitarlo; me he mojado el pantalón; noto la humedad corriendo por la pernera. Cierro los ojos y me fuerzo a no pensar y, como en tantas otras ocasiones, he dejado de oír el monótono chirrido. Sé que son ellos. Los que nos atacaron a mis padres y a mí, los que acometen contra los que no pertenecen a su rango, antes eran gente amable, colaboradores con la comunidad, muchos de ellos vecinos catalogados de ejemplares, pero ahora se han pasado al otro lado, al lado oscuro del despotismo, la crueldad y el terror, quizás convencidos de que es lo más conveniente para todos o tal vez obligados por seres dominantes, ambiciosos de poder, que jugando con las emociones del ser humano y poniendo por delante a su dios, su patria… manejan a su gusto a los manipulables cerebros llamados racionales. La sed de venganza se me hace presente; ya no siento miedo; hay que enfrentarse y plantar cara a este pánico que nos corroe; esta amarga emoción aterradora supera el desconsuelo de saber que estás a punto de perder la vida; tengo que hacer algo para frenar esta sin razón… Un tenue rayo de sol se filtra por el porticón de la ventana; afino el oído, el silencio es perturbador, la inquietud me envuelve, la decisión está tomada. El tiempo corre en mi contra. Debo apresurarme, tengo que ponerme a hacerlo… *** La gente, viviendo su presente y obviando el futuro desgarrador, se atrevió a salir a la calle. Titubeó por un instante: quizás podría salir aunque fueran unos minutos; no, él no saldría; todavía tenía que acabar su trabajo. Lo haría al amanecer del siguiente día, pasaría la noche enfrentándose a las sombras, lucharía con la zozobra de la tenebrosa noche y el profundo temor que aquellos entes despertaban en su espíritu y el horror que le causaba caer en sus manos; sí se quedaría. El reloj era también su enemigo; su tic tac incansable le prevenía de que no había tiempo que perder, que se podía producir un percance, uno más que hiciera que las horas se convirtieran en minutos; debía hacerlo sin dilación, tenía que acabar su obra. *** El rojo sangre corre por mis manos; ese extraño contacto me ha sorprendido e inmediatamente me ha hecho sacudirlas. Se ha manchado la sábana, dejando un rastro bermejo, además se me ha punteado la ropa de gruesas motas carmesí y me ha salpicado en la cara. Su olor no me resulta desagradable; aunque he preferido lavarme enseguida, estoy seguro de que cuando se seque me dañará la piel; no quiero que se me cuarteen los dedos y menos aún la cara; deberé ser más cuidadoso. El agua escasea mucho más que la comida. Me froto con fuerza las manos, el agua está helada y el haber tenido que salir a la intemperie a recoger el cubo que almacena la nieve que alternativamente va cayendo, un recurso más en la lamentable situación de la existencia, un escalofrió me ha recorrido por la espalda, aunque me he ajustado la pelliza, el temblor de mi cuerpo se debe más al espanto que al propio frio del invierno que en realidad es insoportable, por desgracia tampoco funciona la calefacción, no me atrevo, aunque la leña no me falta, a encender la chimenea, no me cabe duda de que si hago fuego puedo ser atacado, no temo solo ser descubierto, el peligro es a partes iguales por ambas partes no obstante creo que lo más cruel es que se acerque un harapiento sobreviviente sin nada que perder, pero con la posibilidad de hacerse con algo para comer o por lo menos con una hoguera para calentar su cuerpo. Debo desechar esos pensamientos que me afligen todavía más y me minan la razón, deteriorando mi valor. Sí, debo pensar en mi cometido, en mi proyecto; debo evitar a toda costa que el pánico se instale en mi mente; ya sé que cabe la posibilidad de que alguien sepa de mí, porque si me descubren sé que sería mi fin; nadie dudaría en perseguirme aunque huyera, y cualquiera sería capaz de hacerme desaparecer. Debo volver a pensar únicamente en mi proyecto, me digo mirando mi reflejo en el espejo del lavabo. Mi rostro extenuado me evoca el pánico de tantos días, meses, años… No hay escapatoria: estoy condenado a un destino aterrador. Retiro mis ojos del espejo y dirijo la mirada hacia mi cuerpo. ¡Sangre! ¡sangre!, grito hilarante. ¡Sangre!, repito aterrorizado. Noto un vahído y estoy a punto de desmayarme; me fuerzo en mantenerme sereno. Vomito, el suelo se tiñe de un amarillo bilioso de fuerte olor a podredumbre. Grito desesperado llamando a mi madre; lloro al recordar que no está. Tampoco mi padre me puede auxiliar: está junto a ella. Miro el interior del cubo; casi no queda agua; la vuelco sobre mi cabeza. Lentamente recupero la cordura. Tengo que limpiarme la ropa; las manchas rojas se han extendido; ahora no son pequeños puntos, sino grandes borrones; aturdido me obligo a retirar la vista; debería quitármela y lavarla, pero son las únicas prendas que tengo; si me desnudo me helaré de frío; el clima invernal reina en la casa. Reprimo las lágrimas. Esta casa carece de calor, no solo del calor que podría proporcionar la calefacción o el fuego de la chimenea, sino también del calor de otros cuerpos, el calor que me ha sido arrebatado. No he podido contener el llanto al pensar que los cuerpos de mis padres están más fríos que el mío. El llanto sanador me ha devuelto el ánimo. Con renovado valor, me impongo seguir con mi plan. Al regresar del lavabo he observado su figura; sigue algo difuminada; me he acercado a él; tiene un rictus de tristeza; le he pasado mis dedos ligeramente por esos mofletes que antaño eran rosados y ahora su color ceniciento infunde dolor; no he podido resistirme a estirarle suavemente de la barba, esa barba nívea que al anciano le da un toque de distinción. Me ha sonreído. Sí, no lo he imaginado, me ha sonreído y estoy seguro de que apoya mi conducta. *** Salió al amanecer. Se sentía seguro, casi se podía decir que alegre; andaba con pasos firmes; el viento gélido de diciembre acarició su rostro y se vio envuelto en el aura del alba. Cuando el sol asomara por el levante, ya estaría todo hecho, se dijo y de nuevo un inmenso sentimiento de alborozo viajó por su mente, haciendo que en sus labios se esbozara una sonrisa. Habría dado rienda suelta a su optimismo y habría gritado su alegría, pero todavía no era la ocasión para eso; de momento la celebración y el alborozo quedaban aparcados. Cargado con la pancarta, pisando fuerte con la cabeza en alto y la determinación en su espíritu, se dirigió hasta el centro de la plaza mayor. Se situó en la glorieta de las moreras. Lanzó un par de cuerdas de árbol a árbol, que después unió formando una sola. Necesitaba que fueran seguras y mantuvieran los desafíos del viento; después tendió la sábana de matrimonio. Dejó que la tela se deslizara y se alejó unos pasos para coger perspectiva. Era exactamente como lo que había pensado; aunque en algún momento le había asaltado la duda de si sería apropiado y descifrable, sabía que él no era un buen artista, pero el resultado se podría clasificar de bueno, sin más pretensiones. Sí, ahora se sentía muy satisfecho; volvió junto a la tela y por enésima vez olió el aroma de su hogar. Abstraído en su ensueño, no oyó el taconeo marcial que se aproximaba. Ra-ta-ta-ta-ta… —¿Por qué le has disparado? Es solo un chaval… —preguntó el soldado a su compañero que acababa de vaciar el cargador de su metralleta, dejando inerte el cuerpo del muchacho… —La tregua navideña hace dos minutos que ha terminado —respondió el otro justificando su acción. Horas después, cuando el sol irrumpió y volvieron los bombardeos, los ultrajes, las violaciones, el terror… la pancarta sufrió una transformación; aunque el dibujo era el mismo, la nota discordante era el traje de Santa Claus que pasó a ser de un rojo extraño, casi pardo, y el rostro del anciano mostraba un rictus de enojo, pero la proclama se mantenía inalterable, llamando a la reflexión. «¿Por qué no firmamos un armisticio, un alto el fuego sin limitación, que sea definitivo, que dure un tiempo infinito y no solo una tregua por Navidad?» *** El joven con restos de pintura que recogió en una droguería abandonada había pintado la sábana, haciendo la pancarta que acababa de colocar… Aunque el reloj le robó dos minutos, había culminado su obra. Una sábana de matrimonio mostraba el dibujo de Santa Claus, el anciano Noel manifestaba una sonrisa benevolente, su barba blanca resaltaba rodeando sus mofletes rosados y su traje rojo brillaba con luz propia. La mente del joven anidaba la esperanza de lograr un mundo mejor, una asociación de ideas respetadas, una empatía nacida de la bondad del ser humano. Todo se debía a su corta edad en la que, a pesar de los avatares sufridos, todavía no había sido corrompido por las vilezas que encierra el ser humano. El cuerpo del muchacho no fue retirado; según las órdenes dictadas por el alto mando, los cadáveres de gente hostil a sus ideas deberían permanecer a la vista. Ese era el escarmiento para quienes no cumplían con las normas establecidas por la autoridad competente.
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Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-10-28 17:59:13
5
Comentario
Sí, un relato de guerra más que de terror. De todas maneras hace pensar en lo horripilante del desastre. Gracias por escribir. Siempre habrá ojos ávidos por descubrir lo que otros son capaces de expresar.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-12 07:39:42
5
Comentario
La guerra es horrorosa, sí. El relato està bien escrito, pues también. Que no entra en mi antología personal, cierto. Creo que no es redondo del todo y que algunas frases son muy robóticas. Además, las elipsis con varios puntos de vista suelen costarme y este caso no se salva. Repite agua, partes y casa. Muchas gracias por participar. Sigue escribiendo. Suerte.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-19 10:40:07
3
Comentario
El relato comienza a un ritmo frenético, lo cual podría entenderse por el argumento. “sorprendido, y acurrucado tras del mueble cerró”. Tal vez debería ser “sorprendido y, acurrucado tras del mueble, cerró”. “casa y perdido”, creo que sobra la y. Confunde el inicio en dos registros, uno en presente y el otro en pasado. Al principio parece que se va a contar la historia desde dos personajes diferentes, pero luego se confunden. Por momento me despista un poco. El autor utiliza muy seguido (tal vez en cada párrafo) el recurso de los puntos suspensivos para dejar una frase sin terminar. Creo que estaría mejor que se aclarara, que en lugar de los puntos suspensivos se terminara la oración. “Me froto con fuerza las manos”, es el comienzo de una oración excesivamente larga y que debería separarse en tres o cuatro oraciones. Veo algunas repeticiones de palabras, como calor. El relato, pasada la mitad, se me ha hecho pesado. Supongo que esto se debe a que hay muy poca o nula acción.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-20 14:40:50
2
Comentario
Autor/a, más que un relato son elucubraciones y recuerdos sobre momentos vividos por un joven durante la guerra. Una narración que intercala la primera con la tercera persona, lo que rompe la ilación. En un momento se cuenta que enterró a sus padres, pero luego que le acarició la barba, supongo que al padre, es decir, echa hacia atrás en la narración, o de San Nicolás. Me cuesta entender la secuencia de la historia. Hay errores de intercambio de comas por puntos y coma que dificultan la lectura. Autor/a, gracias por participar en el concurso.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-25 00:18:21
4
Comentario
Muchas gracias al autor/a y suerte ^^. Relato de guerra que hace ver los horrores de la misma. Quizá no sea un relato de terror como tal, pero al final, la guerra y todas las muertes y miserias que ocasiona sí lo son. Estos recuerdos y pensamientos torturan a un personaje que nunca llegará a salir de aquella batalla nunca, pues siempre le acompañará. Y esto es otro ejemplo del terror que puede albergar. Aquí algunas cosillas que se podrían corregir: *Coma tras “de pronto”: De pronto unos ojos irrumpieron * Te están esperando —una risa malévola resonó en sus oídos.// Sería así: Te están esperando. —Una risa malévola resonó en sus oídos. *Enfurecido salió de su escondite y se lanzó a la oscuridad en busca de su enemigo, quién al notar su movimiento en las sombras disparó;// Quedaría más correcto así: "Enfurecido, salió de su escondite y se lanzó a la oscuridad en busca de su enemigo, quien, al notar su movimiento en las sombras, disparó." Creo también que se abusa bastante del ; y a veces las frases no quedan para nada fluidas.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-11-27 10:49:57
1
Comentario
Esta me ha parecido una historia que transcurre entre los horrores de la guerra, no una historia del género de terror, la verdad, no le veo encaje en el certamen. El aspecto ortotipográfico habría requerido cierta revisión debido a deslices con la puntuación (como el incomprensible punto tras "Ya que no te haces ver."), algún error de acentuación ("quién/quien al notar", "escalofrió/escalofrío"...), un uso inusual y extraño el punto y coma, etc. Gramaticalmente, habría reducido alguna pequeña acumulación de adverbios acabados en "mente"; hay alguna palabra mal empleada ("atestarle/asestarle"), etc. Le habría venido bien al texto una corrección tanto ortotipográfica como de estilo a través de un corrector profesional. Gracias por participar.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-04 16:44:31
4
Comentario
Hola, autor/a. Aunque la guerra es terrible, no estamos ante un relato de terror. más bien de crítica social. Uno de los principales problemas radica en la falta de una atmósfera de terror. El relato es demasiado realista, perturba pero no es aterrador. La tensión debe ser constante o ir creciendo hasta el clímax final, cosa que en este relato no sucede.
Fecha Publicación
Valoración Relato
2024-12-11 20:35:42
6
Comentario
Estoy segura que el protagonista pasó mucho miedo y que, para él estaba viviendo momentos terroríficos de verdad. Tenemos una idea preconcebida de como debe ser un relato de terror, su ambientación, y nos cuesta verlo en otros ambientes. Me he perdido un poco con el cambio de primera a tercera persona, Y con el Papa Noel, ¿a quien le estira la barba? ¿Al dibujo? No es posible.
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